Esa noche, en un dormitorio que apenas se ilumina por la luz azul que se cuela desde una ventana flanqueada por unas ramas secas, un hombre desnudo evidentemente atlético se sienta encogido sobre una estrecha cama. Piensa. Entonces se abre una puerta. Otro varón, vestido de camisa y pantalón, entra y cierra la puerta.
“¿Por qué no
te has cambiado aún?”, pregunta al hombre sobre la cama, quien dirige su mirada
al que acaba de entrar.
“entiendes
qué hicimos esta tarde, Lucas?”
“Ya
olvídalo”, dice el otro también sentándose en la cama, dándole la espalda.
“¿Cómo puedes
pedirme que lo olvide?”
“Juan, no
hagas esto más complicado. Mateo preguntó por qué no bajaste a cenar. No supe
qué responderle”.
“¿No supiste
o no quisiste?”
Lucas se pone
de pie impulsivamente.
“¡Por Dios,
Juan! ¿Quieres que le diga a bocajarro que rompimos el voto de castidad?”
El hombre
desnudo no sabe qué responder. Lucas pone su mano sobre el pomo de la puerta.
“entonces lo
olvidaré. Voy a ducharme”.
“¡Espera!”
Lucas bordea
la cama y alcanza a Juan quien se puso de pie en el lado opuesto. Se para
frente a él y lo toma de sus brazos. Tras unos segundos en silencio, aproxima
su rostro y lo besa en la boca. Juan no solo le corresponde sino que se
entrega. Lucas separa sus labios.
“Ya lo
hicimos una vez… Al diablo”.
Lucas se
quita la camisa, luego los zapatos, el pantalón, la ropa interior, se aproxima
a Juan, lo abraza y ambos se entregan en un romántico beso que continúa con una
lenta caída sobre la cama. Juan abre sus piernas y comienza a levantarlas
mientras la cadera de Lucas comienza a moverse entre las nalgas de su
compañero. Quizás es la poca luz, pero da la impresión de que su pene comienza
a crecer. Apenas han comenzado cuando se oyen golpes en la puerta.
“¿Juan,
Lucas? Abran”, piden desde fuera.
Los dos
amantes se asustan.
“¿Qué hacemos
ahora?”, inquiere Juan con mucho miedo.
“Cállate”,
ordena casi susurrando Lucas. “No hagas bulla”.
Súbitamente,
se escucha que alguien mete una llave, que la puerta se abre y que alguien no
solo aparece sino que entra y la cierra a sus espaldas. Los dos chicos sobre la
cama se quedan como piedras, estupefactos tratando de ver al recién llegado.
“Ya lo
sabía”, susurra Mateo. “¿quieren tenerme como hermano o como delator?”
Segundos de
silencio.
“Haz como tu
conciencia te dicte”, le contesta Lucas con mucha humildad.
Mateo
comienza a desnudarse por completo, se mete a la cama, y Lucas decide que lo
mejor será compartir a Juan en una especie de trío que se sucede en medio de
besos, abrazos, giros, caricias, gemidos, algún suspiro, hasta formar un raro
trenecito que acaba en un orgasmo progresivo comenzando por Mateo, luego Lucas,
y finalmente Juan quien llega al clímax acurrucado por sus dos hermanos. La luz
por la ventana se apaga. Se cierra el telón.
Tras un
momentito de silencio, los aplausos en el público no solo se contagian como ola
sino que acaba en una ovación. La pequeña sala está retumbando. El telón se
vuelve a abrir y los tres protagonistas están de pie, ya cubiertos con batas de
baño agradeciendo al respetable.
“¡Soberbio!”,
grita una mujer desde el público.
Un clavel cae
a los pies de uno de ellos, quien lo recoge, le da un beso y lo devuelve a la
platea.
El telón se
vuelve a cerrar y los tres actores corren a camerinos.
“Otro
casi-lleno, chicos”, celebra Evandro, mirándose al espejo flanqueado por focos
amarillos opacos.
“Y otra
función que no controlas tu erección, carajo”, le sonríe Alexis viéndose al
espejo también.
Osmar
prefiere reírse mientras se saca la bata y busca su ropa en el armario.
“Lo siento,
Alex, trato de concentrarme pero no puedo: tienes rico culo”.
“Mira,
huevón, si se te parara hasta podría decir que es parte del papel, pero se te
para y lubricas como mierda”.
Juan se pasa
un pedazo de papel higiénico entre las nalgas.
“Menos mal
que no me tocó el papel de Juan”, ríe Osmar.
“No, huevón”,
bromea evandro. “Ahí sí no me aguanto y te taladro ese ojete”.
Todos ríen.
Zaira Banquells entra al vestuario llevando la ropa que los actores dejaron
tirada en el escenario.
“Ochenta y
dos por ciento de ocupación de butacas… A pesar del boicot del Ejército Divino,
gozamos de buena salud doce funciones después”.
“No me recuerdes
que te debo la vida, Zaira”, apunta Evandro mientras busca su ropa.
“Si te
reconciliaras ya sabes con quién, créeme que te iría mejor profesionalmente
hablando”.
Evandro no
dice nada, solo sonríe mientras se pone su ropa interior.
“Y a
propósito, ¿qué tal tu casting?”,
pregunta Zaira a Osmar.
“Traté de
hacerlo bien, aunque creo que desnudarme frente a ese Escalante era innecesario
pero… trabajo es trabajo, pues”.
“Ese
comercial era mío”, reclama fraternalmente Evandro, quien ahora se acomoda la
camisa, mientras Alexis está desnudo mostrando su cuerpo atlético y velludo por
todas partes en tanto busca su ropa.
“¿También te
vetó de las agencias de publicidad?”, averigua Osmar sin intención alguna.
“El problema
de evan”, interviene Zaira, “es que a veces se comporta más como sindicalista
que como actor, pero como sindicalista de extrema izquierda. ¿Supiste que
agarró literalmente a patadas a un director de escena que parecía estarse
propasando con una actriz revelación?”
“No jodas”,
mete su cuchara Alexis. “Estaba justificado”.
“Sí”,
prosigue Zaira, “pero no dentro del estudio y delante de todo el reparto,
equipo, prensa y encima sin tener pruebas. Primero atrapas al lobo, luego le
rajas la panza,pero evandro lo hizo al revés”.
“Me llegó al
pincho, francamente”, se justifica el aludido.
“Bueno, ya
estoy listo”, se abre paso Alexis y se acerca a Zaira a quien le estampa un
beso en los labios.
“Llegando a
casa te enjuagas bien esa boca porque recuerda que has compartido saliva con
evancito”, ríe la mujer.
“Ya se nos
acabó la soda cáustica, amor; tendrás que aguantar”.
Todos ríen.
Alexis y Zaira se van, aunque ella se detiene un poco y se dirige a Evandro:
“Trabaja lo
de esa erección… mi Alex aún es virgen”.
Todos ríen otra
vez, y los dos enamorados se van del vestuario. Osmar se aproxima a Evandro, le
da un par de palmadas en el hombro:
“Tienes que
respirar hondo y desenfocar tu mente de lo erótico pero enfocar tu…”
“Ya, Osmar,
no me recuerdes las lecciones del Actor’s Studio. ¿Estás listo?”
“Lo de Zaira
me pareció más a reclamo amigable de mujer que a advertencia de directora de
escena”.
Evandro ríe y
mira directo a los ojos de Osmar:
“¿Y tú crees
esa huevada de que su culo es virgen aún? Vamos”.
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