Al terminar la obra esa noche de domingo, Zaira entra sorprendida:
“Lleno total,
muchachos… y se quedó gente afuera”.
Alexis, Osmar
y Evandro se miran algo boquiabiertos.
A la mañana siguiente, lunes, algunos alumnos y casi todas las alumnas del turno en que Osmar trabaja en el gimnasio se acercan a felicitarlo, a tomarse selfies, a sonreírse más que de costumbre. Luis Miguel Pérez, o simplemente Luismi, es el dueño del Steel Fit Gym y el relevo del modelo, quien no tiene ningún tapujo en fotografiarse en su celular justo cuando su ahora instructor estrella se está duchando (y él desnudo de la cintura para arriba). La recortada imagen sensual (para no violar eso de las normas comunitarias)se semiviraliza siempre con la etiqueta #Lustentupiel a la que agrega #SteelStarTrainer.
Esa noche se repite el lleno en el teatro. Lo mismo el martes.
El miércoles,
Zaira pasa un mensaje a los celulares de sus talentos: “Quiero saber si tienen
disponibilidad para agregar una función sábados y domingos 7:15 pm.”
Los tres
actores, reunidos ensayando al desnudo en la sala de Gibrán, se miran otra vez.
Apenas van a deliberar cuando entra otro mensaje: “¿Aceptan extender la
temporada otro mes más?”
Alexis y
Evandro miran a Osmar.
“No me digan
que depende de mí”.
Entonces,
solo suena la alarma de mensajes en su celular: “¿Aceptas dar entrevistas a un
par de revistas?”
A la mañana siguiente, jueves, una reportera y un fotógrafo están en el Steel haciendo una nota a Osmar.
“¿Y no es
incómodo actuar sin ropa frente al público?”, pregunta la periodista.
“Depende del
actor; en mi caso, no. El cuerpo es nuestro instrumento de trabajo, así que
para mí es lo más natural”.
“¿Harías
otros desnudos en el teatro o la televisión?”
“Si se
justifican y pagan bien, ¿por qué no?”
“Y de tus
compañeros de reparto, ¿con quién es más complicado hacer los desnudos?”
“Con ninguno.
Hay mucha confianza entre los tres”.
El fotógrafo
no deja de obturar. Cuando la entrevista acaba, la periodista consulta al
reportero gráfico si le falta alguna imagen:
“¿Podríamos
recrear la toma de la ducha?”
Osmar duda un
poco.
“Espérame un momento”,
previene la reportera, quien hace una llamada yéndose a un lado del salón de
máquinas.
“Bonito
gimnasio”, comenta el fotógrafo.
“Gracias. Y…
¿cómo te llamas?”
“Ah,
Alejandro Albújar”. El reportero gráfico muestra su credencial. La foto no
enseña las arrugas del portador, pero eso no deja de lucirlo muy guapo,
especialmente con una barba que hace un par de días no se afeitó y un cabello
crespo ni corto ni largo.
“¿entrenas?”
“Cuando me da
tiempo. El trabajo en el diario absorbe mucho; pero cuando tengo vacaciones, me
largo a surfear al norte, de paso que visito a mis viejos”.
“¿Eres del
norte?”
“De Negritos,
Piura”.
“Piura.
Estuve allá haciendo esa campaña”.
“Sí conozco
la zona. Es…”
La reportera
regresa:
“Doscientos
cincuenta dólares por posar desnudo en la ducha. Si tienes e-wallet, te los pago de inmediato y luego regularizamos”.
“¿Los tres?”,
se asusta Osmar.
“No”, sonríe
la chica. “Vas con Alejo solamente”.
No pasan ni
cinco minutos, y el instructor físico vuelve a quedarse en pelotas frente a un
fotógrafo mientras posa en el vestidor del gimnasio. La cámara dispara varios flashes
por minuto. En uno de esos segundos en que el aparato retoma energía para
volver a disparar, Osmar nota que Alejandro
se acomoda algo en la entrepierna, y una especie de bulto se forma al
lado derecho de la bragueta del jean celeste. El fotógrafo carraspea:
“Disculpa”.
“Descuida”,
sonríe Osmar.
“¿Puedo
decirte algo y no te molestas?”
“Fresco,
chamo”.
“Me encanta
todo tu cuerpo, pero… ese culo esde campeonato”.
Osmar se
queda mirando perplejo a Alejandro sin saber si sonreír o sonrojarse, o mejor
optar por ambas.
“Disculpa, no
era mi…”, se apresura el gráfico.
“No”, susurra
sonriendo el modelo. “Me gustaría verte desnudo alguna vez también”.
Ahora Alejandro
se sonroja, carraspea. Se toma unos segundos para la próxima toma. El pene de
Osmar, a pesar del agua fría, se pone erecto.
“Tenemos… que
ocultar… eso”, aclara su voz Alejandro, la cara caliente, las mejillas rojas,
sonriendo cómplicemente, señalando al falo duro y levantado con su mirada
mientras el suyo se sigue notando bajo el jean.
Entonces, Osmar
gira un poco más, y su culo se luce más redondo, más musculoso, más rico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario