Hunks of Piura
Dos hombres
musculosos se abrazan y besan apasionadamente entre plantas de palta. Sus manos
recorren todas las partes de sus anatomías que pueden alcanzar. Sus bocas
exploran cada recoveco con sus lenguas. De pronto, ambos cuerpos no pueden
ocultar la rigidez de sus penes.
-
¿Has hecho el amor en medio del campo?
-
¿Hacer el amor, dices, Nando? ¡Vaya!
-
¿Por qué te sorprendes?
-
¿Has hecho el amor alguna vez?
-
La verdad… no, ni en el campo, ni en la playa, ni en ningún lugar. Sólo tirar.
-
¿Entonces? ¿esto… qué significa?
-
Esto es distinto, Jano. Todos los patas que he conocido me quieren por mi
físico, por mi pinga, por mi culo… tú me quieres por mi capacidad, lo que estoy
estudiando.
-
Entiendo. La verdad no te equivocas… aunque… no niego que me gustas
físicamente.
-
Igual tú.
-
Perdona por confundirte con Pancho.
-
Descuida. Aunque te diré un secreto: Pancho me ayudó a escribir las notitas.
-
Ah… ya decía yo.
-
Me gustas, Jano. Quiero ser tuyo.
-
Los dos volvieron a besarse apasionadamente. Nando comenzó a alzar el polo a
Jano. Era evidente lo que vendría después.
-
Aquí no. Me da miedo
-
¿Miedo de qué? ¿Las sombras, el muerto, el duende?
-
Miedo de los mosquitos y las macanches.
-
Entonces, ¿qué te parece si liberamos nuestras macanches, pero en otro lado?
Apenas Jano y
Nando ingresaron al cuarto del primero, sus ropas desaparecieron, o mejor dicho,
quedaron regadas por el suelo. Sin perder el tiempo, se echaron en la cama. No
les importó si alguien los bio pasar, si alguien los vio entrar, si alguien –en
especial David- los escucharía.
Tras revolcarse
sobre la cama, uno encima o al costado del otro, sin dejar de acariciarse y
besarse, comenzaron a jugar una excitante guerra de espadas usando sus dos falos
erectos.
De pronto,
Nando comenzó a besar el cuello, la unión de los pectorales, las tetillas, el
abdomen, la pelvis… las piernas de Jano, hasta llegar a sus pies.
-
Voltéate.
-
Jano giró, y Nando comenzó a besar su cuerpo de abajo a arriba, deteniéndose un
rato en sus nalgas, abriéndolas, cerrándolas, intentando meter la lengua hasta
el ano rodeado de vellos. Cuando alcanzó la nuca, para besarla, colocó su verga
parada en la raja de las nalgas de su anfitrión. Comenzó a sobarla.
-
¿Te la meto?
-
Hace tiempo que lo he deseado, Nando.
-
Tras ponerse un condón, Nando fue metiendo poco a poco su pene dentro de las
entrañas de Jano, quien no sintió el dolor, pues no podía procesar aún si eso
era verdad u otra de sus fantasías.
-
Nando se movió gentilmente, sin apuro, siempre encima de Jano, acariciándolo,
aferrándose de sus caderas, dándole nalgadas cariñosas.
-
Hazme el amor toda la noche, Nando.
-
No me iré de aquí, a menos que me botes.
-
No lo haré. Ahh. Sigue, sigue, mi amor.
-
Sin sacarla, Nando hizo que Jano girara hasta hacer un piernas al hombro. Eso le
permitió besarse en la boca, mientras que Jano estrujaba las nalgas enormes y
velludas de su amante.
-
Casi cuarenta minutos después de empezar, Nando eyaculó dentro del culo de Jano.
-
Se ducharon juntos y regresaron a la cama.
-
Al día siguiente, Jano amaneció desnudo… con Nando, tan desnudo como él, detrás
suyo, abrazándolo. No era fantasía, definitivamente, tanto, que podía sentir su
espalda sudorosa al contacto con el tórax de su… ¿nuevo amor?
Ese amanecer
también encontró a dos hombres desnudos compartiendo el mismo colchón. La noche
anterior, Raúl y Pancho estaban silenciosos , cuando Raúl notó una ausencia.
-
Como que Nando se está haciendo tarde pa’ jatear.
-
Ni lo esperes. Aunque te moleste, a esta hora, Nando debe estar en la cama de
Jano.
-
¿aunque te moleste? ¿Y por qué me tiene que molestar?
-
¿No son… amigos?
-
¡Carajo! ¡Mira, Pancho, me cansé de esto! ¡La única persona que me importa eres
tú! ¿Entiendes? ¡sólo tú!
-
Pancho se quedó mirando fijamente a Raúl, quien jadeaba de cólera. Los ojos de
Pancho comenzaron a humedecerse.
-
En un arranque veloz, el moreno musculoso se abalanzó sobre Raúl, lo abrazó, y
comenzó a llorar copiosamente en su cuello.
-
¡Carajo, Raúl, te amo… te amo!
-
Raúl correspondió el abrazo, y estrechó tanto su cuerpo, que se quedó dormido.
