lunes, 19 de agosto de 2013

Cuaderno de Obra (6)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

-          Orlando comienza a sudar frío, sin saber qué responderle a Juan.

-          - Mi- ¿Mi-guel?

-           Sí, mi hijo. Vino acá a cortarse el pelo.

-          Providencialmente, el celular de Juan suena. Es Vinicio. Lo requiere con suma urgencia en el local del sindicato. Orlando tiene 20 segundos para idear una respuesta.

-           Miguel estuvo acá, se cortó el pelo y se fue con su primo… al… gimnasio.

- Si los ves, diles que vayan a la casa, que Irene los necesita.

-           Claro. Descuida.

-          Orlando le da gracias al San Judas Tadeo que corona su puerta detrás de una sábila. Eso estuvo cerca, demasiado cerca.

 

Esa tarde, en la funcional oficina de Acrópolis, Renzo revisa los planos de la escuela que se licitó, cuando Jonás ingresa.

-          Disculpe, ingeniero. ¿El ingeniero Eduardo?

-           Ah. Fue a la municipalidad a hacer una diligencia. Ya viene, creo.

-           Ah, ya… listo, ingeniero… ¿su nombre?

-           Renzo. Renzo de la Piedra. Mucho gusto. ¿Tú eres?

-           Jonás. Yo le hago chambitas al ingeniero.

-          Renzo toma la enorme mano del moreno, quien lo mira de pies a cabeza, mientras su mente maquina algo que pensó que jamás sentiría: seducirlo hasta llevarlo a la cama.

 

Mientras tanto, en Lima, Gustavo revisa un expediente en su oficina, cuando un hombre de unos 50 años ingresa.

-          ¿Qué tal, Papirriqui? Estás con suerte.

-           Te recuerdo que el activo soy yo, Renato, jajajaj.

-          El visitante cierra la puerta tras de sí.

-           ¿Te gustaría estar cerca de tu ingenierito?

-           Renato, no lo llames así, por favor… Un momento, ¿a qué viene la pregunta?

-           Hay un cliente que tiene un proyecto en Piura, y quiere un abogado las 24 horas. Pensé que te interesaría estar cerca de tu pareja.

-           ¿Cuándo debo viajar?

-           En un mes, días más, días menos. Será una buena oportunidad para ti, porque es mi cliente más consentido.

-           ¿A cambio de qué, Renato?

-           Ya sabes. No hace falta que te lo diga.

-          Ambos se miran fijamente.

 

En el sindicato, la dirigencia y varios vecinos se reúnen para ver cómo se distribuirán los cupos para trabajar. Vinicio dirige la junta.

-          La obra dura tres meses. Los inscritos en el Sindicato son 50 más o menos. La idea es simple: según el número de puestos, prorrateamos a la gente. ¿Entendido?

-          Se oye un murmullo de aprobación. Tras varios detalles, la reunión acaba.

-          Juan se acerca  a Vinicio.

-           Oye, compadre. Gracias por darle la oportunidad a Tito.

-           Tranquilo, Juaneco. Buen muchacho, es inteligente. Quiero que me acompañe a Lima, a la Convención.

-           Qué bien. Sólo dime una cosa… ¿Pasó algho entre ustedes?

-          Vinicio se queda estupefacto ante la pregunta a quemarropa.

 

Eduardo entra a su oficina con gesto de victoria.

-          Desembolsó el primer cheque.

-          Jonás y Renzo lo miran, y se contagian de la alegría.

-           ¿Cuándo comenzamos, inge?

-           Ya, la semana que viene. El domingo es la ceremonia de la primera piedra. Con ustedes, el flamante gerente de obra, o sea yo; el ingeniero Renzo, residente; y Jonás, nuestro ojos y oídos. ¿Qué tal esos planos, Renzo?

-           Tienen unas inconsistencias de la patada. Las estoy corrigiendo. Si le hacemos caso al expediente, esas paredes tendrán forma de zig-zag.

-           Bien.

