miércoles, 2 de octubre de 2013

Cuaderno de Obra (38)

Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.

 

Es domingo. Orlando piensa que la cárcel y la libertad no tienen mucha diferencia: hay que saber sobrevivir. Su estrategia es tan simple como ofrecer cortes de pelo, especialmente a los reos más rudos, con su culo como un jugoso y bien acogido extra. De algo sirve jugar voley.

Está cortando el cabello a un sicario, cuando llega un policía.

-          Mariposita, tienes visita.

-          Orlando acompaña al atlético uniformado con cierto recelo. La última vez que lo hizo terminó ofreciendo ese jugoso culo a él y a otros dos policías. Ni modo, es parte de la supervivencia, cree el peluquero.

-          Llega a la sala de visitas, y se sorprende. Hay una chica, quien está acompañada por… Renzo.

 

al mismo tiempo, Gustabo, apenas salido de la ducha, pues acaba de hacer algo de gimnasia en el departamento, va a atender la puerta.

-          Buenos días, doctor.

-           Lucas. Pasa.

-          Ni bien cierra la puerta, ambos se abrazan y comienzan a besar.

-           ¿Así tan rápido?

-           Yo prefiero ganar tiempo. Quiero tirarme un buen par de polvos contigo.

-          Gustavo termina de decir esto, cuando se afloja la toalla que tiene a la cintura, quedándose desnudo. Lucas deja sacarse el polo, el jean, el boxer. Dos vergas duras se chocan. Es el preludio de una mañana de placer.

 

-          - Descubrí que tenía mano pa’ los negocios cuando era chibolito. Desde que entré a la secundaria, vendía cositas, hasta revistas porno. Cuando estaba en quinto, nos habían dejado un trabajo de investigación en parejas, y lo hice con el compañero más agarrado y más bruto del salón. Terminamos teniendo sexo en su cuarto. Estábamos en lo mejor, cuando su mamá nos descubrió. Fue horrible. Se lo dijo a mi papá. Cuando salí del colegio le dije que quería ser administrador. Me dijo que no, que no le pagaría estudios a hijos maricones. Me fui de mi casa. Un amigo mayor que es peluquero se apiadó de mí, y me dio chamba como aprendiz. Aprendí todo su arte. Luego él se fue a Lima. Peina a las modelos, las animadoras. Me dejó su negocio. Tuve buena clientela, pero los chicos fueron mi debilidad. Mi negocio casi quebró, así que tenía que hacer algo. Un amigo me dijo que podía empezar de nuevo en la barriada. Renací. Claro, no tenía encopetadas, pero tenía para comer, hacer mi casa, darle a mi viejita. Bueno, y para seguir disfrutando de los chicos, pero con más cabeza. Casi todos los del SC pasaron por mi cama, a cambio de no cobrarles un corte de pelo, o por plata. Así también llegó Tito. Cada vez que se cortaba el pelo, cerraba la peluquería, íbamos al cuarto, y dejaba que me hiciera mierda. Siempre me dijo que sólo era sexo, nada más. Yo comencé a templarme de él. Por cierto, su tío, Juan, también fue uno de mis machos. El caso es que me obsesioné con él. Cuando comenzó la obra, conocí a Jonás, el que era asistente del ingeniero Eduardo. Una noche estábamos tirando, cuando me dijo que usted le gustaba pero que no le daba por dónde, que estuvo a punto de hacerlo caer, y que lo salvaron. Él me dijo que usted se había templado de Tito, a pesar que ya tenía su pareja. Yo le dije a Jonás que daría cualquier cosa por tener a Tito como pareja. Él me dijo que me ayudaría. Luego llegó diciendo que sí había posibilidad. Yo no le creí, porque también sabía que Tito sentía algo por usted. No me pregunte cómo me enteré; sólo créame. Entonces, Jonás me empezó a hablar muy mal de usted. Llegué a pensar en usted como un rival. Jonás me contó que se habían dado cuenta de que usted y Tito espiaban la obra, y que usted era un irresponsable por jalar a Tito. Me enfurecí. Por eso lo ataqué. Ahí fue cuando conocí a su pareja, Gustavo. Por cierto, un churrazo su morenito. Perdón. Su… pareja le habló al fiscal para que no me detuvieran, pero me dijo que me portara bien. Una noche, después de tener sexo con Jonás, me dijo que me dejarían parte del material que estaban robando. Ahí conocí a dos obreros del sindicato de Vinicio. Sí lo conoce, ‘cierto? Resulta que él también le tenía puesto el ojo a usted, pero no le daba por dónde. Decidimos que lo mejor para todos nosotros era que usted se separara de Tito. Pero yo fui más allá. Contraté a los dos obreros, sólo para asustar a Tito, pero se excedieron. No contábamos con que los vecinos se ganaron. Me detuvieron otra vez. Su novio ya no me quiso ayudar. Que me joda, me dijo. Y… ya ve… me jodí a mis 35 años de edad… No me cree, ¿cierto?

-          Renzo se queda en silencio por largo tiempo.

-           No es eso. Es como si me hubiera armado el rompecabezas completo. Ahora entiendo muchas cosas. Muchas cosas.

 

En un escritorio del Sindicato, Vinicio tiene en sus manos un papel escrito en un lenguaje médico poco claro para él. Pero ya se lo tradujeron. Muchas veces le habían advertido que no lo hiciera sin condón, que era riesgoso, pero le llegó a la punta del huevo.

-          Un dirigente sidoso. ¿qué poder tiene un dirigente sidoso?

-          Mira todo. Parece estar en orden. Abre un cajón con llave.

-          Minutos después, un disparo se oye en todo el inmueble.

-          Cuando Ezequiel llega con la Policía, encuentra a Vinicio echado sobre su pupitre, una gran mancha roja en la pared, y un raro sobre: “Para el compañero Ezequiel”.

 

De vuelta en Piura, en la oficina de la abogada, Renzo busca recuperarse de su shock. La chica le da un vaso con agua.

-          ¿qué harás?

-           Creo que la respuesta es obvia. Ya no tengo nada que perder.

-           Ah, Renzo, antes que te vayas, encontré estos documentos que no son parte del caso. Creo que debes dárselos a Gustavo.

-          Renzo se despide, sale. Ya en la calle, siente cierta curiosidad, así que saca los papeles.

-          La vista se le nubla un poco, parece que va a desmayarse: es el Western Blot de Gustavo.

-           No está infectado. ¡No está infectado!

 

Gustavo se despierta sobresaltado. Está desnudo en su cama, abrazando a Lucas por la espalda. Lo remece.

-          Vístete, huevón. Ahora viene Renzo, y la cagada.

-           Pero quiero bañarme.

-           ¡No hay tiempo! Vístete al toque. Carajo, tres polvazos. La cagada si Renzo me pide pinga ahora.

-          Apenas Lucas se pone su boxer, cuando se queda estupefacto. Cuando Gustavo se voltea a apurarlo, no sabe qué hacer.

-           Tranquilo, Tavo, nunca más te pediré huevo. Nunca más te pediré nada. Y antes que te despida, Lucas, ayúdame a llevar mis cosas.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario