El miércoles sale el segundo material, que se produjo con los tres chicos en el teatro. Esta vez, los tres iluminan la portada de la revista con los torsos desnudos, sugiriendo el desnudo completo que está en unas discretas pero coloridas páginas interiores en las que se anuncia que desde ese fin de semana comenzarán las funciones dobles. Mientras va en un taxi, Osmar revisa el contenido y el reportaje en tanto habla por los audífonos con Alejandro:
“Las fotos
son buenas, pero yo las hubiera hecho más osadas”.
“Cómo así,
vale”.
“Desnudo
frontal completo”.
Osmar casi se
carcajea:
“La
censurarían”.
“Ya te dije:
este país de mierda alaba a las jermas calatas pero se agarra a chicotazos
cuando ven una pinga y un buen par de huevos”.
El taxi
desacelera:
“Joven, ya
llegamos”, avisa el taxista.
“Tengo que
bajar, Ale. Te cuento cómo me fue al salir”.
“Listo, Osmy.
Un beso”.
Osmar cuelga
la llamada, paga la carrera y el taxista se lo queda viendo por el retrovisor:
“¿Tú eres el veneco que posó calato en esas
revistas?”.
Osmar se pone
serio:
“Sí, señor,
soy venezolano, y sí posé en esas
revistas”.
“No crees que
esas fotos son inmorales? Piensen en los niños, los adolescentes. Con esa cosa
de la ideología de género, los van a trastornar”.
Osmar trata
de controlarse:
“Gracias por
su opinión, señor, pero respete mi trabajo como yo respeto el suyo”. Abre la
puerta. “Y respete mi país como yo respeto el suyo”.
“¡Respeta a
Dios, hermano! ¡Lee la Biblia! ¡No promuevas el pecado!”
Osmar cierra
la puerta con cuidado y mejor se concentra en tocar el timbre del departamento
donde vive Escalante. Le dan acceso. Sube.
“Te llamé porque tengo tres buenas noticias”, dice el director de reparto aún vestido en pijama a las seis de la tarde. “La primera es que hay una revista brasileña que quiere producir una sesión con los tres. Quinientos dólares por cabeza, desnudo total y frontal, erótico. La segunda es que van a crear un personaje en una serie de horario estelar en una cadena y creen que el papel está perfecto para ti: el enamorado de una de las antagonistas. Dos mil dólares por quince días. Y la tercera es que hay un estudio en España y otro en Estados Unidos interesados en hacer la versión cine de Voto de Castidad, y Alexis y tú están en el reparto”.
“¿Y
Evandro?”, se extraña Osmar.
“Rivero, cuántas
veces debo decirte que él es un cadáver en la industria. Simplemente no va”.
“El cast somos los tres: no puedes excluir a
Evandro”.
“Osmar,
déjame recordarte que estás construyendo carrera y que en la medida en que
vayas por la vía correcta, llegarás lejos. ¿No quieres ir a Miami, acaso?”
Escalante sonríe,
lentamente se pone de pie y se desnuda por completo, gira, separa las piernas y
se agacha mostrando todo el agujero del culo y parte de sus grandes bolas.
Osmar lo mira sin gesto, también lentamente se pone de pie, se baja el pantalón
y el bóxer, le acerca su bulto flácido al medio de las nalgas, se lo comienza a
sobar.
“Qué rico”,
se excita Escalante.
“Pero no se
me para, vale… yo no soy gay”.
Osmar se
separa, se sube el bóxer y el pantalón y se dirige a la puerta.
“Antes que te
vayas”, Escalante se sube la pijama y se da vuelta (su pinga está al palo),
“ten cuidado con lo que hagas y por quién abogas: si no fuese por mí, no serías
la sensación que comienzas a ser”.
Osmar se
voltea, le sonríe, abre la puerta y se va. Escalante se queda tranquilo,
respirando hondo; entonces, mira a una de las puertas.
César sale
completamente desnudo portando una handycam
pequeña. Se la da al director de reparto.
“Yo sé qué va
a hacer ese conchasumadre”.
“No te
confíes, Arnold”, aconseja César mientras se masajea su pinga dura.
“No, César…
que él no se confíe”.
La imagen
congelada de Osmar sobando su paquete en medio del culo de Escalante llena toda
la pantalla de la handycam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario