Cuando Escalante despierta, está inmovilizado en un lugar que reconoce de inmediato: un hospital.
“¿enfermera?”
No llega una
mujer sino un muchacho joven, delgado y guapo. Revisa signos vitales.
“Quédese
tranquilo; voy por la doctora”.
Escalante
logra ver que, bajo el uniforme blanco, ese muchacho parece tener no solo un
cuerpo formado, sino un culo redondito. Ni siquiera en convalescencia evita ver
esos detalles.
“¡enfermero!”
El muchacho
frena, se voltea un momento; el culo se le marca:
“¿Dígame?”
“¿Mi celular?
¿Mis compañeros?”
“Ehhh… la
doctora va… a explicarle”.
Por fin el
técnico de enfermería se retira, y Arnold Escalante comienza a pensar en lo
peor, y a sentir cierto dolor en las piernas.
Al terminar la función de Voto de Castidad esa noche, Zaira entra azorada al vestuario. Alexis y Evandro se están comenzando a poner su ropa.
“Unos
periodistas están rodeando a Osmar”.
“¿Y eso?”, se
sorprende Evandro.
Zaira le
alcanza su celular, lo mira sin mayor gesto y éste se lo pasa a Alexis.
“¿Qué pasa?”,
se alarma.
Evandro se
pone sus zapatos como puede y solo se coloca su casaca para protegerse el
torso.
“Vístete
rápido”.
Evandro casi
sale atropellando a Zaira.
Alexis mira
nuevamente al celular; no da crédito a lo que aparece en la pantalla de cristal
líquido.
Mira a Zaira.
Ella prefiere no hacer contacto visual.
Aún en el
pasadizo de platea, Osmar sigue vestido con su bata de baño, mientras enfrente
suyo hay un par de cámaras de televisión, algunos celulares apuntándolo, unas
dos cámaras fotográficas, y una docena de reporteros cuando menos.
“¿Estaban
preparando alguna obra con Arnold Escalante?”
“Es cierto
que estás viviendo con uno de tus compañeros de reparto?”
“¿Solo son
amigos?”
Osmar está
aturdido. Evandro lo abraza.
“Gracias,
chicos”, anuncia firme. “Ahora mi compañero no va a dar declaraciones; luego
vamos a emitir un comunicado”.
Entonces los
reflectores, flashes y micrófonos van hacia él.
“Evandro,
¿qué opinas de que se hayan publicado otra vez tus videos porno con Adrián
Rodríguez?”
“¿Videos
porno?”, el actor queda perplejo.
“¿Qué
reacción tienes tras el accidente de Arnold Escalante?”, cuestiona otro.
“¿Accidente?
¿qué accidente?”
“¿Es cierto
que tú y Osmar Rivero tienen una relación sentimental?”
Evandro se
impacienta mientras el otro actor sigue casi congelado:
“¡No vamos a
declarar!”
Estrecha a
Osmar hacia su cuerpo y se repliega al vestuario mientras los reporteros los
siguen, lanzando preguntas y destellos. Evandro se atrinchera ahí.
Ya dentro,
Osmar se aferra fuerte al pecho de su compañero y comienza a llorar con
amargura
“¡Que se vaya
todo el mundo a la mierda!”
Evandro le
besa el cabello y luego se lo acaricia con la mano.
Tras veinte
minutos de espera, el operativo de extracción no es muy sofisticado que digamos.
Ya vestidos, Evandro y Alexis salen abrazando a Osmar mientras Zaira les
antecede. El actor va con la cabeza gacha. Llegan al auto, lo meten al asiento
posterior; intentando no embestir a nadie, Evandro da arranque sin dar
declaraciones. Su trayecto es errático
entre Miraflores, San Isidro y finalmente Jesús María
Poco después de la medianoche, en el condominio, Osmar termina de beber una infusión de valeriana caliente. Previamente, Evandro lo hizo ducharse y meterse a la cama mientras Alexis preparaba el líquido.
“¿Mucho
mejor?”.
“Más o menos,
Evan”.
“Trata de
dormir”, sonríe dulcemente su amigo y compañero.
“No sé si
podré”.
Evandro
retira la taza, la deja en la mesa de noche, acaricia tiernamente la mejilla de
Osmar y casi le da un beso en la boca:
“Yo me
quedaré contigo”.
“Tienes que
regresar a casa”.
“Sí, pero
ahora tú eres lo más importante. Creo que debes tomarte libre todo el día de
mañana aprovechando que no habrá función”.
“No,tengo
gimnasio a primera hora. No… no voy a dejarme derrumbar otra vez”.
“No te
exijas… Igual, desconéctate mañana en algún momento, ¿sí?”
Evandro se
aproxima y le da otro beso pero en la mejilla.
“Gracias”,
susurra Osmar.
“¿De qué?
Trata de dormir y recuerda que te amo”.
Osmar se
arropa en la cama y evandro toma la taza de la mesa de noche.
Sale a la
cocina, la lava y luego regresa a la sala donde están Alexis y Gibrán sentados
en el sofá.
“¿No te
preguntaron otra cosa?”, averigua el velludo actor.
“No, nada
más. Solo me sorprendió que supieran la dirección de aquí”.
Alexis mira a
Evandro:
“Esos
huevones primero vinieron acá”.
El actor
resopla, piensa unos segundos:
“Nuestras
vidas personales van a irse a la mierda a partir de esta noche;
paradójicamente, las profesionales puede que se sobrevalúen”.
“Evandro, no
me digas que estás pensando en plata a esta hora”.
“Alex, no
pienso en plata; te digo qué nos espera desde que salga el sol
El inqilino
principal luce muy desencajado.
“Alexis me
dijo que debí quedarme callado: perdónenme, la verdad…”
“No es tu
culpa, Gib´rán. Tú desconoces cómo se maneja el showbiz, especialmente en un mercado tan falsamente cucufato como
el peruano”. Un descuido y tu reputación se va por el desagüe”.
“Y no salió
de un baño de mujeres… ¿Qué haremos ahora, general Cruzado?”, Alexis trata de
distender el ambiente.
“Con esa
bomba atómica quien sabe en qué manos, no nos queda más que lidiar con la
radiación”.
“¿Cierto que
murió gente?”, pregunta Gibrán.
“Confirmaron
uno; agrégale dos mal heridos, y otro no tan mal herido pero igual internado”.
“Me imagino
que esto saldrá más tarde en los diarios, ¿no, chicos?”
“Eso será lo
más papaya; lo verdaderamente bueno vendrá después que se publique, si es que
ya está disponible en la web”, ironiza Evandro.
Gibrán se
angustia más:
“Chicos…
creo… que me fui de lengua esta noche”.
Evandro y
Alexis se miran, entonces lo miran apelativamente. Esa confesión necesita ser
explicada al detalle.
Al amanecer, junto a la noticia del accidente en varios diarios, uno anuncia ‘explosivas revelaciones’ que Arnold Escalante atesoraba en su celular… y uno muestra la fotografía de Gibrán en páginas interiores…
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