lunes, 31 de marzo de 2014

Anselmo (25)

ACONSEJAMOS DISCRESIÓN DEL LECTOR: Algunas escenas que presentamos a continuación son inapropiadas.

 

Por: N-Azz

 

CAPÍTULO 25

Ese sábado, al rayar la medianoche, dos marineros aparecieron marchando y haciendo gestos militares en el escenario.

Estaban vestidos de impecable blanco.

Mientras sonaba In The Navy, fueron desapareciendo  sus gorras, camisas y pantalones ajustados por la cintura con doble hilera de botones. Debajo tenían bóxers claros transparentes.

El público comenzó a avivar y chiflar de gusto.

De pronto, ambos se pusieron frente a frente, se tomaron la pretina de los bóxers y los arrancaron.

What’s love got to do with it? Sonó de inmediato.

Tan pronto la música cambió, ambos cuerpos se juntaron y comenzaron a acariciarse. Se dieron un beso prolongado en la boca.

El chico de la derecha, totalmente depilado, fue besando el pecho, el abdomen y la ingle de su compañero,, a quien el vello corporal se le diseminaba por todo sitio.

Entonces, el lampiño comenzó a succionarle el pene. La erección, que ya estaba en progreso, terminó de concretarse. Una fellatio en vivo frente a unas cien personas.

Sin saber de dónde, el lampiño colocó un condón a su compañero, y cuidadosamente lo recostó sobre el sofá de toda la vida sobre el escenario.  Se arrodilló sobre su miembro. Bajó despacio hasta desaparecerlo de la vista del público, dentro de su ano.

Ahora sonaba Freedom.

El lampiño comenzó a cabalgar sobre el otro chico. Primero iba lento, hasta que, paulatinamente, fue adquiriendo velocidad.

El velludo lo tomó por la espalda, y progresivamente fue descendiéndola hasta que quedó en el suelo, y sus piernas flexionadas en el aire. Inició un bombeo salvaje.

La gente miraba absorta… y excitada.

Sweet Harmony se emitiía a través de los altavoces.

El velludo hizo un gesto evidente de no poder contenerse más. Sacó su pene, su condón, y dejó caer una profusa eyaculación sobre el abdomen marcado y el pecho hinchado de su compañero.

La canción no había dejado de sonar, así que se acostó sobre él y comenzó a besarlo exagerando su movimiento pélvico.

La melodía terminó, ambos se pararon para agradecer y salieron corriendo del escenario.

El telón se cerró entre estrepitosos aplausos.

“Casi la caga’”, comentó Zulú mientras Febo y Max bajaban.

“Tranquilo--- Wáshington. Te toca”, ironizó Max.

Zulú lo miró molesto.

“apura, luego te mechas”, reaccionó Febo.

El telón se abrió de nuevo.

Una música electro-urbana invadió el Alpha Male.

Zulú bailaba voluptuosamente  y girando cual trompo.

Baco, Kike y don Martín se daban un respiro para preparar vasos y botellas para cuando el público saliera del trance.

Zulú vestía una camisa y pantalones plateados brillantes.

Se sacó la prenda superior y la lanzó al público. Entre la mesa 4 y 8, la gente estaba a punto de hacerla añicos.

Zulú se quedó en hilo dental plateado.

Escogió dos personas que parecieran tímidas entre el público. Las ayudó a subir. las puso de rodillas. . Hizo que cada una agarrara una tira de su prenda y que se la bajara hasta quitársela del todo. Ahora el bailarín sólo vestía botas negras y calcetines blancos. Ofreció su pene a uno de sus ocacionales partners. El invitado dudó, pero se dejó envolver y aceptó.

Contra todo pronóstico, la mano derecha de Zulú hizo que la otra persona acercara su cabeza hacia su nalga derecha, y comenzara a besarla. El moreno no dejaba de sonreir.

Cambió los roles de sus invitados. Su pene comenzaba a ganar tamaño y longitud.

Con dificultad, la otra persona le hizo sexo oral, mientras con su mano izquierda procuraba que el primero no terminara con la boca en medio de sus nalgas, sino de cara al público.

Zulú se puso de frente al público e hizo que sus dos invitados en escenario chuparan su miembro al mismo tiempo.

Ya no pudo controlar las manos de ellos que se le iban por cualquier lado, de la cintura para abajo, por lo que, por precaución, tenía los glúteos firmes, cerrando el acceso al ano.

