jueves, 30 de agosto de 2012

Paolo (escort - Lima)

Hunks of Piura

Mira el perfil en español

 

Nickname: paolo
age: 23 years old.
contact:)51) 979708695 (no SMS, no Private, no call-back)
Height:1.71 m
Weight:76 kg.
Endowment
Length
:15 cm.
Round: 15 cm.
Other body stats:

Shoulderss:120 cm.
Chest:115 cm.
Abs:90 cm.
Hips (including ass):105 cm.
Thighss:61 cm.
Calves:40 cm.
Pumped-up arm: 38.5 cm.
Workplace:Lima City

Rates:150 soles x 1 hour. (in Piura, it applies extras for transportation.

I prefer to deal with:Masculine, discrete bottoms and versatiles.

I prefer to deal at: Hotels and apartments.
Keyword:Nikita

 

This top hunk is offering sex services since last February, and he’s well decided.  “I ever try to give the best and satisfy the client,” he comments. “Nobody complained about me until now,” he stresses.

If someone doubts about body stats, we confirm them – Paolo isn’t a bodybuilder but an athletic guy. And this is true.

Brown-eyed, handsome, he’s got strong and well-built arms “to  hug you strongly”, some-hairy wide chest and his legs are, perhaps, his best developed body part.

As he goes to the gym everyday, he’s got wide thighs with some abducens similar to soccer player Juan Manuel ‘El Loco’ Vargas’ ones. “Put that in mind,” he says while he shows us his powerful and big gluteus. “I can lift until 160 kg doing squads (with some help, hahahah)

Also, his cuadriceps and calves are wide, full fiber.

Yes. Paolo is a right sportman who eats healthy, drinks no alcohol, doesn’t smoke or make drugs.

Amomg his legs, the finest jewel – a vained, big-headed, not long, not fat, but right dick.

Although he was requested for threesomes, he prefers one-to-one sex. He accepts to do almost all that sexual creativity allows him but rimming (“and somebody wants to kiss you after doing that neither”), and ever acting as a top. By the way, he dislikes zoophile a lot.

He does all posings if you and he don’t be injured. His best one is doggie style (great!).

He demands his clients be clean, discret and he likes “they give me good tips.”He doesn’t deal with unclean, drunk or drugged people. “I don’t make bargains about my rates,” he warns.

As a good sportsman, he prefers his clients be plenty conscious of what they make.

Call him (don’t send any kind of texts, or Private callings) at his cellphone (if he doesn’t answer you, please call him again later), and we hope you enjoy his muscles and manhood. What are you waiting for?

Hold on! Plus, Paolo speaks English and French.

Voulez vous couchez avec moi?

¡Cáchame, Paolo!

 

H4HR  Index: 5 (of 5) *****

Remember you can rank Paolo writing at hunks.piura@gmail.com or droping a comment here.

Hunks of Piura Entertainment does not endorse this person but it suggests him.

La Parcela (16): ¿Nos lanzamos?

Hunks of Piura

-          Algo raro está pasándome. Pensé que todo sería una bonita amistad, o al menos compañerismo; pero, hace algún tiempo, siento algo… distinto. La verdad no me gustaría incomodarte, ni que te sientas presionado porque, tú sabes, yo tengo una responsabilidad y tú estás a mi cargo. Lo que siento, nace desde el fondo de mi corazón. Y, la verdad. No soporto un minuto más callándome lo mucho que me gustas… ¿Te gustaría estar conmigo, Nan--- do?

-          La imagen reflejada de Jano en el espejo sólo tenía ese gesto de alguien pidiendo cariño. Pero, ¿esa era la forma correcta de expresarlo?

-          Había pasado más de una semana desde que él y Raúl se confesaron mutuamente sus sentimientos, y, a pesar de las diversas oportunidades en que estuvo a solas con Nando, no se atrevió a hacer esta confesión. Si tan sólo supiera el momento correcto, o llegara una señal.

-          Fue cuando sonó la puerta de su cuarto…Abrió con temor.

 

-           Jano, tenemos que hablar.

-           Da… vid, ¿qué pasa?

-           Mira, estamos gastando mucho en los agroquímicos, y no sé si crees que deberíamos buscar otros proveedores.

-           Pero Nando…

-           Nando es buen agrónomo, pero es necesario cuidar los costos.

-           Pero ya hicimos un envío, y nos rechazaron sólo el dos por ciento del lote.

-           Es cierto, no le quito mérito en su campo; pero, si no cuidamos la estructura de costos, el margen de ganancia no será el adecuado.

-           OK. Déjame pensarlo bien.

-          Cuando Dabid se fue, lo que menos hizo Jano fue reflexionar sobre el temor de su administrador, y mas bien rememoró la charla con Raúl.

 

Raúl, por su parte, vivía un drama aparte. Sus jornadas de trabajo en equipo con Pancho eran totalmente silenciosas. Apenas si Pancho lo saludaba e intercambiaba información clave sobre sus labores de campo, pero, desde aquella vez que le insinuó comparar el tamaño de sus pingas, la comunicación no era tan fluída.

-          Pancho, por su parte, no sabía cómo romper el hielo, algo raro en él, que, usualmente, tenía la palabra justa para iniciar una conversación animada.

-           Pancho, ¿pasa algo?

-          El tono de voz de Raúl tenía tinte a reclamo.

-           No. Nada. ¿Qué va a pasar?

-           ¿estás molesto conmigo o qué mierda?

-           No, Raúl. No digas huevadas. Sigamos chambeando para acabar temprano.

-           Está bien. Disculpa.

 

Atendiendo a un pedido de David, Wilfredo fue al banco a hacer unas transacciones.

De pronto, en la fila, le llamó la atención la figura atlética y trigueña oscura de alguien que le parece familiar. Lo sigue con la vista. Entonces, el pata volteó a verlo. Ambos se miran fijamente.

-          ¿José?

-           ¿Don Wilo?

-          Los dos varones se estrecharon en un abrazo, lo que pone en alerta a los vigilantes. Terminadas sus operaciones, ya fuera del local, pudieron conversar más sueltamente.

-           ¿Y qué ha sido de tu vida, muchacho?

-           Por ahí, chambeando de todo un poco. ¿Sigue en la parcela?

-           Sí. Pero ahora la está manejando el joven Alejandro.

-           ¿Jano? ¡Vaya! ¿Desde cuándo?

-          Wilfredo cuenta los detalles pormenorizados a este adulto de unos 35 años, de contextura recia y musculosa, de ropas pegadas a la piel que delineaban unos brazos grandes y anchos, un pecho prominente, una cintura pequeña, un gran culo, cierto abultado paquete  y fuertes piernas.

-           ¿Y dónde has echado todo ese cuerpo?

-           Deporte, don Wilo. Usted sabe que siempre me ha gustado hacer mi deporte.

-           Claro. Deporte.

-           Ya, no lo diga con ese tono.

-           Tranquilo. El papá del joven nunca se enteró de lo que pasaba. No al menos por mi boca.

-           Eso ya pasó. Los tiempos son otros.

-           ¿Y te casaste?

-           No… no hay quien me aguante.

-           ¿O quién te la aguante?

-          Ambos se rieron pendejamente, y se despidieron prometiéndose visitar.

 

Esa tarde, como de costumbre, Pancho estaba descansando sobre su colchón, totalmente desnudo y boca abajo, con una pierna flexionada, lo que le abultaba las nalgas. Ese fue el cuadro que encontró Nando cuando entró al cuarto, para descansar. Él también se quitó toda la ropa procurando no hacer ruido, pero, cuando se sacaba su pantalón, varias monedas cayeron en el piso de cemento, lo que sobresaltó al musculoso moreno.

-           Disculpa, pata.

-           Normal. Nando. ¿Vas a jatear?

-           Sí, un rato. ¿Y Raúl?

-           Se fue a trabajar un rato con David. Están llenando unos papeles.

-          Nando se quedó completamente desnudo.

-           Oye, Pancho, ¿y qué tal el mini-gym?

-           Buenazo. Bien concentrado. Se me están marcando más los pectorales y los brazos.

-           Sí, porque pierna ya tienes, además de buenos glúteos.

-           Ja ja. Sentadillas, pe. Carreras. También tú los tienes buenos.

-           Es el mismo secreto. Oye… ¿puedo tocar los… tuyos?

-           ¿Mis glúteos? Sí, con confianza.

-          Nando se acercó, y contra su costumbre, tembló al posar sus manos en el duro y voluminoso trasero de Pancho. Fue cuando su verga se le paró, inevitablemente. El glande, que comenzaba a humedecerse, topó la cadera de Pancho.

-           ¿Y eso, pata?

-           No sé. ¿Te jode?

-           No… la tienes grande, huevón.

-           Por ahí me contaron que eres bien malogrado, mas bien.

-           ¿activo, moderno o pasivo?

-           Activo.

-           ¿Tienes forros?

-          En los siguientes minutos, Nando comenzó a besar la amplia espalda de Pancho, quien reaccionaba espasmódicamente, apenas la barba de su compañero lo rozaba. Comenzó a gemir cuando la boca de Nando alcanzó sus gloriosos glúteos.

-          Nando se incorporó , se puso el condón, untó algo de lubricante que tenía, y comenzó a penetrar el ano de Pancho lentamente. Cuando su pinga estaba casi del todo adentro (una porción se quedó fuera debido a la prominencia de las corvas del moreno), se acostó sobre su espalda y comenzó a bombearlo, mientras besaba su nuca y la parte formada por el trapecio, a la vez que se aferraba de las caderas de Pancho, quien las levantó para facilitar la penetración .

