El culo de Flavio tiene poder, incluso poder político.
A las 6 de la
mañana, Flavio ssale del edificio donde vive, vistiendo una malla de una sola
pieza azul eléctrica, que se sujeta a sus bien formados trapecios y ssolo le tapan
las tres cuartas partes del muslo. El resto de su anatomía, aunque esté
cubierta por la tela alicrada, no deja nada a la imaginación, en especial sus pectorales,
su espalda, su cintura delgadísima y plana, su enorme culo, su paquete, sus
bien formadas piernas.
La poca gente que
está despierta y en la calle a esa hora del sábado se lo queda mirando. A
Flavio le llega a la punta del huevo. Sabe de más que Piura es una ciudad
hipócritamente conservadora, que se escandaliza en público pero goza todo el
kamasutra en privado. Aún así, la ruta del muchacho es discreta, recorriendo
Miraflores, escuchando los trinos de las aves, los ruidos de la ciudad, buscando
calentarse en el aire frío del amanecer.
Dobla a la
avenida que va a dar al Cuarto Puente y trota sostenido y firme, tan firme que
sus grandes nalgas e hinchadas piernas vibran a cada impacto de su pie con el
concreto. Al pasar por la segunda cuadra, de una mototaxi que se estaciona baja
Eliezer junto a otra persona alta como él pero menos fornida. Ambos se quedan
viendo al atleta alejarse.
“Un culazo justo
como me lo recomendó el doctor”, dice en voz baja.
“Y culazo pituco
por lo visto”.
Ambos ingresan a
una casa a mitad de esa cuadra.
“Tremendo susto
el que me diste en el bus con ese maricón”.
“Eres bien
huevón: ¿a quién se le ocurre dejarse mamar la pinga sabiendo que te pueden
ver?”
“Ya empezó el
capitán… ¿ya se te olvidó cuando metíamos huevo?”
“Pero nosotros
cachábamos caleta, eli; más bien, dime cómo puedo ayudarte”.
“Cáchate de nuevo
a Pelu, y a cambio te prometo más ganancias que putas pérdidas”.
“No me digas que
el culo de Pelu sigue en servicio activo”.
“Sí, solo que
ahora se come pingas de alto rango…”
El otro hombre
mira fijamente a Eliezer:
“Acepto siempre
que no me metas el dedo al culo… y que mi hijo sea parte de los beneficiados”.
“Nada de eso,
capi… será mejor que cachar con los calichines del FC”.
Veinte minutos
después, ambos salen de la casa y caminan en dirección al Cuarto Puente.
“Gracias, capi, y
lo otro ya sabes que se arregla metiéndole verga”.
“Si lo haces,
hasta les doy el culo a ti y a Pelu”.
Llegan a un
cafetín pero lo hayan cerrado.
“Hijo de puta…
tendremos que ir por la irazola. Conozco otro lugar”.
Al doblar la
esquina casi chocan con Flavio quien viene trotando en sentido contrario. Los
tres se asustan primero, se maravillan luego.
“Perdonen, no los
vi llegar”, se excusa el muchacho.
“Descuida… fue mi
culo, digo, mi culpa”.
Flavio sonríe
ante el lapsus linguae, y nota que el otro hombre le mira fijamente las
caderas y las piernas. En diez minutos, los tres ingresan al minidepartamento del
joven. Eliezer y su acompañante agradecen y se sientan.
“Ya decía de
dónde tu cara y tu cuerpo me eran familiares”, comenta el primero.
“¿Cara, cuerpo y
culo?”, ssonríe Flavio mientras pone una sartén en la cocina y enciende la
cafetera. “Hay huevos en la refri, y tengo tostadas en la alacena; sírvanse
mientras me ducho”.
Flavio entra a su
cuarto, se sienta en la cama y se saca las zapatillas y las medias, las que
lanza con precisión al cesto de ropa sucia. Se pone de pie y se saca la malla
de licra; queda completamente desnudo. De pronto nota que alguien también
desnudo entra por la puerta, la que deliberadamente dejó abierta.
“No te entendí a
qué huevos te referías”, sonríe Eliezer. “¿A lo mejor éstos?”, pregunta
fingiendo inocencia y sacudiéndose los testículos.
“Sí, tus enormes
huevos”, sonríe Flavio muy seductor. “Apuesto que son más nutritivos”.
En ese momento,
el otro hombre entra completamente desnudo también. En un par de minutos, los
dos invitados están apiñados con el anfitrión en su ducha untándole el jabón
líquido. Recorren todo su cuerpo perfecto, en especial ese generoso culo.
Flavio, aprovechándose flanqueado, agarra las pingas de ambos y las comienza a
masturbar.
Una vez que ambos
penes están duros, gira, se arrodilla sobre el piso de mayólica y los chupa
alternadamente. Minutos después, los tres comparten la cama. Mientras Eliezer
ofrece su pija para que se la chupe Flavio, el otro hombre le clava sus 18
centímetros por ese ano suave y cálido. Hay gemidos, hay jadeos, hay arrechura.
Luego Eliezer
mete su pinga a Flavio mientras éste se la chupa al otro hombre. Aquí la cosa
se ha puesto un poco más complicada para el pasivo porque el grosor de ese pene
largo y moreno desafía la elasticidad de cualquier recto, incluso del
experimentado mancebo. El otro hombre no aguanta mas y dispara todo su semen en
la boca del atleta matutino. Tras suspirar, se echa en uno de los lados de la
cama.
Los siguientes
veinte minutos serán solo de Eliezer y Flavio. El primero acostado boca arriba,
el segundo cabalgándolo sin descanso. Incluso Eliezer se anima a tomar el pene
de Flavio y comenzarlo a masturbar hasta conseguir que crezca a sus 15
centímetros, el glande más hinchado que el resto del tronco; los testículos golpeando
el vello púbico.
Luego Eliezer se
sienta en el filo de la cama y Flavio se sienta sobre él. Con la enorme pija
dentro de su culo, continúa cabalgando. La plasticidad de este pasivo es
sorprendente, piensa el activo. Finalmente, Flavio da una última mamada
profunda al órgano sexual de Eliezer y le extrae todo el semen, una gran
cantidad dicho sea de paso, y se la traga. Los dos se acuestan junto al primer
hombre, de tal manera que el anfitrión queda al medio.
“Leche de negro y
leche de cholo”, celebra Eliezer.
“el que no tiene
de inga, tiene de mandinga, y sabe disfrutar una buena pinga… o un buen par de
pingas”, ríe Flavio.
“¿Y como cuánntas
te habrás comido?”, le consulta el otro hombre.
“No muchas como
parece, pero las que me comí pagaron bien y quedaron muy satisfechas”.
“Ah… eres… cómo
decir…”
“Escort, modelo
de desnudo artístico, desnudo pornográfico, stripper, gogo, y ahora estoy
grabando una película porno”.
Eliezer
reacciona: “O sea que este trío…”
“Tranquilo,
moreno. Esto es cortesía de la casa; es más: yo estoy dispuesto a cachar
contigo todas las veces que quieras… y con tu amigo también”.
“¿Por nada?”, se
serena Eliezer.
“Al contrario. Si
haces que tu jefe no se meta con mis negocios… yo te prometo que todos ustedes
llegan a la regional… y tendrán rico sexo gay”.
Casi a un cuarto
para las 9 de la mañana, Eliezer y su acompañante salen del edificio.
“Eli, prácticamente
le has dado el culo a ese chibolo”.
“Tranquilo, capi:
ni le di el culo ni me dio su pinga… todo está bajo control”.
“Ya te dije,
eliezer: no me metas en líos y garantiza lo de mi hijo”.
“Lo de tu hijo es
un hecho; por lo demás, ¿cuándo te he cagado la vida, querido Julio?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario