La campaña de Lust se estrena a nivel nacional tres domingos después de que fuese filmada y fotografiada. El aviso de televisión sale en dos versiones: una en la que se sugiere el desnudo de Osmar y que se pone entre diez y once y media de la noche, y la otra en la que se le ve completamente desnudo, que sale entre medianoche y las dos de la mañana. Al terminar la primera hora de estreno, la etiqueta #lustentupiel no es tendencia pero ya tiene varios comentarios, en especial preguntando sobre la identidad del modelo. César, quien también es un hábil community manager, responde con el nombre. No falta quien comienza a buscar a Osmar en las redes sociales, a seguirlo, a enviar solicitudes, a desearlo.
El miércoles
previo al lanzamiento oficial, el modelo ha podido ver el preestreno de la
pieza junto a Escalante, César, un ejecutivo de Lust y Zaira.
“No pensarás
acabar la temporada justo ahora que va a circular esto”, induce el director de
reparto a la directora de escena, a quien además extiende uno de los afiches
donde se ve a Osmar desnudo de espaldas volteando la cara, sonriendo
seductoramente hacia la cámara, el cuerpo húmedo, las dos nalgas como globos,
el paisaje del bosque seco al fondo, la jarra de aluminio blanco en la mano,
Lust a la derecha (hay una segunda versión del afiche donde el nombre tapa el
culo del modelo). “Incluso con esto, deberías abrir una función adicional los
sábados y domingos”.
Zaira mira el
afiche sobre el papel brillante con muchas dudas en la cabeza:
“Me pides
mucho, Arnold”.
“Tienes que
ser profesional y entender que este negocio es así”.
Osmar, César
y el ejecutivo de la compañía miran a ambos en silencio.
“¿Dices que
te gustaría hacer una versión en cine de la obra?”
“Con tu dirección
escénica: los chicos ya conocen tu método”.
“No tengo
experiencia en cine”.
“Bueno. Yo te
pronostico que las entradas este domingo se van a agotar; si eso pasa, recuerda
que estoy aquí listo para apoyarte”.
El domingo del estreno de la campaña publicitaria, Osmar, Evandro, Alexis, Escalante, César, Abelardo Sosa y Fernando (especialmente invitados por la producción de la campaña) se reúnen en la casa de Gibrán justo para ver la tanda de las doce y ocho de la madrugada: la espalda y el culo del modelo sin censura con Gymnospedia No. 2 como fondo musical y el hermoso paisaje del valle de San Lorenzo, la voz de Osmar cerrando la pieza convertida en un susurro digno de clímax sexual. Un aplauso cierra los veinte segundos de edición.
“Te quedó de
la puta madre”, se emociona el anfitrión mientras palmea los fuertes muslos de
Osmar, quien lo agradece.
A su lado Evandro,
que lo ha tenido abrazado todo el tiempo, le da un beso en la mejilla:
“Sabía que lo
harías excelente”.
“Tú eres el
culpable de todo esto”, sonríe el modelo.
Gibrán
reparte cuba libre y vodka a los concurrentes, excepto Evandro:
“Tengo que
conducir de regreso”, se excusa.
“Ay, por un
vasito”, insiste Gibrán.
“Hermoso
lugar”, califica Alexis a Sosa. “Me encantaría conocer”.
“Cuando
desees te esperamos, ¿no, Fer?”
El peón
sonríe asintiendo.
“Si la
campaña es un éxito, lo que vendrá es la versión cine de Voto De Castidad, adelanta Escalante.
Evandro alza
las cejas sin pronunciar palabra; Osmar se da cuenta y lo codea con disimulo.
“¿Qué dijo Zaira?”,
pregunta Alexis con timidez.
“Ella y yo
estamos cortados por la misma tijera, querido: si vemos que el chanchito
engorda, ¿nos prohibiremos comer el chicharrón?”
Alexis
entiende la metáfora y sonríe.
El celular de
Evandro suena, lo saca y lee:
“escuchen
este mensaje de Laura, chicos: el comercial quedó hermoso, Osmar luce
churrísimo, y espero que no te demores mucho que más tarde el día se pondrá
pesado en la ttienda… Así que dicho esto, caballeros, me retiro”.
Evandro se
pone de pie y el resto le dice que se quede un rato más; mejor dicho, el resto
menos Escalante.
“Solo un
ratito más”, casi ruega Osmar.
Evandro
sonríe. Escalante es ahora quien arquea las cejas.
El ratito
dura media hora más. Osmar acompaña a su amigo hasta la reja de entrada:
“Cuando acabe
la temporada quiero darme un par de días como vacaciones. En Piura hay unas
playas hermosas”.
“¿Irás con
Laura?”
“No, Os. Quiero
ir contigo”.
“No me
parece, Evan. Ella podría…”
“Ella no sabe
nada; soy muy cuidadoso. Confía en mí”. Evandro abraza a Osmar y le da un beso
en el cuello: “Recuerda que te amo”.
“Por favor,
Evan”, ruega Osmar susurrando.
De regreso al
departamento de Gibrán, lo encuentra besándose en la boca con Alexis
compartiendo uno de los modulares de la sala, ambos con sus vasos de cuba en
las manos. En el sofá, César, Sosa y Fernando conversan animadamente mientras
se acarician los muslos mutuamente. Escalante se prepara un trago; Osmar va a
esperar su turno:
“¿Te hago un
vodka?”
“No, vale”,
sonríe el modelo. “Yo lo haré. Gracias”.
“¿A dónde te
va a llevar esa relación con Evandro Cruzado?”
Osmar se
sorprende.
“Vamos,
muchacho. Es más que evidente que hay algo entre ustedes. Que nos hagamos los
cojudos y no comentemos nada para evitar rumores es una cosa, pero los hechos
saltan a la vista”.
“Solo somos
amigos, Arnold”.
“Esa amistad
no te llevará a ninguna parte. ¿Sabes que Evandro está quemado de las cadenas y
el cine mainstream? A lo mucho puede
hacer teatro, quizás radionovelas, aunque esa voz no le ayuda, y cine erótico…
o porno, como en sus inicios”.
Osmar comienza
a mirar con recelo a Escalante quien vuelve a la carga:
“Si tú quieres
retomar la carrera que el chavismo te interrumpió en Venezuela, lo que tienes que
hacer es seleccionar mejor tus metas y a tus amistades. No niego que Evandro te
consiguió la obra, pero sin tu talento a la hora del casting, no habrías conseguido el papel; menos el de Lust, y quién
sabe qué otras cosas positivas hay por venir”.
“Una cosa es
mi relación personal con Evandro, otra es mi relación profesional”, aclara
Osmar.
“Yo no me
meto en tus relaciones personales, Rivero; lo que te estoy diciendo es que
revises a dónde quieres enrumbar tu carrera: Lima es solo una escala, ¿o
piensas sentar raíces aquí?”
Osmar resopla
sin mucho disimulo:
“Disculpa”.
Cuando se
está retirando, Escalante lo toma del brazo y trata de retenerlo:
“Enfócate en
tus metas, Osmar. Eso te hará grande”.
El modelo se
suelta algo brusco y prefiere encerrarse en su nuevo cuarto. Se desnuda y mete
a la cama. Ahí, con la luz apagada, y con la poca que entra desde la calle,
trata de entender lo que ha logrado en la última quincena: se mudó a un sitio
más cómodo y abrigado, consiguió su primer comercial de alcance nacional, sigue
en la obra, sigue en el gimnasio. Recuerda su promesa de aquella mañana de
domingo, hace tres semanas, cuando su cuerpo desnudo (como esta noche) se
entregaba a la naturaleza. Recuerda también los mensajes y gestos confusos de
Evandro. Recuerda a su familia.
Tocan su
puerta muy despacio. Prefiere arroparse y hacer de cuenta que no ha escuchado
nada.
“¿Os?”,
consultan del otro lado.
Escucha que
giran la perilla de la puerta, pero tuvo la precaución de ponerle seguro así
que se arropa bien con la cobija y prefiere aislarse de todo.
Del otro lado
de la puerta, Alexis, desnudo de la cintura para rriba, toca de nuevo. Gibrán
se le aproxima:
“¿No te
responde?”
Alexis da un
beso en la boca al otro chico, quien está solo en bóxer:
“Ese reconchasumadre me va a escuchar”.
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