domingo, 31 de enero de 2016

La Agencia (9)

Por Hunk01

 

Rodrigo y el taxista peinaron la carretera de Colán a Piura sin éxito. Ya había amanecido. Entonces, Rodrigo ordenó al taxista que lo llevara a la pensión de Lugo. Si sus cálculos eran correctos, podía llegar con un retraso de cinco minutos y podría aclarar qué cosa había pasado.

Llegaron a la calle. Estaba desierta –era domingo por la mañana-, y solo paseaba un panadero en su carretilla.

Rodrigo seguía sentado dentro del taxi, y su conductor se preguntaba en qué momento terminaría aquel suplicio, pues quería irse a dormir.

Nada de Lugo.

Entonces, Rodrigo se percató que en la esquina había un vendedor ambulante de periódicos. Eran las seis y media. Pidió al taxista que espere, y caminó hasta allá. Si bien el canillita había llegado como a las seis y diez, no vio ninguna camioneta, ni taxi, ni nada que se le pareciera.

Rodrigo regresó al taxi. Sacó su celular. ¡Qué estúpido! Llamó a Lugo. Apenas entró la llamada, le cortaron. Pasó dos veces más.

Rodrigo intuyó que no era momento para hablar. Pidió que lo regresaran a su departamento.

Subió, y apenas vio su cama, quedó profundamente dormido.

XXX

Eran las cinco de la tarde del domingo, cuando Rodrigo estaba en su cuarto repasando su libreto. La novela estaba recién a mitad de camino, y el lunes tendría una pequeña escena sin desnudo.

Sonó su celular. Rodrigo pensó en Lugo, vio el número. No le era familiar.

-          ¿Aló?

-           ¡Rodrigo, pata! Soy Santiago. ¿Qué haces ahora?

-           Preparando la escena de la confesión.

-           Jajaja. Yo te tengo una confesión de la vida real. ¿Podemos vernos?

Rodrigo invitó al moreno santiago a su departamento, y en cuestión de una hora estaba tocándole el timbre.

-           ¿Qué vas a confesarme, Santi?

El moreno musculoso vestía un polo pegado, un short y zapatillas. Al sentarse, parecía que la ropa iba a estallarle.

-           ¿Recuerdas las imágenes filtradas?

-           Carajo, santiago, no me digas que fuiste tú.

-           ¡Tranquilo! Para nada. Yo quiero salir de este circuito triple X de mierda y hacer cosas más serias; pero esta huevada te encasilla. Ya tengo diez años de calateo, de meterla, sacarla, de expulsar leche. ¿sabes? Tengo una hija de tres años, y me jodería que sepa que su viejo es un actor porno.

-           Entonces, si no fuiste tú…

-           Mira: en este negocio si no cachas con los de arriba, no consigues nada. Anoche me lo comí al productor, y terminó confesándome que él ordenó a Ronny que filtre las imágenes.

-           ¿está loco ese reconcha su madre?

-           Rodrigo, es práctica común filtrar imágenes a la prensa para ir haciendo publicidad gratis, y con eso jalar más plata a la producción. Ahora dicen que la cadena va a pagar más por la novela porque ya se generó expectativa y las suscripciones en el cable están aumentando.

-           ¿Pero por qué filtraron mis imágenes?

-           Porque el estudio tiene planes contigo. Así de simple. Tú serás su próxima estrella.

Rodrigo no sabía qué sentir. Recordó que lo había perdido todo por aceptar ese trabajo: universidad, familia, y quizás la amistad de Lugo.

-           Santiago, ¿por qué me dices todo esto?

-           Para que estés prevenido, Rodrigo. Para que cuando negocies, sepas cuánto le importas a los ejecutivos. Para que seas inteligente. Yo que tú, a esta hora, ya me habría conseguido un agente.

Santiago guiñó su ojo, palmeó el muslo amplio de Rodrigo, se levantó y, tras despedirse, se fue.

XXX

En la escena de la confesión que Rodrigo había ensayado, el personaje de la vedette le iba a decir quién había robado el dinero de la protagonista en la novela. Más que carga erótica, requería de carga dramática. El problema era que Rodrigo no conseguía poner la cara de indignación que el director esperaba.

Grabaron la escena ocho veces, sin resultados, y querían salir de ella para no retrasarse con los plazos de producción. Un nuevo “¡corten!”.

-          Muchacho, vas a hacer esto: te acaban de confesar algho crucial en tu vida, algo que la va a cambiar. Quiero esa expresión. Concéntrate. ¡a grabar!

A la voz de acción, la vedette repitió su parlamento. Entonces, Rodrigo pensó en lo que le había contado santiago la tarde anterior, el episodio de la discotecca con Lugo, la carta de su padre, la expulsión de la universidad, las llamadas de atención. Sintió que su rostro se calentaba. Miró a la vedette con furia. ¡rugió con furia!

Todo el equipo de producción estaba dando la toma por perfecta, cuando vió con terror cómo Rodrigo se acercaba a una de las cámaras, la tiraba al piso con rabia, logró alcanzar al aterrado camarógrafo y le dio una golpiza que fue necesario  que tres empleados en el estudio lo sacaran de allí.

La vedette llevó a Rodrigo a su camerino, lo desvistió, lo forzó a tomar una ducha fría, y se quedó con él en silencio.

Tocaron la puerta. Era un asistente de producción.

-           Rodrigo, el estudio te pide que regreses a tu casa por una semana mientras evaluamos qué haremos contigo.

Rodrigo se paró, miró con rabia al empleado, tanto que la vedette tuvo que ponerse como escudo. El actor solo atinó a sacarse la toalla, y así desnudo se fue caminando por el pasillo en dirección a la puerta.

Antes de salir en pelotas, se dejó caer junto al portón de entrada. Se encogió sobre el frío y rugoso suelo, y lloró con amargura.

 

(CONTINUARÁ)

sábado, 23 de enero de 2016

La Agencia (8)

Por Hunk01

 

Lugo no podía creer lo que veía en la cama y mostró cierto pudor… y no porque Rodrigo lo viera desnudo.

-          estoy sudado… quiero ducharme antes de probarme esto… Yo…

Lugo sintió que sus ojos se humedecían en lágrimas y corrió al baño. Cerró la puerta sin seguro. Allí, frente al espejo, solo atinó a llorar, sin tener una razón clara. ¿Vergüenza? ¿alegría? ¿emoción?

-          Luguín, ¿estás bien? Huevón, abre la puerta.

Rodrigo descubrió que la perilla cedía, e ingresó al baño. Vio  a Lugo con la cabeza gacha, se conmovió, lo hizo girar y lo apretó fuerte contra su pecho. Lugo ahora sí que desató el llanto.

-           Mis viejos se parten el alma para darme estudios. Nosotros hemos sufrido mucho. Nunca nadie hizo esto por mí.

-           ¿esto, Lugo? ¿Cómo esto?

-           Tener este… detalle.

Rodrigo sintió que esa inexplicable tristeza regresaba a su ser. Tomó la barbilla de Lugo, la proyectó suavemente hacia su cara. Lentamente besó a su amigo.

-           Yo también estoy sufriendo, pero la vida me comenzó a premiar. Ahora quiero celebrarlo con la gente que ha sido buena conmigo. Tú has sido bueno…

Rodrigo no pudo proseguir. Abrazó fuertemente a Lugo y también lloró.

Poco rato después, las ropas de ambos quedaron regadas por el suelo, mientras compartían la ducha. Sus cuerpos mojados, humectados por el jabón líquido, permitían el contacto perfecto. Sus pingas duras estaban oprimidas en ese piel-con-piel.

La faena siguió sobre una de las camas, donde Rodrigo le hizo el amor con mucho cariño y dedicación a Lugo, penetrándolo de una forma distinta, recorriendo su cuerpo de una forma distinta, mirándolo de una forma distinta, sintiendo de una forma evidentemente distinta. En medio del frenesí, el dientoncito  solo repetía “te quiero” con tanta ternura, que suavizó la embestida viril de su amigo, su colega, su compañero… ¿acaso podía ser algo más?

Rodrigo eyaculó con un fuerte suspiro. Ambos se besaron interminablemente.

