Mientras Santos entrena culo y piernas, Alejo y Miguel aprovechan para retozar desnudos en la ducha y en la cama hasta que algo aparece en el celular.
Esa noche del
lunes en el AS de san Sebasstián quedan apenas dos alumnos entrenando, o terminando
de entrenar. Alejo mira el reloj de pared: diez para las diez. Es casi la hora
de cierre.
Con el poco pudor
que le queda, el entrenador viste aquella noche un enterizo tipo luchador
grecorromano, pero de licra, color celeste con ribetes plateados; debajo no
tiene ropa interior, lo que le marca su gran bulto por delante y hace que de
cuando en cuando se le meta la tela entre las nalgas. Ahora calza zapatillas de
marca y gruesos calcetines. Revisa nuevamente su celular y termina de alimentar
a una aplicación la planilla de ingresos y gastos de aquel día.
“Buenas noches”,
le dice alguien vistiendo como él, pero en tono negro satinado.
“Bue-buen… buenas
noches”, vacila el fortachón a la par que trata de reponerse de la primera
impresión, pues acaba de ingresar un hermoso muchacho blanco, musculoso, rubio
muy crespo, ojos azules y con vellos también rubios sobre su pecho y piernas
que dan la impresión de que no los llevara,o que tuviera una especie de
cubierta acolchada.
“¿Tú eres Alejo,
verdad?”
“Claro. Tú…”
“Soy Santos”,
alarga la mano el chico, quien habla con evidente acento español. “Vine ayer
para ayudar a los Padres Alberto y…”
“Ah, eres el
novicio”.
Santos sonríe:
“Sí,eso mismo soy”.
Entonces Alejo
examina mejor su rostro, pero ya no con embelezo sino con intriga.
“No sé si te
mosqueo entrenando a esta hora; lo que pasa es que todas mis tareas…”
“Tranquilo”,
interrumpe Alejo. “El AS es todo tuyo. ¿Necesitas que te oriente o ya tienes
rutina?”
“Creo que ambas”,
responde Santos, siempre con su sonrisa carismática.
En la antesala
donde están las máquinas para calentamiento, Alejo toma todas las medidas al
nuevo alumno y las ingresa en el aplicativo del celular.
“Qué guay que
vosotros estéis tecnificados”.
“recién desde
esta tardecita”, sonríe ahora Alejo sin dejar de examinar el rostro del nuevo
alumno. “Pareces tener el canon perfecto… ¿Santos?”
“Sí, así me llamo”.
“¿Hace cuánto no
entrenas?”
“Hace… 48 horas”.
“Entonces sigue
el programa de entrenamiento que seguías, y si necesitas ayuda, me avisas”.
“Genial”, replica
el novicio sin renunciar a esa hermosa y blanca sonrisa. Entonces, los dos
alumnos que siguen en la gran sala pasan por el lado de ambos y se despiden.
Nadie más excepto Alejo y Santos quedan en el AS. Entonces el primero toma
nuevamente su celular y busca. Está en eso cuando siente sutilmente una mano
tocándole en el medio de su bien formado y duro culo. Alejo se asusta.
“Eras tú”,
reacciona suspirando.
“No… el fantasma
de Paco nada más”. Miguel sonríe gracioso.
“¿Qué? ¿Ya fue?”
“Nada aún, pero
los médicos no le dan esperanzas… Y, oye, vino Santos… Olvidé avisarte”.
“¿Tú lo
mandaste?”
“Luego te
cuento”.
Miguel se
aproxima hasta Santos, quien está haciendo sentadilla libre, y, aprovechando su
descanso entre series, lo saluda y conversa brevemente. Ambos se sonríen mucho
y parecen bromearse. Entonces,Miguel regresa donde Alejo.
“Voy a ducharme…
¿me acompañas?”
“Pero…”
“Tranquilo.
Estudia Educación Física, así que si tú o yo nos vamos, él tranquilamente nos
reemplaza”.
