Por: Nug Huyur
Capítulo III: Haciendo amigos (Parte III)
Como era su costumbre, Anthony se hechó agua en el pelo.
- Sabes estuvo rico, gracias - dijo Ángel, mientras lo veía a través del espejo.
Anthony volteó. Ángel lo miró fijamente y le dio un beso, Anthony se apoyó en los lavaderos para no caer. Mientras que a la altura de la pared que separa los lavaderos de los urinarios, apareció una sombra, y empezó a aplaudir.
- ¡Julius! – dijo sorprendido Anthony y empujó a Ángel.
- Oye, no seas grosero, tampoco – dijo Ángel y al ver al muchacho – ¿Es tu pareja?
- No idiota, no es mi pareja, ni nada que se le parezca. Imbécil, es más si gustas te lo puedes coger donde quieras – dijo Julius, amargado
- ¡Ay Dios!, pero que azotada tu amiga. – dijo Ángel y volviéndose a Anthony, le afirmó - De verdad Tony, deberías escoger mejor a tus amistades.
- Pero Julius, tú y yo somos solo amigos, ¿no? – argumentó Anthony.
- Mira imbécil, soy lo bastante varoncito por si no lo has notado, no una quebrada como tú – y luego mirando a Anthony – Pensé que eras diferente, Tony, pero veo que eres igual que los demás.
- Ja, ja, ja no me hagas reír querida, que lo que yo tengo de quebrada, tú de amargada.
- Mira imbécil a mí me hablas bonito, maricón de mierda, me has entendido – y lo empujó
- Tu estas cojuda, a mí no me empujas, idiota.
- Chicos, chicos esperen –
Pero Anthony, lejos de lograr separarlos, es empujado, y ambos se agarran. Julius, conecta un puñetazo y logra ponerlo contra la pared, trata de darle otro, pero Ángel se defiende, bloquea el golpe y le da uno en la cara, lo hace retroceder, le tira una patada al abdomen, que lo hace prácticamente saltar. Cuando apenas logra levantarse Julius, Ángel lo empuja con su pie. Julius rueda. Ángel se sienta encima de Julius, para continuar con el castigo, pero Julius, logra detener los puños de Ángel y forcejea con él. En eso, ingresan unos patas, y junto a Anthony logran separarlos. Julius mira con rabia a Ángel y Anthony, se suelta, se coge la boca, tiene el labio partido, el orgullo herido y un moretón en la cara. Sale del baño. Anthony lo sigue, pero él lo empuja.
- Julius espera, tenemos que hablar, espera am…
- ¡Ni te atrevas! – lo frenó en seco Julius, ambos se detuvieron al borde de la escalera para descender – Ahora, suéltame. Y no me toques.
- ¿Pero Julius?
- ¡Que te largues!, ¡vete mierda!, ¿no has entendido? ¡No te quiero volver a ver, en mi vida!
- ¡Pero Julius! déjame que te lleve a tu casa.
- ¡No! Lleva a tu nuevo amigo. Por lo visto él si te complace, ¿No? A mi déjame en paz.
Y la imagen de Julius bajando por las escaleras, lo más rápido posible, quedó impregnada en la memoria de Anthony. Una palmada en el hombro, lo saca de su trance.
- ¡Osvaldo! – dijo sobre saltado
- Sí, soy yo, Osvaldo – responde un hombre gordito, detrás de Anthony - ¿Está todo bien Anthony?
- Si, si amigo – dice y coloca la copa en la barra – Romeo, otro por fa.
Osvaldo es un viejo conocido de Anthony. Un chato, gordito trigueñito, de polo y jean, su barba bien dibujada, formando una perfecta “L” a cada lado de su cara, uniéndose al centro, junto a su bigote, forma un perfecto candado, su pañoleta en el pelo, se ve todo un bear. Osvaldo se sienta al lado de Anthony.
- ¿Seguro que todo anda bien amigo? Porque se te nota algo preocupado y triste.
- Sí Osvaldo y tú, ¿Cómo has estado?
- Ahí todo bien, ¿qué estas tomando, whisky? Aquí algo no está bien. Pero si no quieres hablar, lo respeto. Romeo a mí me das una cerveza, si la tienes bien al polo, mejor.
- A mi otro Whisky.
- Oye, ya párale, ¿No?
- Y a mí, no me invitan una – dijo una voz conocida.
Los ojos de Anthony se abrieron, al escuchar aquellas palabras. Era Cristhian, la pareja de Ángel y estaba justo detrás de ellos. Anthony tomó el whisky de un solo trago, tan rápido que casi se ahoga. Osvaldo, Cristian y Romeo, se percataron y trataron de ayudarlo, a una seña, todos se alejaron.
- Ya estoy bien, ya – repuso con su voz casi ahogada.
- ¿Seguro? – preguntó Osvaldo.
- Sí, sí disculpen.
- Anthony, quiero presentarte a Cristhian, flamante director de la marca Renato G, una exclusiva marca de ropa, en la región, y justo una de las empresas en las que trabajo es proveedor de materia prima, para su marca, ¿no es así amigo? – dijo Osvaldo
- Así es Osvaldo, pero no hacen falta presentaciones, usted y yo ya nos hemos visto antes, ¿verdad? – dijo Cristian.
- No, digo sí, en la oficina de departamentos.
- ¡Claro!, si no mal recuerdo ¿tú eres Anthony, verdad?
- Sí, el mismo – dijo Anthony y extendió la mano.
Cristhian, respondió al saludo, Osvaldo se quedó intrigado. Algo no andaba bien con Anthony y lo debía saber, por algo eran amigos desde hace ocho años. De pronto, empezó a vibrar el celular de Osvaldo, miró la pantalla. Se puso algo nervioso.
- Chicos enseguida regreso – les dijo, y ante la mirada de aceptación, salió del bar, en dirección hacia la calle.
- Romeo, una cerveza por favor, ¿Disculpa puedo sentarme?
- Sí, claro.
Cristhian jala un banco, se sienta al lado de Anthony. Cris le hace conversación a Anthony, aunque este incómodo prefería sonreír, mientras en su mente, su pensamiento decía: Demonios, y ahora como hago para largarme de aquí. Por otra parte, afuera del bar, las cosas para Osvaldo no pintaban bien. Osvaldo salió, se dirigió a la esquina, y empezó a buscar, a un muchacho, a su chico apodado El Faite. Osvaldo lo conoció en una de esas fiestas de asentamiento humano, una de esas a las que a veces asiste por compromiso. Ya que vive por ahí. En aquella oportunidad, El Faite se había portado bien y eso le agradó a Osvaldo, sin embargo, de un tiempo para acá, la historia cambió, ya no era él mismo. El Faite, se había escondido entre la esquina de la transversal Lima y la calle Córdova. Tenía una camisa a cuadros, sin mangas, jean desteñido, y unas zapatillas que de blancas ahora eran pardas. El tipo caminaba, se sobaba los puños, se le veía ansioso. Al divisarlo Osvaldo, se acercó, sin prevenir el peligro que corría. El tipo olía a puro cañazo.
- ¿Cariño estas bien, por qué te has puesto por acá amor? – dijo Osvaldo cariñosamente
Y sin darle un respiro, recibió un puñetazo al rostro, que lo hizo retroceder, de pronto siente la mano del Faite sobre su cabeza que lo atrae hacia él. Más Osvaldo logra zafarse, y la pañoleta queda en las manos de su agresor. Osvaldo retrocede asustado.
- ¿Pero, qué te pasa? ¿Qué tienes?
Continuará….
© 2014 Hunks of Piura Entertainment. Ésta es una obra de ficción: cuialquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
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