XXX

Lugo descansaba sobre el pectoral de Rodrigo, mientras escuchaba la historia de las imágenes filtradas, como una forma de reprimir ese vacío en el estómago que temía identificar.

-          También las vi, Rodri. Pensé que solo sería simular.

-           En cierto modo lo es. Finjo estar arrecho, pero la verdad es que solo cacho mecánicamente. Total, me pagan extra por cada eyaculación.

-           Pero, igual me parece que estás gastando rápidamente ese dinero. ¿Cuánto te está costando todo esto?

-           Luguín, mientras sea feliz y tú seas feliz, la plata es lo de menos. ¿Vamos a celebrar?

Lugo sonrió, simulando el desconcierto por las respuestas de Rodrigo, quien parecía no tener conciencia ni del bien ni del mal sino solo su conveniencia; así que mostró su blanca y evidente dentadura. Aceptó. Se duchó al toque y se probó la ropa: estaba perfecta.

Al filo de la medianoche, salieron de los bungalós. El mismo taxi que los había traído de Piura estaba esperándolos. Despertaron al conductor y se fueron al centro de La esmeralda. Entraron a una discoteca, y se dedicaron a bailar, a conocer gente. Lugo apenas si probó un vaso con vodka; en cambio Rodrigo sí fue por más de uno. Lugo trató de que Rodrigo no se le escapara de su vista, incluso si iba al baño. Amighos y amigas de la universidad coincidieron con ellos y se hizo un gran grupo, como de 15 personas. Rodrigo pagó todas las rondas.

Cuando Lugo vio su reloj eran casi las cuatro y media de la mañana. En medio del baile y la diversión, Rodrigo había desaparecido de su vista, así que comenzó a buscarlo porque se sentía cansado y ya quería ir a dormir.

Recorrió la discoteca, hasta que volvió a pasar por la barra y vio a un chico y una chica besuqueándose. Cuando esos dos separaron sus labios, la chica le dio a su galán algo parecido a un porro. Una ráfaga de luz permitió identificar a Rodrigo, quien, además, tenía la camisa abierta casi a nivel de su abdomen, por donde la chica metía sus manos. Cuando Lugo confirmó que se trataba de Rodrigo (quien parecía no darse cuenta del entorno), se quedó como piedra y a punto de llorar.

XXX

A las cinco cerraron el local. Los amigos de Lugo se habían dispersado. Un mozo se acercó y le dio la cuenta a Rodrigo, quien seguía con la camisa desabotonada, lo que permitía contemplar sus pectorales y abdominales hábilmente trabajados en el gimnasio(el mozo tragó saliva). Rodrigo se escandalizó, pero ¿qué mierda? Sacó su tarjeta de crédito y pagó.

- Disculpa, pata. ¿Dónde está el chico con el que vine?

- ¿el joven de la camisa turquesa? Se fue hace media hora.

- ¿se fue? ¿A dónde?

El mozo negó haciendo una mueca ignorante.

Rodrigo se abrochó la camisa, salió del local

Afuera seguía el taxi que contrató. Despertó al chofer.

-          ¿Vio a mi amigo?

-           Sí. Me pidió que lo llevara al hotel…

-           ¿entonces está descansando en los bungalós?

-           No, joven. Lo llevé a recoger algo, lo traje de nuevo y se fue con sus amigos en una camioneta.

-           ¿Co-cómo?

-           Le dejó una bolsa atrás.

Rodrigo se asomó: eran las bolsas donde había traído la ropa que le había regalado. Abrió la puerta del carro y luego las bolsas. Rodrigo, desconcertado, vio el regalo arrugado dentro del plástico.

-           ¿Por qué hizo esto?

El chofer carraspeó.

-           Me dijo que, cuando yo lo recogiera a usted, que le dijera que ya no lo busque más.

Rodrigo rugió y dio un golpe a la bolsa. Sollozó.

-           ¿Hace cuánto se fueron?

-           Cinco minutos. No más.

-           Sigámoslos.

-           Pero…

-           ¡¿No escuchaste, carajo?! ¡Te dije que los sigamos!

