Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.
Una lluvia intensa se abate sobre el lugar. En el cuarto de los padres de Coco, las ropas de Renzo y Tito se extienden sobre unas sillas, tratando de que se sequen. En la cama, bajo las cobijas, los cuerpos desnudos de ambos se entrelazan no sólo buscando calor, sino algo nuevo. Se besan. Se acarician. Siente su excitación en lo bajo de sus vientres.
Tito gira y logra acostarse sobre Renzo.
- Perdóneme, pero no pude resistir.
- Yo creo que debo pedir perdón.
- Ambos vuelven a besarse intensamente. Tito comienza a frotar su largo y grueso pene sobre el pubis de Renzo, quien le abre las piernas, le ofrece su cuello. Entonces, los gemidos aparecen, hasta que Renzo reacciona.
- No, Tito. No puedo.
- El muchacho para, se desconcierta por un segundo, pero logra entender la situación.
- Es tu pareja… digo, su pareja, ¿cierto?
- Renzo afirma con la cabeza. Entonces Tito se acuesta a su lado.
- Perdóname. No puedo hacerte el amor, aunque…
- ¿aunque?
- Me gustas, Tito. Me gustas desde el primer día que te vi.
- Pero eres ajeno… como la canción de Eddy Herrera.
- Tito se levanta de la cama, a ver la ropa. Renzo puede ver la amplia espalda, el culo levantado, las fuertes piernas.
- Tito abre un poco la ventana.
- Está pasando la lluvia. Podemos salir. ¿Vino en carro?
- No. Llamaré un taxi.
- Cuando Renzo termina de llamar, Tito le alcanza su ropa.
- ¿sabe algo, ingeniero?
- Tito, deja de tratarme de usted. Aquí no somos superior y subordinado. En el trabajo sí.
- Bueno. ¿Sabes algo, Renzo? Yo… también sentí que te hice el amor. Mejor dicho, que intenté hacerlo. Lástima que no estés libre. Todos estos días me he dado cuenta que no eres como los demás chicos,porque -¿para qué te lo voy a negar?- he tirado con varios, pero sólo fue eso: sexo.
- qué lindo eso que dices, Tito. Perdóname otra vez.
- Un claxon se oye afuera. Renzo se viste rápidamente. La ropa no está seca del todo.
- Al llegar a la puerta de la casa, Renzo da una última instrucción.
- Toma el día libre, si lo deseas. Igual llegaré un poco tarde, como a las diez.
- Claro.
- Cuando el taxi se retira, Coco se le acerca y lo palmea en el hombro.
- Bien con el ingeniero, agarra’o. pero no duraste mucho.
- No pasa nada. No creo que vuelva a pasar.
- Tito sale de la casa, y se va corriendo a la de Juan, pues la lluvia vuelve a arreciar.
Al iniciar la jornada en la obra, a las ocho de la mañana, los obreros se apiñan a recibir instrucciones. Juan va a ver las herramientas para iniciar los trabajos con las armazones de las columnas que faltan. Al llegar, el encargado de almacén le tiene una noticia inesperada: las herramientas se han perdido.
Juan va a reportarlo al capataz.
- Pero si usted es el encargado de esas herramientas. ¿Cómo pudieron haberse perdido?
- Yo las entregué ayer. Aquí está mi cargo.
- Juan alarga un papel firmado. El capataz le pide esperar un momento.
- Tras unos minutos, Eduardo le pide ingresar a su oficina.
- Mire, don Juan. Lástima que aún no llega el ingeniero Renzo para que tome parte de esta decisión, pero sin herramientas no se puede avanzar. Así que… hasta que no resolvamos este hurto, porque lo es, lo separaremos de la obra.
- ¿Qué?
A las nueve, Tito recién se levanta, se baña, sale a prepararse desayuno, y se va a cambiar para ir a la obra, cuando escucha que cierran la puerta de la calle, de golpe.
Sale rápido, y encuentra a su tío Juan ofuscado.
- Me sacaron de la obra.
- ¿Cómo que te sacaron?
- Se perdieron las herramientas que me encargaron.
Renzo llega a las diez y media a la obra. Tras disculparse por la tardanza con Eduardo, entra a su oficina: Tito lo espera molesto.
- Ya me doy cuenta cómo eres. Todos ustedes son iguales. Si no les dan huevo, o no les dan el culo, se vengan.
- Tito, ¿de qué hablas, por favor?
- No te hagas. Le escondieron las herramientas a mi tío. Lo botaron. ¿Fue porque no te hice nada?
- Tito, ves que acabo de llegar. ¿No recuerdas que planeamos lo de espiarlos?
- ¿Me juras que no sabes nada, acaso?
- ¿Nada de qué?
- Tito le cuenta los detalles. Renzo lo entiende todo.
- Cuando Renzo va a buscar a Eduardo se encuentra con Jonás.
- El ingeniero ssalió. Viene luego. Parece que el tío es medio choro, ¿no?
- ¿Tienes pruebas, acaso? Porque si no tienes nada, debes morderte la lengua.
- Renzo sale ofuscado. Jonás se queda pensando que mejor sería morderle la boca.
Por la tarde, en la agencia de transportes, Vinicio, Ezequiel y una dirigenta esperan el autobús a Lima.
- ¿Y tu dirigente joven? Ya va a ser hora.
- Falta veinte minutos aún.
- Una señora llega.
- ¿Usted es don Vinicio?
- Sí, señora. ¿Qué pasó?
- Mi Lucas no podrá viajar. Anoche le dispararon en la pierna. Necesito ayuda.
- Por los altavoces, empiezan a llamar a los pasajeros.
- Ya. El lunes en el Sindicato veremos qué podemos hacer. Tengo que irme, señora. Vamos compañeros.
Al día siguiente, a primera hora, Renzo llega a la clínica donde convalece Gustavo. se encuentra con su hermana, Dora.
- ¿Cómo está?
- Habla algo, pero sigue con suero.
- Bendito sea Dios… dime que puedo verlo, aunque sea un instante.
Dora le dice que sí.
Renzo se pone un traje quirúrgico e ingresa al cuarto. Gustabo está sobre la cama, con los ojos cerrados.
- Cuando Renzo verifica que nadie lo ve, lo acaricia en la cabeza. Gustavo abre los ojos; sonríe.
- Tranquilo. Ya vine. Te dejo una semana y algo te pasa.
- Per… ddóna… me por…
- Tranquilo. Todo estará bien.
- No… no está… bien.
- Tavo, no digas eso.
- Ren… zo… Ten… ten… tengo… V… VIH.
(CONTINUARÁ)
© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
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