miércoles, 24 de abril de 2013

El Vigilante (24 - final): Haz tu vida

Escrito y creado por Hunk01

 

En el Hospital, Ricardo al fin daba con Lidia. Una prima suya lo llamó para darle la inevitable noticia.

Ella estaba laxa, triste, amamantando a un recién nacido.

Ricardo se enterneció con la escena. Lidia lo vio, pero no supo qué hacer.

-          ¿Y… tú?

-           Vine a verte, Lidia, y aa… ¿verla? ¿verlo?

-           Es bebita. La llamaré Gracia.

-           Bonito nombre… Sólo quería saber si necesitabas algo, si la nena quiere algo…

-           Ricardo, gracias, pero no… no necesitamos nada. Estamos bien.

-           Pero, ella…

-           Ricardo… por favor, vete. No me generes un problema, ¿sí? Gracias por todo, pero debes vivir tu vida.

-          Un hombre gordo, bien vestido  y algo mayor apareció detrás de Ricardo.

-           ¡Hola, mi amor! ¿Cómo está mi Gracita, lindita?

-          Ricardo se quedó perplejo; Lidia no supo cómo reaccionar. Ricardo ensayó una salida.

-           Disculpe, señora. Creo que me confundí de cuarto.

-          Ricardo dio media vuelta, cruzó el pasillo sin poder contener las lágrimas. Regresó a trabajar.

 

Tras el almuerzo, Rutilio fue a ver a Marcos. Leandro no lo acompañó a comer, como era costumbre, así que buscó algo cerca y satisfizo su hambre.

-          Oye, jefe… ¿’tuvo movida la mañana, cierto?

-           Sí, Rutilio. ¿Alguna novedad?

-           Na’a. ah, tu primo Ricardo te buscaba.

-           Ahora lo llamo. Gracias, Rutilio.

-           Y… ¿sabes cómo quedó la pelea?

-          Marcos se puso serio.

-           ¡Rutilio, gracias por avisarme! ¡Puedes retirarte, por favor!

 

A eso de las seis, Ricardo estaba desolado en la sala de su casa. Nada parecía tener sentido.

Tocaron la puerta. Conocía la clave. Marcos entró y abrazó fuertemente a su primo.

-          ¿Volviste a encontrarte a Lichi?

-           No, primo. Después del escándalo que hizo Mario, parece que rodarán cabezas. Y no te extrañe si también la mía.

-           Pero Lichi te fue a buscar. No hicieron nada malo.

-           Pero Leandro estaba hecho un pichín. Ni siquiera quiso comer conmigo.

-          Ambos se sentaron. Se acompañaron en silencio.

-           Lidia me dijo que debía seguir mi camino. ¿es malo ser gay, Marcos?

-          Marcos reflexionó su respuesta.

-           Una vez el psicólogo me dijo que no era con quien te acostabas, sino cómo actuabas. Y no fue uno, fueron dos diciendo lo mismo.

-          Ricardo tomó una de las manos de Marcos, lo miró. Ambos se pusieron de pie, y se abrazaron de nuevo. Volvieron a verse a los ojos.

-           ¿Ya sabes cuál es tu camino, Marcos?

-           Intento construiírlo.

-          Tímidamente, ambos acercaron sus bocas, se dieron un leve beso.

 

Marcos regresó al departamento de Leandro como a las ocho, con muchas dudas. Lo único que tenía claro era que esa noche, no iba a entrenar. Giró despacio la llave, y lo primero que le llamó la atención fue el tiradero de ropa en la sala. ¿Leandro estaba molesto aún?

Fue de inmediato al dormitorio.

Leandro estaba en cuatro patas, desnudo, sobre su cama. Detrás, Rutilio le clavaba su inmensa pinga. Y lo golpeaba en las nalgas.

-          Así, así, muéveme el culo.

-           Ah, así, cáchame rico.

-          Marcos regresó al sofá, y esperó pacientemente por una hora, hasta que Rutilio salió a buscar su ropa.

-           ¡sorpresa!

-          Rutilio se asustó, se vistió rápidamente, y se fue. Detrás vino Leandro, cubierto por una toalla. Iba con una expresión de victoria. Marcos no le bajó la mirada.

-           Hola Marcos. Si creíste que te burlarías de mí, fallaste.

-           Lichi me buscó, Leandro.