-          Ambos sudaban. Nando comenzó a experimentar una sensación de placer que creía olvidada. Fue tanta su arrechura, que metió su mano por delante de las caderas de Pancho, exploró su pubis y se encontró con la enorme pinga del moreno. Comenzó a masturbarla.

-          Nando se movió con mayor velocidad. Se vino dentro del culo estrecho de su compañero, y, a pesar de que había eyaculado, seguía bomneando.

-           ¡Las voy a dar, Nando!

-          Rápidamente, Nando sacó su pene y el condón, tras lo que Pancho se puso boca arriba, se masturbó con fuerza, y dejó que los chorros de su semen se dispararan hasta sus pectorales.

-           De la puta madre, Pancho.

-          Cuando el moreno agotó su arrechura, tuvo frente a sí a un Nando increíblemente satisfecho, distinto. Por alguna razón, se sintió mal, se levantó del colchón.

-           Me voy a lavar.

-          Nando se quedó arrodillado, estático, desnudo, con el condón usado en su mano derecha.

-           Este huevón está templado, pero ¿de quién?... Ja, no puede ser. Así que tenemos parejita aquí.

 

Jano salía de su cuarto, cuando se encontró con Raúl, quien venía de la oficina de la parcela.

-          ¿Raúl, te acuerdas lo que hablamos en mi jato?

-           Sí. ¿qué vas a hacer?

-           Dejar de ocultarlo.

-           Yo también quiero dejar de ocultarlo.

-           ¿Nos lanzamos?

-          Jano y Raúl se miraron fijamente a los ojos, se mantuvieron en silencio y se dieron un abrazo intenso, como animándose mutuamente a dar el siguiente paso largo.

-          Cuando se separaron, Pancho estaba justo frente a ellos, mirando la escena con un gesto de desconcierto.

-           Perdonen… no… quería interrumpirlos.

-          El moreno se fue raudo, sin dar oportunidad a que Nando y Raúl pudieran explicarle algo…

 

(CONTINUARÁ…)

 

Escrito por Hunk01. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares y situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com  o deja tu comentario aquí.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Paolo (escort - Lima)

Hunks of Piura

Seudónimo: paolo
edad: 23 años
contacto:(51) 979708695 (no SMS, no Privados, no devuelvo llamadas)
estatura:1.71 cms.
Peso:76 kg.
Dotación de pene
largo
:15 cms.
Contorno: 15 cms.
Otras medidas corporales
hombros
:120 cms.
Pecho:115 cms.
 Abdomen:90 cms.
Cadera(incluye trasero):105 cms.
Muslo:61 cms.
Pantorrilla:40 cms.
Brazo en punche: 38.5 cms.
Área de trabajo:Lima Metropolitana

Tarifas:150 soles por una hora.
Prefiero atender a:pasivos y modernos discretos y varoniles.
Prefiero atender en: hoteles y departamentos.
Mi frase clave:Nikita

 

Este hunk activo está brindando servicios desde febrero pasado, y es bien decidido. “Siempre trato de dar lo mejor y satisfacer al cliente”, comenta, y subraya que “hasta ahora, no he recibido quejas”.

Si a alguien no le han quedado claras las medidas, lo confirmamos: Paolo, sin llegar a ser culturista, es un pata atlético. Y no es mentira, por si acaso.

De ojos marrones y rostro agradable, tiene “brazos fuertes y formados para poderlos abrazar con fuerza”, pecho amplio, con algo de vello, y quizás lo que más ha desarrollado son sus piernas.

Como va al gym todos los días, tiene amplios muslos donde destacan unos abductores  parecidos a los del futbolista Juan Manuel “El Loco” Vargas. “Saquen su cuenta”, nos dice mientras nos enseña sus poderosos y grandes glúteos. “Puedo cargar hasta 160 kg en sentadillas” (“con ayuda, jajaja”).

Por si eso fuera poco, sus cuádriceps y sus pantorrillas son anchos y llenos de fibra.

Sí, Paolo es un deportista nato, que come sano, no bebe alcohol, no fuma ni consume drogas.

Y entre sus piernas, la joya más preciada: una pinga venosa y cabezona, no larga, no tan gruesa, pero a punto.

Aunque le han pedido hacer un trío, prefiere los contacttos uno-a-uno. Acepta hacer casi todo lo que la creatividad sexual le permite, menos el beso negro (“y que encima te quieran besar después de eso”) , y siempre de activo. Por cierto, aborrece la zoofilia.

Hace todas las poses siempre que no te pongan en riesgo, como a él tampoco. La mejor que hace es la del perrito (¡provecho!)