Intentaba pensar en algo que acelerara su orgasmo, pero fue complicado. Entonces vio a Baco, a lo lejos, de pie, tomando el pedido de un parroquiano. Estaba algo inclinado, y se alucinó penetrarlo como solían pedirle sus clientes: “¡Duro papi!”.

En segundos, un chorro blanco potente se disparó hacia algunos chicos que estaban  al pie del desnivel.

Comenzaba el domingo, y la gente se arremolinaba a pedir algo de tomar en la barra.

Baco, Kike y don Martín se miraron y suspiraron de alivio.

“¡Hola Baco!”

“¿Daniel?”

“Sí. ¡Qué bueno que me recuerdes!

“¿Qué deseas?”

“Una chela personal heladita”.

“¡Ya pues!”

Con la diligencia que lo estaba haciendo famoso, el chico atendió rápidamente al rubio de la barra, quien le pidió que le acercara su oreja.

“Don Martín dice que ya puedes dar servicios. ¿Estás libre más tarde?”

Baco dudó.

“¿De aquí?”

“No. Como a las tres de la tarde”.

Baco miró a don Martín. Parecía darle luz verde.

“Ya pues”.


 

 (CONTINUARÁ…)

 

© 2012, 2014 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí. SIEMPRE PRACTICA SEXO SEGURO.

Texto producido con el Método Writting Fitness. Más información aquí.

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miércoles, 26 de marzo de 2014

The Bar's Boys (9)

ACONSEJAMOS DISCRESIÓN DEL LECTOR: Algunas escenas que presentamos a continuación son inapropiadas.

 

Por: Nug Huyur

 

Capítulo IX: El gimnasio.

 

Y este pendejo, qué hace aquí, ahora falta que abra la boca, pensó Anthony. Mientras Cris se levantó y lo saludó, luego nos lo presentó a cada uno, Anthony con una falsa sonrisa tuvo que corresponder al saludo.

  • A ver muchachos ahora ¿Quién se anima a contar? – preguntó Hipólito
  • De ¿Qué están hablando? – preguntó Ángel a Cris
  • Amor, están contando su primera vez, así que Hipólito ya contó y ahora estamos viendo quien se anima y continúa con el juego – le explicó Cris
  • Sí, Ángel – Intervino Anthony, e irónicamente dijo – pero anímate, quizás tengas muchas experiencias que contar.
  • Ja, ja, ja – se rió diplomáticamente – No creo tener más que tú, perdón ¿Cómo dijiste que te llamabas?
  • Anthony, que rápido te olvidas – contestó Anthony
  • Chicos, chicos calma – dijo Osvaldo – Les parece si continuó yo, quisiera compartir lo que viví cuando era chibolo, o sea hace poquito.
  • Jajaja, no me hagas reír Osvaldo – Dijo Cris
  • Ya ok, cuando tenía dieciséis…

…En aquel tiempo, estaba en quinto de media, y no sé ustedes, pero a mí me jodían por mi  peso, y todo el mundo me molestaba, Preguntan sobre mi sexualidad, no nada que ver, estudiaba en colegio pituco, de curas y por el hecho de ser hijo del juez, las madres sobonas, hacían que mis compañeros se me acercaran con la finalidad de ser mis amigos, y las chicas supuestamente se enamoraban de mí. Todo por interés. Sin embargo me cogían de punto por mi sobrepeso y me hacían bromas pesadas, Más de alguna vez me deprimí, y para vencer esa angustia, comía y comía más y más. Hasta que un día me armé de valor y me fui a un gym con la finalidad de perder peso de manera radical. Ahí me rencontré con Pablo un viejo amigo del barrio. Él me mostró el gimnasio, me explicó los programas y decidí llevar una rutina con él, como instructor. Fue entonces que todo iba teniendo sentido, poco a poco me percibía más animado y hasta mi familia se había quedado extrañada de mi cambio, a las pocas semanas de haber iniciado el curso, me sentía  mejor conmigo mismo, y veía que mi cuerpo iba respondiendo de a pocos. Pero a la vez iba notando algo que no había sentido antes. Pablo era muy amable conmigo, siempre atento y caballero. Una vez hizo algo que me dejó confundido.

  • Bien amigo, hoy vamos a ver cuánto has bajado de cintura – se paró detrás mío – Alza los brazos – me rodeó mi pancita con el centímetro y me midió, retiró el centímetro -  Muy bien de ochenta a setenta y tres, siete centímetros menos – y me tocó la pancita – pero aún algo aguadita – luego me dio una nalgada, como para darme confianza, ahí me sonrojé – pero lo vamos a conseguir amigo – dijo amablemente al final.

Otro día nos quedamos solos en los vestidores, y el salió en toalla de la ducha. Ahí lo vi casi completo, era un Adonis, un hombre de uno setenta, de piel tostada, con músculos ceñidos a la piel, con vello en el pecho y unas pantorrillas bien pronunciadas. Torpemente traté de guardar mis cosas para salir.

  • ¡Hey! Osvaldo ¿Qué pasa?, ya te vas, espérate para irnos juntos – me dijo
  • ¡Ah!, disculpa, es que como  te vas a cambiar mejor salgo, ¿no?, además ya terminé de guardar mis cosas.
  • Espera Osvaldo

Me tomó por el brazo y me dio vuelta. Nos miramos a los ojos, mi corazón latió a mil, mi respiración se agitaba.

  • Acaso ¿no somos hombres? – susurró
  • Sí, pero….
  • Acaso dos hombres no sé…

Sin decir más, me tomó por la cintura, juntó sus labios a los míos, y nos besamos, sin poner resistencia correspondí. Era el Pablo de la primaria, el chico lindo, mi eterno defensor, a quien admiraba por su valentía y audacia. Siempre me quiso, así como era, sin máscaras, ahora me estaba besando, acariciándome, deslizando sus manos ásperas por mi espalda, suave, tersa y yo deslizando mis manos por su cuerpo, sintiendo sus músculos, percibiendo su olor, su sudor, mis manos bajaron y la toalla se deslizó, y sentí su pene erecto, entre mis piernas, sus manos se escabulleron hasta meterse dentro de mi short y me las apretó, me sentía extraño y excitado, sentía mi pene latir y mi potito pararse más, con cada apretón de nalgas. En eso siento su dedo en mi ano.  Entonces, lo empujé, sentía que algo no anda bien. Que si quería hacerlo, no era así. Al empujón, el retrocedió perdió el equilibrio y calló sentado.

  • ¿Qué pasa Osvaldo, por qué me empujas?
  • Espera Pablo, es qué…
  • ¿Es que, qué Osvaldo? ¿Acaso no te gusta lo que estamos haciendo?
  • Sí, es que… no sé Pablo, creo que mejor me voy – le di la espalda para irme.
  • Espera Osvaldo. ¡Tú me gustas!

Mi cuerpo se detuvo. Alguien se había fijado en mí. Algo nacía dentro de mí y no sabía cómo llamarlo.

 

Continuará….

 

© 2014 Hunks of Piura Entertainment. Ésta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.

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lunes, 24 de marzo de 2014

Anselmo (24)

ACONSEJAMOS DISCRESIÓN DEL LECTOR: Algunas escenas que presentamos a continuación son inapropiadas.

 

Por: N-Azz

 

CAPÍTULO 24

“¿Nombre?”

“Segundo Ismael Narváez Olaya”.

“¿Edad?”

“21”.

“¿Cumplidos?”

“Sí, en mayo”.

“Bien. Dame tu brazo. Quieto  ¿sí? Bien… flexiona tu brazo. Mantennlo así por cinco minutos. Es todo”.

El chico vestido con bata blanca puso el tubo con la sangre en una gradilla. “¿Siguiente?”

“Jorge Luis Pérez Roca. 25 años. Cumplidos en julio”.

Zulú estaba en el extremo de la cocina, sudando, aunque no hacía calor.

“¿Jo’ge Luí’? ¿Y de’ónde se llama M’a’?”

Don Martín miraba la escena, como supervisando.

“¿Y de dónde te llamas Zulú?”

 “El’ij’e puta de Zá’ me lo puso”.

“¿Siguiente por favor?”

“Zulú, sigues tú”, apuró don Martín.

“P-p-pero ¡yo’jtoy sano! ¿No me vé’?””

“no me digas que te cagas de miedo por una aguja”.

“No. Que va. Pero, pero, no’é necesario pué’”.

“Por favor, señor”, requirió el embatado.

Don Martín prácticamente cogió a Zulú por sus brazotes,lo empujó y lo sentó a la fuerza, muy a pesar de sus protestas.

“¿Nombre?”

“¿Delant’e tó’?”, protestó el moreno sudando mucho más, tanto que su camiseta se pegó a su bien marcado cuerpo.

Don Martín pidió que Max y Febo salieran de la sala de la televisión. Los dos no se fueron muy lejos, pues cruzaron el pasadizo y se sentaron en las bancas del gimnasio.

“¿Nombre?”

“¿No hay nadie, ¿no?”

“¡Ya carajo! ¿Vas a colaborar con el señor?¡? ¡No tenemos toda la mañana!”

Don Martín comenzaba a perder la paciencia.

Mientras tanto, en el escenario del Alpha Male,con cortinas cerradas, Baco estaba solo. Comenzaba a imaginar cómo sería su actuación cuando le tocara tener sexo frente a unas 150 personas.

Estaba recostado en el mismo sofá donde Zulú, Febo y el ausente Zack enloquecieran al público un mes antes.

¿Quién sería el compañero de escenario ideal para él?

No negaba que Zulú le era atractivo, pero despreciaba su actitud. Apreciaba a Febo, pero compadecía el hecho de que negara a su pueblo. Obviamente, Kike sería de confianza, pero su padrino lo había vetado debido al VIH. Max era el que quedaba. Sin duda, él sería el compañero sexual ideal, pues le parecía lo más cercano a su añorado Elías… pero no era Elías.

La nostalgia quizo raptarlo. Entonces se repitió mentalmente que Anselmo debía quedar atrás, debía ser fuerte y afrontar este nuevo destino.

Si sus compañeros se habían acostumbrado a hacer del sexo una forma de vida, ¿por qué él no?

Súbitamente, Kike entró y se sentó a su costado.

“Wáshington Saldívar Barros, alias Zulú”.

“¿Cómo?”

“El nombre verdadero del vergón. 22 años. Están tratando de sacarle sangre”.

Se oyó un grito desgarrador de dolor.

“parece que ya lo hicieron”.

Kike se rió.

“Yo también quiero saber si estoy positivo”.

“Seríamos dos. Pero, ¿has tenido sexo ya?”

“Cuando lo hice con Elías no nos protegimos”.

“Pero lo hicieron una sola vez”.

“Los papelitos que trajiste dicen que basta un solo contacto para estar contagiado”.

Baco se acercó y abrazó a Kike, quien reaccionó con miedo. “¿Qué haces?”

“Los papelitos dicen que si te abrazo no me contagio. Sólo si tenemos sexo sin condón o si me pasas tu sangre”.

Kike sonrió y se acurrucó en el pecho de su amigo. “tu memoria de elefante”.

“¿Se habrán dado cuenta que falto yo?”

“Si te presentas, lo cagas a don Martín. Supuestamente no deberías estar aquí. Además, ese día que fingimos el trío con Max, nos ‘protegimos’. Por eso no te hará la prueba”.

“Si todo sale como él dice, la gente se dará cuenta tarde o temprano”.

Kike no supo qué responder a Baco, pero ¿cómo don Martín disimularía la existencia de un menor de edad en el personal del Alpha Male?

Justo, el susodicho ingresó. “Ya puedes bajar. El chico del laboratorio se fue”.

Los tres regresaron al gimnasio.

Fevo y Max estaban sentados sobre las bancas, algo pensativos. 

Don Martín pidió al instructor que organizara todo para entrenar. “Llamen a Zulú”. Febo salió a buscarlo.

Mientras Baco y Kike se fueron a sus dormitorios para cambiarse, Max empezó a hacer lo mismo entre las máquinas. Don Martín lo miraba mientras se quedaba en suspensores y se ponía su body de siempre. “Hazlo suave con Kike”.

Max hizo sí con la cabeza. Se había terminado de cambiar.

Febo entró con Zulú, quien mantenía su brazo flexionado y un gesto de dolor en la cara.

“No pod’é’ntrenar”.

“¿Y ahora que mierda te pasa?” don Martín perdía la paciencia de nuevo.

“No pue’o mover mi brazo. ¡Me duele!”

Don Martín agrarró el puño de Zulú, y, violentamente lo obligó a extender la extremidad. El moreno gritó tan fuerte como cuando le metieron la aguja, y comenzó a sollozar.

Max y Febo no podían contener la risa.

Don Martín meneó la cabeza. “Negro de mierda. Se nota que no has ido al ejército”.

Se fue de ahí.

Por la tarde los reunió a todos en el comedor. Les entregó sus sobres. “Yo sé que la ley dice que es personal, pero deben decirme el resultado si quieren seguir chambeando conmigo”.

Max, Febo y Zulú abrieron los sobres, desdoblaron el contenido, y se rascaron la cabeza.

Reactivo. No reactyvo. ¿Dónde decía si estaban infectados?

Don Martín los vio y le sonó a sánscrito.

Llamó al laboratorio.

Don Martín regresó. Los miró a todos.

Los cinco segundos de silencio se hicieron una eternidad.

“Están limpios muchachos”.

 

 (CONTINUARÁ…)

 

© 2012, 2014 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres o situaciones es pura coincidencia. Escribe a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí. SIEMPRE PRACTICA SEXO SEGURO.

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sábado, 22 de marzo de 2014

Pasivos con cuerpo de mujer

¿Por qué muchos activos buscan pasivos de cuerpos femeninos? ¿Por qué muchos pasivos no quieren tener cuerpos más masculinos?

Aunque cada quien es libre de elegir cómo maneja su cuerpo, a lo largo de las entrevistas que hacemos por chat a quienes usan nuestro servicio de contactos, siempre salta esa tendencia: machos que buscan chicos con cuerpos feminizados, y chicos que luchan por tenerlos.

¿Malo o bueno? Insistimos, depende de los gustos, y eso es variable… pero, ¿hay algo detrás?

Está clarísimo que muchos pasivos quieren tener cuerpos femeninos porque, como varios se definen son “mujeres atrapadas en cuerpos de varones”.

Incluso, algunos llegan a femenizar su voz (la hacen aguda) y sus modales, usan nombres de mujeres (especialmente si están entre ellos), y en el extremo que roza lo peligroso, hay quienes se automedican hormonas femeninas (estrógenos) sintéticas con tal de borrar ciertos signos exteriores de masculinidad.

Pero, ¿por qué hay activos que los buscan?

Varios siempre suelen responder que es debido a que tales físicos les recuerdan al de las mujeres… ¿en serio? ¿y el pene y los testículos? ¿No sería mejor que se buscaran una mujer genéticamente mujer?

La respuesta parece ser una fría ley de oferta y demanda, y algo de actitud en el fondo.

Aunque en Piura por cada 49 varones hay 51 mujeres, lo cierto es que las chicas no siempre se dejan conquistar con facilidad

Por supuesto que esto contradice la cultura popular, como las canciones que supuestamente retratan a mujeres sedientas de machos. Pero, adivina quién escribió la canción. Sí, un varón.

Si bien las mujeres también son abiertas al sexo sin compromiso, en último caso, son más inteligentes y frías a la hora de ligar con sus pares heterosexuales. El hombre desea mujeres, pero es la mujer quien elige al hombre.

La dinámica parece ser bien simple: a diferencia de nosotros, ellas son mejores estrategas a la hora de conseguir su macho. No es el pata quien las caza… ellas se dejan cazar.

Entonces, aunque hay demanda ávida, la oferta está bien cara.

¿Qué le queda al macho deseoso de liberar su leche? O bien masturbarse, o bien meterse con pasivos de cuerpo feminizado.

A diferencia de las chicas, aquí hay oferta que hasta paga al macho con tal de tener sexo. Bueno, la demanda es un hecho, aunque no faltará el activo que se haga el difícil, pero piensa en esto: un activo atlético se paseará como pavo real frente a un pasivo feminizado y se hará de rogar, cosa que jamás haría con un pasivo (o moderno) atlético, al que siempre tratará como el macho que le gusta recibir pinga.

Quizás es mentalidad machista: creer que los cuerpos delghados son débiles, y asociarlos inconscientemente con esa idea arcaica de que la mujer es débil; por lo tanto, estar con un pasivo feminizado es como estar con una mujer, pues ambos son débiles.

Sí, el razonamiento hace agua por todo sitio, pero hay gente que piensa así, aunque no lo creas.

Dicho todo esto, ¿los activos que buscan pasivos feminizados son conscientes que solo están tomando un placebo a su lujuria de momento? ¿Realmente tienen conciencia que se están agarrando a otro hombre?

Eso solo lo sabe cada activo en lo más profundo de su ser.

Y tú, si eres activo, ¿qué prefieres: atléticos o feminizados?

miércoles, 19 de marzo de 2014

The Bar's Boys (8)

Por: Nug Huyur

 

Capítulo VIII: El selvático (Parte II)

 

  • Muy bien soldado, descanse – le dije
  • ¡Si señor!
  • Muy bien, hijo,  mi nombre es Hipólito Ramírez – le di la mano – Ahora bien, vamos de tres a seis. A ver tú en la esquina derecha y yo en la izquierda.
  • ¡Si señor!

