jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (29)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

Tito respira con cierta agitación. Dos hombres corpulentos aparecen detrás de Orlando. Uno lo toma de un brazo y le tapa la boca; el otro lo agarra del otro brazo. Ambos lo arrastran hasta un callejón. Orlando va detrás de ellos.

Cuando al fin llegan, lo arriman contra una pared.

-          ¿Te crees muy machito? Ahora verás lo que le hacemos a los machitos.

-          Uno de ellos, empieza a jalar violentamente su jean, tratando de bajárselo. A pesar de su contextura atlética, Tito no puede hacer mucho, aunque forcejea.

-          Al fin, y tras romperle un botón, uno de los hombres, logra no solo bajar la prenda, sino dejar al descubierto el trasero del muchacho: dos grandes y lampiñas corvas.

-          Entonces, el otro hombre corpulento comienza a bajarse la bragueta y sacarse su enorme pene erecto. Commienza a sobarlo contra la raja del culo de Tito.

 

Al otro lado de la ciudad, Gustavo hace una consulta en su smart-phone.

-          Lo tengo: Carga Segura EIRL. ¿Reconoces este nombre?

-           ¿Carga segura? No. No es ningún proveedor de la empresa. Pero ése que pasó era Wilo. Ésa era la placa de la camioneta de la empresa.

-           Pero, qué cojudo. ¿Cómo se le ocurre regar esa evidencia? Oye, y… ¿no será que es una coincidencia?

-           Si la constructora quiere hacer negocios a esta hora, es para ver materiales, y aquí no tenemos ningún proveedor.

-           Pero no conoces Piura. Igual que yo eres nuevo.

-           Existen los planos, Tavo.

-          La camioneta va de regreso.

-           ¿Viste? Es Wilo

 

-          Ayyyy!

-          Orlando siente un impacto en su espalda. En cuestión de segundos, una lluvia de piedras impactan a él y a los otros dos maleantes.

-           ¡Suéltenlo, carajo!

-          En medio de la lapidación, Orlando logra ver a unas diez personas en la entrada del callejón lanzándoles piedras. Los otros dos corpulentos tratan de zafarse, pero de inmediato el grupo se les abalanza, y logra reducirlos. Otro par detiene a Orlando, mientras Juan y Miguel rescatan a Tito, quien está arrimado a la pared, con el pantalón abajo, el culo desnudo, llorando de rabia.

-           ¿Te hicieron daño, Tito? Responde, por favor: ¿te hicieron daño?

 

Esa mañana, cuando el sol está alto, en la oficina del Sindicato aparece Lucas. Ezequiel lo recibe.

-          Hola. El compañero Vinicio te dejó el encargo.

-          Ezequiel entrega un sobre cerrado. Lucas lo abre: es un cheque de cuatro cifras.

-           ¿Dónde está él?

-           No lo sé. Pero con lo que te está dando, creo que ya no lo debes molestar. Te aconsejo que nos dejes tranquilos. Tú sabes. El Sindicato tiene cierto poder…

-           Mire. Yo sólo quiero pagar la deuda del hospital. Lo que haga el Sindicato me llega a la punta del huevo. ¡Sarta de maricones!

-          Lucas se va. Minutos después, Vinicio aparece de su escondite: el almacén. Ezequiel lo mira molesto.

-           Estuvo cerca.

-           ¿No te da vergüenza, carajo?

-           Oye, me estás hablando a…

-           ¡Sí, carajo! Todo lo que ganamos se va en pagar tus gastos con esos chicos. ¡Y no me salgas con eso de las oligarquías, el neoliberalismo, ni esas huevadas!

-           Oye, ¿sabes qué poder ten…

-           Métete tu poder al culo, Vinicio. No eres más que un dirigente corrupto y maricón. ¿Y sabes qué? No me importa si regreso a la cárcel, pero conmigo ya no cuentas. ¡Renuncio!

 

Gustabo está trabajando algunos documentos con el cliente que le asignaron desde Lima, cuando recibe una llamada. Tras escusarse, sale a un pasillo.

-          Oye, te dije que no llamaras aquí… ¿Qué…? ¡Puta ma’re! ¿Cómo se le ocurre…? Mira, que todo siga su curso… AAh, y a mí que ni me meta, o lo termino de joder…

-          Presiona el botón rojo de su celular. Respira hondo. Busca un número para llamar. Se arrepiente. Regresa a ver al cliente.

 

En la carceleta de la comisaría, Orlando recibe la visita de Jonás.

-          Eres un cojudo, peluquero de mierda. ¿Cómo se te ocurre hacer eso?

-           Es que me moría de la rabia.

-           No me vengas con mariconadas. Tenías comparecencia restringida, ahora te cagaste.

-           Pero, puedes hablar con…

-           Ya no quiere saber nada de ti. No te va a salvar. Cágate.

-          Jonás se va. Entran a los otros dos maleantes.

-          Uno de ellos lo mira y se le acerca.

-           So reconchatumadre, por tu culpa estamos jodidos.

-           Miren, no me estresen más…

-           Estresen, estresen. So maricón. Ahora tú vas a pagar lo que nos pase.

-          Un policía organiza unos papeles. Al fondo se escuchan unos gritos ahogados. El efectivo sólo se limita a cerrar una puerta para que el ruido no se escuche.

 

- ¿seguro? Ése es el nombre del alcalde… Claro… Gracias, amor… Claro, nos vemos para almorzar.

-          Renzo trata de atar cabos. A él le parece que nada de lo que vio desde la noche anterior es casual. Lo peor de todo es que no llega Tito para compartirle los hallazgos.

-          Entonces, alguien toca la puerta. Sale presuroso a abrirle a… ¿Juan?

-           ¿Qué pasó? ¿Sabe por qué no vino Tito?

-          Juan le relata lo ocurrido la noche anterior. Renzo se desespera.

-           Quiero verlo. Necesito verlo.

-           Ingeniero, con todo respeto. Mejor dejémoslo ahí. No estamos molestos con usted, pero creemos que lo mejor es que ya no lo involucre más.

-          Los ojos de Renzo se llenan de lágrimas.

-           Todo esto es mi culpa.

-           Ingeniero, son gajes del oficio. El problema es que fue muy peligroso.

-           Por favor, don Juan. Tengo que verlo. Él me salvó.

-           Lo sé, pero mejor no. Es más: Tito ya no vendrá a trabajar.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

 

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