-           ¡No seas cínico! ¡Yo te vi!

-           Bueno, no te discutiré nada. Tampoco me defenderé. Yo sí vi mucho.

-          Marcos se levantó, fue al dormitorio, y comenzó a arreglar una maleta con la ropa que pudo llevar. Pasó al costado de un pensativo Leandro.

-           Mañana vendré por el resto, y te dejaré la llave.

-          Leandro fue deslizándose poco a poco, hasta caer de culo sobre el suelo. Algo le decía que había actuado precipitadamente.

 

Marcos regresó como a las once de la noche a casa de Ricardo. Su primo, que ya estaba en la cama, salió calato a atender la puerta. Sabía que no tenía que hacer más preguntas: la maleta lo decía todo.

-          Voy a mi cuarto.

-           No.

-          Ricardo lo tomó de la mano, y lo llevó al que él ocupaba con Lidia. Lo desnudó por completo, fueron a la ducha, lo bañó por completo, lo secó, y así desnudo, lo metió en la cama.

-          Los dos cuerpos musculosos se fundieron en abrazos y se pegaban como si estuvieran unidos por una mágica goma.

-          Los labios de ambos se recorrieron sus físicos, por completo: pectorales, espaldas, glúteos, piernas, anos, penes, testículos.

-          Ricardo se puso un condón, algo de lubricante y comenzó a penetrar suavemente a Marcos, por el culo. Nunca supo cómo, pero el exsodlado relajó su esfínter y logró disfrutar el ser sodomizado.

-          Contra su costumbre, Ricardo se meció suavemente, románticamente, besando el cuello y espalda superior de su primo.

-          Ambos se pusieron de costado, lo que permitió a Marcos proyectar su trasero. Ricardo comenzó a pajearle la pinga dura.

-          Varios minutos después, Marcos sintió cómo el ojo de su culo latía, mientras que Ricardo gemía fuertemente. Al poco rato, su leche se disparaba contra la sábana de la cama de dos plazas.

-          Durmieron abrazados.

-          Antes de que amaneciera, Marcos comenzó a besar el pecho de Ricardo hasta que lo obligó a ponerse boca arriba. Le mamó la verga, le besó su rasurado pubis, sus lampiñas bolas, le levantó las fuertes piernas y se lanzó al ataque del agujero de su culo. Ricardo se estremecía como electrizado.

-          Entonces, fue Marcos quien se puso el condón y le metió sus 17 centímetros de masculinidad a Ricardo. Aprovechando el piernas-al-hombro, masturbó los casi 19 centímetros de su primo.

-          Veinte minutos después de que el despertador sonó, Marcos eyaculaba dentro de Ricardo.

-          Volvieron a compartir la ducha. Fueron al trabajo.

 

Antes del mediodía, Marcos revisaba unos papeles, cuando Leandro llegó.

-          Marcos, tenemos que hablar.

-           ¿Qué se te ofrece?

-          Leandro, todo humilde, hizo pasar a Lichi.

-           Marcos, este muchacho me lo contó todo. Parece que fue una intriga del nuevo vigilante.

-           Sí, lo suponía.

-           Claro que fue también culpa de Fabián, pero ese chico lo revolvió todo… y caímos como imbéciles.

-           Como te dije, lo suponía. Si me disculpas, voy a dejarle estos papeles a tu papá.

-           Marcos… perdóname.

-          Lichi estaba con la cabeza gacha. Marcos los vio a ambos.

-           OK. No hay problema. Esta noche iré por el resto de mi ropa, Leandro. Gracias por todo.

-           ¡Marcos, te estoy pidiendo perdón!

-           Y lo estoy aceptando. Pero ya hice algo que cambia las cosas. Ambos son parte de mi pasado, ahora.

-          Marcos se fue. Leandro miró con desesperación a Lichi, quien no sabía a dónde correr.

 

Dos meses después, Marcos y Danilo se presentaron al Mister Bodybuilding. No quedaron más que en segundo y tercer lugar, respectivamente. Ricardo fungió como su asistente deportivo, y Armando, el peluquero, como su estilista y maquillador.

Tras el concurso, junto con otros dos participantes de la noche, incluyendo el campéon (un pata alto y moreno, bien dotado), fueron al departamento de Armando a celebrar. Todo terminó en una orgía, donde nadie se libró de penetrar o ser penetrado. Fue el sustituto al alcohol, porque buena música sí hubo.

