Esa noche soñé con las
duchas del gimnasio. estaba dejando que el agua me refrescara cuando alguien
entró a mi cubículo. No pude ver la cara de la otra persona; solo sentí que me
besaba y me acariciaba el húmedo cuerpo. También sentí la dureza de nuestra
excitación, rozándonos.
Cuando parecía llegar
al clímax, pude ver el rostro de mi acompañante: Juan… Eduardo,
mejor dicho.
Me desperté asustado.
Tenía una palpitante
erección.
Ya había amanecido.
Casi a la hora del
almuerzo, Laura me llamó.
“Pasó algo increíble,
Rafo”.
“¿Te llamaron del BGU?”
“Más o menos. Mi jefe
se enteró de mi postulación, y me dijo que tenía otros planes para mí”.
¡Vaya! Buenas
noticias, pensé. Una promoción. Quizás otro proyecto.
“¿Y qué fue?”
“Me nombrará, me
aumentará el sueldo y me ascenderá dentro de este proyecto. Seré sub-jefa
administrativa”.
No sabía si ponerme
alegre o triste.
“¡gracias, amor. Si no
me hubieras animado a pasar esa entrevista, nada de esto me hubiera ocurrido!”
Llegó la hora de que
Hércules emponzoñe sus dardos.
“Me alegro por ti,
Laura; pero, si estuviera en tu lugar, pediría seleccionar a mi personal. Y ya
te dije quién me da mala espina”.
“Sí, amor. Descuida”.
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