-
Al despertar, su cabeza, descansaba sobre el bíceps de Pancho, quien, con el
otro brazo, lo asía y lo entrelazaba con sus grandes piernas.
-
Cuando ambos despertaron, se miraron por un rato.
-
Pancho, dime que me amas.
-
Pancho acercó sus labios y los estrechó contra los de Raúl.
No fue la única
buena noticia de esa mañana para Jano. Más tarde, David, muy a su pesar, le
presentó resultados alentadores del primer mes de trabajo.
-
Necesitamos incrementar la productividad, Jano. Deberías contratar a otro
capataz.
-
Wilfredo, que observaba la conversación, sintió una luz en su cabeza.
-
¡José!
-
¿José? ¿El José que trabajó con mi papá hace tiempo?
-
Sí. Ese mismo. Y está libre, joven.
-
A ver. Contactémoslo.
-
Wilfredo sacó la dirección y se la dio a Jano.
-
Iré a buscarlo. Gracias.
Esa tarde,
después del almuerzo, Nando entraba a su aún cuarto. Pancho y Raúl estaban
desnudos sobre uno de los colchones, besándose y acariciándose.
Apenas entró el
gringo musculoso, ambos trataron de disimular.
-
Tranquilos, muchachos. No tienen nada que ocultar. Los dos están templadazos.
-
Bueno, sí. Si no fuera por ti, Nando, no nos hubiéramos animado.
-
Normal, Panchito. Nada más no se olviden de su “cupido”, jajajaj.
-
¿Y alguna vez te enamorarás?
-
Bueno, Raúl, tengo algo que decirles, y prefiero que lo sepan de mi boca: desde
anoche estoy con Jano.
-
Pancho y Raúl lo celebraron.
-
Sirvieron las notitas.
-
Sí, Pancho. Eso sí. Por ahora, que lo sepa sólo la parcela.
-
Normal.
-
Nando comenzó a arreglar sus cosas. Todas sus cosas.
En la ciudad
cerca de la parcela, Jano estacionó su camioneta frente a una casa de un piso,
de paredes altas, sin pintar. Un afiche político roto es la decoración no
deseada del muro. Tras subir la alta vereda y tocar, le da la impresión que ha
llegado a una casa fantasma.
José abrió la
puerta. Apenas viste una toalla.
-
¿Jano? ¡Entra, entra!
-
Jano y José se abrazan. Ignorar el cuerpo recio y musculoso del extrabajador de
la parcela es imposible.
-
¡Cuánto tiempo, José! ¿Y eso? ¿esteroides?
-
Bueno. Es una larga historia. ¿A qué debo este milagro?
-
Parece que te necesitaremos de vuelta en la parcela.
-
Jano explicó el puesto detalladamente y las metas que se proponía. José lo
escuchó atentamente, y no dudó en aceptar.
-
¿Cuándo empiezo?
-
Cuando quieras. Mañana mismo, si es posible.
-
Ya. Será excelente regresar a la parcela. ¡Cuántos recuerdos!
-
Sí. Te fuiste hace más de diez años.
-
¿Tenías 14. 15?
-
14… todavía iba a cabinas a ver mi correo.
-
Y… ¿recuerdas cuando… tú y yo…?
-
Jano sonrió.
-
Mira, José. Son recuerdos lindos, pero… son parte del pasado. Bueno, eso pienso
yo.
-
Yo no lo olvidé.
-
Jano se puso de pie.
-
Mira, José. Vine a buscarte porque conoces la parcela mejor que nadie y eres
persona de confianza. Mi papá creía en ti… bueno, hasta que… pasó eso. Pero no
vine por eso. Bueno, tú ve.
-
Te entiendo. Las cosas cambian.
-
Además, tengo una relación. Mira, piénsalo bien. De cualquier modo, te
esperamos. Debes contactar a David, el administrador.
-
Jano salió de la casa.
-
Cuando José cerró la puerta, se quitó la toalla, quedando desnudo. Su pinga de
17 centímetros estaba dura y babeando. Comenzó a masturbarse allí mismo, hasta
que su semen formó blancas gotas que fueron absorbidas por el piso de cemento de
su sala.
-
Iré, Jano. Iré y te reconquistaré.
Mientras tanto,
en la parcela, Wilfredo no pudo aguantar el chisme del día. David estaba allí.
-
¿Seguro, don Wilfredo?
-
Yo los vi anoche cuando pasaban al cuarto del joven Alejandro. ¿Qué dirá el
ingeniero Raúl?
-
La verdad no sé, pero no son buenas noticias.
-
¿Por qué, joven David?
-
Por nada. Espero estarme equivocando.
-
Ah, joven David. Ayer mi sobrino estaba raro. Hablaba de unas fotos, de algo…
¿qué cree que le haya pasado?
-
El administrador comenzó a sudar frío.
-
Ni idea, Wilfredo. Discúlpame. Tengo un culo de chamba por hacer.
(CONTINUARÁ…)
Escrito por
Hunk01. ©2012Hunks of Piura Entertainment.
Esta es una obra de ficción:
cualquier parecido con personas, lugares y situaciones es pura coincidencia.
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