“Lo que sucede allá en san Vicente de Piedra Rodada, Sullana, es real”, advierte el Reverendo Dwight Foster.
“La gente allá está enfrentando una manifestación sobrenatural”, indica el
representante de la Iglesia
de Cristo Kyrios (ICK) en Kingston, Jamaica.
Foster explica que es una religión, por su carácter sobrenatural, que
propone la creencia en un solo Dios, que es el mismo de las tres grandes
religiones monoteístas del mundo (Cristianismo, Judaísmo
e Islamismo), pero que
aporta una raíz marcadamente africana a la teología e historia de cada una de
ellas.
Dicho en sencillo: las grandes figuras de la Redención humana y su
descendencia directa tuvo rasgos étnicos negros, y se distribuyó por el mundo a
través de una diáspora forzada durante la gran trata de personas (tráfico
humano) autorizada por las grandes potencias de la Edad Moderna, que se tiene
registro.
Aunque su centro principal queda en Perú, se practica en Colombia y en
Jamaica.
Hay testimonios de Varias personas que transitaron a lo largo del canal
Daniel escobar, entre san Vicente de Piedra Rodada y los dos pueblos de Chalacalá,
en Sullana.
Estos lugareños, porque los atacados son varones, contaron que,
en ciertas noches de luna llena, una sombra con forma de un afrodescendiente
fornido, y vistiendo sólo un grillete al cuello, les atacaba y les arrojaba a
la corriente de agua.
Si ellos quieren acusar a alguien, podría ser a Olorum Sádua, un
esclavo que condujo una rebelión en el centro-sur peruano, durante el siglo
XVII, que llegó a poner en jaque a la población de Lima, pero que la historia
oficial no registra.
Sí, no leíste mal: el presunto responsable de estos incidentes es una
persona que tiene… siglos de vida.
Rebeliones silenciadas
Desde el siglo XVI, miles de hombres y mujeres del África habían sido capturados cual animales y transportados en condiciones infrahumanas hasta las colonias americanas, desde el actual Estados Unidos hasta el cono sur de Sudamérica.
Lo que la Historia no cuenta es que hubo varias rebeliones por la manera
cómo los patrones españoles, ingleses y portugueses les trataban. En el caso
del Perú, la rebelión de Olorum parece haberse impuesto en la plantación Regis,
al sur de Lima, para luego liberar a sus hermanos y hermanas y emprenderla
contra la capital del Virreinato del Perú.
“Los petrificados habitantes pidieron la intervención del Virrey”, relatan,
y como respuesta, él envió al ejército que diezmó a los rebeldes.
“Olorum y sus guerreros más valientes escaparon” hacia el norte peruano. “En
su ruta alcanzaron Chalacalá, también Yapatera (Morropón) y simbilá (Piura),
con el mismo propósito: combatir la opresión y liberar a su gente”, cuenta
Foster.
“Olorum tuvo un particular interés en Chalacalá, porque en los días cuando
esclavo, fue alquilado por su antiguo amo… durante un periodo”, nos explica.
La estancia fue pródiga en maltratos y torturas, por lo que les prometió que
volvería “para vengar esos crímenes”.
El Orisha
Los antiguos esclavos llegaron a contar que Olorum tenía la habilidad de aparecer y desaparecer a voluntad en diferentes lugares. Eso, aunado a su valentía, éxito, poder sobrenatural y su fuerte apariencia muscular, fue suficiente para ser calificado como un Orisha.
En la teología africana, un Orisha
es la emanación de un Vodum, que, a su vez, es la emanación del mismo Dios. Ellos
creen en la existencia de dos Vodunes y siete Orishas.
Varios testigos de la aparición destacaron su contextura física porque no es
común, no sólo en el campo, sino en todo Piura… a menos que un fisicoculturista
temerario, y conocedor del relato, quisiera hacer uso de un retorcido sentido
del humor.
Hablando en estricto sentido criminológico, sería sencillo, con esa
descripción física, considerar a una decena de sospechosos, que, dicho sea de
paso, no registra antecedentes policiales. Para ICK, este dato es evidencia de
que se trata de Un Orisha.
A pesar de la masa muscular, en todos los lugares de los incidentes, sólo
quedó marcado un par de huellas: las de la víctima.
Por otro lado, maniobrar con un grillete al cuello es complicado por el
peso. Este accesorio tampoco es casual, según la ICK.
“Él usaba un grillete. Durante una ceremonia Vodum, solía romperlo con sus propias manos”, explican. “Cada año, el grillete de hierro era reemplazado por uno nuevo, y Olorum repetía la acción ritual ante los sorprendidos ojos de sus compañeros, como una forma de mostrar su poder para conseguir la libertad”.
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