domingo, 5 de abril de 2020

El juramento de #semen es para toda la vida

Cuando hice el servicio militar, hace ya casi 20 años, había un juego que mis promociones y yo solíamos hacer cuando dormíamos. Como éramos varios en la cuadra, teníamos que compartir camas. Como a veces hacía calor, dormíamos en calzoncillo (en esa época no estaban de moda los bóxers), y por joder, cuando el otro promoción estaba de espaldas, lo agarrabas de la cintura, le arrimabas tu paquete al medio del culo, y hacías como que te lo cachabas. Así fue como conocí a mi promoción Wálter, un pata flaquito pero marcado, metro 65, lampiño, culo normal pero bien paradito.




Una madrugada, cuando vino de una guardia, como de costumbre se sentó sobre la cama y comenzó a desvestirse. Yo estaba de espalda, durmiendo hacia la pared. Esa noche tenía un calzoncillo bien pegado. Yo soy metro 68, velludo, y en ese tiempo mi contextura era normal.
"¿Estás despierto?", me preguntó bien despacito.
De puro pendejo, no le respondí.
"Ya, oe, Pérez, habla. ¿Estás despierto?"
Y me colocó su paquete en mis nalgas. Solo que esta vez noté que su paquete estaba duro, durazo.
"Aguarda, mierda", le respondí sonriéndome y bien despacito también. "¿Qué pasó?"
"Me gané una huevada. Yo y Sánchez. En el algarrobo cerca de la esquina de la torre, notamos que dos bultos se acercaron. Activamos los largavistas de visión nocturna y... ¡dos patas cachando, huevón!"
"Hablas huevadas", le respondí.
Me narró que ambos llegaron con mucho sigilo, en una zona que en esa época era oscura, y cuando comenzaron a espiarlos vieron cómo se desvestían, y ya calatos cómo uno de ellos se arrodillaba en la arena para chupar lo que parecía ser un gran pene. Luego, cómo el activo ponía al pasivo en cuatro patas y se la clavaba hasta que luego de varias minutos, el activo sacaba su mazo, se lo pajeaba y parecía llegar al orgasmo sobre el cuerpo de su amante.
"¿Qué dijo Sánchez?"
"Ese pendejo se pajeó allí en la torre".


Sentí la mano de Wálter sobre mi cintura, como usándola para narrarme lo que vio, luego sentí su mano en mi cadera. Éso me arrechó y también se me paró.
"Ya deja dormir", pedí.
"¿Por qué?", me preguntó.
Tomé su mano y la puse sobre mi paquete duro. Él no la retiró. Mas bien metió su mano dentro de mi calzoncillo y me tocó mi verga dura.
"¿Hace cuánto que no cachas, Pérez?"
"No sé", le dije por responder cualquier huevada.
Entonces me comenzó a pajear. Yo me quedé tranquilo. Bueno, ni tan tranquilo. Con mi mano libre, le bajé el tirante de su calzoncillo, que para variar era delgado, y le toqué su paquete.


Abrí los ojos. Estaba más o menos oscuro. Tratando de no hacer ruido, me volteé en la cama hasta quedar frente a frente con él. Le bajé su calzoncillo, cosa que él me ayudó, a la vez que me bajaba el mío. Juntamos ambas vergas duras, nos abrazamos, y mientras las masajeábamos contra el cuerpo del otro, nos besamos en la boca. No era el primer pata que besaba en la boca, pero era mi pata, mi promoción. Fue una experiencia rica.
"Las voy a dar", le dije.
Él me puso mirando arriba y con cuidado de no hacer ruido, puso mi pinga en su boca, me la chupó. Le di toda mi leche en ese espacio suave, húmedo y caliente.
"También las voy a dar", me dijo.
Se puso boca arriba. Yo dudé algunos segundos. También cuidando de no hacer ruido, me incliné hasta su pinga, se la chupé y por primera vez en mi vida recibí semen de otro pata. Sabía medio raro, pero ya estaba acostumbrado: el rancho no era comida de cinco tenedores que digamos.





A la mañana siguiente, hicimos como que no pasó nada. Todo normal. Volvimos a repetir la cosa unas dos o tres veces hasta que salimos de baja. Yo me fui a trabajar a Arequipa, él se quedó acá y creo que fue a Lima. Casi había perdido el contacto con él hasta que antes de la cuarentena estaba viendo unos negocios en Canchaque a ver si iba con turistas para la Semana Santa, cuando estaba cruzando la plaza de armas y alguien me pasó la voz.
"¡Pérez!"
Volteé a ver. Un pata algo maceteado me sonreía desde una de las bancas. Me le acerqué. ¡No saben el gozo cuando reconocí a Wálter!
"¡A los años! ¿Qué haces acá, huevón?"
"Tengo un par de días libres en el trabajo y me vine a pasear".
"¿Ya conocías acá?"
"No, es mi primera vez", me guiñó un ojo.
"¿Quieres que te lo muestre?", le sonreí.
"Todito", se carcajeó él.


Caminamos por el mirador, los peroles, vimos el paisaje, aunque hacía algo de frío, él estaba comenzando a sudar.
"¿Quieres darte un baño acá cerca?", consulté.
"Pero no he traído ropa de baño".
"Tú sígueme".
Lo llevé a un paraje del río Pusmalca donde hay unas totoras y algo de pajonal, un poco retirado del pueblo. Al llegar, me calateé todo.
"¡Qué rico cuerpo, promoción!", me alabó.
"El fitness", le sonreí.
Me metí al agua. él se calateó también.
"También tienes rico cuerpo", le observé.
"el fútbol", me sonrió, y parecía darle la razón porque el culo le había crecido lo mismo que las piernas. Se sumergió todo. Aprovechando la soledad, aprovechamos para ponernos al día de toda nuestra vida. él trabaja como ingeniero de telecomunicaciones y yo, como dije arriba, soy operador turístico.
"Esta agua sí que relaja", me dijo.
"¿Te gusta?"
"Como mierda", me dijo. "¿Te acuerdas cuando te hice masajes una vez y me dijiste que estabas bien relajado después de la sesión?"
"Bueno", recordé, "relajado y bien al palo también". Me reí.
"Estoy igual", me guiñó un ojo.
"Hablas huevadas".
Wálter tomó mi mano sumergida, y como esa vez en la cuadra hace 20 años, la puso sobre su paquete. Mas bien sobre su pinga: estaba dura, a pesar del agua fría.
"¿Qué tal?", me dijo.
"Toca la mía", le respondí.
No solo la hizo. Comenzó a pajearme dentro del agua. Yo hice lo mismo. Terminamos eyaculando allí, sin que nadie se diese cuenta. Quién sabe a dónde fluyó nuestro semen, que parecía dos pequeñas nubes blancas alejándose con rapidez.





La siguiente parada del 'tour' fue un hostal en el pueblo. No sé con qué cara nos vieron pero nos dieron una matrimonial. (Nos dijeron que las dobles estaban llenas y no había simples.) Desde que entramos y nos quitamos la ropa, lo primero que hicimos fue tirarnos sobre la cama, abrazarnos y besarnos como locos. Ahora sí podía recorrer su cuerpo bajo el mío.
"Chúpame las tetillas", me pidió, y al hacerlo el huevón comenzó a gemir como mierda, tanto que le tuve que tapar la boca. Luego le chupé la verga, unos 15 cm rectita, y tras levantarle las piernas, le hice un beso negro tierno y profundo. Dilató de inmediato, y era evidente que por ese agujero ya habían entrado varios falos, pero a la mierda... disfruté lamiendo, besando y punteando, mientras él gemía y jadeaba, pedía más, me acariciaba.


Cuando yo me puse boca arriba, él también me besó todo el cuerpo y al llegar a mi pinga, 14 cm recta, me la chupó un rato, luego los huevos. entonces, se sentó sobre mi palo, se puso saliva en el ano, y fue bajando poco a poco hasta que sus nalgas tocaron mi ingle. Rebotó algunos minutos. Luego me lo puse piernas al hombro, pero en vez de bombearlo, probé una técnica tántrica en la que él tenía que apretar el culo mientras yo activaba sus zonas erógenas y en especial su ruta de chakras. Bueno, cuando guías turistas y cachas con ellos, aprendes de todo, ¿no? Wálter disfrutó tanto la experiencia, que, tras hora y media después, eyaculó sobre su abdomen. Afuera ya era de noche.
"Lo máximo, Pérez", me dijo extasiado. "Es la primera vez en mi vida que cacho tan rico".
"Y yo también", le repliqué. "Debe ser porque nos tenemos un cariño de años".
"Debe ser".





Tras cenar algo, el resto de esa noche volvimos a cachar. Esta vez repetí la misma técnica, toda mi pinga en su orto, pero teniéndolo en perrito mientras yo le masajeaba la espalda. Wálter se contorsionaba de la pura excitación, jadeaba, me decía que era mi puta, que me amaba, que lo haga mío.  Luego lo puse boca arriba. Mientras él me pajeaba, yo lo pajeaba. Nuestro esperma se disparó en los vientres de ambos.


Al día siguiente, tomamos el ómbnibus de regreso a Piura. Nos mirábamos como idiotas y nos sonreíamos mientras veíamos la campiña pasar bajo la primera lluvia de verano. Al llegar a Piura, nos despedimos.
"¿Cuándo vuelves a tener días libres, Wálter?"
"En cualquier momento... yo te aviso".
"Ojalá sea pronto porque... es la primera vez en muchos años que hago el amor con alguien".
Pérez se emocionó y los ojos se le aguaron. Ahora nos comunicamos por chat y espero esa próxima vez, que, según me dijo, podría ser un trío. Estamos buscando candidato.