Lo que exige de sus clientes es limpieza, discreción, y le gusta “que dejen buenas propinas”. No atiende a gente desaseada, borracha o drogada. “Tampoco hago rebajas a mi tarifa”, advierte.

Como buen deportista, prefiere que sus clientes estén plenamente conscientes de lo que hacen.

Llámalo (no envíes mensajes de ningún tipo, ni hables en Privado) a su celular (si no te contesta, insiste más tarde), y esperamos que disfrutes de sus músculos y su masculinidad. ¿Qué esperas?

¡Aguarden! Por si eso fuera poco, Paolo habla inglés y francés.

Voulez vous couchez avec moi?

Fuck me, Paolo!

 

Índice H4HR : 5 (de 5) *****

Recuerda que puedes calificar a Paolo, escribiendo a hunks.piura@gmail.com, o dejando un mensaje aquí.

Hunks of Piura Entertainment no respalda a esta persona, pero sí la recomienda.

SxEC: Un mañanero 'delivery'

Hunks of Piura

Eran las nueve de la mañana. Yo me acababa de despertar cuando sonó mi celular. Era un amigo.

-          ¿Dónde estás?

-           Recién me levanto.

-           Vente a mi jato.

-          En una hora, estaba en la puerta de la casa de mi amigo. Él me abrió la puerta. Estaba sin polo, con el pantalón desabotonado y el cierre abajo. ¡Qué rica imagen!

-          Apenas entré, me sobó el culo y le agarré sus partes.

-           Ven. Vamos a la ducha.

-          Nos desnudamos y entramos. Comencé a chupársela lo más que pude. Entonces, abrió la ducha.

-           Voltéate.

-          Me abrió las nalgas, dejando que el agua me caiga sobre ellas, me las besó. Se puso un condón que tenía allí cerca, y comenzó a metérmela.

-           Levántate.

-          Él se sentó en el piso, y me pidió que me sentara sobre él. ¡Wow! ¡Qué rico! Sentía cómo entraba su verga, mientras él me acariciaba las tetillas y la espalda.

-           Tírate hacia adelante.

-          Él prácticamente se acostó . Comenzó a bombear.

-           ¿La sientes?

-           Sí. Sigue así.

-          Sin sacármela, me puso en perrito, y luego se me trepó encima. El agua recorría nuestros cuerpos.

-          Pasaron unos cinco minutos, cuando me la sacó.

-           Chúpamela. Asíi, qué rico.

-          Me arrinconó sobre la pared, me abrió las nalgas y me la metió de nuevo.

-           Suave, huevón.

-          No me escuchó, me siguió bombeando el culo. Entonces me la sacó, se la corrió y derramó su leche sobre mi espalda.

-          Nos lavamos bien, nos vestimos, y quedamos de hacerlo en otra ocasión, porque sus viejos estaban por llegar. ¡Qué buena forma de iniciar un día!

 

Escrito por El Chico. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Contacta al autor a hunks.piura@gmail.com, o deja tu comentario aquí.

martes, 28 de agosto de 2012

El moreno, el guachimán y yo

Hunks of Piura

Hace unos días, estaba paseando por el Óvalo Grau, cuando me fijé en un pata moreno, de evidente complexión atlética. Cruzamos las miradas, pero pensé que en eso iba a quedar.

Cuando estaba tomando la Avenida Grau, veo que él me empieza a seguir.

Para confirmarlo, me metí en una calle poco concurrida, adyacente a esa arteria, y él me dio el encuentro.

-          ¿Qué haciendo?

-           Aquí paseando.

-          Su erección era enorme e imposible de ocultar debajo de su pantalón pitillo.

-           Tengo un amigo por acá. ¿Te interesaría verlo, y a ver qué pasa?

-          Eso me sonaba a trío, y una de mis mayores fantasías es hacerlo con dos patas al mismo tiempo. Acepté, pero hice una contrapropuesta.

-           Mira, por acá vive un amigo mío. Mas bien, ¿por qué no lo vamos a ver? Tiene un depa chévere, y podemos estar tranquilos.

-           ¿Vive solo?

-           Por eso.

-          Fuimos a donde le dije, subimos, toqué la puerta y… nada de mi amigo.

-           Parece que no está.

-           Oye, acá debajo de las escaleras me parece haber visto un lugarcito. ¿Lo vemos?

-          Bajamos. No habría un trío, pero al menos probaría ese palo que se marcaba debajo del pantalón de este moreno, de unos 29 años, que se manejaba una cara de arrecho.

-          Llegamos al espacio, estaba algo oscuro, pero ahí nomás aprovechamos. Se bajó el pantalón, y saltó una verga de 19 cm. ¡19 cm! Ojo, esto que cuento no es cuento. Sucedió.

