Por: Nug Huyur
Capítulo V: Haciendo Amigos (Parte V)
Cuando el Faite sintió el frío acero en su cabeza, se le heló la sangre y no le quedó de otra, sabía que estaba perdido. Fue en ese momento que habló aquel hombre misterioso detrás suyo. Osvaldo no se había percatado del asunto.
- Ahora vas a levantarte lentamente y vas a retroceder – dijo aquel hombre, detrás del Faite.
- Le juro, jefecito, yo lo conozco, es mi amigo, no le estoy robando, le estoy prestando, ¿no es así, Osvaldito? – dijo el Faite todo acobardado.
- Sabes, en realidad, no me importa lo que esté pasando. Así que ahoritita mismo te largas, o lo único que vas a ver y contar, son tus sesos volando en mil pedazos.
- Espere, espere jefecito, él se lo puede decir, anda amor, dile la verdad, dile que eres mi pareja, Osvi.
Osvaldo miró al Faite. Por primera vez, veía al Faite asustado, con el deseo de que le salvaran la vida. Sin embargo, la ira y el desprecio de la víctima eran tal para su verdugo, que como pudo se levantó, reunió toda la energía en su puño izquierdo y lo descargó contra la cara del Faite. Un hilo de sangre empezó a deslizarse por la nariz del Faite. Pero el muy cínico regresó la mirada hacia Osvaldo y le dijo: Huevón, pegas como niña. Apenas terminó de decir eso, Osvaldo se irritó tanto, que descargó uno, otro y otro puñetazo en su rostro, y el último al estómago, el cual si lo hizo arrodillarse de golpe. La pistola siempre detrás de la cabeza del Faite. Al caer el Faite, El salvador de Osvaldo apareció, un hombre algo mayor, con pinta de Militar, de bigote, de saco y sin corbata, lucía un anillo prominente en la mano que apuntaba y un reloj fino se colaba por debajo de la manga, la camisa no estaba del todo cerrada y parecía haber huído de algún compromiso formal. Mientras una mano apuntaba al Faite la otra estaba dentro del bolsillo izquierdo. El Faite miró a Osvaldo, y se percató cómo miraba al militar.
- Ya lo decía yo, ¡Que ahora quieres con el jefe! Eres un…
Fueron las últimas palabras del Faite, un golpe seco lo hizo callar y caer al cemento. Osvaldo se dejó caer contra el árbol que estaba detrás suyo. En eso salieron Ánthony y Cristhian del bar corriendo hacia donde estaba Osvaldo.
- No te preocupes, este tipejo no volverá a molestarte. Por esta noche, está noqueado, ahorita llamo a un amigo mío, para que se lo lleven arrestado.
- ¡Osvaldo! ¡Osvaldo! – gritaban hasta que llegaron donde él.
- ¿Osvaldo, estás bien? – preguntó Anthony
- Si amigo, gracias – respondió Osvaldo, después de escupir un par de veces y limpiarse con la mano – sí, sí algo que una cerveza no pueda arreglar
- Veo que los ánimos no te han bajado amigo – contestó Cristhian.
- ¡Haló!, ¿Gonzales?, hola hermano, ¿cómo te ha ido?... Bien, bien, que bueno, hermano, te llamaba para pedirte servicio… Gracias, gracias…. no, no es plata amigo – decía Hipólito por teléfono
- Y ese ¿Quién es Osvi? – dijo Anthony
- No sé, pero me ayudó si no ahorita, ese imbécil – miró al Faite – me hubiese matado.
- Ay amiga, es que tu pues que te vas a perrear por los barrios bajos de Sullana
- Mírala a la Tony, mira querida, tú no eres tan santa como te pintas, ¿Eh?
- Cuidado se les sale la mujer, y ahora nos botan del bar – recordó Cristhian
- A si, de veras, bien varoncitos, bien varoncitos – se pararon bien, y se acomodaron
Al rato se acercó el Militar con la pañoleta de Osvaldo en mano.
- Disculpen - dijo el militar - Pero creo que esto es suyo – alcanzó la pañoleta a Osvaldo.
- Ah, gracias – respondió Osvaldo
- Bueno creo que yo ya cumplí mi misión aquí, de aquí va a venir un patrullero y se va a llevar a este malandrín, por cierto no me he presentado Hipólito Ramírez.
- Yo soy Osvaldo – y le estrechó la mano – Déjeme y le presento a Cristian,…
- Un gusto – dijo Cris y le correspondió al saludo.
- Él es mi amigo Anthony, un viejo amigo – presentó Osvaldo
- Hola un gusto – respondió Anthony, y también le estrechó la mano pero no tan fuerte como Cris.
- Bueno ahora si…
- Espere, espere, no se valla, me agradaría me acepte una cervecita, por el gesto que ha tenido
- Huyuyui – dijo Ánthony
- Jejeje, no, no te preocupes, no es nada, es mi obligación por algo soy militar
Osvaldo sonrrió, sentía las locas ganas de besarlo ahí mismo, pero a la vez una parte de él, le decía que se calmara, que no lo hechara a perder.
- No, nada que ver, me acepta
- Ay amigo, pero que mandado tú
- Las cervezas – dijo entre dientes Osvaldo
- Ok, ya que insistes, vamos.
Entonces, los cuatro entraron al bar.
Continuará….
© 2014 Hunks of Piura Entertainment. Ésta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.
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