El sexo con patas es una buena forma de dar y recibir favores políticos también.
Sobre una cama,
un chico trigueño fornido y lampiño, no más de 20 años, mete pinga al culo de
otro hombre de contextura normal aunque con piernas y culo musculosos, no más
de 45 años, quien lo recibe en un cómodo misionero. Ambos gimen mientras la
penetración es intensa sin llegar a lo brutal. El más joven levanta el rostro,
frunce placenteramente el ceño y jadea profundo. Da unas cuantas embestidas más
a ese culo y se detiene poco a poco.
“Ya la di”.
“Follas
riquísimo”.
El joven se
incorpora, saca su pene, se quita el condón y se baja de la cama.
“¿Dónde boto el
forro?”
“En el water”, le
dice el que aún sigue acostado. “Si quieres, dúchate”.
El chico sonríe y
se va a la pieza ccontigua. El que sigue acostado y desnudo piensa que meter su
pinga en ese culito redondo y aferrarse a esas piernas gruesas debe ser tan
excitante como a ver estado bajo sus brazos también gruesos. Mejor se levanta y
también se dirige a la ducha. Adentro el chico ya se está jabonando.
“Ahorita acabo,
don José Luis”.
“Normal, podemos
bañarnos juntos. ¿ya tiraste el condón donde te dije?”
“Sí, don José
Luis. Disculpe más bien si le hice doler”.
“No,descuida. Recuerda
que tienes que presentar tu expediente en un fólder pasado mañana directo a
Salaverry y él se encarga de todo”.
El chico asiente.
Minutos después, cuando ambos ya están vestidos, José Luis le entrega una
tarjeta de presentación con su nombre. Se le acerca tocándole el bulto.
“Las paredes
tienen oídos, así que no se lo comentes ni a tu almohada. Cuando te toque
renovar contrato, volvemos a follar, ¿entendido?”
“Entendido, don
José Luis. Tiene un culo riquísimo”.
El hombre más
adulto sonríe y despide al muchacho. Apenas abandona el dormitorio, entra un
hombre más bajo y guapo, cabello peinado a lo Elvis, delgado aunque
evidentemente atlético, quizás 35 años aunque en realidad tiene cinco más. Se
despide del chico que sale con la cabeza baja y cierra la puerta con seguro.
“?Tenemos nuevo
sereno, Josélu?”
“Sí, querido
Salaverry. Nada que hacer que estos chibolos heterocuriosos follan riquísimo”.
“Hablando de
follar, llegó tu… bueno, tu gestor de campaña”.
José Luis sonríe
sarcásticamente. Salaverry vuelve a abrir la puerta, llama a alguien y entra
Eliezer.
“¡Pelu! Vine a la
hora que me dijiste pero tu… edecán me dijo que estabas probando pinga”.
“José Luis, Eli.
José Luis. ¿Cómo te fue por San Sebastián?”
“El alcalde, ni
mierda; pero te conseguía Sandro y al capi”.
“No me digas que
hiciste un trío con esos dos rechuchas”.
“Sí, pero mejor
estuvo el trío con el capi y ese chibolo de administración de empresas, el hijo
rebelde de ese empresario amigo tuyo, el de la fábrica de…”
“¿le metiste pene
a Julio o a Flavio?”, se sorprende José Luis.
“Se la metimos al
tal Flavio… Prometió votos si lo dejamos hacer porno gay”.
Salaverry se
intriga: “¿Porno gay en Piura? ¿Quién es
el osado?”
“¿Recuerdas a ese
chico que posó desnudo para esa expo en Bellas Artes?”
“Ah ya, el gogo
atlético”, recuerda Salaverry. “¿Y cómo nos dará votos haciendo porno gay?”
“Pide inmunidad,
que nadie lo joda, y a cambio mueve a sus seguidores para votar por Pelu”.
“Mientras no me
pida follármelo en cámara, sí nos conviene”, reflexiona José Luis.
“Pero casi
linchan a ese profesor por mostrar el pene flácido de ese chico”, objeta
Salaverry.
José Luis se le
acerca y le da un beso en la boca:
“Tampoco podemos
despreciar la oferta, Aníbal: los LGTBIQ y demás están ganando espacio.
Pelearse con ellos sería una estupidez política”.
“Pero el obispo,
Josélu…”
“¿Acaso no son
los gays quienes más follan con gente de su mismo sexo, querido Salaverry?”
“Y hay gays
evangélicos, y budistas, y agnósticos, y ateos”, agrega Eliezer.
José Luis vuelve
a besar en la boca a Salaverry. Hace una seña a Eliezer quien se acerca y
también besa al edecán. Luego, los tres al mismo tiempo. Para ser todo
formalito, Salaverry tiene unos labios y una lengua que se ajustan perfecto a
la de sus otros dos compañeros. Mientras tanto, los tres se van sacando la
ropa.
Ya desnudos y
subidos en la cama, José Luis mama la gran verga de Eliezer mientras masturba
la de Salaverry, recta, gorda, emanando mucho líquido preseminal, 18
centímetros destacando en medio de un cuerpo muy velludo. Al igual que Eliezer,
el edecán no se corta o rasura el vello púbico, pero en relación a su armonioso
cuerpo, tampoco se ve mal.
Puesto en
posición de pollito tomando agua, Eliezer separa las grandes nalgas de José
Luis y comienza a hacerle un beso negro mientras Salaverry entrega su pene
erecto para que su jefe se lo mame todo. Luego,los dos subordinados se turnan
para meter y bombear sus grandes penes dentro del ano de su jefe. El que no lo
penetra por atrás, lo hace por la boca.
En ese trance,
cuando a Salaverry le toca meter su pene al culo de José Luis, termina
expulsando todo su semen allí dentro. Resopla, gime profundo, se aferra a las
grandes nalgas de su jefe mientras deja que su orgasmo fluya. Eliezer lo mira
sonriendo.
Ya relajados, los
tres descansan desnudos en la cama.
“¿Dónde dices que
harán ese show porno gay?”, pregunta José Luis fingiendo desinterés.
“Zona Industrial.
¿Quieres ir?”
“Aunque quiera,
hoy me toca ser esposo modelo. ¿Y… Julio no pidió nada?”
“Darle chamba a
su hijo. Parece que hay un roche con el cura de San Sebastián y el capi
prefiere que trabaje para ti”.
“¿Qué roche tiene
el cura de san Sebastián?”, curiosea Salaverry.
“Que es más
cachero que todos nosotros juntos, o eso me insinuó”.
“Aguanta”,
reacciona José Luis. “¿No es el hijo del capi que…?”
“Sí, Pelu. Creo
que es el que te cachaste hace años”.
“Puta madre”.
“¿Por qué? ¿qué
pasa?”, se extraña Salaverry.
“Q ue cuando eso pasó, ese chibolo tenía… 14 años”.
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