-          El teléfono de Renzo suena. Es Gustavo.

-           ¿En serio? ¿Cuándo? ¡Qué linda noticia! Ahora estoy en la oficina. ¿Te llamo más tarde?

-          Eduardo nota la enorme cara de satisfacción de su residente.

-           ¿Qué pasa, Renzo?

-           Nada. Todo bien. Todo bien.

 

El almuerzo espera a Juan, quien regresa a casa después de la junta. En la cocina, Miguel y Tito ayudan a Irene, a reparar unos enseres.

Tras almorzar y dejar sus platos en la cocina, encuentra solo a Tito.

-          Sobrino, le caíste en gracia a Vinicio. Dice que te llevará a Lima.

-          Tito se sorprende.

-           ¿A Lima, a qué?

-          Juan se sorprende mucho más. ¿Todo está en orden?.

 

Esa noche, en Lima, camino a casa, Gustavo pasa por un supermercado a conseguir unas cosas de última hora para la actividad que tendrá en una hora.

Al salir, alguien le da un volante que contiene información sobre el VIH. Gustavo sonríe, alza la vista: hay una carpa naranja.

Al llegar, una enfermera simpática lo recibe.

-          Vengo por este volante.

-           Claro. Pase.

-          La enfermera le da toda la información sobre qué es el virus, cómo se contagia, cómo no se contagia, y qué hacer si tras la prueba de detección, se tiene el dato de que se está infectado.

-           ¿Desea hacerse una prueba de ELISA?

-           Sí, ¿por qué no?

-          sereno, Gustavo se deja tomar sangre, y tras descansar un momento, retoma el camino al departamento que comparte con Renzo.

-          No termina de ducharse cuando tocan su timbre. Es Renato.

-           Pensé que estabas más… vestido.

-           Me entretuve haciendo unas cosas. La bata no me queda mal ¿o sí?.

-          Renato, siendo cincuentón, se conserva bien: no fuma, no bebe, y, a pesar de su estresante trabajo al frente del estudio de abogados, sabe darse tiempo para todo, especialmente para disfrutar de los chicos.

-           Me voy a cambiar, jefe.

-           No es necesario. Nadie más está acá… además, vamos a desnudarnos luego, ¿no?

-          Tras cenar, efectivamente, Renato y Gustabo van al dormitorio. Ambos se besan apasionadamente. Se quitan la ropa. Gustavo trata de excitar a su jefe acariciándolo, besándole el cuello, las tetillas, lamiéndole los labios.

-           ¡Qué cuerpo firme, Renatito!

-           El tenis, Papirriqui.

-          Los dos se echan en la cama, y siguen acariciándose y besándose.

-          Renato logra alcanzar el pene grande y erecto de Gustavo y comienza a mamarlo con ternura por varios minutos. En compensación, Gustavo se pone un condón y penetra a su jefe por el culo, bombeándolo con cierta parsimonia. Ya sabe que si lo hace duro, comenzará a hacerlo doler y a sangrar. La última vez que se acostó con Renato, tuvo que darle primeros auxilios pues se desmayó al ver el rojo fluído.

-          Tras una hora de fragor, Gustavo eyacula.

-           Como siempre, magistral. ¿Listo para mudarte a Piura? ¿Ya le avisaste a tu parejita?

-           Sí, se puso contento.

-           Qué bien. Lástima que no estarás cerca, así que tendré que aprovecharte al máximo.

-          Renato se levanta, se baña, y tras vestirse, se va del departamento.

-          Gustavo se queda pensando: ¿es una oportunidad esa chamba por Piura? ¿no es un retroceso en su carrera? Por otro lado, estaría cerca de Renzo. Renzo. Renzo…

-          Cuando el teléfono suena, Gustavo se da cuenta que ya amaneció. Ve el número en su celular: es un fijo. ¿Será chamba o Renzo se quedó, para variar, sin batería?

-           Sí… Soy yo… ¿El hospital? ¿qué pasó? …

 

(CONTINUARÁ

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta a continuación.

 

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