Marcano lo sabe enchufar y se lo saben enchufar.
El culo de
Marcano parece ser demasiado grande para el asiento de la motito Honda de
segunda mano que utiliza para ir de un lado a otro de San Sebastián y atender a
su clientela. Julio lo experimenta ahora mismo mientras está sentado detrás
suyo entrando por el camino que lleva a su chacra.
Por más caleta
que quiere pasar, le ha sido imposible despegar su bulto de las dos enormes
nalgas del venezolano. ¿Se habrá dado cuenta que sus 18centímetros están al
palo? Ojalá su jean lo haya podido disimular, pero con esos baches… uff,
jodido.
“Es en esa
puerta”.
Cuando al fin
logran desmontar, Julio trata de dar la espalda al electricista para que no se
percate de la erección. Ya dentro de la casa, van al dormitorio principal. El
anfitrión abre la ventana para que entre más luz natural. Marcano analiza las
paredes y el techo; regresa a la moto para traer su maleta de herramientas.
Julio se mira la entrepierna y se golpea la pinga a ver si se le baja.
A la media hora,
Edú regresa de trabajar en la plantación y entra por la puerta trasera dejando
la pala donde siempre. Al escuchar el murmullo, se aproxima al cuarto y
encuentra a Marcano descalzo, subido sobre la cama tratando de instalar un
soquete en el techo y a Julio en la puerta mirando la escena. Disimuladamente
le toca el culo y el dueño de casa se asusta.
“Estamos
iluminando tu nidito de amor”, reacciona.
Edú saluda a
Marcano y lo primero que le llena la vista es un evidente cuerpo atlético bajo
el mameluco, en especial las piernas y las nalgas.
“ Voy a bañarme”,
avisa Edú. “Tengo las bolas bien sudadas”.
Marcano ríe.
“entonces, aparte
de las bolas lávate bien ese culo”, bromea Julio captando la intención.
“Voy a sacar mi
mochila”, replica Edú.
“Oe, huevón, ¿y
acaso en el estadio no te paseabas enseñando el culo en las duchas como si
nada?”
Marcano vuelve a
reír y mira a edú:
“¿Qué deporte has
practicado, pana?”
“Fútbol. ¿Tú has
practicado alguno?”
“Béisbol en mi
país, pero acá hago pesas”.
“Ah”, reacciona
Julio. “por eso el cuerpazo”.
“También solíamos
andar desnudos en los camerinos antes de ducharnos”, cuenta Marcano. “Bueno,
era lo natural entre nosotros”.
“Entonces, no te
incomoda ver hombres calatos, ¿o sí?”, lanza Edú ya sin anestesia.
“En el cuarto que
alquilo, a esta hora, ando calato, como dicen ustedes. Solo uso la ropa para ir
a la calle, pero hasta duermo sin nada porque me incomoda”.
Edú y Julio se
miran en silencio.
“¿Y no te mueres
de calor en ese mameluco?”, interviene Julio. “Yo que estoy acá parado, estoy
sudando de pies a cabeza… incluso los huevos”.
Marcano sonríe
otra vez:
“La verdad que sí
pana, me sudan hasta las bolas, pero… tú sabe’, el respeto, o alguien venga”.
Sin previo aviso,
Julio comienza a calatearse. Mira a Edú, y éste lo imita. Cuando Marcano baja
la mirada, un hombre calato de 30 años y otro de 50 están como Dios los trajo
al mundo… y cada uno con sus pingas de 18 centímetros en pleno engrosamiento.
Marcano sonríe de
nuevo. Se baja la cremallera del mameluco, se lo saca, luego el polo que tenía
dentro y finalmente su bóxer.
“Ahora sí
trabajaré a gusto”, sonríe el venezolano mientras su pinga de 21 centímetros ya
está bien parada y sus nalgotas están allí, firmes y lampiñas.
Edú se encarama
en la cama, y aprovechando que Marcano sigue de pie, se arrodilla delante suyo
y comienza a mamarle la verga. A la mierda si sabe un poco más salada que de
costumbre debido al sudor. Tras el electricista, Julio acaricia los generosos
glúteos, los separa y trata de hundir su cara entre ellos. Marcano cree estar
soñando.
Luego de un rato,
la lengua del visitante explora el culo y el hueco de Edú, mientras que el suyo
sigue bajo dominio de Julio.
“Lo tienes bien
dilatado”, le susurra al electricista.
“¿Tienes
condones?”
Julio hace una
seña a edú y saca un paquetito.
“¿Han hecho un
trenecito?”, insinúa Marcano.
“No, pero si lo
sabes hacer, enséñanos”, responde Edú.
Con su pene ya
forrado y lubricado, Marcano comienza a introducirlo despacio a Edú hasta que
logra insertarlo por completo. De inmediato, Julio mete su falo en el ano de
Marcano. Cuando por fin los ‘vagones’ están conectados a la locomotora, Marcano
comienza a mover su cadera con ese inigualable ritmo caribeño estimulando el
recto de Edú y masajeando el miembro erecto de Julio. Es increíble la cantidad
de placer que tres hombres pueden disfrutar así al mismo tiempo, en especial el
del medio, pues goza doble.
Posteriormente, y
luego que Julio aclare que su culo no recibe verga, Edú pasa a ocupar el lugar
del medio y Marcano permuta hacia delante. Ahora Edú puede entender la
sensación que Julio acaba de experimentar al meter su pinga a ese culazo.
Tras varios
minutos de hacer el trenecito, Edú se arrodilla sobre el suelo del dormitorio,
mientras las pingas de Marcano y Julio lo apuntan en cada mejilla. Tras algún
rato de que ambos se pajean, siente el semen caliente impactar sobre su cara.
Para hacerlo
recíproco, Marcano se arrodilla y chupa el pene de Edú.
“Las voy a dar,
carajo. Se viene mi leche”.
Marcano se saca
el pene de la boca y el esperma se dispara sobre su rostro.
Tras bañarse
juntos, y aún calatos, Marcano instala el foco, Julio lo prueba y el cuarto ya
tiene luz artificial.
“Oe, huevón, tienes
hermoso cuerpo. ¿Dónde dijiste que haces pesas?”
“Ah, pana. En el
gimnasio… el de la parroquia”, contesta Marcano sin intención.
Julio y edú se
miran un poco palteados. Marcano se da cuenta:
“¿Pasa algo,
panas?”
“Mira, pata”, se
adelanta Julio, “creo que tenemos que hablar al toque una nota seria… mi hijo
entrena en el gimnasio al que tú vas”.
“No le veo el
problema, pana”, responde Marcano con una sonrisa de incomprensión.
“No quiero que se
entere que los tres hemos cachado; mejor dicho no quiero que se entere que su
papá…”
“Fresco, pana”,
interrumpe Marcano. “Cuando uno trabaja como electricista, mira, escucha, toca,
hace y calla… ¿Tú crees que no sentí tu verga dura en mi culo? ¿Te dije algo
acaso, vale?”
Julio se sonroja
y carraspea.
“Chicos”, se mete
Edú, “creo que a ninguno de los tres nos conviene que se sepa esta historia, y
creo tener una solución que nos convenga a todos… y seguir gozando sin que
nadie nos joda…”
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