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2015 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares y situaciones es pura coincidencia.

sábado, 16 de enero de 2016

La Agencia (7)

Por Hunk01

 

Tres días después de que Rodrigo recibiera su nuevo cheque, fue al banco a cobrarlo y depositarlo. Su primo Carlos lo acompañó a hacer los papeleos. Ante una cantidad tan fuerte para una sola persona, había que llenar varios formatos.

  • ¿Qué vas a hacer con tanta plata, huevón?
  •  Aún no sé.
  •  ¿Bueno, mientras no la desperdicies.
  •  Si es por tu 10%, no te preocupes. Vas a tenerlo sí o sí. Ahora mismo incluso.
  •  Eso sin contar el 10% que tendrás que pagar por impuestos, más los costos del banco. ¿Te has dado cuenta que te darán una tarjeta de crédito? ¿Has visto las comisiones y esas huevadas?
  •  Carlos, te preocupas por las huevas. Tengo plata y ya. Además, la novela no se acaba todavía, y quién sabe qué viene en el futuro.

Cuando terminaron los trámites, la nueva fortuna de Rodrigo tenía 20% menos, y en cuestión de segundos, tal como se lo había dicho Carlos. El saldo ahora tenía cinco dígitos, pero aún sonaba alto.”Lo que el malnacido de mi viejo se saca en medio año o más, yo lo tuve al toque y gracias a un error”, se repetía el joven talento una y otra vez.

Ese fin de semana, tras finalizar otra escena de sexo con erección, penetración y eyaculación visibles, tuvo el eufórico rapto de invitar a todos sus compañeros de trabajo a parrandear en la discoteca.

-          ¡Yo pago todo!

Los asistentes y los camarógrafos se miraron entre sí. Su compañera de escena le dio una nalgada, mientras sonreía.

Rodrigo se puso una toalla en la cintura, y pidió que llamaran a Santiago y la vedette. Él mismo prendió su celular y ubicó como pudo a su primo Carlos.

Diez personas lo acompañaron. Fueron a la discoteca más exclusiva de Piura, y la cerraron. La juerga comenzó a las nueve de la noche y terminó casi a las seis de la mañana. Trago, tabaco, marihuana y cocaína circularon entre los asistentes. Aunque Rodrigo no se animó a inhalar los tiros del polvo blanco, sí dio varias pitadas al porro mientras se embriagaba con vodka.

Y todo lo pagó él.

En medio de su extraviada lucidez, Rodrigo creyó ver a Nico, el chofer de su padre, mirándolo desde el otro lado de la discoteca. Rodrigo lo vio y se humedeció los labios sensualmente con la lengua. En un guiño, el atlético Nico parecía haberse esfumado.

A las siete de la mañana, Carlos jalaba a un casi inconsciente Rodrigo a su departamento. La parte complicada fue subirlo los cuatro pisos del edificio. Al fin, lo dejó dormido sobre su cama. Apenas si le pudo sacar las zapatillas y aflojarle la correa.

Rodrigo despertó pasadas las dos de la tarde con un fuerte dolor de cabeza, la boca seca y la sensación de ausencia, casi de profunda tristeza. Buscó su celular. Tenía varias llamadas perdidas, pero las ignoró. Buscó otro número.

-          ¿Luguín? ¡Huevón! ¿Qué planes para este sábado? ¿Nada? Te invito a salir.

-          Se desnudó para tomar un baño y salir a correr un poco. Sudar le haría bien.

-          Al regresar, nico lo esperaba en la puerta del edificio llevando una bolsa plástica.

-           ¿Qué pasó, Nicolás?

-           Su… mamá… me pidió traerle esto, pero sin que su papá se entere.

-          Rodrigo miró a ambos lados de la calle e hizo pasar a Nico. Al llegar a su departaento, descubrió el contenido de la bolsa: cuatro camisas dobladas. Rodrigo sintió algo de nostalgia, pero recordó la presencia del empleado de su padre y se contuvo. Lo miró.

-           Gracias, Mico… Oe, estás sudando.

-           Los nervios, joven. Me lavo la cara con agua fría y ya.

-          Ambos se quedaron en silencio.