 

Dos meses después Ricardo, Armando, Danilo y Marcos constituían Hot watchers, una empresa de vigilancia diferente, especializada en esos clientes que querían seguridad y buen sexo.

Ricardo se encargaba de la logística.

Armando era algo así como el relacionista público y encargado de imagen.

Danilo entrenaba a los dos primeros reclutas, los chicos de la orgía de la noche del concurso, con quienes además, practicaba mucho sexo en su gimnasio.

Marcos hacía sus pininos como gerente, además de ser el mejor estudiante de su clase de administración de empresas. Renunció a la empresa donde trabajaba, pero por poco tiempo, pues, luego, pasó a proporcionarle servicios de vigilancia, por lo que tuvo que contratar a tres chicos más.

Él y Ricardo vivían juntos, haciendo vida de pareja. El ser primos tenía sus ventajas.

Marcos no regresó a su pueblo. No, al menos, en los meses siguientes.

 

FIN.

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com, y para seguir toda la serie presiona en la etiqueta al final de este post.

lunes, 22 de abril de 2013

Él y yo (8): Primeras claves

Escrito por N-Ass

 

Hay miles de manuales que te dicen cómo llevar una relación de pareja fructífera, pero son tan generales, que a la hora de llevarlos a la práctica descubres que son poco o nada efectivos. Creo que la primera regla para tener una relación exitosa es no hacer caso a los manuales por una simple razón: cada persona es un universo distinto.

Recuerden que yo me negaba a iniciar una relación, hasta que poco a poco me fui enamorando de él. Él estaba muy, muy enamorado de mí.

Es cierto que tus mejores amigos pueden dar un punto de vista, pero creo que la clave es tomarlo nada más como un punto de vista, no tomarlo como algo que debes hacer a rajatabla, pues terminas haciendo lo que tus amigos haríian en tu lugar, pero no lo que tu sentido común y tu corazón te dicen. Entonces, segunda regla: los amigos son sólo referencias.

Creo que lo mejor que nos funcionó como pareja fue la comunicación abierta y constante, franca, y sobre diversas cosas. Preocuparme por lo que le pasaba, cómo se sentía, cosas que le llamaban la atención, y hacerlo de manera cordial y natural. Eso fue generando mucha confianza y apertura, lo que progresivamente fue sincerándonos en nuestros puntos de vista.

Eso tuvo un efecto interesante porque ninguno de los dos hizo lo posible por adaptarse al otro para que nos pareciéramos más a nuestro ideal de pareja, sino que nos mantuvimos coherentes, de tal modo que la regla tácita era que debías aceptar al otro tal como era. Funcionó a la perfección. Jamás lo obligué a cambiar, y él menos.

Lo mejor de todo es que, siendo tan diferentes, nos gustábamos a rabiar.

Otro aspecto interesante es que conocimos gradualmente a nuestros amigos, y todos fueron haciéndose partícipes de la relación.

Algo que siempre le dije es que jamás se aislara de su familia y amigos. Él tampoco deseó que me aislara.

Creo que era una excelente base para iniciar la relación. Así que la regla de oro fue: ser felices como éramos, sin poses, sin caretas.

miércoles, 17 de abril de 2013

El Vigilante )23): Todos vuelven

Escritto y creado por Hunk01

 

Rutilio estuvo insoportablemente servil durante la entrevista. Tras una reducción de personal en la fábrica, él pagó pato. Incluso, la empresa de vigilancia tuvo que disolverse ya que la fábrica era su único cliente. Marcos lo sabía porque fue la comidilla de esos meses, pero jamás se le hubiera ocurrido que la persona que más lo humilló en su primera chamba, ahora se la estuviera pidiendo.

-          Gracias, Rutilio. Ten tu celular prendido. Te llamaremos.

 

-          El mundo da vueltas. Ricardo no paraba de sonreírse luego que Marcos le contara lo de Rutilio. Aunque era irónica, esa sonrisa no se veía en semanas.

-           ¿Y está calificado?

-           Tiene experiencia, tiene cuerpo. Es el mejor calificado.

-           ¿Qué harás, Marcos?

-           Tiene derecho a chambear como cualquiera de nosotros. Don elías es quien tiene la última palabra.

 

Rutilio comenzó a trabajar el lunes siguiente, en el turno de la mañana, por lo que la supervisión de Marcos era inevitable. Por su parte, Ricardo iba y venía todos los días en su camión transportando las mercancías de la empresa. Por las noches, iba con Marcos al Power House, donde Danilo los entrenaba. Luego, cada quien se iba para su casa: Ricardo a la suya; Marcos a la de Leandro.

A veces, los dos  primos iban al último turno. Una de esas noches, Marcos había terminado de entrenar, y sólo quedaba un pata con el que el vigilante, o mejor dicho, el supervisor de vigilantes, conversaba sobre entrenamiento. Entonces, ambos decidieron ir a bañarse. Cuando abrieron la puerta de la ducha, quedaron de una pieza… Ricardo tenía agarrado a Danilo por las caderas, mientras le metía la pinga por el culo, con fuerza, haciendo chocar su cadera con ese chasquido arrechante de siempre. Danilo y Ricardo, lejos de inmutarse, siguieron follando. El otro chico sonrió a Marcos, le dio una leve nalgada, y avanzó. Se quitó la ropa, y se puso delante de Danilo, haciéndolo agacharse hasta que le chupara la pinga.

Marcos también se quitó la ropa, pero se exoneró de participar del sexo en grupo, se apoyó en una pared y comenzó a masturbarse.

Ricardo sintió el orgasmo, sacó su miembro, le desenfundó el condón y disparó su leche sobre la espalda del instructor. Entonces, el otro chico tomó su lugar.

Marcos no terminaba de resolver su excitación.  Se puso su ropa sudada, y salió con Ricardo.

 

Esa noche, también, cuando Marcos llegó al departamento de Leandro, arrecho por lo que había visto, no se contuvo, y casi se arrojó encima de su enamorado, y le hizo el amor de una forma impetuosa, sin dar opción a que su pareja respirara –cosa que a Leandro le encantó sobremanera. El problema fue que la leche de Marcos apareció a los cinco minutos.

-          ¿Tu primo Ricardo te hizo ver alguna porno?

-          Marcos sonrió, y dio por válida esa respuesta.

-          Justo en ese momento, sonó el celular de Marcos. Era Ricardo.

-           Lidia se largó… para siempre.

 

Tras el almuerzo, Marcos le dijo a Leandro que iba a ausentarse un momento. Quizás media hora.

Casi como reloj, treinta minutos después, el forzudo apareció con una carpeta de colores vistosos bajo su brazo. Se la mostró a Leandro. La expresión de alegría del enamorado no se hizo esperar.

Ambos fueron donde elías, el padre de Leandro, y le mostraron la carpeta.

-          Muchacho, no sé si alegrarme o preocuparme.

-          Los tres rieron.

-          - Felicitaciones. Es una buena decisión. ¿Cuándo comienzas?

-           En quince días.

-           Bien muchacho. La empresa te apoyará. ¡Deseo que seas el mejor administrador de empresas!

-          Un fuerte abrazo selló la breve reunión.

 

Debido a su cercanía, Marcos prefería ir al baño de los vigilantes, en vez del de directivos, en el segundo piso. Quiso orinar y fue para allá.

Cuando se acercaba , comenzó a oír gemidos.

-          Rutilio de mierda. – masculló Marcos.

-          Se aproximó sigilosamente. En uno de los inodoros, vio, tras la puerta cerrada, dos pares de zapatos. Era evidente que alguien cachaba ahí. Pero esos no eran los zapatos de Rutilio. Se aguantó las ganas de orinar, y esperó a que la pareja saliera de su encierro.

-          Las tres personas quedaron sorprendidas.

-          Uno era Fabián, el otro gerente, que miraba azorado a todas partes. El otro era un muchacho conocido para Marcos: Lichi…

 

Mientras Marcos regresaba mudo a su oficina, se cruzó con Mario, el asistente de Fabián, quien iba en dirección al baño donde había sorprendido a los dos amantes ocasionales, minutos antes, cachando.

Marcos se encerró y se quedó inmóvil. Al fondo comenzó a oírse el murmullo de una discusión.

Tocaron su puerta. Con cierto recelo, ordenó que la abrieran. Era Lichi, el catequista del que se había enamorado, hace casi un año, y que lo dejó de la nada. Estaba compungido.

