Más de ochocientos kilómetros al sur, en Miraflores, Lima, Evandro y Alexis están en el teatro revisando el escenario para ver si se requieren ajustes en el decorado, las luces, la tramoya.
“¿Cómo te
diste cuenta, huevón?”
“No jodas,
Evan. El chamo está solo aquí, siente nostalgia, de pronto le das la mano, te
vuelves su amigo, le das trabajo, le consigues el papel en el montaje, le
consigues hogar, compartes sus ratos de melancolía. ¿Te das cuenta que ha
pasado a depender emotivamente de ti?”
“No sé si
halagarme o preocuparme, Alex. Me parece que le crucé los chicotes esa noche”.
“Lo que sí,
eres un arrecho de mierda. ¿Qué habrías hecho si alguien los descubría? Y no me
vengas con que ya era muy tarde, que nadie iba a entrar, que ya lo habías
calculado. ¿Te has puesto a pensar en la reacción de Laura?”
“Me botaría
del edificio con todas mis cosas y sería una masa sanguinolienta en la zona
residencial de Jesús María… Actor controvertido y odiado muere por crimen
pasional. Ya lo veo”.
Alexis ríe:
“Claro que
desde el infierno porque al cielo no creo que te vayas”.
“Bueno,
tampoco tú eres un angelito. A ver, ¿qué necesidad de cachar con ese Gibrán?”
“Solo
aseguraba nuestros intereses, querido Cruzado”.
“Aunque entre
su culo y el del Os, obvio que el del Os, querido Rodríguez”.
“Eso me
alivia; pensé que te habías obsesionado con mi culo porque hasta ahora no
consigues controlar tu erección cuando hacemos las escenas”.
Evandro se
para en seco y mira a Alexis sonriendo pendejamente:
“No me digas
que te jode”.
“Me paltea el
público, y peor aún me paltea Zaira”.
“Huevón, ¿no
recuerdas cuando bailábamos y hacíamos esos sows
en Santa Anita, Comas, Los Olivos, Lince, San Borja?”
“Pero no vas
a comparar, pues, Evan: esa gente iba a ver sexo en vivo; esta gente viene a
ver arte”.
Evandro mira
a Alexis y de pronto no puede contener la carcajada.
“¿De qué te
ríes?
“Que este
teatro esté en Miraflores, no significa que no quieran ver sexo. ¿Acaso no
sabías que en 1992 hubo un show de strippers a media cuadra del óvalo en
plena avenida Ricardo Palma? ‘Striptamente femenino’ decía el aviso. ¿O qué me
dices del show de strippers más famoso del país? ¿No se
daba aquí en Miraflores, en lo alto de un edificio?”
“¿1992, Evan?
Tú no tenías ni dos años de edad. ¿Cómo sabías?”
“¿En 1992,
Arnold Escalante tenía veinte años y un físico envidiable para la época, y
conserva todas las fotos del evento”.
“Y te las
mostró”.
“Toditas”.
Evandro baja
la palanca de las luces y el escenario queda en penumbra.
“Arnold no
tiene un gran culo pero se mueve bien”, comenta Alexis.
“Tú no tienes
nada que envidiarle a Escalante, Alex. Lo tienes mejor en todo el sentido de la
palabra”.
“Muy velludo
para ciertos estándares”.
“No para los
míos”.
Evandro se
acerca a Alexis, lo abraza y le planta un beso francés en la boca que es
correspondido mientras le acaricia las nalgas encima de su pantaloneta
deportiva que eligió como atuendo esa mañana .
“Me encanta
cuando Zaira me hace el beso negro”, susurra el velludo actor.
“¿Mejor que
los míos?”
Evandro busca
el nudo de la pantaloneta de Alexis y lo desata; baja la prenda. Hace que su
compañero gire, le baja el bóxer, y mientras éste se apoya sobre la cama y separa
sus piernas, Evandro le besa las nalgas peludas y luego mete su lengua en el
ano caliente dejándolo mojado con su saliva. Alexis gime y no tarda en dilatar
su esfínter:
“No has
perdido el toque. Sigue. Sigue””.
Las manos de
Evandro bajan más la pantaloneta y el bóxer y comienzan a manosear el largo
grueso y lubricado pene ya erecto y las grandes y peludas bolas de su amigo.
“¿quieres
chupármela?”
Evandro deja
de hacer el beso negro:
“Voltéate”.
Alexis se
incorpora, gira, y deja que Evandro le mame la pinga con mucha fruición
mientras su dedo índice masajea el ojo del culo y su otra mano, el resto de las
velludas nalgas. Poco a poco, ese dedo va metiéndose en ese hueco aprovechando
la lubricación que dejó la saliva. Alexis jadea y gime.
“Quiero
chupártela, Evan”.
El actor que
está arrodillado se pone en pie, se desabotona su jean y se lo baja con todo y
bóxer hasta los muslos. Alexis toma el pene semierecto de Evandro, se lo mete a
la boca y comienza a succionarlo. ¿Hace cuánto que no prueba ese extraño salado
del líquido preseminal de su amigo? Sus manos acarician las nalgas lampiñas y
suaves.
“Voltéate”,
pide a Evandro.
Alexis
devuelve el beso negro combinado con un rico masaje de pinga y bolas, tanto que
Evandro tampoco evita gemir,jadear y desear algo más, aunque no sabe si pedirlo.
Ambos hombres
están en lo mejor de ese toma y dame cuando una voz los deja helados:
“¿Amorcito?”
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