Miguel estrena el culo de Alejo.
Terminando esa
noche de domingo, Alejo se acuesta
totalmente calato luego de darse una ducha junto a Miguel. Ambos
comparten la misma cobija en el cuarto de lacasa acondicionada como gimnasio.
“entonces te
trataron bien”, le dice el pintor y bailarín, también calato ya bajo las
cobijas.
“Enrique me pagó
mil en efectivo y los otros en cheque. Tengo 30 días pa’ cobrarlo. Mi vieja no
podía creer cuando me vio llegar con los víveres hoy”.
“¿te preguntó de
dónde sacaste la plata?”
“Jornales, le
dije. Tendré que ver a dónde me quito para que no sospeche de dónde me salió
tanta plata junta: es más fácil justificar cien lucas… total, cachar a un
huevón pasa como un jornal”.
Miguel acaricia
la pinga flácida y los huevos de Alejo por debajo de la sábana y la colcha.
“Yo pensé que ya
no venías, que ya habías decidido dejarnos”, se burla.
“Hablas huevadas,
Miguel. Las fotos que me hiciste estuvieron de la puta madre… Willy dice que
deberías trabajar con él”.
Alejo gira,
abraza y besa en la boca a Miguel.
“Willy es un buen
maestro”, sonríe el artista.
Alejo abraza más
fuerte a Miguel, le da otro beso en la boca, esta vez con lengua.
“¿Y cómo es eso
que regresó el cachero de Pedro?”
Hoy pichangueó
con nosotros. Buen delantero y buena delantera, aunque tiene cara de pendejazo…
no me inspira confianza”.
“¿Pedro siente
que ese pata le mueve el piso?”
Esa es la
huevada, Alejo: tenemos que cachar bien con Pedro o va a desertar de AS y,
honestamente, su presencia es clave”.
Alejo termina de girar
y se acuesta encima de Miguel, lo besa en la boca otra vez y comienza a lamerle
el cuello. Miguel no evita gemir.
“¿Quieres que lo
cachemos así?”
“Sí, papi. Así”.
Alejo besa
suavemente las tetillas de Miguel y baja por su abdomen velludo. Se salta su gran
pinga ya al palo y sus huevos enormes, le levanta las piernas y comienza a
hacerle un beso negro.
“Así, Ale, así.
Chúpame bien el culo, papi”.
Alejo logra meter
su lengua en medio del esfínter de su amigo, rodeado de vellos. La mete y saca
como si fuese un minitaladro.
“Así, papi. Me
vuelves loco”.
Alejo se
incorpora, coloca su pene ya lubricado en la entrada del ano y lo va metiendo
despacio hasta que sus 18 centímetros se pierden entre esas dos nalgas
velludas.
“¿Quieres que lo
cachemos así?”
“Sí”, suspira
Miguel. “Justo así”.
En una maniobra
casi acrobática, Alejo consigue ponerse bajo el cuerpo de Miguel pero siempre
con su pinga metida dentro del culo de su amigo.
“Cabalga como te
gusta”.
Miguel alucina
que va por un camino tortuoso y rebota encima de la ingle de Alejo sintiendo
cómo su culo se dilata más y más con la barra de carne que aprissiona dentro, mientras que su verga
dura y sus huevazos azotan el bajo vientre de Alejo.
“Ponte en cuatro”.
Los dos chicos
ahora cachan en pose de perrito. Como nadie más los escucha, Alejo hace sonar
su pelvis contra las nalgas de Miguel, quien gime y se queja conforme la
velocidad del bombeo aumenta.
“Pollito tomando
agua”, pide Alejo.
Miguel apoya su
pecho sobre el colchón y abre más sus velludas nalgas haciendo que Alejo quiera
meterle hasta las bolas.
“Las voy a dar…
chúpamela”.
Rápidamente,
Miguel se desconecta y gira poniendo su boca a la altura del falo que Alejo ya
está pajeando hasta que su semen cae en la lengua golosa.
Minutos después,
ambos vuelven a taparse, esta vez Miguel descansando en el pecho de Alejo.
“¿Crees que Pedro
y su macho ya estén cachando ahorita?”
“Quién sabe, pero
de que se maneja buen bulto, sí, se lo maneja”.
Por cierto, a ese
tal Flavio también le gustó mi pieza. Quería que se la clavara de nuevo.
Incluso me ofreció mejores contratos si me lo cacho”.
“¿Aceptaste?”
“Le conté a
Willy. Me dijo que si me cacho a Flavio pero no me hago su pareja, podría irme
bien. Que trate de hacer una carrera independiente”.
“Si Willy te dijo
eso, hazle caso. Estoy tratando de recordar a Flavio. ¿Dices que tiene un culo
enorme?”
“Grandote, huevón,
y musculoso. Dice que solo le gustan aventajados. Deberías probarlo”.
“Sí, creo que fue
modelo en una de nuestras clases”.
“También me dijo
que podría ganar más dinero si fuese moderno. No sé, le dije. No me veo
recibiendo verga”.
“¿Nunca has
probado siquiera que te hagan un beso negro?”
“No sé… No me
animo”. ¿Duele cuando te la meten?”
“Al inicio, pero
luego tu culo se habitúa lo más posible, aunque, claro, depende de quién te
cache, pero el beso negro no duele”.
Alejo se la
piensa.
“Chúpame el culo,
Miguel”.
Su amigo se
sorprende.
“¿Así, de
pronto?”
Alejo se destapa
y flexiona sus musculosas piernas. Miguel se arrodilla y las levanta. Primero
comienza besándole las nalgas.
“Tú dime hasta
dónde”, le advierte.
“Comienza”, le
pide Alejo.
Miguel va poco a
poco hacia el centro de la raja y comienza a estimular la orilla del ano”.
“Sigue”, pide
Alejo.
Entonces, Miguel pone
su lengua como cuña y la trata de meter al centro del esfínter cerradito. Alejo
comienza a sentir cosquilleos en su bajo vientre.
“Sigue”.
Miguel logra
dilatar un poquito el ano de Alejo y prueba el siguiente nivel: se incorpora de
nuevo y toma un frasquito que hay en la mesita al lado de su cama; aplica un
líquido viscoso y transparente sobre sus 18 centímetros y se lo esparce bien.
Luego toma otro poco y lo unta en el agujero dilatado de Alejo.
Miguel coloca su
glande en la entrada del ano sin tratar de meter su verga; solo la puntea.
Alejo sigue sintiendo que también atrás es posible lograr placer.
“Sigue”.
Miguel empuja un
poco, muy despacio, y su glande logra encajar en el inicio del esfínter, pero
técnicamente no ha ingresado a ún.
“Sigue”.
Miguel mete la
mitad de su glande. Alejo comienza a sentir un poco de dolor.
“Respira hondo y
corto; relájate”.
Ahora Miguel
logra enterrar todo su glande y un poquito del cuello de la pinga.
“¡¡¡Auuu,
mierda!!!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario