Hacer porno en exclusiva trae mucha plata, pero hay un detalle jodido.
A eso de las 10
de la mañana del miércoles, Alejo vuelve a estar sentado en la sala de la casa de
Enrique. Viste polo, bermuda y zapatillas mientras el anfitrión apenas anda en bóxer
y sandalias. En la mesita de centro, papeles impresos que el visitante lee sin
entender mucho.
“Básicamente la
exclusividad te amarra a que por un año no podrás aparecer en producciones porno
tanto de foto como video de otra empresa, y que actividades como presentaciones
en discotecas o entrevistas siempre se harán con conocimiento y autorización de
ASS,” explica enrique. “Claro que yo siempre te voy a autorizar… en todo caso,
la idea es ser formales… tu pago mensual está garantizado, y ahora que tienes
esa cuenta en el banco, yo solo te transfiero y ya”.
Alejo carraspea:
“Dijiste que ese
porno solo se verá en países gringos, ¿nno? Y… ¿si se llegan a ver acá? ¿Cómo es?”
Enrique suspira y
se sienta al lado de Alejo: “Me imagino que te referirás a este caso”. Busca en
su celular y se lo da: un culturista aparece en pantalla calateándose.
Mira el video queestá viendo alejo.
“¿quién es?”
“¿No lo conoces?
Es unpopular culturista peruano; incluso ganó concursos afuera. Yo lo vi en
Tampa, Estados Unidos. Hermoso cuerpo. Cuando lo vi en el escenario, lo reconocí”.
“¿¿Tú le hiciste
el video?”
“No. Parece que
fue muy anterior…. El caso es que yo no creo que él haya autorizado que lo
publiquen. Yo lo hallé en redes, le escribí un mensaje a ver si se animaba a
hacer más porno… nunca me respondió. Quizás superó esa etapa o quién sabe”.
Alejo sigue
viendo el video del musculoso, más que él, pajeándose y gimiendo arrecho.
“Tiene rico culo…
casi se le ve el ojete”.
“Y buena verga”.
“Mi verga es más
grande”, sonríe Alejo.
“No lo dudo, cabrón”,
también sonríe Enrique sobándo el paquete del chico sobre la bermuda. “Dáme el
celu que quiero mostrarte otra porno”.
Alejo devuelve el
móvil y enrique pone su dedo en la pantalla; lo regresa y otro musculoso
aparece con claras intenciones de calatearse… como que sucede.
Mira el segundovideo que ve Alejo.
“Asu… qué tal
cuerpo”, comenta Alejo. “Buen culo también”.
“Y también es
peruano, y tampoco creo que haya autorizado a que ese video se publique”.
El culturista en
pantalla queda desnudo y comienza a pajearse.
“Y si no lo
autorizaron, ¿por qué sus videos están aquí”.
“Ahí es donde
quiero llegar, cabrón. Yo sospecho que ellos también autorizaron a que su porno
solo se publicara en el mercado gringo, pero alguien que los conoce o que les
gustó, o quién sabe, los bajó y los subió ahí. ¿Culpa de la productora? No. En
ttodo caso, los administradores del sitio verán qué hacen”.
“¿Qué quieres
decir, enrique?”
“mira, Alejo… Lo
único que yo puedo garantizarte bajo contrato es que el porno que hagas para
ASS se verá en mercado gringo porque son nuestros principales compradores… pero
si alguno de ellos lo pone en un sitio como éste, la verdad, cabrón, yo no
puedo hacer nada más. Entonces, es un riesgo que tanto tú como yo corremos,
porque mientras tú y yo recibimos dinero por porno vendido, si se publica en un
sitio como ése, ni tú ni yo ganamos nada”.
“¿entonces?”,
duda Alejo.
“entonces, si
vamos a pensar en lo que perdemos, vamos a perder; pero si vamos a pensar en lo
que ganamos, vamos a ganar mucho más”.
“Pero… ¿y si
alguien de acá ve ese porno?”
“en el caso de
los dos que te mostré, yo calculo que de la fecha en que posaron hasta el
momento en que los filtraron, pasó tranquilamente un año, quizás dos. ¿ganaron
su lana? ¡Claro que sí! Pero, ¿dónde está su error? Solo hicieron poco porno.
