Willy parecía bien hetero, pero también tiene su lado gay.
Bajo la ducha de
la enorme casa en Los Ejidos, Alejo y Flavio están cubiertos en espuma de jabón
quitándose el óleo de la escena de sexo.
“Cachas riquísimo,
salvo que te metas bien en tu personaje”, seduce Flavio.
“Gracias”, solo
atina a sonreír Alejo.
“?Y cierto que
también eres escort? No me mires así. Tu perfil en Hunks of Piura es, digamos
popular, o al menos eso dice Enrique”.
“¿No lo has visto
tú?”
“Sí, ricas fotos.
Bien producidas. Deberías probar más suerte aquí en Piura”.
“¿qué podría
hacer aquí en Piura?”
“Mira, yo a veces
hago pasarela, bailo como gogo y suelo posar desnudo en Bellas Artes.
Con eso me pago mi carrera: Administración de Empresas”.
“¿Qué debo hacer
para conseguir todo eso?”
Flavio agarra la
pinga de Alejo con una mano:
“Cacha conmigo
todo el tiempo”.
Abajo en la sala,
Willy, aún desnudo, y enrique terminan de guardar la utilería y los equipos de
fotografía.
“ese nuevo chico,
Alejo, tiene mucho potencial pero creo que debe hacerse una carrera solo. Y
sabes a qué me refiero”.
“¿Qué tiene de
malo andar con Flavio?”
“A Flavio le
gusta ese pata”.
“Y a mí también,
y a ti. ¿Crees que nadie notó tu verga parada? Y se supone que eres straight”.
Willy sonríe:
“Me excité… y soy
mayormente straight, pero tengo rasgos bi”.
Enrique se acerca
a Willy, y se quita el polo y la bermuda: debajo no tiene más que su piel depilada
por completo y decorada con algunos tatuajes étnicos.
“¿Me permites?”
Sin esperar un
sí, enrique se arrodilla sobre la alfombra y comienza a chupar el pene al
fotógrafo, el que no tardda en ponerse duro otra vez. Enrique se lo traga todo.
“Las bolas
también”, pide Willy.
Enrique baja un
poco y succiona con cuidado cada testículo, mientras acaricia el culo flaco
pero formado a su amigo. Luego regresa a la pinga.
“¿La quieres en
tu culo?”
“Clávamela,
carnal”, pide enrique, quien se apoya sobre el sofá, para las nalgas. Willy se
arrodilla un poco, escupe saliva y
comienza a penetrar el ano, que más bien parece una gran cueva de oso.
“Cógeme así,
cabrón. Cógeme rico”.
Willy sabe de más
que ese orificio ya está habituado al trabajo duro así que bombea con rapidez,
tanta que apenas si dura cinco minutos.
“Las doy,
huevón”, gime y levanta la cabeza mientras su semen se dispara dentro del recto
de Enrique. Poco a poco se va calmando hasta que su pene semiflácido sale con
facilidad del orto del productor. “¿Puedo darme una ducha?”
Apenas Willy está
llegando al dormitorio de enrique cuando
la puerta se abre y Flavio aparece desnudo:
“¿Alejo sigue en
la ducha?”, consulta el fotógrafo.
“No”, sonríe
Flavio. “Ya está sequito y bien ordeñadito”.
Willy entra y
Alejo se está amarrando las zapatillas.
“¿Ya?”
“¿Cómo salí en
las fotos?”, pregunta el muchacho.
“Perfecto. Justo
le decía a enrique que deberías hacer carrera en esto pero ya dependerá de ti”.
“Flavio me dice
lo mismo”.
Willy se queda
mirando a Alejo por un segundo:
“Me ducho al
toque y salgo. Espérame que quiero enseñarte algo”.
Alejo se acuesta
sobre la cama y mira al techo.
Abajo,en la sala,
Flavio llega muy horondo:
“No me digas que
al toque”, se sorprende enrique.
“¿Vamos a nadar a
la piscina? Yo ya estoy duchado”.
“Vamos. Como sea,
mañana me toca cambiarle agua”.
Ambos hombres,
con cuerpos de dioses griegos, se tiran en un semiclavado y van a la parte
cerca de una rara pileta en forma cónica que está justo al medio. Al llegar y
emerger, Flavio abraza y besa en la boca a enrique:
“Hace dos semanas
que no te cacho””.
“Y ya la tienes
dura, cabrón”.
“Voltéate”.
Enrique gira y,
conteniendo la respiración, Flavio se hunde hasta alcanzar las nalgas del
anfitrión y hacer un beso negro subacuático. Al emerger, Flavio se coloca de
tal modo que su pene cabeza de hongo está calibrado justo para ingresar al ano
de Enrique.
“Clávame, cabrón,
de golpe”.
Flavio hace un
movimiento repentino y todo su miembro se hunde en el recto de Enrique.
“Así, cabrón.
Cógeme así, fuerte”.
Flavio mueve su
cadera con firmeza aunque sin violencia, arrancando gemidos y jadeos que ambos
comparten. Enrique, entonces, se quita la pinga, se apoya en el filo de la
pileta al medio de la piscina y levanta las piernas hasta ponerlas en los fuertes
trapecios de Flavio:
“Métemela duro,
papá. Métemela con huevos”.
Flavio le
introduce su pene como le piden y sigue moviéndose como si el mundo se fuese a
acabar. El agua de la piscina crea tal oleaje que, si se tratara de dos
titanes, las orillas recibirían constantes tsunamis.
Desde la ventana
del dormitorio en el segundo piso, y ocultos tras una cortina, Willy, aún
desnudo tras ducharse, y Alejo miran todo lo que sucede en la fuente
rectangular.
“A eso me
refiero”, advierte el fotógrafo al modelo.
“Pero solo lo
está cachando”.
“Como también me
lo acabo de cachar yo”.
“Si me lo pide,
me lo cacho también. Ya la tengo dura otra vez”.
“¡es en serio?”
Willy deja la
cortina y mira la entrepierna de Alejo, ahora cubierta por su short.
“Eres bien
dotado”.
“El tuyo tampoco
es chiquito”, le sonríe Alejo, quien se saca el polo y el short por segunda
vez. Arrima todo su cuerpo a Willy: “La tienes dura… como cuando nos tomabas
fotos”.
Willy sonríe.
Ambos se dan un beso en la boca.
“¿Guerra de
espadas?”
“Ya, dale: guerra
de espadas”.
Abajo en la
piscina, el coito entre Flavio y enrique tiene para rato. Es hora del almuerzo.
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