-          Marcos. Déjame explicarte.

-           ¿explicarme qué?

-           Es que… me enteré de una chamba, y el señor Fabián…

-          La discusión en el baño había aumentado.

-           Mira, Lichi, lo que tuviste que explicar, ya me lo explicaste en esa nota. Y lo que tengas que hacer para conseguir tu chamba, no es asunto mío.

-           ¡Pero, Marcos…!

-          El supervisor de vigilantes se levantó de su escritorio, y amablemente tomó a Lichi de sus brazos, empujándolo con su cuerpo.

-           Será mejor que te vayas, por favor.

-           Marcos, déjame explicarte, por favor…

-           No, Lichi, ¡por favor!

-           ¡Aún te amo, Marcos!

-          Justo en ese momento, Leandro se asomaba a la puerta. Marcos enrojeció.

 

 

 

(CONTINUARÁ…)

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com ficción

 

lunes, 15 de abril de 2013

Él y yo (7): Buenas nuevas

Escrito por N-Ass

 

Esa semana, ambos recibimos una noticia que nos entusiasmó: a él lo habían aceptado para el trabajo al que había postulado semanas antes. Eso significaba que tendría que mudarse, que estar cerca. La relación dejaba de ser un asunto de distancia, y tendría más cercanía física.

Eso de mudarse implicaba buscar un lugar donde llegara a dormir.

Con ayuda de un amigo, comenzamos a buscar un cuarto cerca de donde iba a trabajar, de tal modo que sólo fuera caminando, así que ahorraríamos un costo.

Vino. Lo esperé en la agencia. ¡Qué emoción la de ambos! Después de varias semanas.

Todo el camino hasta el cuarto fue lleno de arrumacos disimulados. No quería que el resto se diera cuenta de que éramos inmensamente felices.

Llamamos a mi amigo, y acordamos una cita con la casera para el atardecer, cuando bajara un poco el sol. Entonces, fuimos a un hotel para establecerlo como nuestro centro de operaciones, mientras cerráramos un trato.

Eso nos daba unas horas para descansar, luehgo de almorzar. ¿Descansar? Apenas cerramos la puerta, nos desnudamos, nos echamos en la cama, e hicimos el amor de una manera desesperada, como si fuera la última vez… o como si fuera la primera. Sentir su piel, acariciarlo, besarlo. ¡Dios! ¡Qué hermosa es la comunicación entre dos cuerpos que se aman, que se aman, no sólo que se quieren!

Luego de venirnos, nos pusimos a planear la tarde, y a conversar sobre cómo sería la vida de ahora en adelante. Si bien las cosas se habían arreglado en su casa, todavía su estabilidad emocional estaba endeble. Incluso me dijo que le habían detectado depresión.

Entendí que debía ser muy cuidadoso con la manera de conducir la relación a partir de ese momento. Entonces, le dije que estaba dispuesto a ser muy horizontal y democrático en cada decisión que tomáramos, esto es, que todo se dialogara cuidadosamente antes de dar un paso. A él le gustó la idea.

Entonces, nos besamos. Sus besos son, hasta ahora, las cosas que más valoro de esa relación, además de su sentido del humor, su orden, su laboriosidad, honestidad y ternura.

Luego fuimos a ver el cuarto. Era enorme, y el precio era razonable. Sólo faltaba hacerle unos enlucidos, pero hasta que se mudara oficialmente, eso se resolvería. Cerró trato, y regresamos al hotel.

Cenamos, dimos una vuelta por allí con nuestro amigo, y regresamos a descansar. ¿Descansar? Volvimos a hacer el amor toda la noche, previo baño compartido, donde uno enjabonó íntegramente al otro.

Cuando amaneció, sentíamos que habíamos dado un salto nuevo en la relación. Incluso hablamos de, a la larga, vivir juntos.

Tuvo que regresar a casa otra vez, pero sería una ausencia corta. Todos los días, descontábamos cuánto faltaba para que viniera a quedarse. Me convencí de que era quien quería de por vida… para siempre.

viernes, 12 de abril de 2013

El Vigilante (22): rrando círculos

El Vigilante 22

 

Escrito y creado por Hunk01

Seis meses después de su nombramiento, Marcos había mejorado su vida, en parte: su físico estaba perfecto gracias a la asesoría de Danilo, había triplicado su salario (comparado con lo que recibía por vigilar la fábrica, su primer empleo), tenía una relación estable con Leandro (con quien vivía), y se estaba enfocando en el Mr. Bodybuilding, que estaba a dos meses de camino.

