La arrechura de Paco está a punto de desatar una tormenta.
Luego de hacer el
corte de caja de ese miércoles, Pedro se cambia para entrenar un poco de
piernas y culo. En el patio bajo techo solo están Alejo, dos alumnos más, y
Paco junto a Miguel, aunque este último ya no entrenando sino conversando.
Pedro se les acerca y arma su barra para iniciar sentadillas. Miguel se le
acerca discretamente:
“¿Estás con ganas
esta noche?”
“¿Por qué?”,
sonríe el estudiante de contabilidad.
Cuando el AS está
cerrado, Pedro entra a la ducha para asearse. Al interior, Alejo y Miguel
flanquean a Paco. Se acarician mutuamente, aunque siendo más precisos, Paco les
acaricia la verga y éstos le acarician las nalgas. Pedro se desnuda, cierra la
puerta y entra al metro cuadrado de mayólica. Se asea bien y participa de lo
que promete ser un gang-bang.
Paco se arrodilla
y comienza a chupar los 18 centímetros de Alejo, los 18 de Miguel y los 15 de
Pedro. Cuando acaba con este último, regresa donde Alejo y repite la secuencia.
A la hora del
beso negro, a Paco se le ocurre un juego interesante; se pone en fila apoyado a
la pared junto con Miguel y Pedro, se abren de piernas y primero se acarician
las nalgas y luego se masajean sus anos. A continuación, Alejo se arrodilla y
lame el cculo a Paco, luego a Miguel y finalmente a Pedro.
Cuando acaba, sorpresivamente
ocupa el lugar al lado de Pedro, quien lo mira extrañado.
“¡¿Y qué? Es solo
un beso negro, ¿no?”
Paco tiene cierta
maesttría en usar su lengua en los agujeros de cada uno de los chicos. Y no
solo eso, aprovecha una de sus manos para masajearles el pene y mantenerlo duro;
de paso, acaricia las bolas. Cuando acaba, Miguel hace el mismo circuito, pero
en lugar de pajear a sus compañeros, les da media vuelta y les chupa las vergas.
Al terminar su turno, Pedro imita las maniobras de Miguel.
Al tocarle el
turno a Alejo, comienza por meter su pene en el culo de Miguel y se mueve con
ritmo y cuidado mientras Pedro y Paco siguen acariciándose sus culos; luego Alejo
se la mete a Pedro mientras Miguel y Paco le acarician cada uno cada nalgota. Finalmente
Alejo se la mete a Paco; pero antes, se coloca uno de los condones que éste ha
traído:
“Despacio, papi
Mientras Alejo
menea su verga dentro del ano de Paco, a su lado Miguel clava a Pedro. Tras
algunos minutos, Miguel se pone otro condón y se la mete a Paco mientras Alejo
se quita el forro y se la encaja a Pedro. Miguel sí se mueve hasta que siente
su orgasmo venir.
“Dámela en mis
nalgas”, pide Paco.
El semen de
Miguel se dispara en esas dos blancas posaderas. Es el turno de Pedro, quien se
coloca el último condón y penetra a Paco. Al mismo tiempo, Alejo penetra a
Pedro mientras Miguel se baña bajo la ducha. Pedro tampoco dura mucho como
cachero:
“También dámela
en mis nalgas, papi”.
Sobre el semen
que aún queda de Miguel, Pedro dispara el suyo hasta que se da cuenta de un
detalle en el condón y luego en el piso blanco de la mayólica:
“Estás sangrando,
huevón”.
Aprovechando que
el ano de Pedro le estrangula la verga debido al orgasmo, Alejo simula llegar
al suyo y también se pone bajo la ducha. Para finalizar, Pedro se arrodilla y
chupa el pene de Paco hasta ordeñarlo:
“Me vengo, ¿me
vengo!”
Paco hace un facial
de semen a Pedro, quien vuelve a ver en el piso: hay tres gotas de sangre
diluyéndose en el agua que se va a la alcantarilla.
Casi a
medianoche, Alejo y Miguel tienen cada uno 50 soles en la mano. Cuando Paco va
a darle los suyos a Pedro, éste se niega:
“Apréciamelos”,
pide el promotor de la orgía.
Pedro mira a
Alejo y a Miguel.
“Acéptaselos”, le
guiña un ojo el musculoso.
Pedro lo hace
aunque le parece que no debería porque él cachó y se dejó cachar por puro
gusto.
Como la casa de
Paco está camino de la de Pedro, ambos salen juntos del AS y van andando por
las ya desiertas calles de San Sebastián.
“¿Siempre sangras
así cuando te cahchan?”, curiosea Pedro.
“No siempre;
bueno, hoy que tocó tres, y anoche que me aguanté una verga como la de Alejo y Miguel”,
susurra Paco sonriendo.
“¿Dos noches
seguidas aguantando verga?”
“Sí, aunque yo
creo que también tú te aguantaste la verga que yo me aguanté anoche”.
Pedro lo mira
extrañado.
Cuando éste llega
a su casa, todos están durmiendo. Sube directo a su cuarto, cierra la puerta y
se desnuda. Se mete a su cama y se arropa. En un minuto o dos, Edú pasa de su
cama a la de Pedro evidentemente calato y evidentemente erecto a juzgar por el
pene que restrega en las nalgas del muchacho.
“Hoy no tengo
ganas, Edú”, susurra Pedro. “Acabo de cachar con alguien”.
“¿Con quién?”,
finge celos el otro atleta.
“Eso no importa,
pero solo te diré una cosa, Edú: no tengo nada en contra de que conozcas nueva
gente en San Sebastián y que caches con ellos… pero, ¿quién te autorizó a
llevarlos a la casa de la parcela para cachar?”
Edú se queda de
una pieza… y su pieza comienza a ablandarse.
Temprano a la
mañana siguiente, jueves, Edú y Julio entran al cuarto en la casa de la
parcela. El segundo prende la luz y revisa la colcha.
“¿Por qué no me
dijiste nada de que también cacharon con otra persona”.
“Pero es un
mototaxista, Julio”.
“oe, huevón. ¿No
sabes que son las personas más chismosas de San Sebastián? ¿Te has puesto a
pensar qué pasaría si llega a oídos de mi mujer que patas están cachando con
patas aquí?”
“Está bien,
Julio. Se me pasó. Te pido disculpas y seré más cuidadoso la próxima vez que
cachemos”.
Julio mira serio
a Edú:
“Ya veremos si
hay próxima vez para cachar… por lo pronto, lava bien esto antes que alguien se
dé cuenta”.
Julio entrega la
colcha a Edú. En todo el centro, hay tres o cuatro gotas de sangre ya secas.
Y para terminar,mira un video porno aquí.
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