Julián pide ser pasivo otra vez, y ahora aguantándose la gran verga de Marcano.
A la mañana siguiente,
jueves, Julián está en el vestuario de la Piscina Comunitaria totalmente desnudo, revisando la tanga que lucirá ese día para la
grabación. Esta vez es una de color
naranja casi fosforescente.
Alguien ingresa.
Julián no hace esfuerzo alguno por cubrir su pinga, sus huevos o su culo. Más
bien, le llama la atención el muchacho alto y corpulento que acaba de entrar.
¡Qué hermosa
anatomía! Además, ese rostro es guapísimo.
“Hola”, saluda el
recién llegado blandiendo una sonrisa magnética.
“Hola”, responde
Julián, algo fascinado.
“¿Tú eres el nadador?”
“Eso dicen”, sonríe Julián.
El otro muchacho ríe.
“Yo soy Marcano, pana;
mucho gusto”.
“¿Eres… venezolano?”
Marcano comienza a
desnudarse y descubrir su cuerpo de revista fisicoculturista poco a poco.
“Sí… haremos las
escenas sexuales de esta mañana juntos. ¿Has pensado cómo?”
Marcano queda
completamente desnudo. Julián no evita verle el pene largo, aunque dormido. Supone que al ponerse erecto
va a ser una herramienta de dimensiones colosales.
“La verdad no tengo
idea”, responde el nadador.
Marcano revisa la
prenda que le han asignado. Sonríe. Es un hilo dental blanco. Comienza a
ponérselo.
“Se me ocurre… que…
nos dejemos llevar… ¿eres activo, pasivo, versátil?”
“Aún no lo tengo
claro”, dice Julián. “Pero creo que tu sugerencia es válida… dejémonos llevar”.
La sorpresa para todos
es que Marcano nada a nivel experto. Así que se les ocurre hacer una competencia de
estilos con Julián.
Willy, como siempre,
graba todo desde todos los costados de la piscina.
Ambos chicos llegan a
los podios, emergen y se quitan las gafas de natación.
“¿Quién ganó?”,
pregunta Julián muy contento.
“Creo que ninguno…
llegamos empates”, responde Marcano.
“¿Desempatamos o qué?”
“Tengo una mejor
idea”.
Ambos se meten bajo la
ducha del vestuario. La abren. Mientras el agua recorre sus cuerpos, se
acarician mutuamente, se abrazan, no tardan en besarse. Separan sus bocas por
un instante:
“¿esto es premio o
castigo?”, sonríe Julián.
“Es la gloria
completa”, susurra Marcano.
Ambos siguen amándose
con pasión.
Marcano, entonces,
comienza a besarlo por el cuello y bajando hacia cada tetilla, el vientre,
hasta que, arrodillado, comienza a mamar el pene de Julián. Con qué maestría
Marcano se mete y saca el miembro ya duro de su nuevo amante.
El nadador no puede
disimular el placer que le provoca esa fellatio.
Marcano deja de mamar
la pinga, acaricia la cadera de Julián, y lo hace girar amigablemente.
Cuando el musculoso
tiene ante sí el culo del nadador, no espera más y le separa las nalgas a la vez que
dirige su lengua a toda la raja y después a todo el ano. Julián se siente en la
gloria. Hace minutos que espera esa sensación.
Willy no deja de
seguir toda la acción mediante su cámara.
Varios minutos
después, Marcano deja de hacer el beso negro y se pone en pie:
“Chúpamela”, pide.
Julián, aún extasiado
por la caricia que ha recibido el ojo de su culo, gira, se arrodilla, toma el
pene de Marcano y se lo mete a la boca con ansiedad. A cada nueva succión, ese
pedazo de carne crece hasta sus enormes proporciones.
Lo que al inicio
parecía tarea fácil con un pene morcillón suma grados de dificultad conforme se
engrosa y se extiende hasta sus 21 centímetros. La boca de Julián no está
acostumbrada y siente arcadas por más que trata de mentalizarse.
“Lo haces riquísimo,
pana”, lo anima Marcano. “La chupas delicioso”.
Es como un
interruptor: Julián fluye mejor con la mamada y comienza a disfrutarla más. Lo
mismo Marcano.
“¿Quieres lamerme el
culo?”,consulta Marcano.
“¡Me encantaría!”