Mientras Santos
está a mitad de la prensa para piernas, Alejo y Miguel ingresan a la ducha,
totalmente desnudos. En tanto el agua comienza a caer recorriendo sus cuerpos,
Miguel besa la boca de Alejo. Sus penes no tardan en ponerse erectos conforme
se estrujan uno contra el otro.
“Aguanta,
huevón”, reacciona seductor Alejo. “Recuerda que tenemos que guardar leche para
la porno de esta semana”.
“Tranquilo, mi
amor”, responde Miguel. “No quiero que me la metas… quiero que comiences a
mimarme ahora”.
Mientras se ponen
el jabón mutuamente, las manos de ambos recorren cada centímetro cuadrado de
sus físicos de dios griego. Nada queda exceptuado. Ni siquiera la pinga, las
bolas, la entrepierna,las nalgas y en medio de ellas. Este momento es
aprovechado por Miguel para, de todas maneras, darle una mamada al pene de
Alejo. Qué rico sabe su líquido pre-seminal.
“¿Quieres hacerlo
tú?”, invita.
Alejo respira
hondo. Titubea unos segundos. Trae a su mente el hecho de que ésa no será la
primera vez, que, de hecho, aprendió a hacerlo antes. Respira hondo de nuevo.
Se arrodilla, abre su boca, cierra sus ojos, deja que Miguel le ponga el glande
en su lengua. Poco a poco, Alejo va mamando el falo de su mejor amigo mientras
pajea el suyo.
“Así, Ale… así…
qué rico la chupas”, susurra Miguel,todo excitado.
Casi a las diez y
media de esa noche, Alejo, solo cubierto por la cintura con una toalla y
calzando sandalias, se acerca a un sudoroso Santos quien está echado boca abajo
sobre la máquina de femorales. Entonces se percata del redondo culo que tiene
el novicio. Y parece… que no tiene ropa interior debajo.
“Tranquilo, que
solo vine a saber si necesitabas ayuda”, se adelanta el fortachón peruano al
ver cierta cara de ansiedad en su colega español.
“Ah, pensé que…”
“Nada. Tú
tranquilo. Solo voy a apagar las luces que no necesitamos”.
“me parece
perfecto, pues tenemos que ser responsables con el planeta”.
No termina la
oración cuando desde el fondo, Miguel también viene al encuentro de ambos
caminando vestido solo con ttoalla y en sandalias. Se detiene al lado de
Santos, quien ha reanudado su serie. Lo mira y mira la pantalla del celular. El
novicio siente que algo raro está pasando allí. Ahora solo quedan las luces de
la zona de piernas dentro del AS.
Entonces, Miguel
siente que le tocan el culo; se voltea y su toalla está a punto de caer. Logra
detenerla mientras mira a Alejo haciéndole un gesto de retirarse.
“Estamos en el
cuarto”, le avisan a Santos.
Y en ese cuarto,
Alejo y Miguel, ya libres de las toallas, siguen retozando sobre la cama,
besándose, acariciándose y revolcándose. Sus penes duros se refriegan en medio
de una romántica y sensual batalla.
A eso de las once
les tocan la puerta. Con la impudicia que lo caracteriza, Alejo se levantta
abrirla así, desnudo y con su pene de 18 centímetros erecto. Santos está con el
enterizo bajado hasta la altura de la cintura mostrando su bello torso y parte
de su cadera izquierda: efectivamente, parece no tener ropa interior.
“He de irme,
regreso mañana, chaval”.
La desnudez y la
gran y húmeda erección del entrenador parecen no inmutar al novicio.
“Un momento”, se
levanta Miguel, también desnudo y con el pene erecto. “Tenemos una duda y
queremos que nos la resuelvas”, le dice a Santos.
El español se turba
un poco, especialmente cuando le dan el celular con algo en la pantalla. Lo
mira. Abre la boca y se pone evidentemente nervioso.
“¿De-de-de dónde
sacaron esto?”
“Eres tú,
¿cierto?”, interpela Miguel.
Un hermoso chico
desnudo y con el pene erecto se despliega en la pantalla en una foto
aparentemente tomada en una playa.
Y para terminar,
te dejamos con un video porno gay.
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