-          Se la chupé por varios minutos, cuando me dijo que me bajara el pantalón. Lo hice. Sacó un condón de su billetera, se lo puso, y comenzó a metérmela.

-          Me dolía como mierda, pero quería tener esa pinga dentro de mi culo. Como juego voley y hago algo de atletismo, lo tengo redondito y firme.

-          El huevón gemía.

-          No habían pasado ni tres minutos de que me la había metido, cuando escuchamos que alguien se acercaba. Sin roche, nos levantamos el pantalón. En eso apareció una señora.

-           ¿Qué hacen acá?

-           Orinando, señora.

-          Nos quitamos de allí.

-           Mas bien, vamos a ver a mi amigo que te dije al inicio.

-           Bueno. Vamos.

 

Caminamos un poco más, hasta un edificio. Allí había un pata trigueño, de unos 25 años, que era el vigilante.

-          El moreno habló algo con él, mientras yo esperaba afuera. Este vigilante tenía toda la traza de tener un cuerpazo, más por genética que por gimnasio. Lo que le dicen un ‘cholo power’.

-          Tras cinco minutos, me hicieron entrar. El vigilante nos señaló una puerta del fondo, que era la entrada de un cuartito sin luz.

-          Vi que el guachimán cerró la puerta del edificio y nos dio alcance.

-          En la penumbra, noté que el moreno se había quitado la ropa. Comencé a acariciarlo. Era un cuerpo de infarto: sin ser musculoso, bien formado, durito, con todo en su sitio.

-           Calatéate.

-          Acepté hacerlo, y mientras me desvestía, llegó el guachimán. El moreno hizo que diera unos pasos y nos paramos sobre lo que parecía ser una alfombra. Nos comenzamos a besar y a manosear. Su verga estaba dura de nuevo, y rozaba la mía también al palo, de 16 cm. Entonces sentí el cuerpo desnudo del guachimán cubriéndome la espalda. También la tenía dura.

-          Alterné entre los dos, hasta que el moreno hizo que me pusiera en pose de perrito. Él y el guachimán se arrodillaron. Mientras el moreno me la metía por el ano de nuevo, yo se la chupaba al guachimán.

-          Con tal de gozar de mi culo apretadito, el moreno me agarró de las caderas. Mientras el vigilante me acariciaba el cuello. ¡Carajo, no podía ser cierto que estaba en un trío! Pero, como les dije, es cierto.

-          Tras varios minutos, el moreno gruñó y sentí cómo su pinga palpitaba dentro de mi hueco.

-           Las di. Las di. Ahhhh.

-          No había terminado de hablar cuando el guachimán se vino en mi cara. Su leche espesa y caliente me llenó casi todo el rostro.

 

Tras limpiarnos y vestirnos, quedamos de hacerlo otra vez.

-          De nuevo estoy por el Óvalo Grau, a ver si me encuentro con el moreno, pero nada. Tampoco he hallado en el edificio, a ese vigilante carretón.

-          Igual, si te interesa hacer un trío conmigo, por qué no me dejas un mensaje aquí?

 

Relatado por Luis Lucas. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. También lo puedes contactar vía hunks.piura@gmail.com

Casa De-Formación (8): Jorge se muda

Aquel primer sábado por la mañan

Es una playa larga y solitaria. Aunque el mar forma grandes olas, éstas rompen suavemente.

Dos chicos corren desnudos por la orilla. Se persiguen, compiten por saber quién es más veloz, se molestan fraternalmente entrando a la zona de resaca y chapoteando agua. Son felices.

Se cansan y se acuestan sobre la arena, uno al lado del otro. Se toman de la mano.

El sol está alto e impide ver directamente al cenit. Hay que cerrar los ojos si no queremos que la luz nos enceguezca.

El mar se escucha cual melodía.

Uno de los chicos abre sus ojos de nuevo y gira su cabeza para compartir ese momento de felicidad febril con su compañero.

Ya no está.

¿A dónde fue? Intenta llamarlo, pero ninguna voz sale de su garganta.

La inquietud se transforma en angustia.

No está. No puede gritar.

Gira. Donde antes se extendía la costa, ahora hay una alta pared de roca. Detrás, el mar que comienza a embravecer.

¿Dónde está?

¡Maldición! ¡No puede gritar! ¡Ni siquiera hablar bajito!

¡Y el mar no deja de avanzar!

Cierra sus ojos de nuevo. Debe reunir fuerzas si quiere salvarse.

Grita otra vez…

-         ¡Joo…!

Abre los ojos: un dormitorio entre la umbra y la penumbra.

-         ¿Qué pasa?

El rescate llega desde la cama del costado. Un joven desnudo salta, se sienta y abraza a un jadeante cuerpo firme adolescente.

-         Fue una pesadilla.

-          Me asusté.

-          ¿Qué hora es?