El venezolano gira y
pone sus enormes y firmes nalgas al alcance de la boca de Julián, quien ya
aprendió que, en esos casos, no debe pedir permiso, solo proceder. Lame los dos
glúteos,
lame la raja, saborea el ojo de ese culo. Marcano también experimenta esas
deliciosas cosquillas:
“Así, pana. AAsí.
Cómete bien mi ano”.
Ese beso negro también
dura varios minutos hasta que Julián cesa, palmea una de las nalgas y lanza un
pedido inesperado:
“Méteme tu verga”.
Marcano gira, duda un
poco. Sonríe nervioso:
“¿En serio quieres
sentir mi verga?”
“Confío en ti”.
Marcano desea hacerlo,
pero no tiene lubricante a mano y él sabe lo que significa meter su pene erecto en
ese culo que, evidentemente, no está entrenado para ese tipo de dimensión y
acometida. . entonces ve algo y lo toma: una barrita de jabón que hay cerca de
una de las regaderas.
Como ambos tienen sus
cuerpos húmedos, la soba entre sus manos, hace espuma, la frota contra el ano de Julián y luego
la frota en su pene, de paso que lo pone más duro.
Ubica el glande en el
esfínter y comienza a empujar. Julián aplica las lecciones que aprendió cuando
Miguel se la metió el día anterior: se relaja, respira profundo y despacio,
trata de expandir su ano y permite que el glande de Marcano ingrese poco a poco.
Obviamente, Marcano sabe que la paciencia es la clave.
Conforme le va
introduciendo un centímetro más, va bombeando despacito. Julián siente que esa pinga duele más pero
trata de resistir hasta que un súbito hincón viene de su ano.
“Au”, susurra mientras
hace un gesto de dolor.
“¿Sigo?”
Julián respira un
poco, se tranquiliza:
“Sigue”.
Marcano juzga que no
debe meter todo su falo. Cuando llega a la mitad, comienza a bombear despacio
mientras acaricia el atlético cuerpo de su amante, quien siente que le succionan
todo el cuerpo por el ano.
“así, pata, qué rico”,
suspira.
A Marcano le encanta
meter su pene dentro de un agujero apretadito. Eso lo excita más. Mucho, más
bien. Cuando menos se da cuenta, gran parte de su miembro ya está dentro de las
entrañas del nadador.
La escena de sexo nada
simulado continúa dentro de esa ducha donde un insólito Julián vuelve a ser pasivo mientras un
musculoso y aventajado Marcano lo sigue poseyendo con gentileza y sensualidad.
Ambos gimen y jadean.
Cuando la gran verga
del venezolano ya está toda enterrada dentro del culo del nadador, y su cadera
empieza a chocar contra esas firmes nalgas, el orgasmo se hace inevitable:
“Me vengo, pana. ¡Me
vengo!”
“Dame tu leche, quiero
tu leche”.
Marcano saca su pene,
se pajea duro y eyacula sobre la nalga derecha de Julián. Una densa mancha
blanca se desliza por toda la pierna del pasivo, quien gira, se abraza a su cachero, y
sobándole el pene aún duro, lo besa en la boca.
“¿Te gustó?”, pregunta
el sonriente venezolano.
“Bravazo”, responde el
peruano, también sonriendo.
Se siguen besando.
Willy corta la escena. Ambos actores descansan, por fin.
“¿Te sientes bien,
pana? ¿Te hice daño?”, averigua Marcano.
“Me arde un poco”.
“a ver, gira”.
Julián hace lo que le
dicen. Marcano se arrodilla, abre las nalgas y revisa el ano. Solo está rojo de
la penetración, pero NO SE OBSERVAN OTRAS LESIONES.
“Todo parece estar en
orden”.
“Gracias”, responde
Julián.
Marcano abre la ducha
y se asea:
“Tienes lindo cuerpo…
y lindo culo, pana”.
“Gracias. Tú tienes un
cuerpazo, Y UN CULAZO… y una pingaza”.
“¿ya te has comido
vergas como la mía?”
“No… es la segunda
verga que me como, y en solo veinticuatro horas”.
Marcano sonríe:
“Tenía miedo de
romperte ese culo apretado; menos mal que aguantaste”.
Julián ríe.
“¿también vives en San
Sebastián?”
“Sí, y también conozco
a alejo y Miguel; de hecho, entrenamos juntos”.
“Me gustaría verlos de
nuevo; son buenos patas”.
“si tienes libre, ¿por
qué no nos visitas? A los chicos les va a encantar, creo”.
“No sería mala idea”,
responde Julián. “¿estarán libres el sábado?”
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