Un sábado al anochecer, él y Leandro decidieron hacerle una visita sorpresa a Ricardo. Había salido de su casa tres meses atrás, y no lo había visto desde entonces.

Ricardo atendió, pero Marcos sintió como un balde de agua fría al ver a su primo totalmente apagado, aunque sin perder su físico. Lidia, quien tenía una pronunciada barriga, casi ni se les acercó.

-          Primo, Leandro y yo venimos a proponerte que nos hagas servicio de transporte.

-          - ¿Con mi camión?

-          - Claro. Lo que pasa es que queremos llegar adentro de la región, y la flota que manejamos es poca.

-          Ricardo no supo qué decir. A Marcos le llamó la atención que su primo no reaccionara con entusiasmo, como solía.

 

El lunes siguiente, Marcos y Ricardo salieron a delinear una ruta. Marcos vería la seguridad de la misma, y Ricardo, las posibles paradas del itinerario. Casi a cada hora, Leandro llamaba al celular de Marcos, más para ver dónde estaba que para temas de trabajo.

-          Te marca bien tu pareja, primo.

-          Marcos sonrió. Quiso preguntar por Lidia, pero sospechó que sería una pregunta incómoda.

 

Esa primera jornada cubrieron el Chipillico, el Bajo Quiroz, yllegaron hasta la frontera con Macará. Se replegaron a Tambogrande, buscando al día siguiente hacer el alto Piura.

Cuando Ricardo salió de la ducha, encontró a Marcos descansando en su cama, desnudo, dándole la espalda. Le llamó la atención el culo pronunciado y sus piernas más ruesas. Ricardo se quitó la toalla, y así desnudo, se acostó por detrás de su primo, juntando todo su cuerpo.

-          ¡Guarda, huevón!

-           ¿Qué pasa, primito? ¿Tu “hembrita” se va a dar cuenta?

-           No. No pensaba en Leandro.

-           ¿entonces?

-           Estamos cerca de la casa de mis viejos.

-          Ricardo abrazó a Marcos, lo besó en el cuello y lo mantuvo aferrado hasta que ambos se quedaron dormidos. Era la primera vez que ambos estaban así juntos, calatos, solos… y la pinga no se les paró.

 

Tras desayunar, y entrenar algo en el deplorable gimnasio local, ambos fueron camino a Chulucanas. A mitad de ruta, llegaron al pueblo de Marcos.

Estacionaron el camión frente a su casa. La madre de Marcos salió corriendo al ver a su hijo, lo abrazó y lloró emocionada. Marcos no pudo evitar que se le escapen varias lágrimas.

La mujer hizo pasar a su hijo y su sobrino, insistió en darles algo para comer. Su papá había salido a la chacra a trabajar con su hermano.

-          Mamá, le vengo a dejar este encarguito. No es mucho, pero es fruto de mi trabajo.

-           Hijito de mi corazón, no era necesario.

-          La madre insistió en devolver el sobre a su hijo.

-           Mire. Guárdelo por ahí. En algún momento lo necesitará.

-          Cuando Marcos y Ricardo salieron de la casa, su padre y su hermano les dieron encuentro. Su padre estaba furioso.

-            ¡Tú no tienes nada que hacer en esta casa! ¡Fuera!

-          Marcos dio un paso al costado para evitar a su padre, quien se le abalanzó y lo abofeteó una vez. Iba a darle una segunda bofetada, pero el recio brazo de Marcos se lo impidió.

-           Un golpe más, señor, y lo lamentará. No me provoque.

-          Marcos y Ricardo abandonaron el pueblo. El primero no paró de llorar por buen rato.

 

Por la noche, Marcos y Ricardo salieron a pasear por la plaza de armas de Chulucanas, tras cenar. Un par de muchachos los quedaba mirando cada vez que pasaban por su lado. Ricardo se lo hizo saber a su primo, de forma disimulada.

-          Carne para esta noche.

-          Marcos iba a contestar, cuando Leandro lo llamó al celular.

 

-          En la terraza del hotel, Marcos colgaba la llamada con Leandro. Habían conversado cerca de dos horas. No tenía nada que hacer en su cuarto, pues Ricardo había salido a comprar.

