Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.
Tito respira con cierta agitación. Dos hombres corpulentos aparecen detrás de Orlando. Uno lo toma de un brazo y le tapa la boca; el otro lo agarra del otro brazo. Ambos lo arrastran hasta un callejón. Orlando va detrás de ellos.
Cuando al fin llegan, lo arriman contra una pared.
- ¿Te crees muy machito? Ahora verás lo que le hacemos a los machitos.
- Uno de ellos, empieza a jalar violentamente su jean, tratando de bajárselo. A pesar de su contextura atlética, Tito no puede hacer mucho, aunque forcejea.
- Al fin, y tras romperle un botón, uno de los hombres, logra no solo bajar la prenda, sino dejar al descubierto el trasero del muchacho: dos grandes y lampiñas corvas.
- Entonces, el otro hombre corpulento comienza a bajarse la bragueta y sacarse su enorme pene erecto. Commienza a sobarlo contra la raja del culo de Tito.
Al otro lado de la ciudad, Gustavo hace una consulta en su smart-phone.
- Lo tengo: Carga Segura EIRL. ¿Reconoces este nombre?
- ¿Carga segura? No. No es ningún proveedor de la empresa. Pero ése que pasó era Wilo. Ésa era la placa de la camioneta de la empresa.
- Pero, qué cojudo. ¿Cómo se le ocurre regar esa evidencia? Oye, y… ¿no será que es una coincidencia?
- Si la constructora quiere hacer negocios a esta hora, es para ver materiales, y aquí no tenemos ningún proveedor.
- Pero no conoces Piura. Igual que yo eres nuevo.
- Existen los planos, Tavo.
- La camioneta va de regreso.
- ¿Viste? Es Wilo
- Ayyyy!
- Orlando siente un impacto en su espalda. En cuestión de segundos, una lluvia de piedras impactan a él y a los otros dos maleantes.
- ¡Suéltenlo, carajo!
- En medio de la lapidación, Orlando logra ver a unas diez personas en la entrada del callejón lanzándoles piedras. Los otros dos corpulentos tratan de zafarse, pero de inmediato el grupo se les abalanza, y logra reducirlos. Otro par detiene a Orlando, mientras Juan y Miguel rescatan a Tito, quien está arrimado a la pared, con el pantalón abajo, el culo desnudo, llorando de rabia.
- ¿Te hicieron daño, Tito? Responde, por favor: ¿te hicieron daño?
Esa mañana, cuando el sol está alto, en la oficina del Sindicato aparece Lucas. Ezequiel lo recibe.
- Hola. El compañero Vinicio te dejó el encargo.
- Ezequiel entrega un sobre cerrado. Lucas lo abre: es un cheque de cuatro cifras.
- ¿Dónde está él?
- No lo sé. Pero con lo que te está dando, creo que ya no lo debes molestar. Te aconsejo que nos dejes tranquilos. Tú sabes. El Sindicato tiene cierto poder…
- Mire. Yo sólo quiero pagar la deuda del hospital. Lo que haga el Sindicato me llega a la punta del huevo. ¡Sarta de maricones!
- Lucas se va. Minutos después, Vinicio aparece de su escondite: el almacén. Ezequiel lo mira molesto.
- Estuvo cerca.
- ¿No te da vergüenza, carajo?
- Oye, me estás hablando a…
- ¡Sí, carajo! Todo lo que ganamos se va en pagar tus gastos con esos chicos. ¡Y no me salgas con eso de las oligarquías, el neoliberalismo, ni esas huevadas!
- Oye, ¿sabes qué poder ten…
- Métete tu poder al culo, Vinicio. No eres más que un dirigente corrupto y maricón. ¿Y sabes qué? No me importa si regreso a la cárcel, pero conmigo ya no cuentas. ¡Renuncio!
Gustabo está trabajando algunos documentos con el cliente que le asignaron desde Lima, cuando recibe una llamada. Tras escusarse, sale a un pasillo.
- Oye, te dije que no llamaras aquí… ¿Qué…? ¡Puta ma’re! ¿Cómo se le ocurre…? Mira, que todo siga su curso… AAh, y a mí que ni me meta, o lo termino de joder…
- Presiona el botón rojo de su celular. Respira hondo. Busca un número para llamar. Se arrepiente. Regresa a ver al cliente.
En la carceleta de la comisaría, Orlando recibe la visita de Jonás.
- Eres un cojudo, peluquero de mierda. ¿Cómo se te ocurre hacer eso?
- Es que me moría de la rabia.
- No me vengas con mariconadas. Tenías comparecencia restringida, ahora te cagaste.
- Pero, puedes hablar con…
- Ya no quiere saber nada de ti. No te va a salvar. Cágate.
- Jonás se va. Entran a los otros dos maleantes.
- Uno de ellos lo mira y se le acerca.
- So reconchatumadre, por tu culpa estamos jodidos.
- Miren, no me estresen más…
- Estresen, estresen. So maricón. Ahora tú vas a pagar lo que nos pase.
- Un policía organiza unos papeles. Al fondo se escuchan unos gritos ahogados. El efectivo sólo se limita a cerrar una puerta para que el ruido no se escuche.
- ¿seguro? Ése es el nombre del alcalde… Claro… Gracias, amor… Claro, nos vemos para almorzar.
- Renzo trata de atar cabos. A él le parece que nada de lo que vio desde la noche anterior es casual. Lo peor de todo es que no llega Tito para compartirle los hallazgos.
- Entonces, alguien toca la puerta. Sale presuroso a abrirle a… ¿Juan?
- ¿Qué pasó? ¿Sabe por qué no vino Tito?
- Juan le relata lo ocurrido la noche anterior. Renzo se desespera.
- Quiero verlo. Necesito verlo.
- Ingeniero, con todo respeto. Mejor dejémoslo ahí. No estamos molestos con usted, pero creemos que lo mejor es que ya no lo involucre más.
- Los ojos de Renzo se llenan de lágrimas.
- Todo esto es mi culpa.
- Ingeniero, son gajes del oficio. El problema es que fue muy peligroso.
- Por favor, don Juan. Tengo que verlo. Él me salvó.
- Lo sé, pero mejor no. Es más: Tito ya no vendrá a trabajar.
(CONTINUARÁ)
© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario