miércoles, 17 de abril de 2013

El Vigilante )23): Todos vuelven

Escritto y creado por Hunk01

 

Rutilio estuvo insoportablemente servil durante la entrevista. Tras una reducción de personal en la fábrica, él pagó pato. Incluso, la empresa de vigilancia tuvo que disolverse ya que la fábrica era su único cliente. Marcos lo sabía porque fue la comidilla de esos meses, pero jamás se le hubiera ocurrido que la persona que más lo humilló en su primera chamba, ahora se la estuviera pidiendo.

-          Gracias, Rutilio. Ten tu celular prendido. Te llamaremos.

 

-          El mundo da vueltas. Ricardo no paraba de sonreírse luego que Marcos le contara lo de Rutilio. Aunque era irónica, esa sonrisa no se veía en semanas.

-           ¿Y está calificado?

-           Tiene experiencia, tiene cuerpo. Es el mejor calificado.

-           ¿Qué harás, Marcos?

-           Tiene derecho a chambear como cualquiera de nosotros. Don elías es quien tiene la última palabra.

 

Rutilio comenzó a trabajar el lunes siguiente, en el turno de la mañana, por lo que la supervisión de Marcos era inevitable. Por su parte, Ricardo iba y venía todos los días en su camión transportando las mercancías de la empresa. Por las noches, iba con Marcos al Power House, donde Danilo los entrenaba. Luego, cada quien se iba para su casa: Ricardo a la suya; Marcos a la de Leandro.

A veces, los dos  primos iban al último turno. Una de esas noches, Marcos había terminado de entrenar, y sólo quedaba un pata con el que el vigilante, o mejor dicho, el supervisor de vigilantes, conversaba sobre entrenamiento. Entonces, ambos decidieron ir a bañarse. Cuando abrieron la puerta de la ducha, quedaron de una pieza… Ricardo tenía agarrado a Danilo por las caderas, mientras le metía la pinga por el culo, con fuerza, haciendo chocar su cadera con ese chasquido arrechante de siempre. Danilo y Ricardo, lejos de inmutarse, siguieron follando. El otro chico sonrió a Marcos, le dio una leve nalgada, y avanzó. Se quitó la ropa, y se puso delante de Danilo, haciéndolo agacharse hasta que le chupara la pinga.

Marcos también se quitó la ropa, pero se exoneró de participar del sexo en grupo, se apoyó en una pared y comenzó a masturbarse.

Ricardo sintió el orgasmo, sacó su miembro, le desenfundó el condón y disparó su leche sobre la espalda del instructor. Entonces, el otro chico tomó su lugar.

Marcos no terminaba de resolver su excitación.  Se puso su ropa sudada, y salió con Ricardo.

 

Esa noche, también, cuando Marcos llegó al departamento de Leandro, arrecho por lo que había visto, no se contuvo, y casi se arrojó encima de su enamorado, y le hizo el amor de una forma impetuosa, sin dar opción a que su pareja respirara –cosa que a Leandro le encantó sobremanera. El problema fue que la leche de Marcos apareció a los cinco minutos.

-          ¿Tu primo Ricardo te hizo ver alguna porno?

-          Marcos sonrió, y dio por válida esa respuesta.

-          Justo en ese momento, sonó el celular de Marcos. Era Ricardo.

-           Lidia se largó… para siempre.

 

Tras el almuerzo, Marcos le dijo a Leandro que iba a ausentarse un momento. Quizás media hora.

Casi como reloj, treinta minutos después, el forzudo apareció con una carpeta de colores vistosos bajo su brazo. Se la mostró a Leandro. La expresión de alegría del enamorado no se hizo esperar.

Ambos fueron donde elías, el padre de Leandro, y le mostraron la carpeta.

-          Muchacho, no sé si alegrarme o preocuparme.

-          Los tres rieron.

-          - Felicitaciones. Es una buena decisión. ¿Cuándo comienzas?

-           En quince días.

-           Bien muchacho. La empresa te apoyará. ¡Deseo que seas el mejor administrador de empresas!

-          Un fuerte abrazo selló la breve reunión.

 

Debido a su cercanía, Marcos prefería ir al baño de los vigilantes, en vez del de directivos, en el segundo piso. Quiso orinar y fue para allá.

Cuando se acercaba , comenzó a oír gemidos.

-          Rutilio de mierda. – masculló Marcos.

-          Se aproximó sigilosamente. En uno de los inodoros, vio, tras la puerta cerrada, dos pares de zapatos. Era evidente que alguien cachaba ahí. Pero esos no eran los zapatos de Rutilio. Se aguantó las ganas de orinar, y esperó a que la pareja saliera de su encierro.

-          Las tres personas quedaron sorprendidas.

-          Uno era Fabián, el otro gerente, que miraba azorado a todas partes. El otro era un muchacho conocido para Marcos: Lichi…

 

Mientras Marcos regresaba mudo a su oficina, se cruzó con Mario, el asistente de Fabián, quien iba en dirección al baño donde había sorprendido a los dos amantes ocasionales, minutos antes, cachando.

Marcos se encerró y se quedó inmóvil. Al fondo comenzó a oírse el murmullo de una discusión.

Tocaron su puerta. Con cierto recelo, ordenó que la abrieran. Era Lichi, el catequista del que se había enamorado, hace casi un año, y que lo dejó de la nada. Estaba compungido.

-          Marcos. Déjame explicarte.

-           ¿explicarme qué?

-           Es que… me enteré de una chamba, y el señor Fabián…

-          La discusión en el baño había aumentado.

-           Mira, Lichi, lo que tuviste que explicar, ya me lo explicaste en esa nota. Y lo que tengas que hacer para conseguir tu chamba, no es asunto mío.

-           ¡Pero, Marcos…!

-          El supervisor de vigilantes se levantó de su escritorio, y amablemente tomó a Lichi de sus brazos, empujándolo con su cuerpo.

-           Será mejor que te vayas, por favor.

-           Marcos, déjame explicarte, por favor…

-           No, Lichi, ¡por favor!

-           ¡Aún te amo, Marcos!

-          Justo en ese momento, Leandro se asomaba a la puerta. Marcos enrojeció.

 

 

 

(CONTINUARÁ…)

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor: hunks.piura@gmail.com ficción

 

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