-          Cuando Marcos regresó al dormitorio, oyó que la cama crujía. Se acercó.

-          Ricardo estaba desnudo agarrando a un pata en pose de perrito. El pata, que tendría unos veinte años, y era delgado formado, algo moreno, se aaferraba de la cabecera de la cama, gimiendo, mientras Ricardo le clavaba su pijaza por el culo.

-          Marcos no supo qué hacer.

-          Ricardo volteó la cara y se dio cuenta.

-           Calatéate. Ven.

-          Marcos comenzó a arrecharse. Se quitó el polo, el jean, su boxer. Fue hasta la cabecera con la pinga semidura, con la intención de que el chibolo se la chupara.

-          Ricardo bombeaba con fuerza.

-          La mano del chico ya había aprisionado la pinga de Marcos, cuando éste se excusó.

-           Tengo que ir al baño.

-          Marcos se encerró allí hasta que su primo y el chico terminaron, como 45 minutos después. Logró masturbarse dos veces en la ducha.

-          A la hora de dormir, Ricardo lo miraba sonriendo desde la cama vecina.

-           ¿Qué pasó, primo?

-           Nada. No me gustaba el chico.

 

De vuelta en Piura, esa semana se aprobó la incorporación de Ricardo como proveedor de transporte, y se decidió tomar a otro vigilante para las oficinas.

El padre de Leandro encargó a Marcos las entrevistas. Fabián quiso objetarlo, aduciendo inexperiencia. Don elías lo desestimó.

-          Te recuerdo que, desde que Marcos llegó, la empresa se ha librado de más pérdidas. Creo que es su mejor calificación.

-          Aquel domingo salió la convocatoria. Marcos tuvo dudas de que hiciera una selección adecuada. Esa mañana, estaba desnudo acostado con Leandro, y se lo comentó. Acababan de hacer el amor.

-           Mira, Marcos. Tú conoces ese trabajo y a la empresa. Sé que lo harás bien.

-           ¿Y si la cago?

-           Pide consejo antes de cagarla. Aunque se me ocurre una idea.

-          Marcos miró con interés a su pareja, que descansaba sobre uno de sus pectorales.

-           ¿Por qué no estudias algo que te permita escalar más posiciones en la empresa?

-          Marcos se quedó callado. La idea era formidable, pero ¿estaba hecho para el estudio?

 

Aquel domingo almorzó con Ricardo, y le comentó su temor.

-          Carajo, primo. Hasta ahora has sabido tomar buenas decisiones. Lo que pasó es que te juntaste con la gente incorrecta.

-           ¿Crees que debo estudiar?

-           Deberías. Mal que bien, el cartón pesa mucho, especialmente a la hora de pedir aumento.

De pronto, Ricardo se quedó callado. Marcos se lo hizo saber.

-           No. No es por eso ni por Lidia. Es que… vino tu hermano. Dejó algo.

-          Cuando Ricardo regresó a la mesa, le entregó a Marcos el mismo sobre que él había dejado días antes a su madre. Marcos se puso serio. Guardó el sobre en su bolsillo.

 

Al día siguiente Marcos comenzó a entrevistar a los candidatos al puesto. Cuando llegó habían como seis patas en la cola. Saludó a todos, y todos pasaron, pero ninguno lo convenció.

Cuando pensó que sería todo por esa mañana, le pasaron la voz de un candidato que acababa de llegar. Autorizó que pase.

Marcos estaba escribiendo sobre unos papeles. En realidad, ensayaba su caligrafía, pensaba en la idea de Leandro, de estudiar algo. Pero, ¿qué? Temía que fuera el burro del salón, pero tenía un buen sueldo, horario flexible… aunque también estaba el Mr. Bodybuilding.

-          Buenos días.

-          Toda esa pensión se le desvaneció, y se le transformó en asombro.

-           Vengo por el puesto de vigilante.

-          El candidato era… Rutilio.

 

(CONTINUARÁ)

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com

 

martes, 9 de abril de 2013

Escrito por N-Ass

 

Entonces llegó la semana de mi cumpleaños. Seguíamos lejos físicamente, porque gracias a la tecnología estábamos en contacto a cada momento que podíamos.

Yo no planifiqué nada para ese día, porque la verdad me moría por pasarla con él. Las circunstancias lo impedían.

