martes, 17 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (27)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

En una juguería cerca del centro de la ciudad, Gustavo no pierde una sílaba de lo que Jonás le dice sobre Tito.

Eso le explica la reacción del muchacho cuando lo conoció horas antes, además del sobresalto de Renzo cuando llegó a su oficina.

-          Ese Tito es un vividor. Con decirle que por su culpa detuvieron a Orlando, el peluquero de la barriada. Hasta el tío es choro, doctor.

-           Entiendo, Jonás. Gracias por la información.

-           Y… ¿qué hará, doctor?

-           Descuide. Es asunto mío.

-          Gustavo paga los jugos y se va. Jonás siente que ha anotado una victoria.

 

Cuando Tito regresa del gimnasio, en la puerta de la casa de su tío está Renzo, esperándolo.

-          Ingeniero, ¿pasó algo?

-           Tito, tenemos que hablar. Es sobre Gustavo.

-           Renzo, mira, no hay nada que hablar. Para mí está todo claro: él es tu pare… tu pareja. Tú y yo… nunca…

-          Ambos se quedan en silencio y mirando al suelo por unos segundos.

-           Perdóname. Me gustaría iniciar algo contigo, pero no puedo. No puedo dejarlo.

-           Me imagino que lo quieres mucho. Es por eso.

-           Sí lo quiero, pero… es que… no puedo, Tito. Perdóname.

-           Nos vemos el lunes, ¿sí?

-          Tito entra a la casa, mientras Renzo siente que la encrucijada en su corazón es más compleja de lo que, siquiera, sospecha.

 

Horas más tarde, por la noche, Tito y Miguel deciden salir. Aprovechando que tienen algo de dinero, su plan es ir a algún sitio a tomar algo, bailar, si es posible agarrar con alguna chica, y regresar como si nada.

Llegan a un pub del centro de Piura, donde están otros amigos artistas de Miguel.

En poco más de tres cuartos de hora, Tito siente que alguien le toca el hombro. Al voltear con la intención de reclamar, se encuentra con Dante.

 

No muy lejos de allí, Renzo y Gustavo cenan comida italiana. Ambos conversan de todo un poco: el trabajo, la familia, ambos.

-          Tavo, ¿vas a empujarte toda esa lasaña?

-           Tengo hambre, amor. ¿Tú crees que la miseria de refrigerio del avión es suficiente?

-          Renzo sonríe.

-           Oye, el depa que hallaste está mostro. No es enorme, pero tampoco es una ratonera.

-           Y está cerca de todo, hasta del gimnasio.

-           Tavo, no puedes alzar peso.

-           Poco a poco. Tengo que recuperarme. Tengho que estar en forma para cierto loquillo que adora tocar mis bíceps cuando hacemos el amor.

-           ¿Ah, sí? Mmmm… qué goloso es ese loquillo.

-           Por eso no voy a dejar que nadie me lo quite.

-          Renzo se sonroja. El tenedor se le cae a la mesa. ¿Acaso Gustavo se dio cuenta de alhgo?

 

Por su parte, una camioneta se estaciona frente a la peluquería de Orlando. Baja él y Jonás.

-          Gracias por traerme. No le voy a perdonar a ese ingenierito  esta herida en mi frente.

-          Orlando se toca la gasa que cubre la sutura que le hicieron cuando intentó atacar a Renzo, y Tito lo impidió.

-           Puta ma’re, causa. Lo primero que te dicen y lo primero que se te olvida. La condición para sacarte fue que te olvides de ese tema. El culpable de esto es el tal Tito. Que no se te olvide.

-           Pero yo no quiero hacerle daño a él. Quiero que se aleje de ese ingeniero.

-           Por eso, si ahces lo que te decimos, lo lograrás.

-           Bueno, gracias. Lo haré por todo lo que me dijiste de…

-           Shhhh…. Es un secreto, recuerda. Carajo, por eso nadie confía en ustedes, mierda. Todo lo que les dicen lo chismean. Mas bien… ¿no me invitas a pasar? Acá hace frío.

 

Renzo y Gustavo van al apartamento de Eduardo. Las cosas de ambos ya están empacadas. Gustavo se saca el polo.

-          amor, esa herida está supurando. Tenemos que cambiar esa venda.

-          Renzo acuesta a su enamorado, y comienza la tarea de curar la herida aún en carne viva. Las manos del ingeniero están protegidas por guantes quirúrgicos. Al ver eso, Gustavo sabe que debe comunicar la buena nueva, que no está infectado; mas, si eso sucede, ¿Renzo seguirá a su lado?

-           Listo. Ya está. ¿No te dolió?

-           No. Menos mal que el disparo fue limpio, y no me afectó nada.

-           Unos centímetros más y te perforaba el pulmón. Pero, ¿cómo fue todo eso?

-           Creo saber dónde me contagié, y quién fue. Quise información y me dispararon.

-           Tavo, ¿y quién fue?

-           El chico con quien hice el bare-back hace siete años.

-           ¿Cómo estás tan seguro?

-           Fue el único al que tiré sin condón.

-          Renzo levanta las cejas, sonríe, y va al baño a deshacerse de la gasa manchada. Gustavo decide que mantendrá la mentira.

-           Nadie te alejará de mí, especialmente ese misio de mierda.

 

Jonás y Orlando cachan como locos. La enorme pinga del moreno entra y sale del culo del peluquero.

-          Ay, ya no. Me duele.

-           Pero no las he dado aún.

-           Me duele.

-          Cuando Jonás mira el ano de Orlando, lo encuentra ensangrentado.

-           Uy, te rompí el ojete, jajajaj…

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

 

 

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