El chico desnudo tantea en la mesa de noche, encuentra su reloj, presiona el botoncito de la luz.

-         tres para las cinco… ¿Estás listo?

-          Sí. Sí.

 

Jonatan prende la luz y busca su ropa de deportes: bibidí entallado elástico negro, un short pequeño gris de lycra, debajo del que se pone un suspensor que sólo protege sus genitales, mientras los elásticos dejan sus nalgas libres.

Manuel se pone el traje que encontró sobre su cama la noche anterior. Su compañero voltea a verlo.

-         ¡Huau! Te queda de la puta madre.

-          Gracias.

-          ¿De dónde lo sacaste?

-          Me lo dejaron anoche.

-          Alexander.

Se trata de un body negro con ribetes blancos., delgados. Manuel también tiene un físico deseable, aunque no con la estilización de Jonatan; pero ¿acaso el ejercicio no consigue milagros?.

 

En el patio de la casa, está el Reverendo echado sobre una colchoneta haciendo abdominales. Inspira por la nariz; espira por la boca.

-         Vaya. Tendré dos alumnos. Buenos días chicos.

Los dos atletas responden casi en coro. De nuevo, el religioso va hasta un cajoncito a sacar la cinta métrica. Jonatan se quita las zapatillas.

-         116 de hombros… 108 de pecho, bien… 85 de cintura… 97 de cadera, ¡asu!... 58 de muslo… 38 de pantorrilla… 37 de brazo… 74 kilos. ¿Cuánto mides?

-          Metro 73.

-          Estás bien. Pero podemos mejorarlo.

-          Bestial. Empecemos.

Manuel comienza a hacer abdominales y a la primera flexión, siente que la mitad del cuerpo le duele como si estuviera herido. Jonatan y el Reverendo se miran y sonríen: el dolor del día siguiente.

Lo animan. Sin dolor, no hay ganancia, dicen.

Cuando concluye la rutina, Manuel se acerca al Reverendo.

-         Gracias por la ropa. No debió molestarse.

-          ¿Y quién dijo que fui yo?

-          ¿No fue usted?

-          ¡Ja! Eso no importa. Te queda muy, pero muy bien.

-          Gracias.

-          Listo, no se hable más del asunto.

 

Cuando suben a ducharse, Pedro sale del baño y pasa junto a ellos como si no los hubiera visto. Los chicos se miran extrañados. Le restan importancia.

-         ¿Quién va primero?

-          Por acá tengo una monedita. Elige: cara o sello.

-          ¡Sello!

El círculo de metal da vueltas en el aire, y brilla con reflejos.

-         Manuelito… ¡ganaste!

Ambos celebran la echada de suertes.

 

En el otro dormitorio, Pedro, muy modosito, se viste. Darwin se está peinando, y se sorprende por la ropa interior que para ese día eligió su compañero.

-         A la mierda. ¿Y eso?

-          Es un G-string,  o hilo dental para la plebe.

-          ¿Y tus viejos te dejan tener eso?

-          Mis papis no se meten con mi ropa.

-          Puta. Mi vieja me encuentra uno de esos y me lo quema.

-          ¿Te gusta?

-          Te queda más o menos.

-          ¿Más o menos?

-          Te falta culo.

Darwin se ríe. Pedro termina de vestirse. Comienza otro día.

 

Durante el primer descanso, Pedro regresa a labarse la cara.

La puerta donde la tarde anterior estuvo con Jorge luce abierta de par en par.

Se asoma.

Hay una mochila sobre la cama, y Jorge, en su clásico ‘uniforme de trabajo’ está de espaldas arreglando lo que parece ser ropa.

Pedro lo silba apiropándolo. Jorge se vuelve. Sonríe.

-         ¡Pedrito! ¡Dichosos los ojos!

-          Ay, gracias. También estás nice.

-          Adivina qué. Voy a vivir con ustedes.

-          ¿Sí? – Pedro no oculta su emoción. – No me digas que vas a formarte…

-          Nooo. Nada de eso… hay gente aquí que me necesita.

Jorge guiña su ojo derecho. Pedro se siente más que halagado.

-         Gracias por la consideración.

Jorge se acerca, le hace un ademán para que entre, lo besa brevemente en los labios.

-         Más tarde conversamos, ¿OK?

-          OK, Darling.

-          Vete a clases. Ya son las nueve.

 

Pedro baja a prisa, y casi se choca con el Reverendo Alexander.

El superior se acerca hasta el cuarto y entra.

-         espero que disfrutes la habitación. No será una suite…

-          Normal. Gracias por no decir No.

-          Cumple con tu trabajo.

El Reverendo entrega un estuche de cuero negro. Jorge lo recibe, y lo mira comprendiendo la orden.

-         Si alguno debe irse, infórmalo. Yo me encargo del resto.

 

el anuncio oficial de la mudanza es hecho durante el almuerzo. No ay mayores reacciones, excepto por Pedro, quien está feliz.

A la hora de la siesta, él nota que la puerta está cerrada. Ni cómo escabullirse. Aún así se acerca.

Un papel sobresale abajo. Mira hacia atrás. Está solo. Se agacha, lo saca, lo desdobla: “Regreso del gym esta noche a las dies”.

 

 

(CONTINUARÁ…)
 

Escrito por N-Ass. ©2012Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com

 

 

viernes, 24 de agosto de 2012

La Parcela (15): Un domingo duro y desnudo

Aquel primer sábado por la mañan

En algún departamento más o menos exclusivo, cerca del río Piura, un hombre de contextura media, de unos 40 años, estaba sentado, totalmente desnudo, en el sofá de su sala chupando la pinga de un joven blanco y musculoso, velludo, de prominentes pectorales, brazos, nalgas y piernas, estrecha cintura y amplia espalda, con un par de tatuajes étnicos entre el pectoral y el hombro izquierdos.

De pronto, el hombre se recostó sobre el sofá y levantó las piernas.

-          Ahí hay condones. Cáchame.

-          El joven, que aparenta tener unos 25, se colocó el preservativo y dejó que su amante se moje la entrada del ano con su propia saliva. Colocó la punta de su miembro en el agujero y comenzó a empujar sus 18 centímetros hacia las entrañas calientes de alguien que parecía haber encontrado el mejor vacilón para pasar la mañana del domingo.

-          Cual émbolo, el pene entraba y salía, empujando y absorbiendo el esfínter.

-           Mastúrbate.

-          El hombre tomó su pene, lo comenzó a masajear y consiguió erectarse. Cerró los ojos, mientras el joven bombeaba su pene erecto haciendo chocar sus caderas contra las algo flácidas nalgas de su compañero sexual.

-          Algunos minutos después, el hombre experimentó el orgasmo y expulsó todo su esperma en su abdomen. No es mucho, considerando que toda esa semana se ha quedado sin esposa e hijos (a juzgar por las fotos de la mesa de centro).

-           Me duele, huevón.

-          El muchacho sacó su pene, se quitó el condón, y fue al baño a botarlo. Demoró un poco y regresó a ponerse su boxer.

-           ¿Tú no las vas a dar?

-           No tengo ganas ahora.

-           ¿Entonces…?

-           Normal, pata. Tú lo necesitabas más que yo.

-          El hombre se levantó con cuidado, fue al baño y regresó con el vientre limpio. Su amante ya se ha colocado una bermuda de un raro tono turquesa.

-           ¿Entonces Jano seguirá comprando en mi tienda?

-           Mientras esté a cargo, así será. Claro que si es que no rompes el trato.

-           Claro que no, Nando. Haremos lo mismo que hicimos con tu profe de la facultad.

-          El hombre, aún desnudo, entró y salió con su billetera, sacó un billete grande y se lo dio al joven.

-           Tu comisión por la venta, y por el servicio de hoy.

-           El servicio cuesta 50, así que me debes.

-           Pensé que era cliente habitual.

-           OK, pata. No te preocupes que esta semana se tendrán que hacer más compras.

-          Ambos se despidieron dándose la mano. Antes de salir, Nando se colocó un polo manga cero, sus sandalias de cuero, y abrió la puerta.

 

Cerca de allí, en la residencia de Jano, el reloj marcó el mediodía. El chico saltó de la cama, como si fuera un resorte. Alguien tocó su puerta.

-          Hijito, ¿vas a almorzar?

-           Sí, mamá. Ahora bajo.

-          Se quitó su boxer, buscó la toalla y entró con dificultad al baño, orinó un potente chorro, y a medida que iba achicando bomba sentía que aparecía un dolor de cabeza.

-           Un duchazo contra la resaca.

-          Tras demorarse casi media hora bajo el agua, bajó y encontró a su madre con Raúl, sentados en la mesa, comenzando a comer, y conversando animadamente.

-           Dijiste que no demorarías. ¿A qué hora llegaste?

-           No recuerdo. Disculpa, vieja.

-          Aunque Jano se integró a la conversación, casi no miraba o miraba de reojo a Raúl. Cuando finalizaron, y aprovechando que sólo se quedaron los dos varones en la mesa, Jano intentó decirle algo. Cuando se animó a despegar los labios, apareció su madre.

-           ¡El postre!

 

En un pueblecito turístico en la ceja de sierra, en un gran dormitorio, escasamente decorado por la cama, una cómoda y una mesa donde hay un televisor y un reproductor de DVD, dos hombres yacían desnudos. El más delgado despertó, miró su reloj y zamaqueó a su compañero al costado.

