Enrique hace una oferta irresistible a Alejo.
Por segunda vez
en 24 horas, Alejo está en casa de enrique. Ambos están sentados en el sofá de
la sala viendo en el LED enfrente suyo una de las fotos de Alejo posando desnudo
en la columna del patio trasero.
“Mira, carnal”,
enrique le palmea su musculoso muslo, “la oferta es simple y directa: firma
exclusividad para ASS y a cambio yo te pago ya no mil soles mensuales sino… mil
dólares, y eso no se contrapone a tu trabajo como escort, o hasta modelo de
pasarela o de Bellas Artes”.
“¿Qué es ASS?”
Enrique sonríe:
“¿No leíste los
papeles que te di ayer para firmar? Angels of Sex Studios,
la productora que realiza y comercializa este tipo de material, y la que te
pagó el cheque que te di ayer y el que te puedes llevar hoy a casa”.
“Flavio también me
ofreció pasarela y posar en Bellas Artes…”
“Lo sé porque Willy me
lo contó, pero considera, carnal, que el dinero que te va a pagar, o sale de
aquí, o es mucho menor al que podrías ganar con nosotros que somos una marca
internacional”.
Alejo se queda callado
y mira nuevamente cómo sus fotos pasan por el LED. Ahora se lucen aquéllas
donde ya muestra su pene erecto:
“¿Por qué yo?”
“Ya te dije, cabrón:
eres guapo y con la estampa latina que le gusta a los gringos, tienes buen
cuerpo, tienes buena verga, coges muy bien”.
Enrique toma el
control remoto y adelanta las imágenes en la pantalla hasta ver uno de los
clips en el que Alejo cacha con Flavio.
“¿ya tienes a alguien
fichado?”
“Por ahora Flavio. Contigo
seríamos tres”.
“¿Seríamos?”
“Aparte de productor,
soy actor. Es más: si quieres, podemos grabar una escena ahora mismo… te la
pagaría igual… Pero sí me gustaría que consideraras la exclusividad”.
Alejo lo piensa un
poco:
“Suena de la puta
madre, enrique. La huevada es que yo nunca he llevado tanta plata a mi jato…”
“Eso se resuelve,
cabrón”, le sonríe el productor y, ahora sabemos, actor.
“¿No usaría mi nombre
real, no?”
“No. Usaríamos tu Nick
de escort: Santiago… o mejor Santi”.
Alejo mira la imagen
congelada de él mismo metiéndo su pene al ano de Flavio…
“A la mierda… ¿dónde
firmo?”
Un cuarto de hora
después, la puerta de uno de los dormitorios se abre y los dos galanes entran
besándose y abrazándose en la boca. Se acarician con locura. Poco a poco, se
van calateando por completo. Claro que Alejo tiene una prenda extra: el bóxer y
las medias. Ya desnudos, van a la cama: Alejo se acuesta sobre enrique sin
parar de besarse ni acariciarse. El nuevo talento mama un poco las tetillas
luego de estimular el cuello con su boca.
“Así, cabrón”, se
arrecha Enrique. “Así, papá”.
Alejo vuelve a besarlo
en la boca, e incorporándose súbitamente, le levanta las masivas piernas. Las
pingas de ambos ya están duras, al palo. Sin perder mucho tiempo, alejo se
agacha hasta poner su rostro en medio de las dos carnosas nalgas de enrique y
hacerle un apasionado beso negro. El pasivo gime y jadea.
“Cómetelo, papá”, le
dice. “Cómete ese culo”.
Alejo pasea su lengua
por el enorme ano de enrique, y tras arrodillarse de nuevo, juega a puntear el
agujero con su pija dura aprovechando que lubrica mucho. De todas maneras,
Enrique le alcanza un poco de gel que Alejo esparce en sus gruesos 18
centímetros. Es cuando comienza la penetración: despacio, sin prisa pero sin
pausa, hasta que su miembro desaparece en ese hueco.
“Cógeme rico, Santi”,
anima enrique.
Alejo comienza a
moverse poco a poco hasta acometer el culo de su compañero, rápido y fuerte. Los gemidos de ambos se confunden y llenan
toda la habitación. No hay roche en hacerlo: nadie los escucha. Tras varios
minutos en esa pose, deciden hacer la de perrito. Ahora sí el chasquido del
cuerpo de Alejo sobre el culo de Enrique suena duro y rápido, como si se
tratara de una máquina de coser industrial.
“Así, cabrón.¡Así!
¡Fuerte!”
Alejo sigue penetrando
imparable, más fuerte, más enérgico. Vuelven a cambiar de pose. Esta vez, el
pasivo toma el control al sentarse sobre los gruesos y húmedos 18 centímetros
del activo, quien yace boca arriba, y los cabalga como si se tratase de un
camino tortuoso. Alejo acaricia el cuerpo de Enrique, en especial sus nalgas.
Éste aprovecha que su largo pene y sus grandes huevos golpean el abdomen
perfecto del joven para pajearse, o chaquetearse como él suele decir. Ambos
siguen gimiendo y jadeando por largo rato hasta que Enrique no puede contenerse
más:
“Me vengo, cabrón. Me
vengo”.
Enrique frota su pene
erecto como si fuese a arrancarlo de su cuerpo hasta que ráfagas de cremoso
semen se disparan sobre el abdomen de
Alejo, mientras éste saca con cuidado su verga y también la pajea con cierta
rudeza mientras enrique sigue encaramado encima suyo, mirándolo y besándolo en
la boca.
“Las voy a dar,
mierda. ¿Las voy a dar!”
Tres chorros de
esperma saltan de la pinga de Alejo y aterrizan en toda la raja del culo de
Enrique. A pesar de haberse vaciado, Alejo vuelve a meter su verga aún erecta
en ese culazo. Ambos amantes terminan toda la sesión besándose cariñosamente en
la boca.
“Y… corten. Estuvo
genial”.
Willy, quien durante
todo el tiempo ha estado revoloteando con una cámara de video, apaga el aparato
y se seca un par de gotas de sudor en la frente.
“Realmente hiciste de
cuenta que yo no estaba aquí”, le alaba a Alejo.
“¿en serio salió
bien?”
“De la chingada”, interviene
Enrique. “Es más… por este video, no te voy a pagar mil sino mil quinientos.
¿Se puede pedir más?”
“Sí, una ducha”,
bromea Alejo.
“Eso sí sería cañón,
pero primero hagamos justicia”.
Alejo mira a enrique
sin comprender nada. Entonces, el productor y actor mira a succamarógrafo:
“Encuérate y méteme tu
verga, cabrón”.
Willy sonríe, se
desnuda ttodo: la tiene durísima y a punto de estallar. Se sube a la cama, y
aprovechando que Enrique sigue a cuatro patas, se coloca y le clava su pene
erecto. Se mueve fuerte. Alejo mira la escena atónito mientras el pene flácido
del pasivo se roza sobre el semen que continúa disperso en su abdomen.
“Las voy a dar”,
anuncia el camarógrafo, quien suelta su leche en el mismo punto donde cinco
minutos antes lo hizo Alejo. Algunas gotas ddel semen de Willy caen sobre la
pinga semierecta del activo.
“Ahora sí podemos
darnos un regaderazo”, sonríe Enrique. “Los tres juntos”.
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