-           Nico, ¿y si mejor te das un duchazo?

-          El chofer dudó. Rodrigo lo tomó del brazo y lo llevó a su dormitorio. Allí ambos se desnudaron. El cuerpo de Nico era genéticamente musculoso aunque no marcado, contextura que pasaba por guardaespaldas; lampiño, buena verga a pesar de estar dormida. Ambos fueron así, calatos, al baño.

-          Abrir la ducha fue el pretexto para acariciarse en silencio, besarse furtivamente, masturbarse mutuamente hasta que la eyaculación de ambos ganó el cuerpo del otro. Tras ello, Nico salió raudo de la ducha, se puso su ropa y se fue del departamento. Rodrigo, aún bajo la regadera, comenzó a reírse a carcajadas.

XXX

A las ocho de la noche, Lugo llegó al edificio y tocó el timbre del departamento de Rodrigo. Esperó dos minutos. Su amigo bajó con un par de bolsas de tienda.

- Rodri, ¿no te parece muy temprano para salir el sábado?

- Tú solo sígueme.

En la puerta ya estaba estacionado un taxi. Ambos subieron. Durante el camino, ambos conversaron de la universidad, los contratos de modelaje, la novela y los rumores que la gente ya comentaba en Piura sobre las escenas pornográficas que se verían cuando la difundieran.

Lugo se extrañó que mientras conversaban, las luces de la ciudad eran menos frecuentes hasta que afuera solo se veían las luces de los autos que iban y venían por la carretera.

-          ¿A dónde vamos, Rodrigo?

-           Oe, huevón, ¿no confías en mí?

-           Sí, creo.

En la oscuridad, Lugo sintió que dos manos le apretaban sus mejillas y luego que un par de labios besaban los suyos. Lugo se quedó avergonzado.  ¿Acaso el chofer del taxi lo había visto todo?

Llegaron a Colán. El taxi los dejó en unos bungalós al extremo sur de la playa. Tomaron uno de ellos. Rodrigo cargaba las bolsas de tienda.

El bungaló tenía una salita bien amoblada, una cocina con una mesa y sillas y una habitación con dos grandes camas.

-          ¿Qué cargas en esas bolsas, Rodrigo?

-           Ah. Perdona mi falta de cortesía. Son… para ti.

Lugo estaba incrédulo.

Las abrió.

Era ropa nueva… y zapatos… de marca cara.

Lugo abrió sus ojos al máximo y miró a un sonriente  Rodrigo.

-          Quítate la ropa… espero no haberme equivocado en las tallas.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2015 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares y situaciones es pura coincidencia.

sábado, 9 de enero de 2016

La Agencia (6)

Por Hunk01

 

Cuando Rodrigo llegó a la puerta del edificio donde vivía, se encontró con un auto que le era familiar, muy familiar: el auto de su padre.

El joven respiró fuerte, vio en dirección del conductor. La puerta se abrió. Una persona bajó del vehículo.

Rodrigo cerró los ojos. Estaba preparado para cualquier cosa, como un escándalo allí, en medio de la calle.

-          Joven.

-          Rodrigo abrió los ojos… era Nico, el chofer.

-           Nicolás. Mi… ¿mi biejo?

-           Me dio esto.

-          Nico alcanzó un sobre Manila y se fue sin dar más explicaciones.

-          Adentro, una carta firmada por su padre le decía en tres simples párrafos que se avergonzaba de lo que había aparecido la noche anterior en la televisión, que no se molestara en regresar a casa (si pensaba hacerlo) y que quedaba desheredado.

-          Devastado, subió los cuatro pisos tan lento que no le tomó más que un par de minutos llegar hasta arriba.

-          Conforme se acercaba a su puerta, el timbre del teléfono sonaba con insistencia.

-          Abrió con desgano, descolgó el auricular.

-           ¿Rodri? Soy Linda, la secretaria de producción. El señor…

-           ¿Quién mierda filtró las imágenes?

-           Ejem… mira, Rodri, de eso quieren hablarte. ¿Puedes venir al estudio tan pronto como puedas?