Es probable que entre gimnasio y suplementos, esa lana se haya evaporado en
medio año siendo bien conservador… Lo que trato de decir, cabrón, es que en
este negocio, uno es ninguno. Dos, en un segundo, adiós. Tres, en dos meses ya
no lo ves. Pero si hacemos al menos una escena cada semana, tú vas a ganar
suficiente lana para hacer lo que quieras”.
“Pero, ¿y si
alguien acá los ve?”
“¿No me
escuchaste? Vas a ganar 1000 dólares mensuales y quizás otros 1000 por escena.
Haz aritmética, carnal. Al año podrías ganar hasta 65 mil dólares”.
Alejo se queda
perplejo.
“¿Cuántoes eso en
soles?”
“uff, cabrón. A
ver… como casi un cuarto de millón de soles al cambio actual”.
Alejo trata de
comprender la cifra mientras la mano de Enrique sigue acariciándole el bulto aún
blandito.
“Esta casa cuesta
unos… 800 mil soles al cambio actual, y los bienes raíces siempre son
inversiones que aumentan su valor… o a lo mejor creas tu propio negocio”.
Alejo recibe como
ráfaga un sueño que tiene desde chibolo.
“¿Me alcanzará
para poner un taller mecánico de carros, motos y mototaxis?”
“Tienes 21 años,
cabrón. Puedes dedicarte al porno, reinvertirlo en negocios que hagan crecer tu
dinero… Y si alguien llega a filtrar o ver el porno, mira… ¿viste esos chavos chaqueteándose?
Ahora son famosos, tienen auspiciadores, negocios propios. Aunque hicieron
poco, ¿perdieron?”
“Habla bien”.
“Ahí tienes sus
nombres: búscalos en internet. Y como ellos, muchos chavos que hicieron porno,
o que no hicieron porno pero que se les filtró el porno, ¿acaso son pobres? Que
no sepan decidir parejas, o no sepan invertir, ya es otro problema. Mírame a
mí, cabrón: yo vengo haciendo porno desde los 19, ahora tengo 32. ¿Te gusta mi
residencia?”
Alejo mueve la
cabeza haciendo sí: “Está mostra”.
Enrique quita el
celular de las manos al muchacho y parece buscar algo más.
“A los tres años
de que comencé, cuando tenía 22 o 23, mi porno se filtró y un pendejo se lo
mostró a mis jefes. Fue horrible. Me corrieron de la casa. Y eso que yo
aportaba, y aportaba bien. Pero, ¿sabes qué? Para entonces yo ya tenía ahorrado
como 100 mil dólares. ¡100 mil dólares, cabrón! A la chingada, dije. Me
independicé, lo invertí, gané, seguí trabajando en porno. Y mírame dónde estoy.
Con mis ahorros compré este lugar y tengo a ASS”.
“¿Ahí se fue toda
tu plata?”
“No, tengo buenos
ahorros. Estoy reinvirtiendo, y sigo ganando”. Si me quedaba en casa de mis
jefes, quizás seguiría en mi pueblo. Pero arriesgué…”
Enrique regresa
el celular a Alejo y otro pata, esta vez más arrecho, se pajea en pantalla. El
modelo gime en el video mucho más rico que el primero que vio.
“A la mierda… dame
el lapicero”.
Alejo deja el
celular en la mesa y estampa su firma en el papel.
“Y, si llegara a
pasar esa posibilidad extrema, ya te dije que en esta casa hay espacio para
ti”.
“Gracias,
enrique… Ah, ¿y ese pata de ahorita?” Vuelve a coger el celular y ve la pajeada.
“¿De dónde es?”
“Un campeón
argentino, si no me equivoco… y hay colombianos, mexicanos, brasileños a
montones, españoles… Faltan peruanos”.
Alejo sonríe, se
afloja la bermuda y se la baja: su pinga aún flácida queda al descubierto.
“Chúpammela, enrique.
Esos videos me pusieron arrecho”.
“¿Puedo grabar
cómo te la mamo? Te pago otros mil, claro, si nos encueramos, ¿no…”?”
“¡Claro!”, sonríe
Alejo, y comienza a calatearse para que lo graben dejándose chupar la pinga.
Luego se la meterá por el culo a enrique y finalmente le dará su leche en la
boca. Y otros mil soles se suman a su cuenta bancaria.
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