-          ¡Pancho, la una y media! ¡Ay, cómo hemos dormido!

-          Pancho entreabrió los ojos.

-           ¿A qué hora baja el ómnibus?

-           ¡Ya pasó! Sólo te queda tomar las comvis. La siguiente sale a las tres y media.

-          Pancho se levantó de la cama, se dirigió a la amplia ventana y con cuidado corrió la cortina para ver hacia la calle.

-           Ay, primo. Sí que tienes un cuerpazo.

-          Pancho dió media vuelta y brindó una sonrisa.

-           Gracias, primo. Te mueves bien.

-           Así pasa cuando me emborracho.

-          El chico delgado se puso de pie, desnudo, se acercó a Pancho, lo tomó de los recios y grandes brazos y lo besó en la boca.

-           Gracias por traerme a mi casa.

-           De nada.

-          A medida que se besaban, la pinga de Pancho crecía hasta ponerse dura. Sin soltarse de los labios, caminaron hasta la cama y volvieron a retozar sobre ella. Luego, Pancho introdujo su enorme falo en el múltiplemente estrenado ano de su familiar.

-          Como al amanecer de ese día, y tras girar varias veces y probar diferentes poses, el semen del moreno fortachón se derramó en el condón que lo protege de un incierto pasado sexual. El reloj marcó las tres de la tarde.

-          Pancho se bañó apresuradamente, comió en la plaza del pueblo y a toda prisa tomó la combi. A lo largo del camino, miraba el curso del río al bajar hacia la parcela, y se preguntaba  a sí mismo si esa semana sería capaz de sincerarse con una persona.

-          Apenas le abrieron el portón, Gabo le rompió su ensimismamiento.

-           ¿Disfrutaste el fin de semana?

-           Sí. Creo que sí.

-           Mi tío no está. ¿Quieres ver la ropa que me compré?

-           Ya… ¿Tienes condones?

-           ¡Por supuesto!

-          En su dormitorio, Pancho y Gabo ignoraron la ropa nueva por completo, y gozaron del rico sexo. Durante todo el tiempo, Gabo tuvo que soportar los 95 kilos de recia musculatura del moreno, y los 19 centímetros de gruesa carne  dentro de su culo. El enlace carnal duró poco más de media hora, sin parar.

-           Rico, Panchito.

-           Sí, rico. Pero es sólo sexo, ¿OK? No quiero problemas.

-           OK. Por lo menos, tú dejas las cosas claras.

-          Pancho sonrió y se secó el sudor en su frente. Cómo quisiera que en realidad las cosas fueran claras.

-          De su primo, sólo quedó un buen recuerdo. Nada más.

 

En la residencia de Jano, Raúl miraba la televisión, cuando tocaron su puerta. Vestía apenas un calzoncillo.

-          ¿quién es?

-           Yo, Raúl.

-          Jano sólo vestía un short rojo algo ceñido.

-           No puedo dormir. Oye, quiero pedirte disculpas por lo que pasó esta madrugada.

-           Ah… normal… pero… ¿por qué lo hiciste?

-           ¿Por qué no me rechazaste?

-           No sé… Estoy algo palteado, no por lo de hoy, sino porque… no sé.

-           ¿sabes si Nando salió a trabajar anoche?

-           No sé. Me dijo que estaría en casa de su vieja. ¿Pasa algo con él?

-           Pasa de todo… Puta, Raúl. Creo que Nando me gusta.

-           ¡No jodas! ¿En serio? Bueno. Él no tiene pareja.

-           ¿eso es cierto, Raúl? En la parcela dicen que tú… andas con él.

-          ¡No, nada que ver! ¿Y tú no estás con David?

-           No. Para nada.

-          Mas bien, a mi me está gustando Pancho.

-           ¿Pancho? Es un buen chico. Pero, ¿crees que tú le gustes?

-           No sé… ¿y tú crees que le gustes a Nando?

-           Tampoco sé. Pero de que me gusta, me gusta.

-          Ambos chicos se quedaron en silencio, mirándose con compasión.

 

Al día siguiente, apenas amaneció, David, Raúl y Jano esperaban a Nando, a la altura del estadio, tal como se los pidió un día antes.

Llegó todo perfumado y con ropa evidentemente nueva. Saludó a todos y alargó un papel a Nando.

-          ¿Y esto?

-           Los requerimientos para esta semana. Te los separé para que los veas mejor.

-          Jano dió el papel a David y puso la camioneta en marcha.

-          Los cuatro completaron el trayecto hacia la parcela casi en silencio, con una pausa para desayunar.

-          Al llegar, Wilfredo y Gabo abrieron el portón, y adentro Pancho estaba listo para recibir las instrucciones del día.

 

(CONTINUARÁ…)

 

Escrito por Hunk01. ©2012 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com