El doctor Talledo, olvidándose de cualquier principio ético, acaricia el pene de Julián.
El cuerpo desnudo
de Julián sobre la camilla del doctor Talledo parece un regalo de los dioses
del Olimpo: enormes pectorales a juego con una gran espalda y unos brazos bien
moldeados, una cintura muy pequeña, grandes piernas torneadas, y en medio de
ellas, un pene flácido de dimensiones promedio descansando sobre un par de
generosas bolas. De reojo, Talledo ha notado que el culo de su nuevo paciente
no es enorme como el de Flavio o Marcano, pero redondito y cumplidor como el de
Alejo, Miguel, o el propio Enrique.
“Tu examen
externo parece normal: no veo nada excepto el cuerpo de un nadador en toda su
plenitud, pero…”
“¿Pero qué pasa,
doctor?”
“El PREP es una
droga relativamente fuerte; de hehcho podrías sentir alguna incomodidad los
primeros días que la tomas, pero nada del otro mundo hasta que te adaptas… Mi
problema es que no haga interacción con… con los que tomas para recuperar masa
muscular”.
“Doctor, si se
refiere a lo del estanozolol, es falso: no he perdido cabello, como dentro de
mi régimen, duermo ocho horas corridas sin sobresaltos… mis huevos no se
achicaron, se me para el pene con normalidad y firmeza”.
“¿En serio?”,
averigua Talledo más por curiosidad personal que por preocupación médica.
“Claro… Si me
estimulo, puede notarlo”.
“¿Cómo te
estimulas, Julián?”
“Bueno… Me lo
toco, o si veo a dos personas teniendo sexo, o cuando tengo sexo… usted sabe,
lo normal… Usted me dice y yo se lo puedo comprobar ahorita”.
“Haremos una
pequeña prueba”, avisa el médico, quien, olvidándose de cualquier principio
ético, acaricia suavemente el pene de Julián. “Relájate”.
Poco a poco, el
miembro del nadador va alargándose aunque aún sigue flácido. Julián cierra los
ojos.
“Anoche me lo
chuparon rico”, comenta el atleta.
“¿Te gusta que te
la chupen?”
“Me encanta”,
suspira el chico sonriendo y con los ojos cerrados.
Talledo no espera
más. Se inclina. Él mismo mama la picha de Julián.
“Wow… Qué rico”,
sigue susurrando Julián. “Qué rico”.
Efectivamente, el
pene se pone duro y grueso.
“Qué rico la
chupa, doc”.
“¿Quieres eyacular ya?”, consulta el médico en un descanso.
“Me contengo,
pero… siga, siga”.
Talledo sonríe.
Detiene la fellatio, va a su escritorio y saca un frasquito. Se lo pone en la
mano al nadador.
“Entra al
baño, lávate bien la pinga y luego te pajeas pensando en cómo te la chupé.
Quiero que eyacules aquí dentro”.
“¿qé va a hacer
con mi semen?”
“Exámenes de
rutina… confía en mí”.
Julián se
desconcierta un poco, pero… acata. Dentro del baño, será fácil elegir alguno de
sus recuerdos más recientes: aquella mañana con el español velludo en su
departamento de Lima, la escena de la orgía que vio apenas llegado a casa de
Enrique en Los Ejidos, la prueba que le hicieron con Flavio la noche anterior.
Pasa todas esas imágenes en su cabeza como si fuese una película. Su pene se
pone duro. Se pajea. Cinco minutos después, eyacula dentro del frasco. No lo
profuso que quisiera, pero hay una buena cantidad.
Aún desnudo,
Julián sale del baño y entrega el frasquito cerrado al doctor Talledo.
“¿Cuánto tiempo
tomarán los resultados?”
“Para mañana a
esta hora ya debemos tener datos, querido Julián”.
El nadador sonríe
y busca su ropa. Encuentra su slip y justo al ponérselo, se queda viendo al
médico:
“¿Puedo decirle
algo, doc, pero no se ofende?”
“En absoluto,
Julián; puedes confiar en mí”.
“La chupa
riquísimo”.
Talledo sonríe.
Mientras rotula la calcomanía que pondrá como sello en la tapa, se pregunta a
qué sabrá la leche del nuevo talento de ASS.
Cuando Julián
regresa a la sala de espera, nota que en el asiento hay un chico guapo,
musculoso, viendo su celular. Se detiene unos segundos. Entonces, la puerta del
consultorio médico se abre.
“Pasa, Alejo”,
anuncia Talledo.
El chico se
levanta y entra.
“Alejo, Alejo”,
se repite Julián en voz baja para no olvidarse. Entonces, su cerebro hace
sinapsis.
Al bajar a la
calle, donde enrique lo espera en la SUV que está aparcada en la vereda del
consultorio, y acomodarse, no espera mucho.
“¿Tendré escenas
con el tal Alejo?”.
“Ah, ya lo
cachaste al güey”, responde enrique despreocupadamente.
“No, aún no me lo
cacho pero… si se presenta”.
Enrique sonríe y
entiende que usó la jerga desacertadamente:
“Que ya lo viste
al güey”.
“Ah, sí, y me
pone para una escena”.
“Podría ser una
escena de guerra de espadas en la piscina: Alejo es activo”.
“No importa”,
dice Julián. “Si me lo pides, hasta le hago beso negro”.
“¿Y que te lo
haga?”
“Déjame pensarlo…
¿de cuánto hablamos, enrique?”
El productor y actor
sonríe. Tendrán que esperar a que Alejo salga de su consulta. Es probable que
el viaje en la SUV pueda arribar a algunos acuerdos.
Mientras tanto,
dentro del consultorio, Talledo mama la pinga del actor y escort musculoso.
Toda hasta la garganta. Se la saca de la boca:
“Tengo condones y
estoy limpio: ¿me la metes al toque?”
Alejo sonríe:
“Se supone que
usted…”
“Te pago tu
tarifa”.
Alejo vuelve a
sonreír:
“Trato hecho”.
Talledo se baja
su blanco pantalón y su bóxer de licra mientras el escort se pone el forro.
Meter su pinga en ese agujero casi no necesita lubricante. El médico gime
ahogadamente mientras se pajea hasta venirse en otro frasquito de muestras. El
espasmo del músculo anal advierte a Alejo que ya no debe mecerse más. Menos mal
que solo perdió un poco de líquido preseminal. Nada más.
Y para terminar,
mira un video porno gay.
medical-exam
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