Hunks of Piura
Danilo
palideció y comenzó a sudar frío.
-
¿q-q-qué haces aquí?
-
Así
que… aquí trabajas, Leo.
-
No me
llames así, por favor. ¿Cómo me ubicaste?
-
No
vengo a verte. Busco a Marcos. Ahí está. ¿Puedo hablarle, no?
-
Cla-cla-claro. Pasa.
-
Javier
fue hasta donde Marcos estaba entrenando, cruzó unas pocas palabras y en un
minuto estaba de vuelta con Danilo.
-
¿Un
sitio decente para cenar por acá?
-
¿Por
acá? Difícil.
-
Bueno, cuidate, Le…., perdón… Dany.
-
Danilo
volteó a ver a Marcos, respiró profundo y fue a monitorear a otros alumnos.
-
A las
diez, Javier estaba esperando dentro de su deportivo en la puerta del gimnasio.
Vio a varios chicos, algunos de cuerpos atractivos, salir, pero nada de Marcos.
Vio su Omega: las diez y cinco. Bajó el volumen del reggae de su equipo de
sonido, y bajó la ventana. Corría algo de fresco. Volvió a revisar su reloj:
diez y diez. Apagó la música, bajó, aseguró el carro (temiendo que alguien lo
dejara sin algo), sacó la máscara del equipo, y entró al gimnasio otra vez. Casi
se choca con Marcos. Tenía el cabello húmedo, signo inequívoco de que acababa de
tomar un baño, además olía a jabón aún. Javier vio a Danilo y se despidió
sonriendo cachosamente.
-
Ya en
el carro, Javier jaló a Marcos hasta su casa. Durante el camino fueron hablando
de varias cosas, hasta que, justo antes de llegar, el joven ejecutivo carraspeó
y entró en materia. Marcos estaba extasiado viendo los controles digitales del
vehículo.
-
Marcos, quiero proponerte algo, que creo que te puede convenir.
-
Marcos
lo miró y en un segundo, sintió muchas cosas: ¿trabajo¡ ¿sexo? ¿el sponsorship
que minutos antes Danilo le sugirió al salir de la ducha?
-
Mira,
sé que acabas de entrar a trabajar, y que eres muy bueno en tu rama. También no
es ningún secreto que te llevas mal con el otro conchasumadre que hace turno
contigo. Entonces, me gustaría que renuncies.
-
Ahora
sí que el joven estaba desconcertado. Javier volteó a verlo, y entendió que se
había malexpresado. Se estacionaron frente a la casa de Ricardo.
-
No.
No te quiero dejar desempleado. Quiero que trabajes para mí, como mi seguridad
personal. Soy el que heredará la fábrica, has demostrado ser de confianza, y
creo que estás hecho para cosas de más vuelo. Obviamente, puedo arreglar con la
empresa para que te paguen lo que has chambeado y comenzarás a chambear conmigo.
-
Marcos
ahora sí que no entendía ni papa.
-
Mira,
no debes responder ahora. Acaba tu quincena. Eso sí, te ofrezco más de lo que
vas a ganar cuidando la puerta, más beneficios, lógico. Serías empleado directo
de la fábrica, no de una service. Además…
-
Acepto.
-
¿en
serio? ¿No lo quieres pensar?
-
Cumplo mi quincena, y empiezo.
-
Y…
¿por qué aceptas?
-
Quiero ser campeón de físicoculturismo.
-
Entiendo… Mira, te ayudaré con eso también. Puedo, no sé, auspiciarte lo de los
suplementos, e incluso que entrenes en un gimnasio… más…. Decente.
-
Cuando
Marcos entró a casa, casi empuja a Ricardo que estaba espiando por la ventana.
-
¿Y,
primo?
-
Me
ofreció chamba.
-
¿Y
qué le dijiste?
-
Que
ya.
-
¡Bienn!
-
Ricardo abrazó a Marcos, como si se tratara del campeonato que tanto quería
lograr.
Para
el resto de días, la estrategia de Marcos era simple: no llamar la atención. Las
cosas seguían normales. Javier llegaba a las ocho, saludaba, sandro veía las
incidencias a las nueve, Marcos salía a las cinco. A Rutilio, tanta normalidad
le olía rara, especialmente porque al salir, el jueves de esa semana, vio el
expediente de Marcos sobre el escritorio del jefe, en la empresa de vigilancia.
-
¿Qué
pasa con Marcos?
-
¿Con…
Marcos? Nada. Nada. Estoy… viendo lo del seguro. Tú sabes. Hay que inscribirlo.
-
Rutilio ideó una estratagema.
-
¿Sabe, jefe? Me puse a pensar. Creo que soy muy violento cuando tengo sexo.
-
¿Qué?
-
Sí.
Todo el mundo se queja que soy violento cuando cacho, y nadie quiere estar
conmigo. Así que he decidido cambiar. Pero no sé si estaré haciendo lo correcto.
-
¿Cómo
así?
-
Rutilio se acercó al jefe, lo tomó de los hombros y comenzó a besarlo en la boca
con pasión, pero más pausadamente, como saboreando los labios, sintiendo cada
parte del cuerpo. Lo estrechó.
-
Vaya,
Tilio. Eso está mejor.
-
¿Sí?
-
Pero,
vamos a otro sitio mejor.
-
Fueron
al departamento del jefe. Allí, los dos se desnudaron y tomaron por asalto la
king-size. Rutilio siguió besando suavemente y acariciando poco a poco la piel
suave de su jefe, lo puso encima de su cuerpo, y dejó que él tomara la
iniciativa de besarle todo su gran y firme físico, hasta llegar a sus 22
centímetros de pinga. El jefe comenzó a chupársela, saboreando cada centímetro.
Ya no había la exigencia de que se atragantara con ella. Mientras el jefe le
masturbaba su cipote, embocó cada testículo. Regresó a besarle en la boca. El
propio jefe sacó condón y lubricante de su mesa de noche, se lo puso y se sentó
encima de la verga, haciéndola entrar a su culo poco a poco, poco a poco, poco a
poco. De hecho, no pudo tragársela toda, pero ya no sentía la exigencia ni la
violencia de los coitos anteriores. Era evidente que Rutilio había cambiado
radicalmente su método de cachar.
-
El
propio jefe se puso boca arriba y levantó las piernas, ofreciéndole el ano al
mmusculoso, quien lo penetró gentilmente. Ambos jadeaban, se besaban, se
manoseaban… incluso Rutilio masturbó al jefe mientras lo tenía enchufado.
-
A las
dos horas, el semen de Rutilio llenaba el condón, mientras gemía su orgasmo. Se
acostó sobre el jefe.
-
¿qué
tal?
-
Mil
veces mejor, Tilio. Mil veces mejor.
-
Voy a
amistarme con Marcos. A lo mejor atraca un trío. ¿qué dices?
-
Ehhh…. Claro, claro… puede ser.
-
Era
evidente que la maniobra había fracasado, lo que aumentó la sospecha de que algo
pasaba con su compañero y nadie se lo quería decir.
Para
enrarecer más el ambiente, el viernes, Javier salió dos horas antes de las
cinco. Casi no le habló a Rutilio, quien, contra su costumbre, llamó a sandro
para ver qué pasaba. Nada de respuesta.
Marcos
siguió con su rutina. Luego del trabajo, fue a cenar, y salió a entrenar. A la
salida, lo esperaba Javier en su auto. En un gesto inusual, le cedió las llaves
y el volante e hizo que probara el behículo de vuelta a casa. La destreza del
vigilante como conductor era sobresaliente.
-
Todo
está arreglado, Marcos. El lunes comienzas a trabajar para mí. Ya me dijeron en
la empresa que mañana te liquidarán.
-
Gracias, joven.
-
Oye,
cuando estemos solos, dime Javier, ¿sí? Quiero ser… tu amigo.
-
Marcos
sonrió y bajó la mirada sonrojado. Al bajar, reflexionó y concluyó que no fue
tan malo dejarlo todo atrás. En sólo medio mes, su vida estaba dando un giro
enorme.
La
tarde siguiente, tal como se lo dijo Javier, lo liquidaron, pagándole sus dos
únicas semanas en la empresa. Cuando salió, Javier lo estaba esperando. Lo
llamó.
-
Vamos
a celebrar.
-
Yo…
no bebo.
-
Pero
sí comes, y comes bien.
-
Marcos
sonrió.
