Creado por N-Azz. Escrito por N-Azz y Hunk01.
El lunes, desde temprano, decenas de personas están fuera del salón comunal de la barriada, donde se instalan las oficinas de administración de la obra. La primera sorpresa para muchos pobladores es que quienes esperan no son del lugar.
- ¿Y ustedes?
- Venimos a chambear.
- ¿A chambear? Pero Vinicio dijo que los cupos serían para el barrio.
- ¿Cuál barrio? ¿están en el sindicato, acaso?
- Un conato de bronca se inicia. Algunos comienzan a pedir a voces, la presencia de Vinicio.
En el motel, por su parte, el dirigente besa el cuello del joven recio de 25 años, con quien, junto con el alcalde, había tenido un trío la noche anterior. Le acaricia su dura verga de 17 centímetros, mientras la suya está dentro del ano caliente del muchacho, a quien penetra apenas raya el día.
- ¿Verdad que te gusta mi pinga?
- Sí, Vinicio. Tienes rica pinga. Ahhh.
- El joven se pone totalmente boca abajo, y el fornido Vinicio se acuesta encima.
- Párame tu culo. Así. Rico. ¿La sientes?
- Sí. Ahh. Rico.
- De pronto, el celular del dirigente suena. No le hace caso. Suena de nuevo. Lo ignora. Suena otra vez.
- Cuando por fin Vinicio suelta su semen dentro de las entrañas del chico, revisa la pantalla del aparato.
- Ezequiel. ¿Qué mierda quiere ese cuatroojos?
- Lo llama, y se pone al corriente.
- Diles que ya voy, que no me jodan, carajo. Encima les consigo chamba y se me hacen los sabrosos.
- El joven a su costado se pierde viendo cómo una chica le hace beso negro a Rocco en la televisión.
- Vístete, chibolo. Tengo que ir a la obra.
Mientras el agua fría refresca a Renzo, mil cosas vienen a su cabeza: la condición de Gustavo, el primer dia de trabajo, el intento de violación de la noche anterior, su fragilidad.
Por alguna razón, su pene se pone duro. Lo masajea. Lo masturba. Lo deja disparar todo su blanco fluído.
Al salir a desayunar, Eduardo está revisando el diario. Ambos se dan los buenos días. La mesa tiene pan, mantequilla, mermelada, queso, café para preparar. Eduardo tiene un plato con claras de huevo sancochado.
- ¿Listo para hoy?
- Creo que sí, Eduardo. Ese diseño tenía más errores que Windows Vista.
- Ja, ja, ja. Esos arquitectos, por pulirse casi meten la pata. Alucina que habían diseñado una base que sólo soportaría un muro de un metro. Como decía tu viejo, a la municipalidad, van los que sólo sirven para masticar algarroba.
- Ay, mi viejo… a propósito, Eduardo, gracias por lo de anoche.
- De nada. Todo fue providencial. Si la madre de mi hija no la hubiera llamado de urgencia, no se qué habría pasado.
- ¿Urgencia?
- La que iba a ser mi suegra se puso mal. Hipertensión.
- Ah, perdóname por lo que te dije anoche de mí. Sí estoy calificado para este trabajo.
- Lo sé, Renzo. Lo sé. Eres perfecto para este proyecto.
- Eduardo le guiña un ojo, y el joven ingeniero sonríe. Es bueno tener amigos como éste fortachón, piensa.
Aprovechando que un maestro no fue a dictar clase, Miguel avanza un trabajo de teoría del color, cuando alguien le pasa la voz. Es Dante, el musculoso modelo de la clase de figura humana.
- ¿Y qué haciendo aquí?
Vine a cobrar mi quincena. ¿Cómo quedó lo de la escultura?
- Excelente. El maestro me corrigió huevadas, y va a comenzar el modelado en arcilla.
Ah… Y… ¿tu primo?
- ¿Mi primo? ¿qué pasa con mi primo?
Dante se acerca al oído de Miguel.
- Tiene rica pinga. ¿No será de familia?
A las diez de la mañana, Juan llega a su casa, en busca de Tito.
- El ingeniero Jáuregui quiere vernos.
- ¿En serio?
Ambos van hasta el salón comunal, al que se le hizo un encerrado de madera, donde varias personas cargan bolsas de cemento, cortan fierro,llevan carretillas.
Al llegar a la oficina que acondicionaron para la administración, tío y sobrino se encuentran con Vinicio.
- Vaya, vaya. ¿El hijo pródigo?
- Qué tal Vinicio. Nada. Él me acompaña a hacer gestiones.
- Yo le hubiera dado mejor trato laboral que tú, Juancho. Al menos tendría un sueldo.
- Wilo, un chico delgado, alto, que trabaja como chofer para Eduardo, pide a Juan y Tito que entren.
- Al ingresar, Tito busca a Renzo con su mirada, pero no está.
- Claro, ingeniero. Yo entiendo que tienen plazas especializadas, pero mi sobrino podría ser su asistente.
- Don Juan, la verdad aprecio su disposición. Pero ya tengo dos, el señor Wilo, que está en la puerta, y otro muchacho, Jonás… mire, hagamos algo, Jonás no se ha presentado a trabajar hoy. Si no viene, le doy esa chamba a su sobrino.
- No termina de decirlo, cuando el moreno fornido aparece en la improvisada oficina. Saluda humildemente.
- Bueno, don Juan. Parece que por ahora no voy a poder servirlo.
- De pronto, Jonás se repliega detrás de Eduardo, con la cabeza baja.
- Don Juan, si sé de alguien que necesita un asistente o algo, le paso la voz.
- ¡Yo necesito un asistente!
- Es Renzo, quien entra súbitamente tras hacer una inspección al terreno de la escuela. Tito se siente iluminar. Su corazón late con fuerza.
- Pero Renzo… no sabemos nada de este muchacho, con respeto de don Juan.
- Renzo se queda mirando seriamente a Tito, de pies a cabeza.
- Sí, ingeniero, tienes razón… no sabemos nada de él.
- Tito siente que pierde piso. Juan no sabe cómo reaccionar.
- Pero, por otro lado, al menos éste parece decente, ¿no?
- Renzo mira fijamente a Eduardo, y luego trata de que Jonás le levante la mirada, sin éxito.
- A mí me da confianza. ¿Don Juan? Mucho gusto. Su sobrino queda contratado como mi asistente, y bajo mi riesgo.
(CONTINUARÁ)
© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
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