¿Qué pasaría si Alejo se vuelve moderno? O mejor dicho, ¿qué le pasó a Alejo cuando hizo el servicio militar? Y… volverá a ver el culo de Edú?
Ya distendido,
Pedro toma una ducha en el AS luego de su diaria jornada nocturna de
entrenamiento físico. Este martes ha tocado pecho y hombros. Bajo la espuma de
jabón, sus manos recorren también su abdomen plano, sus nalgas firmes y redondas
y sus piernas que ya comienzan a parecerse a las de un futbolista. De pronto,
la puerta se abre, y al girar, Alejo va a su encuentro totalmente desnudo.
“¿qué tal está el
agua?, dice el musculoso entrenador abrazando el cuerpo húmedo de su amigo y
besándolo en la boca.
“Rica como… pues,
como tu… lengua”.
Alejo sonríe:
“Pensé que ibas a
decir: rica como mi pinga”.
Ambos sonríen y
se besan de nuevo en la boca, se acarician y comparten el baño. Las manos de
ambos se exploran la espalda, el pecho, el culo, las vergass: los 18
centímetros de Alejo y los 15 de Pedro se ponen duros. Los dos chicos deciden
rozarlos primero en una guerra de espadas y luego estrujándolos mientras se
acarician los traseros sin dejar de besarse en la boca.
“Oye”, reacciona
alejo. “¿Duele mucho cuando te meto mi huevo?”
“Al inicio”,
responde Pedro. “La cosa es que desde que ustedes usan esa técnica que les
enseñó el Padre Alberto, sí se siente que mi ano se expande, pero ya no hay ese
dolor del inicio… aparte que tu pene bota mucho líquido preseminal y resbala
más fácil”.
“¿Ttienes ganas
de que te la meta ahorita?”
Pedro sonríe,
besa a Alejo y gira:
“Chúpame el
culo”.
Alejo se
arrodilla sobre la mayólica mientras Pedro se apoya en la pared. El primero
separa los glúteos y comienza a lamer el ano aromatizado por la espuma del
jabón de tocador. Pedro disfruta esa lengua, y se excita más cuando siente la
mano de su amigo sobándole el pene.
Poco después,
Alejo se pone de pie, coloca su glande en la entrada del ano de Pedro y
comienza a empujar despacio. “el truco”, les dijo ya hacía varios meses atrás
el Padre Alberto, “es que ambos estén bien calientes, pero bien calientes y que
estimulen bien el ojete, así se dilata, sus vergas se ponen bien al palo, y el
resto es no desesperarse, es irla metiendo despacito, y todas las veces hacerlo
como si fuese la primera vez, yendo de menos a más hasta donde aguanten”.
Alejo siempre lo
tiene presente ya sea cachando con sus amigos, cachando con sus clientes, o
cachando frente a cámaras como le está pasando recientemente. Bombea
rítmicamente a la vez que sigue masajeando el pene de Pedro.
“Deja de pajearme
que se me viene la leche”, pide el chico.
“Eso quiero, que
se te venga la leche”, seduce Alejo.
Pedro no resiste
más y dispara chorros de su semen sobre las baldosas de la ducha.
Minutos después,
ambos están en la cama del dormitorio, aún desnudos.
“Qué novedad que
ahora me has pajeado”, comenta Pedro.
“¡Te jode que te
pajee mientras te cacho?”, sonríe Alejo.
“Para nada; me
parece más excitante aún… Pero… ¿por qué me preguntabas si me duele cuando me
la metes? O sea, siempre me la metes y…”
“Ah… Por nada”,
sonríe Alejo. “nada. Curiosidad”.
“¿Nunca te la han
metido, Alejo?”
El musculoso
carraspea:
“No. Recién que
me dejé chupar el culo y… bueno, es rico, pero, que me la metan… no sé”.
“Y… ¿me chuparías
la pinga?”
“¿A ti, Pedro? No
sé. Creo… que…no”.
Pedro sonríe y
prefiere no ahondar las dudas de su amigo, se levanta y busca su ropa limpia.
“¿Qué pasaría si me
vuelvo moderno?”, al fin lanza alejo.
“Nada. Para mí,
no pasa nada. Sería una forma mucho más rica de gozar contigo. O sea, con
Miguel me la mete y se la meto, el Padre Alberto mayormente me la mete pero
también se la deja meter, y bueno, de moderno se goza más, pienso yo. ¿por qué?”
“No, nada,
curiosidad. ¡Y ese edú es moderno contigo?”
“No, edú es
activo, o al menos conmigo es activo. ¿Por qué? ¿Se la quieres meter?”
“edú tiene rico
culo a pesar de ser delgado”.
“Ha sido futbolista, acuérdate , aunque es
delgado marcado, tampoco es huesudo”.
Alejo sonríe.
Pedro ya está totalmente vestido. La puerta se abre y entra Miguel.
“¿Y qué
novedades, angelitos?”
“Aquí Alejo que
quiere meterle su pene al culo de Edú”.
“Tiene rico
culo”, comenta Miguel mientras se quita la ropa. alejo carraspea.
“Sí”, reitera
Pedro. “Tiene bonitas nalgas. Bueno, chicos, me voy a casa. Nos vemos mañana.
Y, Alejo, ten cuidado al registrar esos dos alumnos que te dije”.
“Tranquilo”,
sonríe el musculoso.
Pedro se va del
AS. Cuando se escucha que se ha cerrado la puerta de la calle, Alejo se levanta
y se acerca a Miguel, ya calato del todo, y le da un manazo en las nalgas.
“¡au, huevón! ¿Y
eso?”
“Casi la cagas:
casi se te suelta decir que te cachaste a Edú”.
“Ay, Alejo. ¿Y
qué tiene? A Pedro ya le llega al pincho la opción sexual”.
Alejo se
tranquiliza:
“¿Tú crees,
Miguel, que si me vuelvo moderno, le dará lo mismo?”
“No es para darle
gusto ni darme gusto, Alejo. Es para que te sientas más a gusto contigo mismo.
Y para ver si, por fin, te reconcilias con eso que te pasó cuando hiciste el
servicio militar”.
Miguel agarra su
toalla y se va a la ducha. Alejo vuelve a sentarse y el recuerdo de aquella
primera semana en la cuadra de Cerritos llega a su cabeza. Quizás no sea tan
cierto que el tiempo lo cura todo, como le dijeron aquella vez. Mejor se mete
bien bajo las cobijas e intenta dormir.
Cuando Pedro
llega a su cuarto, le llama la atención que la cama de Edú esté perfectamente
tendida y vacía. A lo mejor se fue para la parcela, piensa. Se desnuda y se
duerme plácidamente hasta que amanece el miércoles. Entonces, descubre que la
maleta de Edú tampoco está, menos su ropa. Cuando Julio, su padre, regresa de
la parcela, prefiere no preguntar lo que le parece obvio hasta que le palmea el
hombro.
“¿Edú se despidió
de ti?”
Pedro se extraña:
“¿A dónde se
fue?”
“Se fue, hijo.
Parece que le salió chamba en otro lado”.
Pedro se extraña
aún más.
“¿Alguno de tus amigos no querrá chambear como peón?”, consulta Julio.
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