-
Lo que
restaba de la tarde conversaron, mejor dicho Javier le explicó lo de su nuevo
trabajo, pues Marcos no salía de sus respuestas lacónicas, y fueron a comer a un
exclusivo lugar en el centro de Piura. Según Javier, era para que se vaya
acostumbrando al mundo que él solía frecuentar. Pero algo más: cuando se
encontraban con las amistades del ejecutivo, Marcos no era el empleado, sino su
amigo. Una que otra de esas amistades se lo quedaba mirando, como devorándolo
con los ojos. Marcos no perdía detalle de ellos, como tampoco del ambiente que
lo rodeaba. Era un comando, y tenía que estar alerta siempre.
-
Cuando
terminaron de cenar, fueron al departamento de Javier. Aquí se sintió más
cómodo.
-
Brindaremos. Acéptame una, una sola copa de vino.
-
Marcos
asintió sonriendo. Probó el dulce licor, frío, agradable. Javier se sentó a su
costado, y poco a poco fue sabiendo de su vida, su pueblo, su pasión, su
servicio militar, su objetivo con el físico culturismo. Javier también halló la
oportunidad de decir todo lo que pensaba, lo que quería, lo que sentía.
-
Marcos
aceptó una, y otras cuatro copas de vino.
-
Eran
casi las diez de la noche, y, cosa rara, ninguno de los dos quería salir de ahí.
-
Joven, gracias por todo. No merezco tanto.
-
Gracias a ti, Marcos. Te mereces eso y más.
-
Sin
más qué decir, ambos se miraron, y acercaron lentamente sus rostros, hasta que
sus labios se sellaron románticamente. Las caricias llegaron después, y con
ellas, el afán de explorar qué había más allá de la ropa.
-
Eran
las once, y ambos ya estaban completamente desvestidos sobre la cama de Javier,
explorándose, besándose, sintiendo ambos pechos jjuntos y latiendo fuertemente.
¿Se estaban enamorando, o era que de pronto un roto encontró a su descosido?
-
Javier
encima de Marcos, Marcos encima de Javier, Javier al costado de Marcos, Marcos
dentro de Javier. Suavemente, románticamente, Marcos penetró a Javier, sin dejar
de acariciarlo ni besarle la espalda.
-
Javier
no sentía aquélla sensación de hacer el amor en ¿meses? ¿quizás años?
-
Volvió
a darle la cara y esa fue la oportunidad para que ambos, casi al simultáneo,
experimentaran el orgasmo.
-
Tras
bañarse juntos, Javier se acurrucó en el pecho de Marcos.
-
Oye,
¿por qué no vienes a vivir acá conmigo?
-
Marcos
no supo qué responder.
-
¿O ya
tienes familia?
-
No.
Soy soltero.
-
¿Y
ese chico, donde vives?
-
Mi
primo Ricardo. Él sí está casado.
-
Vente
a vivir aquí. No te faltará nada. Además, trabajaremos juntos.
-
Javier
volvió a besarlo y volvieron a hacer el amor, hasta que ambos se vinieron, se
bañaron juntos y se quedaron dormidos.
-
Como a
las tres de la mañana, un golpe en la puerta del dormitorio los despertó.
-
¡Así
que para esto querías contratarlo, carajo!
-
Era
don Javier.
-
¿qué
mierda haces acá!
-
Protegiéndote, hijo. Y tú, guachimán de mierda, sal de aquí, ¡sal de aquí o te
meto preso, carajo!
-
¡No
le hables así! ¡ésta es mi casa, mierda!
-
Marcos
no supo qué hacer, hasta que encontró una razón poderosa para salir de ahí: don
Javier le apuntó con una pistola. De inmediato, su hijo se interpuso y se puso
el cañón en su pecho.
-
Me
matas a mí primero. Vete, Marcos.
-
El
muchacho fue hasta la sala, cogió su ropa, se vistió casi a la volada y bajó el
edificio. El conserje le abrió la puerta, medio sonriendo.
-
A las
cuatro de la mañana, llegó a casa de Ricardo, quien estaba a punto de salir en
su camión hacia el mercado.
-
¿qué
pasó?
-
Marcos
no le dijo nada, se metió a su cuarto, se acostó y comenzó a llorar.
(CONTINUARÁ….)
Escrito
por Hunk01. ©2012 Hunks of Piura Entertainment.
Esta es una obra de
ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura
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