Un policía se ofrece a cubrir las espaldas de Julio.
Solo para
relajarse, Julio emplea las últimas horas de ese martes para jugarse un partido
de fulbito con algunos amigos de san Sebastián. Sabe que nunca es bueno irse a
la cama de mal humor. Mete un par de goles y queda satisfecho. Termina el
encuentro. Está sudoroso y más oxigenado.
“50 años y como
si nada”, le comenta alguien”.
“¡Damián!”, se regocija Julio al voltear y ver al hombre en sus 30, algo cuerpón pero
evidentemente fuera de forma, quien jugó en el equipo opuesto aquella noche. El
short que se puso no disimula su redondo culo ni sus gruesotas piernas. “¿Cómo
va la comisaría?”, le pregunta.
“Bien, aunque hay
una nota que te quiero comentar”.
“Hablemos”,
sonríe Julio.
“No aquí”.
En menos de diez
minutos, ambos llegan al departamento de Damián, en el centro de san Sebastián.
“¿Agua, jugo,
chela?”, ofrece el anfitrión.
“Agüita nada más…
Aunque ahorita lo que extraño es la ducha de mi casa”.
“Si quieres,
puedes ducharte aquí”, ofrece Damián. “Mi señora no está, por si acaso; recién
esta noche regresa de Trujillo”.
Julio se lo
piensa: ¿será buena idea ducharse en el departamento del policía? Por otro
lado,le incomoda su cuerpo pegajoso debido al sudor.
“espero que no te
asustes de verme calato”, bromea como sondeando al efectivo, quien se sonríe.
“No sería mala
idea verte calato, así sé qué marcas ocultas tienes si debo identificar tu cadáver”.
“Pues… una
vergota”, responde Julio.
Ambos ríen.
Pasan al
dormitorio y se quitan toda la ropa.
“La fiscal le
tomó declaración al mototaxista que se accidentó el lunes de mañanita y el pata
le dijo que había recogido al tal Paco
en tu parcela. Tranquilo. Esto no es un interrogatorio ni quiero sacar
provecho, capitán. Simplemente quiero anticiparme a lo que la fiscal pueda hacer mañana porque
quiere investigar la ruta”.
“Y habiendo tanto
caso por resolver acá, ¿por qué la fiscal quiere investigar ese caso en particular?”
Damián ya se ha quedado desnudo del todo: su cuerpo tiene un fino tapiz de vellitos en el
pecho y el culo; las piernas y en especial la zona púbica sí parecen un bosque
sin podar. Julio también ya se ha quedado en cueros, mostrando su cuerpo atlético,
aún en forma, y su largo pene dormido descansando sobre sus grandes huevos.
“Ni idea, capi…
me dijeron algunos colegas que ella y el tal Paco son amigos pero no me
consta”.
Damián entrega
una toalla a Julio.
“Tú primero”.
“Y… ¿por qué no
los dos juntos? Digo… como que seguimos conversando”.
Damián sonríe:
“Por mí no hay
problema”
Revisa aquí qué le pasó a Paco.
La ducha es estrecha, pero tiene algo que no tiene Julio en casa: agua caliente. Los dos disfrutan el baño con el inevitable roce de pieles como consecuencia. Julio trata de concentrarse en otra cosa para evitar que se le pare el pene; ya intuye en qué va a terminar esa vaina.
“¿Cómo crees que
el tal Paco fue a dar a tu parcela?”
“Ni idea, Damián;
yo no tengo confianza con él”.
“¿Y no tendrá
confianza con el tal edú, que es tu amigo? Para nadie es secreto que Paco tira
con todos los patas de San Sebastián y que Edú también ha sido medio
promiscuo”.
Julio medio
sonríe:
“¿Tú también te
has cachado a Paco?”
Damián no se anda
con complejos:
“sí, y casi me
descubre la mujer. El huevón debe tener las paredes del ano muy débiles porque
aguanta bien, disfruta, pero sangra como mierda”.
Esa confesión
pone a Julio menos tenso:
“¿en serio sangra
por el culo?”