Entonces, hizo algo dulce y lindo. La víspera de mi cumpleaños, como es costumbre, me llamó y comenzamos a conversar de todo un poco.

A eso de las diez y media, le dije: “Amor, ¿qué te parece si vamos a descansar?”

Él me dijo: “Un poquito más”. Accedí.

A la media hora, le dije lo mismo. Para mí, el día de mi cumpleaños sería una fecha más, y quería comenzarlo a primera hora para hacer mi rutina de siempre.

Quince minutos después, le volví a pedir que nos vayamos a descansar. Insistió que habláramos un poco más. Accedí, pero le dije que sólo cinco minutos más.

Y así, entre prórroga y prórroga, llegó la medianoche.

 Él comenzó a cantarme la canción de Cumpleaños Feliz, sellado con un “Que la pases lindo, mi amor”. Hice un gran esfuerzo para contener las lágrimas de emoción.

La primera persona que me saludaba era mi gran amor. Ese amor del que aún no me olvido. Era el amor de mi vida diciéndome lo mucho que significo.

No recibí regalos en físico, pero díganme si ese gesto no fue el más hermoso de los regalos.

Prometí que le prepararía una sorpresa para su cumpleaños… aunque él nunca lo supo hasta que llegó la fecha.

miércoles, 3 de abril de 2013

Chicos del norte peruano en acción

¿qué es lo que haremos en Nii Productions?

Como sabes, esta iniciativa es una alianza de Peruvian Boys y Hunks of Piura. Y, precisamente, aquí te presentamos algunas muestras de lo que se quiere hacer.

Dos>>  patas disfrutan al máximo de un momento íntimo… y con mucha intensidad. Mira el clip aquí.

>> Los chicos del norte peruano están dispuestos a mostrarte cómo disfrutan del sexo sin inhibiciones. Mira el clip aquí.

>> Una aparente timidez, que termina convirtiéndose en placer total. Mira el clip aquí.

Recuerda que si te interesa ser parte de estas producciones, debes ser mayor de 18 años de edad, estar en buena condición física, y pedir más información a hunks.piura@gmail.com

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martes, 2 de abril de 2013

¿El y yo (5): El ex

Escrito por N-Ass

 

Cuando uno está enamorado, suelen no ver sombras. Pero es inevitable que éstas aparezcan en algún momento.

En la relación que él y yo teníamos, la gran sombra era la lejanía, luego el desempleo y subempleo, luego la tensa tolerancia de su padre hacia la homosexualidad… pero con la que no contamos, o la que no consideramos de urgencia eran los ex.

Antes de nnuestra relación, yo no había tenido nada con nadie por larguísimo tiempo, así que no tenía a quien extrañar, ni de quién preocuparme. Pero, en su caso, meses antes, había estado con un chico, quien jamás se resignó a haber terminado, al punto que, sabiendo que él y yo ya estábamos juntos, le lloró para que regresaran. Mi enamorado se negó.

Mi primera reacción era pedirle a mi enamorado que me diera el teléfono del ex, y hablar con él para que no interfiriera; pero ésa es la reacción primaria. Entonces, me puse a pensarlo más detenidamente, y le dí a mi chico, la oportunidad de demostrar del lado de quién estaba.

Hice bien. Luego él me contó con lujo de detalles todo lo que había pasado. La verdad me indignaba el hecho de que el otro quisiera postular a regresar, pero, por otro lado, la actitud de mi enamorado era de alabar. Supo poner límites, y decir que no.

El ex hizo lo posible por ganar méritos. Una tarde lo invitó a una piscina pública, ustedes ya saben, verse en poca ropa, o incluso desnudos en el vestidor.

Mi chico aceptó, y le dijo que iría… con una amiga y su enamorado, que también era su amigo cercano.

Al ex no le quedó otra que aceptar a toda la tribu.

En plena tarde de veraneo, me llamó para contarme lo que estaba pasando, e incluso me pasó con sus amigos, en especial su amiga.

El ex no volvió a intentar otro acercamiento, pero sabía que ambos hablaban, porque mi enamorado me lo contaba. Prefería eso a que no me dijera nada, por temor a mi reacción. Entendí por qué dicen que la confianza es clave en cualquier relación, en especial las románticas. Ganas mucho, la verdad.