Creado por N-Azz. Escrito por Hunk01 y N-Azz.
Golpes en la puerta del departamento que Gustavo y Renzo comparten, mejor dicho compartían. Es Eduardo.
Lo primero que le llama la atención al recién llegado es la papelería dispersa sobre la mesa.
- No me digas que Renzo lo hizo. ¿Lo descubrió finalmente?
- No. Yo estoy viendo si él ha visto algo más. Se fue definitivamente de aquí. Usó a su asistente como su mula de carga.
- ¿Y descubrió algo?
- No, parece que no. Sólo me descubrió a mí cachando con su asistente.
- Pero recuerda que Tito y él nos estuvieron espiando. Ahora Renzo es más peligroso que antes: sabe mucho, está despechado. Es una mezcla explosiva.
- ¿Qué hacemos entonces?
- Eduardo se acerca a Gustavo, lo toma de la cintura, y lo besa en los labios.
- Relajémonos. Tú sólo encárgate de encubrirlo todo.
Al día siguiente, como todos los lunes, Renzo acude a trabajar temprano. Revisa documentos y apuntes en su oficina, cuando súbitamente entra Juan con un papel.
- Inge, su orden del día.
- Juan mira a ambos lados.
- Inge, por nada del mundo…
- ¿Ingeniero Renzo?
- Es Ezequiel, quien entra de improviso. Renzo se sorprende, recela.
- Juan, quédese.
- Disculpe, ingeniero. Sólo vengo a dejarle esto.
- Ezequiel alcanza un sobre, e incluso lo abre para que Renzo no desconfíe y le muestra el contenido: papeles. Le deja el sobre encima de la mesa y se va.
- Juan y Renzo se quedan sorprendidos, hasta que el segundo descubre los impresos y las notas.
- Santa Madre Mía. ¡Las pruebas! Don Juan, necesito que lleve esto urgente a su casa. Yo lo encubro. Eduardo aún no llega. Por favor.
- Pero, ingeniero.
- Renzo guarda todo y pone el sobre en las manos de Juan.
- Por favor. Vamos a salvar vidas.
- Ya, ingeniero, yo lo llevo, pero tiene que…
- ¡Ingeniero!
- Un obrero entra, le urge ir a la construcción para verificar unos insumos. Renzo disimula, se pone serio.
- Señor Juan, aquí está para trabajar, no para huevear. ¡Haga lo que se le ordena!
- Si, ingeniero. Como ordene.
- Renzo toma su casco blanco, y se va de su oficina.
- Juan se aferra al sobre. Mira a ambos lados. Sin perder tiempo, va corriendo a su casa. Su siguiente plan es refugiarse allá.
Gustavo y Eduardo llegan a Máncora. Son casi las once. Nada más se alojan en un discreto hotel, el ingeniero hace unas llamadas. Gustavo abre la ventana: es una mañana soleada, el mar rompe alto, varios surfers corren a lo lejos.
- Todo arreglado. Zacarías y Jonás están por Chiclayo. Se quedarán todo el día.
- Gustavo tiene el rostro sombrío.
- ¿Seguro que esto es correcto?
- Ya olvídate de Renzo. Decide: nos quedamos acá a tirar como anoche, o vamos a ligar con esos surfers. Serán todo lo cuerpotes que quieras, pero a la hora de la cama, saben darte el culo.
A lo largo de esa jornada, Renzo ha estado yendo y viniendo de la construcción, verificando medidas, viendo detalles. Sólo queda una semana para entregar la obra.
Toma su casco nuevamente y camina hasta ella. Debe verificar lo que será un baño.
En la pieza, toma medidas, hace apuntes. De pronto, siente que las paredes crujen.
- Dios mío, no puede ser.
- Se queda en silencio. Otro crujido. Mira a su derecha: una fina grieta se hace en toda la pared.
- ¡esto se va a caer!
- Va a la puerta para alertar al personal, cuando Wilo, el asistente de Eduardo lo bloquea blandiendo una varilla de construcción. Renzo no sabe qué hacer.
- Hasta aquí nomás, ingenierito. Sabes demasiado.
- Wilo levanta la varilla. Renzo cierra los ojos esperando lo peor.
- Entonces, ¡ungolpe!
- Renzo abre los ojos. Está ileso, pero en la puerta ve dos pares de zapatos, uno encima del otro. Entonces, uno de ellos se incorpora: es una figura familiar.
- ¡¡Tito!!
- Renzo. Tranquilo. Todo está bien. Tranquilo. Yo estoy aquí.
- Renzo se abraza fuerte a Tito, llorando.
- Dime que esto es real.
- Tranquilo. Vine tan rápido como pude.
- Renzo reacciona.
- ¡Tienes que salir de aquí! ¡Esto se va a derrumbar!
- ¿Y tú?
- Recojo esos papeles y te sigo. Pasa la voz a todos.
- No, te ayudo. No te dejaré solo.
- Los dos recogen los papeles que Renzo había tirado, hasta que, por fin, los tienen todos unidos.
- Salgamos.
- En sólo segundos, ambos se miran, se besan profundamente en la boca.
- ¡Salgamos!
- Entonces, se escucha un ruido ensordecedor, que asusta a todos, mientras paredes, ladrillos y techo se vienen abajo.
- Cuando todo el mundo reacciona, el capataz llama a todos por su nombre. Todos responden.
- Listo. Todos estamos bien. A limpiar.
- ¡¡¡Nooooo!!!
- Juan llega con varios vecinos armados conpalos y piedras.
- El capataz y los obreros no saben qué hacer, porque ahora los rodean.
- Juan se acerca al capataz.
- El ingeniero y mi sobrino. ¡El ingeniero y mi sobrino, te he dicho, reconchatumadre!
- El capataz reúne algo de cínico valor.
- Ya fueron, Juan. Ya fueron.
(CONTINUARÁ)
© 2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
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