“Pensé que lo
había sacado de pito, pero recordé que cuando le sopeé el ano, noté que ya
tenía su uso; entonces me dije que yo no le había ‘quitado la virginidad’”.
Ambos ríen.
“¿Qué hiciste?”,
pregunta Julio simulando ignorancia.
“Caballero, a
lavar la sábana a las doce de la noche y rogar que se secara para la mañana
siguiente… pero, no me has respondido: ¿será que conocía al tal edú?”
“No sé… Edú ya no
trabaja conmigo; se fue hace un par de semanas; no me dijo por qué, solo que se
iba y desde entonces no sé nada de él”.
“Puta madre”, reacciona
Damián. “Porque Edú era la mejor explicación de que Paco haya aparecido en tu
parcela”.
“¿Seguro que no
me estás jalando la lengua, Damián?”
El policía
sonríe:
“Nada que ver; ya
te dije: quiero minimizar impactos. Como tú pienso que el caso no da para
tanto, pero no quiero que esto termine siendo un lío para ti”.
“¿Y por qué tu
interés en que no me perjudique?”
Damián suspira,
pone su mano en el pene de Julio y comienza a masajearlo.
“Porque no te lo
mereces”, responde Damián con seguridad.
Ambos se miran
directo a los ojos. Se sonríen. Julio se deja de cosas, estrecha al policía con
un abrazo y le aproxima su boca. Se besan. Luego de eso, Damián se las ingenia
para arrodillarse en la estrecha ducha y comienza a mamar la verga a Julio. Qué
rico es chupar esos 18 centímetros que se vuelven a poner duros como roca.
¿es cierto que el culo de Paco sangra mucho cuandole meten pene?
Sin secarse,
ambos se tiran a la cama. Se revuelcan. Julio besa el cuello, las tetillas,
levanta las piernas a Damián y revisa entre las nalgas.
“Tampoco eres
virgen, carajo”.
“¿Te jode?”
“No… me excita
más”.
Julio se agacha y
comienza a hacer un beso negro que arranca suspiros viriles a Damián, quien
comienza a autocomplacerse masajeando su pinga gorda y venuda, unos 16
centímetros quizás, que elimina líquido preseminal en cantidad.
“¿Tienes condones?”,
consulta Julio.
Damián abre como
puede un cajón de su mesita de noche, le alcanza un paquetito a Julio, y con
esa misma mano, trata de ordeñar un poco de su precum para untarlo en su ano.
Julio, con su
pene ya forrado por el látex, comienza a penetrarlo. La entrada es sencilla.
Damián sigue gimiendo y gruñendo virilmente mientras siente que se lo cachan
por el culo.
Julio se apoya
encima del policía y le hace el amor de una forma gentil. Ambos se besan en la
boca. El ex futbolista no entiende por qué esta sesión de coito anal parece ser
diferente a las otras que ha vivido, siempre como el activo. Así que solo
disfruta.
A los cinco
minutos cambian de pose: esta vez Damián cabalga a Julio. El policía también es
cuidadoso para que su sobrepeso no mate toda la pasión, y se mueve rico, aparte
que pone un rostro de arrecho, nada que ver con su gesto duro de policía.
“Tírame tu leche
en la cara”, pide Damián.
“Todavía no las
voy a dar”, sonríe julio.
“No importa”,
suspira el policía, quien comienza a masturbarse cada vez más fuerte, más
fuerte, más fuerte. “¡A la mierda!”, ruge. Su semen se dispara sobre el abdomen
de Julio.
el ex futbolista
siente que el ano de Damián comienza a oprimirle el pene, así que se lo saca y
le cumple la fantasía. Se pajea y dispara todo su esperma en el rostro de
Damián, quien se lo saborea.
Ambos vuelven a
ducharse.
“espero que esto
no trascienda de tu depa”, advierte Julio.
“Todos tus
secretos están a salvo conmigo”, tranquiliza Damián. “A mí tampoco me conviene
que se sepa que recibo pene como si nada”.
Julio sonríe:
“entonces… te
contaré toda la historia…”
Y para
terminar, te dejamos con una porno gay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario