lunes, 23 de septiembre de 2013

Cuaderno de Obra (31)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

En lo que será la escuela, ya hay algunas paredes levantadas, pero, como faltan los acabados, la construcción inconclusa semeja un laberinto.

Por un momento, Juan recuerda la leyenda del Minotauro de Creta y sonríe alucinando cómo luciría desenrollando un ovillo para no perderse. La mejor manera de vencer a un laberinto es con un ovillo de hilo, se repite.

Aprovechando que las paredes ya forman espacios cerrados, y para evitar que los tanques se queden con agua, se baña. Se quita la ropa poniendo al descubierto su cuerpo atlético. Aunque ya tiene más de 40, parece que tuviera diez o veinte años menos, especialmente por esos brazos, ese pecho, ese abdomen plano y marcado, esas voluminosas piernas, ese culo redondo .

No termina de echarse el primer balde con agua.

-          Don Juan, disculpe.

-          Casi asustado, se voltea. Es uno de los obreros más jóvenes, un muchacho trigueño y simpático, que ingresó como aprendiz esa semana.

-           No quise asustarlo. Sólo vine a avisarle que ya aseguré lo que me pidió.

-           Ah, ya. Chévere contigo.

-           ¿Queda agua?

-           ¿Quieres bañarte?

-           Si no le incomoda.

-          Juan le da el balde. El muchacho sonríe. Se quita la ropa.

-          Juan, de pronto, tiene ante sus ojos, un cuerpo tan formado como el suyo, todo marcado: brazos, pecho, abdomen, piernas… pero por donde se le van los ojos es en su prominente culo lampiño, algo claro. El chico se echa el primer balde con agua, con los ojos cerrados. Al abrirlos, tiene a Juan mirándolo fijamente. Tampoco puede evitar explorar con la mirada el cuerpo de su jefe, en especial la verga dura y grande que luce.

-           Es normal. A mi me pasa también.

-           ¿Qué?

-           Se le paró el huevo.

-          Juan se mira la erección.

-           A mí también me pasa.

-          Juan mira la entrepierna del chico. También lo tiene parado. Es un pene no tan grande como el suyo, pero grueso y venudo.

-          Súbitamente, ambos se ponen de frente, se acercan hasta rozarse. De pronto, se abrazan de golpe, y comienzan a frotarse las pingas. No tardan en besarse. Gimen. Siguen moviéndose. El chico gira, y hace que Juan le sobe su pinga entre las nalgas. Las manos de ambos se recorren.

-          Juan, entonces, siente que su leche se dispara en la espalda baja del chico, quien se masturba, hasta regar su líquido blanco y pegajoso sobre el suelo de arena. Ya satisfecho, gira sonriente para ver a su jefe.

-           ¿Qué le pareció?

-           Chévere, Robin.

-          Pronto, Juan comienza a sentir cómo la culpa reemplaza al placer.

 

en un rincón del estudio, Dante hace miles de planes en su cabeza. La aceptación de Tito era lo que no se esperaba, pero lo que más quiere.

-          Entonces, termino de cumplir con el maestro y nos vamos. Me tomará unos tres días más.

-           Ya. Como que veo qué llevo.

-          Dante va a buscar su ropa al otro extremo del estudio y luego va al baño. Entonces Miguel se acerca a su primo.

-           ¿Estás seguro de lo que estás haciendo, Tito? Irte así, de pronto.

-           ¿Qué estoy consiguiendo acá? Anoche me tuviste que rescatar, cuando…

-          Tito no puede continuar. Rompe en llanto. Miguel se aproxima y lo abraza.

-           No era mi intención.

-          Tito se calma un poco. Dante se aproxima, y al ver la escena, siente que algo no está bien. ¿Qué motiva esa súbita decisión de Tito? ¿Le hizo algo ese Renzo?

 

En un restaurante del centro de Piura, Eduardo espera. No por mucho tiempo. Sus dos invitados aparecen.

-          Renzo, Gustavo, bienvenidos. Gracias por venir.

-           ¿Pasó algo? ¿Celebras algo?

-           No, Renzo. La cena tiene una sola finalidad: pedirte que no renuncies. No ahora. Esa escuela te necesita.

 

Casi a la hora de la novela, Juan llega a su casa. Irene lo recibe con el cariño de toda la vida. Hasta ese momento, estaba preocupada por la demora.

-          Flaquito. ¿Qué te pasó? ¿Por qué tardaste?

-           Disculpa…

-           ¿Te pasa algo? ¿Pasa algo con la obra?

-           ¿Está Miguel?

-           Aún no llega. ¿Por qué? ¿Tiene que ver con Miguel?

-           No. Conmigo. Hay algo que no sabes sobre mi vida. Algo que nunca te conté.

 

Ezequiel está jugando con su hijita, cuando su esposa le avisa que alguien lo busca. Al informarle que es Vinicio, Ezequiel se siente extrañado al inicio, pero igual va a atender. Lo cortés no quita lo valiente.

-          Compadre. Perdona por venir. La verdad pensé que no me atenderías.

-           Dime, Vinicio. Disculpa que no te haga pasar, pero estamos arreglando cosas.

-           Normal. Oye, necesito que regreses al Sindicato. Tienes razón: la gente que elegí nos ha generado pérdidas.

-           ¿Gente?

-           Lucass, el Tata… sabes que anoche lo jodió al sobrino de Juan. Además, tenemos ese trato con el alcalde y con…

-           Mira, Vinicio. Agradezco que confíes en mí, pero me cansé de eso. Mañana me iré de Piura. Quiero comenzar otra vida lejos de esto, lejos del Sindicato.

 

Miguel, Tito y Dante caminan por el centro de Piura, mirando vitrinas, conversando, vacilándose, tratando de olvidar el momento tenso de una media hora atrás.

No terminan de doblar una esquina cuando se chocan de frente con Gustavo… y Renzo. Tito no sabe cómo reaccionar, ni a dónde correr, si acaso el centro atestado de Piura le permite correr a alguna parte.

Renzo quiere abrir sus labios, cuando el brazo de Gustavo lo fuerza a caminar hacia el escarabajo, y entrar.

Miguel abraza a Tito para ir en sentido opuesto, mientras Dante no puede explicarse qué está pasando allí.

-          Ya Tito, olvida a ese huevón de Renzo.

-          Entonces, Dante ata cabos.

-           Así que ése es el famoso Renzo.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

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