XXX

Ya anocheciendo, el improvisado actor llegó a la oficina del productor y abrió la puerta de un empellón. En el interior estaban varios ejecutivos de la novela.

-          Siéntate, Rodrigo. Tenemos que explicar muchas cosas.

-          El muchacho casi no atendió a las explicaciones. La pérdida de sus estudios, la pérdida de su familia, la pérdida de su anonimato. Pérdidas, pérdidas, pérdidas. ¿en qué puto momento se le ocurrió aceptar? ¿Acaso al modelar no había recibido ya una advertencia? ¿Por qué había sido tan estúpido?

-          Tuvieron que chasquearle los dedos para que despertara.

-          Delante suyo tenía otro sobre Manila con el logo del estudio.

-           Llévalo. Estúdialo. Tráelo firmado tan pronto como te sea posible.

XXX

Rodrigo deambuló por la ciudad. Caminó tanto, hasta que llegó a un parque. Era de noche.

El sobre aún estaba en sus manos. Examinó el logo, abrió la solapa. Otro documento. Éste tenía más párrafos en una letra no tan grande.

Buscó un teléfono público. Llamó a Carlos.

Cuando colgó, una señora lo vio, se sonrió pícaramente.

XXX

-          La producción te está diciendo que la cagaron, que los disculpes y que están dispuestos a negociar plata por su descuido.

-           Me botaron de la U, me botaron de la jato.

-           Lo siento, primo… Oe, yo no pienso negarte.

-          Rodrigo vio a su primo. Sonrió levemente.

-           Gracias. Siempre conté contigo.

-          Carlos fue hasta el sobre, metió la mano.

-           Nada está perdido aún.

-          Cuando sacó la mano del envoltorio de papel, le dio a Rodrigo una razón para ir a través del escollo que estaba cruzando.

XXX

A la siguiente tarde, Santiago, el actor moreno fornido salía de la oficina del productor.

- ¡Rodrigo!

- ¿Qué hay pata?

- Ya saben quién fue el pendejo.

- ¿en serio?

- Luego te cuento. ¿quieres entrar?

 Sí.

Santiago dio paso a Rodrigo, quien llevaba el mismo sobre que le dieron el día anterior.

Pidió permiso, se sentó y alargó el sobre.

El productor descubrió el contenido, y abrió los ojos.

-          ¿Qué? ¿estás loco?

-           Yo no me descuidé. Ustedes sí. Estoy en mi derecho.

-           Sí, Rodrigo. Pero esto… esto…

-           Bueno, si no pueden, entonces… demando.

-          Rodrigo iba a levantarse, cuando el productor lo retuvo.

-           De acuerdo. Dame el cheque que te dimos ayer.

-           Está en el sobre.

-          El productor lo buscó, lo encontró y lo rompió. Hizo uno nuevo. Se lo entregó a Rodrigo.

-           ¿está bien?

-           Perfecto.

-           Recuerda que debes participar en la promoción.

-           OK. Así, sí nos entendemos.

-          El estudio le estaba pagando el doble de la cantidad que ofreció: una cifra de seis dígitos.

 

(CONTINUARÁ)

 

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sábado, 2 de enero de 2016

La Agencia (5)

Por Hunk01

 

Al mes de comenzar la grabación, Rodrigo ya había interpretado otras cuatro escenas de sexo además de la de la oficina abandonada. Una en el dormitorio de una de las protagonistas, otra en el interior de un auto, otra en una sala de estar, y una adicional que se hizo en una playa abandonada.

En todas había pasado lo mismo: su pinga se le armó. En dos de las escenas –la de la cama y la de la playa-, la actriz aceptó ser penetrada de verdad.

Curiosamente ambas escenas fueron hechas con la misma vedette, quien frente a cámaras trataba a Rodrigo como un arrecho amante, pero fuera de ellas era su amiga y confidente.

-          ¿No te paltea que te… la metan?

-           Ay, Rodri. Pero si eso es natural.

-           ¡Claro! Pero frente a… todos.

-           Ja, ja, ja. Oye, ¿te fijaste en Randy, el camarógrafo de la dos?

-           Sí, buena gente.

La chica se le acercó a la oreja.

-           Filma porno. Yo actué en sus videos. Yo lo recomendé acá.

-           ¡Ah, chucha!

-           Ya pues. Entre gitanos…

-           A mí me daba roche cortar para ponerme condón.

-           Normal. ¿Y qué me dices de Santi, que tiene que cortar para ponerse lubricante? ¿Has visto el animalazo que tiene?

Efectivamente, Santiago era un actor de unos 30 años, moreno, fornido, quien al igual que Rodrigo no simulaba tener sexo en sus escenas, sino que lo tenía tanto con la vedette, como con otra de las actrices principales.

Su pinga era de unos 21 centímetros y gruesa.

De hecho, él y Rodrigo eran los actores de reparto a quienes se les dio esa rara concesión de no simular sus escenas de sexo, aunque corrían rumores de que casi todos los actores y actrices terminaban follando frente a cámara. No era raro ver a la asistenta de producción pasar con paquetes de condones. Y como esas escenas no se grababan con todo el reparto presente, no había manera de comprobarlo por propia vista.

XXX

La cuenta bancaria de Rodrigo se incrementó. Mas de lo que ganaba modelando.

Se mudó a un departamento situado en el último piso de un edificio. Algho simple: gran sala, cocina, baño, dormitorio, lavandería, una terracita.

A veces llevaba una que otra chica a las que conocía en sus salidas a la disco. A veces se lo prestaba a Carlos, su primo. A veces. Lugo lo visitaba.

Los dos chicos solían jugar cartas, tomar algo y luego irse a la cama a juguetear como la primera vez, hasta que una tarde las cosas pasaron ciertas vallas, cuando Lugo, al besarle el pecho y el abdomen, terminó chupándole las bolas y la verga.

Rodrigo disfrutaba tanto del sexo oral, que se animó a proponer algo inesperado.

-          Te la meto, Luguín.

Lugo dejó de chuparla, la miró y miró a Rodrigo.

-           ¿No me dolerá?

-           Te pongo lubricante.

Lugo lo pensó varios segundos.

-           Bueno, si no quieres. Ya…

-           ¡OK! ¿Tienes condón?

Ya protegido su pene, Rodrigo comenzó a sentir cómo el ano de Lugo comenzaba a engullirlo de a pocos. Pasaron varios minutos, pues al otro chico le dolía la invasión de sus entrañas. Se quejaba pero continuaba.

Cuando al fin pudo comérsela toda, la cabalgó.

Rodrigo le acariciaba el firme cuerpo, mientras sentía que la pinga de su colega y amigo le golpeteaba el vientre.

Tras eyacular, descansaron un poco.

-           Oe, ¿cierto que la novela donde estás es porno?

-           ¿Cómo así?

-           He oído que en realidad todos tienen sexo de verdad.

-           ¿Quién te dijo?

-           Por ahí… me enteré.

Rodrigo no respondió, pero temió lo peor.

XXX

Ese ciclo no pudo remontar su curso y se fue al sustitutorio. Previamente, trató de convencer al profesor del curso de que le diera una oportunidad.

-          Disculpe, señor. Si se concentrara en su trabajo de estudiante, y no anduviera de gigoló, quizás saldría mejor, ¿no cree?

-           ¿Gigoló? ¿De qué habla?

-           De nada. De nada. Vaya al susti, y ahí veremos.

XXX

Se puso a estudiar fuerte, aprovechando un descanso de las grabaciones. Se encerró en su depa y no supo del mundo por varias semanas.

Estaba concentrado en sus ejercicios, cuando alguien lo llamó.

-          Primo, pon la tele. Sacarán algo de tu novela.

Prendió el aparato.

Eran escenas filtradas de la novela, incluyendo una donde se le ve a él. Y justo donde debía aparecer su pene erecto, el canal puso un recuadro pixelado.

XXX

A la mañana siguiente fue a dar el susti, pero se lo impidieron.

Fue a ver al director de estudios.

-          Lo sentimos. Lo que vimos anoche de usted no es una conducta apropiada para un alumno de esta universidad.

-           ¿Qué dice?

-           Ha sido expulsado sumariamente de nuestro claustro.

 

(continuará)

 

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