Cuando acaba la función de ese domingo, Evandro y Alexis ya están vestidos para dejar el teatro mientras Osmar recién está en bata de baño tras demorarse atendiendo a algunos espectadores que le pidieron fotos.
“¿Te
esperamos o te vas con tu… fotógrafo?”, ironiza Evandro.
“Avancen,
chicos. Termino esa cosa hoy”.
“Ten mucho
cuidado, Os. Ya sabes qué sospecho”.
“Tranquilo,
Evan”, sonríe Osmar. “Ya sé qué pasa si meto los dedos al tomacorriente”.
Alexis y Evandro
salen del vestuario. En menos de veinte segundos entra Zaira. Cierra la puerta.
“¿Lleno
total?”, sonríe Osmar.
“Sí… seguimos
con gente comprando entradas para mañana y pasado mañana”.
“Son buenas
noticias, ¿no?”
“Para todos,
creo… aunque…”
Osmar recién
se percata de que Zaira lo mira con mucha seriedad.
“Lo que
tengas que decirme, dilo, Zai”.
La directora
se tira su cabello tras los hombros, busca una silla, se sienta:
“Osmar… ¿es
cierto que Alex y tú… ahora son… amantes?”
El actor deja
de limpiarse la cara y la mira desconcertado.
“Ah, esas bolas son frecuentes en este mundo”, tranquiliza Alejandro mientras Abraza a Osmar en la cama.
Tras la
función en el teatro, el fotógrafo ha recogido al actor y han vuelto al
condominio.
“¿en serio no
te importa?”, pregunta Osmar.
“Desgraciadamente
en esta industria, el chisme es parte del negocio. O lo aceptas y lidias con
él, o te cagas en un vaso con agua. Tienes que bañarte en aceite, no
distraerte, agarrar tu ola y surfear. Además, si fuese cierto, ¿por qué me
traerías justo aquí? Encima, ya sé que tu supuesto ‘amante’ en realidad cacha
con el otro chico”.
“Lo estás
trivializando, Ale”.
“Y tú le
estás dando mucha importancia. Por último, si fuese cierto, ¿qué tiene que
meterse Zaira banquells en tu vida? Todos son adultos, ¿no?”
Osmar guarda
silencio, como procesando toda la información.
“Antes de
conocerte, se rumoraba que tú eras amante de Evandro Cruzado, pero ya te das
cuenta que es falso”.
Osmar mira a
los ojos de Alejandro:
“¿Dónde
escuchaste ese rumor?”
Alejandro
duda, se traba:
“Por… por
ahí”.
“¿Por ahí,
Alejandro…? ¿Por ahí…? Evan está casado, tiene dos hijos…”
“Alexis
Rodríguez igual, y se separó y está rehaciendo su vida. Y también vas a oír de
mí que anduve con fulana, con zutano, qué se yo. El que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra, Osmar”.
Alejandro le
da un beso en la boca.
“¿Tienes
ganas de hacer el amor…? Traje la vaselina”.
Osmar se
queda pensativo varios segundos:
“Mejor
durmamos… Mañana tengo que madrugar al gym”.
Ambos se
desnudan y se meten bajo las cobijas. Alejandro abraza a Osmar por la espalda:
“Mañana será
mi primer día de re-entrenamiento, sonríe mientras da un beso en el cuello a su
amante.
Osmar sigue
procesando toda la información. Casi ni se percata que una pinga dura se
acomoda en medio de sus dos enormes nalgas.
A las cinco y media de la mañana, el instructor llega, como de costumbre, al Steel Fit Gym. Lo acompaña Alejandro. Evandro llega unos minutos después tras trotar desde la residencial.
“No me digas
que por fin te mudaste a Jesús María”, celebra el actor.
“Podría ser”,
sonríe el fotógrafo. “¿Conocerás de un minidepa, con un cuarto, su cocina, acá
cerca?”
“Pensé que
estabas más cómodo en Lince por eso de irte lateando al diario”.
“Por acá me
sale más cerca porque la redacción está tirando más a Santa Beatriz”.
“Prueba por
san Felipe, Olavegoya; aquí en el mismo Salaverry hay pero deben estar
carísimos”.
Ambos
continúan su entrenamiento y el instructor no pierde de vista la forma cómo
ambos interactúan.
La rutina de
Alejandro acaba a un cuarto para las siete, tras la que se va a la ducha. Osmar
se da un salto y lo alcanza. Para su buena suerte, no hay nadie más cerca.
“No me
contaste que te conoces con Evandro, vale”.
“Ah”, duda un
poco el fotógrafo. “¿Nunca te conté?”
El agua fría
y el jabón dan un brillo especial a su marcada piel trigueña desnuda.
“No. No me
has contado”.
“Lo conozco
de años… de… de las comisiones… él trabajó en novelas… de ahí… ¿Por qué?
“Por nada,
chamo. Curiosidad”.
Osmar da
media vuelta:
“Oye, ¿te
recojo esta… noche?”
Osmar vuelve
a girar sobre sus talones:
“Yo te aviso,
vale”.
El instructor
regresa a la sala de máquinas mientras Alejandro resopla bajo el agua de la
ducha, y no de frío. Entonces, se percata que no está solo.
“Hola”, dice
sorprendido.
Gibrán está
contemplándolo en el pasadizo de las duchas:
“Así que tú
eres la nueva conquista de Osmar”.
Alejandro se
enjuaga bien, cierra la ducha, se seca y sale:
“Permiso”.
Gibrán se
queda salivando viéndole el cuerpo marcado y el culo redondito, mucho, mucho,
mucho más que el suyo. La pinga se le para bajo el short.
Cuando
regresa al vestidor, Gibrán se encuentra con el fotógrafo poniéndose la ropa;
pasa de largo lanzándole una sonrisa coqueta. Alejandro prefiere darle la
espalda.
“Cabro de
mierda”, susurra el surfista, quien en ese momento decide que llegó la hora de una
reunión de emergencia.
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