Nos pusimos en esquinas distintas, pero al cruzarnos le sobé el culo con la mano, él no se dio por entendido. Pero se notaba un culo durito, y algo amplio. Como a las cuatro de la mañana, todo estaba tranquilo, así que decidí orinar, me fui hacia un rincón que estuviese más oscuro que lo habitual para poder tener algo de privacidad, oriné y regresé sacudiéndome el pene, con la finalidad de que Silvester lo viera. ¡Bingo!, Silvester mordió el anzuelo, me miró descaradamente. De pronto, se me cayó la linterna de mano y él muy hacendoso.

  • ¡Señor, permiso para recoger la linterna! – dijo Silvester, con una voz que casi se le entrecorta.
  • Permiso concedido

El empezó a buscar, yo avancé hacia un lado de la torre donde la luz casi no llegaba pero apenas se diferenciaba, arrastré la linterna hacia mí, justo debajo de mi pene, que lo había estado agitando para endurecerlo, entonces encontró la linterna y se incorporó arrodillado.

  • Señor, la…lin….ter…na  –  dijo entre cortado mientras miraba mi pene.
  • Ok, pero mejor en vez de verla, ¿Por qué no la chupas?
  • ¿Puedo señor?
  • Claro, soldado, es más, es una orden ¡chúpela soldado!

Y sin aspaviento alguno le tomé la cabeza y se la hice ir hacia mi huevo, y él empezó a mamar mi pene, con tal agrado y profesionalismo, que me hizo sentir en la gloria, lo hacía suave y delicado, tanto como quien lame un chupete con tal placer, que él también lo disfrutaba. Usaba su lengua y sus labios sin meter sus dientes, lo hacia una y otra vez. Luego lo sacaba de su boca y le pasaba la lengua por todo el pene hasta la base, y luego chupaba mis huevos.  Tanto y tan bien que me dejé caer sobre los sacos que protegían la torre. De pronto oigo unos pasos, le cojo la cabeza. Pongo un dedo sobre mis labios, y hago la señal de silencio: ¡Shhhh! Espera no hagas nada, haz silencio, le ordené.

  • Y ¿Qué pasó? – preguntó angustiado Anthony
  • Sí, sí que ocurrió luego – insistió Osvaldo
  • ¿Los vio alguien? – Preguntó Cris.
  • Tranquilos no desesperen – repuso Hipólito – No nos vio nadie.

Los pasos se alejaron, y Silvester continuó con su tarea, asiduo a terminar lo iniciado. La agitación vuelve, y el corazón late, mientras su lengua lívida se desliza por mi pene, como niño pegado. Sus ojos fingiendo inocencia. Con el latir en la boca, se desliza el sudor por entre la ropa. Hasta que apretó con fuerza sus hombros, entonces llenó su boca con el líquido espeso blanco. El lame mi pene hasta limpiarlo, y luego lo escupe a un lado. Sonrió y el a mí.

  • Pobre chiquillo, le desvirgaste la boca – dijo irónicamente Cris.
  • Jajajaja, si claro, salud Cris – dijo Osvaldo
  • ¡Hey!, esperen, aún falta lo mejor – dijo Hipólito
  • ¡Más! – dijeron los tres al unísono. Anthony volteó y al ver a un grupo de muchachos que se les quedaba mirando, se sonrió.

Si verán, el sol comenzaba a despuntar, tocaron diana, y todos los soldados se levantaron, la guardia terminó y ambos bajamos a las duchas, para cambiarnos e irnos cada uno a sus labores, pero antes de pasar por las duchas sin que nadie se dé cuenta lo empujé dentro de un almacén, que tenía la puerta sin seguro. Miré a ambos lados de la puerta y cerré la puerta por dentro.

  • ¿Qué hace sargento?
  • Apura mierda, vamos a terminar lo que empezamos.
  • ¿Pero señor yo nunca lo hecho por ahí? – me respondió
  • Yo tampoco

Lo cogí de la camisa, y lo besé, él se sonrojó, nunca había besado, lo noté por su torpeza, pero a su vez me abrazó, pero lo empujé contra unos sacos de arroz, como pude le bajé el pantalón, le subí la camisa, y le vi las nalgas, estaban blanquitas. Se las palmee, una y otra vez, y él se agitaba de dolor. Le abrí ambas almohadas carnosas y vi su hoyito virginal, estaba marroncito, cerradito, lo agité con el dedo, lo escupí, una y otra vez, hasta que empezó a ceder, le metí un dedo despacito, luego otro, y otro, hasta dilatarlo bien, entonces se lo empecé a meter primero la cabecita, y gritó: ya no, ya no decía. Entonces lo sobé, le eché saliva y se lo volví a meter, lo nalgueé para soltar el anito, y esta vez entró una y otra vez, ahora ya no gritaba sino que gemía, y gemía de placer, le di un trapo para que mordiera. Seguí y seguí, eran ricas sus nalgas, chocaba contra ellas, una y otra vez. Hasta que me vine dentro de él. Se lo saqué lentamente.

  • Tienes rico culo -  le dije – desde ahora eres mi perro, ya sabes, ahora tendrás que cumplirme siempre.

Silvester sonrió y se subió el pantalón y lo hice que saliera primero. Pero antes lo besé y el correspondió tiernamente. Luego salí sin ser visto. Con Silvester salí un par de veces más, era un selvático muy excitante. Fui un tonto al dejarlo ir y todo por mis miedos.

  • ¡Ay!, ya se va poner triste – dijo sarcástico Anthony
  • ¡Salud Hipólito! ¡Salud! – Dijo Osvaldo – ¡Por tan buena historia!
  • ¡Salud! – respondió y tomó otro poco de cerveza.
  • Pero ya que estamos animados, quien continúa – Dijo Anthony
  • Y a mí no me invitan una cerveza – dijo la voz de alguien…

 

Continuará….

 

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lunes, 17 de marzo de 2014

Anselmo (23)

ACONSEJAMOS DISCRESIÓN DEL LECTOR: Algunas escenas que presentamos a continuación son inapropiadas.

 

Por: N-Azz

 

CAPÍTULO 23

Don Martín y Kike regresaron de la calle.

El muchacho se metió de inmediato a su dormitorio.

Baco barría el pasillo.

“Kike sólo atenderá en la barra. Nada más”. Don Martín entró ofuscado a su dormitorio.

Baco se sorprendió. Se metió donde Kike.

Su amigo lloraba con las manos puestas en la cabeza. Era la primera vez que lo veía triste.

A su costado, había una caja de comprimidos y folletitos con fotos de chicos como los de las paredes del Alpha Male.

“Me salió positivo”.

“Entonces, ¿te irás?”

“No sé. Parece que sí”.

“¿Por qué lloras entonces?”

Kike lo miró más triste.

Baco se acercó y lo abrazó con fuerza, entendiendo que no era una buena nueva.

“¿Es la diarrea, ¿no?”

“Tengo SIDA”.

Abrazó más fuerte a Kike.

Afuera, Max anunció su llegada aplaudiendo, como era su costumbre.

Baco recordó que algo de ese mal vieron en la escuela, pero no mucho porque el profesor pasó el tema por ahua tibia; además, no se sabía que alguien en San Gerónimo lo tuviera.

“Te pondrás bien”.

A los 40 minutos, Baco salía de su dormitorio con su ropa de deportes.

Al correr la cortina del gimnasio, vio que Max estaba arrodillado sobre una de las bancas. En su trasero, la cara de Zulú se internaba mientras sus manos estimulaban su falo.  Ambos estaban desnudos. Del otro lado, Febo tenía la licra por las rodillas, mientras metía y sacaba su pene de la boca del instructor.

Baco retrocedió y se escondió en la cortina. Nadie notó su presencia. De hecho, estaba como invisible.

“hay lubricante y condones en mi mochila”, dijo Max.

Baco saltó hacia la cocina.

Al rato, don Martín ingresó.

“¡Estoy haciendo el almuerzo!”, dijo Baco.

“Está bien. Pero no  te olvides de entrenar”.

Cuando se aseguró que los pasillos estaban vacíos, regresó a espiar.

Febo bombeaba su miembro en el trasero de Max, quien jadeaba evidentemente adolorido. Zulú se masturbaba  mientras echaba grandes cantidades de lubricante sobre el condón desplegado a lo largo de su miembro. Dio un golpecito en el pecho velludo del otro penetrador. Intercambiaron posiciones. Zulú comenzó a empujar contra las nalgas de Max.

“¡Au, mierda! ¡argg!”.

¿Te duele mucho?”

“Sí, huevón… despacio!”’

El velludo Febo volvió a ofrecer su pene. Max lo chupó de nuevo. Finalmente Zulú logró introducir sus 20 centímetros. Comenzó a bombear, primero despacio; entonces, incrementó la potencia y velocidad hasta que sólo se escuchaban sus caderas chocando contra las gruesas nalgas del instructor, quien emitía guturales de dolor, ahogados por el pene de Febo, quien agarraba el cabello  de Max con mucha fuerza.

El chico velludo dio un profundo jadeo, lebantó la cabeza y abrió su boca. Sus glúteos se pusieron tensos. De inmediato, sacó su pene flácido, aún dentro del preservativo, con el semen recolectado en la punta.

“¿Tan veló’?”. Sonrió Zulú, sin dejar de bombear e ignorando las qquejas que Max buscaba ahogar y controlar jadeando profundo.

“Nunca hice un trío”. Voy al baño.

Baco regresó a la cocina de un salto. Al entrar, se chocó con don Martín.

“Espero que aprendas bien porque luego Zulú te la meterá a ti, tal como ya lo hizo Max, y yo, y tu viejo, y ese huevón de San Jerónimo”.

Baco lo miraba azorado.

Don Martín lo abrazó y forzó  a acompañarlo a la cortina del gimnasio. La abrió de par en par.

Zulú volteó a ver y sonrió, mientras Max seguía intentando controlar el dolor.

Sonó el celular de don Martín.

“¡Carajo!”

Frente a Baco, Zulú seguía penetrando ruidosamente a un confundido Max.

Don Martín regresó: “Mañana vendrán para chequearlos”.

 

 (CONTINUARÁ…)

 

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domingo, 16 de marzo de 2014

Ligue on-line: jamás cometas estos errores

Ligar por Internet. Parece ser la forma más segura de conseguir un pata con quien puedas tener una rica sesión de sexo, pero ¿cuán cierta es esta opinión?

A continuación, te presentamos los errores más comunes que se cometen al hacer contactos por la red, algunos de los que pueden ser fatales.

Mentir sobre la apariencia física: éste es el error más común, y casi de principiante. La gente cree en las fotos de los perfiles o en expresiones como “soy simpático” o “soy agarrado”. Si alguna vez te has sometido a los interrogatorios de Hunks of Piura en Facebook, habrás notado que siempre insistimos con medidas corporales pues es difícil disimularlas aunque se mienta sobre ellas. Haz la prueba.

Pedir viáticos previamente no acordados: otro error común. Nunca falta el misio (que no tiene nada de malo serlo) que no es capaz de sincerarse y decir que no tiene plata, para luego embaucar a algún arrecho que termina pagando el doble de lo que le iba a costar la escapada. Pon las reglas claras desde el inicio y te ahorrarás amargones y plata, adenmás de entrar en una lista de con-éste-no-ligues.

Ser indiscreto: el pata que saca información de todo el mundo para compartirla con todo el mundo termina siendo el baboso útil de la red, pues es la fuente extraoficial de los secretos de los puntos y los agarres, pero es la última persona en la que se piensa en llevar a la cama. ¿Por qué? Precisamente porque no se tiene la seguridad de que guarde un solo secreto. En la medida en que seas discreto, verás cómo el mundo, mejor dicho las puertas de las alcobas, se abren ante ti.

Rogar por que el punto te acepte: Hay gente que a pesar que le dices No, está allí regalándose con lacito y todo con tal que le hagas el favor. Aunque tu opción es que te acepten (por caridad) o te bloqueen, lo que casi siempre tendrás como respuesta es un trato comercial a cambio de la cita… y te lo tienes bien merecido. Ten algo de dignidad, o allá tú.

Publicar números de celular en las cuentas del contacto que te acepta: ¡Jamás se hace esto! Especialmente ahora que los extorsionadores y los timadores andan a la orden del día. Aunque no tengas plata, o uses un nick falso, te expones demasiado, pues recuerda que hay una base de datos de celulares a la que cualquier hacker al que se le caliente la mano, o la cuenta bancaria, puede tener acceso. Lo saben los bancos, lo saben las otras operadoras de telefonía. Nunca des tu único vínculo de contacto en vivo con el mundo.

Aceptar alcohol en la primera cita: ¡Mortal! Ya hay casos que por “sentir más placer”, lo que los chicos que aceptaron trago terminaron sintiendo fue un gran dolor de cabeza y de bolsillo. Casi siempre en el trago te ponen somníferos, con lo que dejarte sin plata y sin tus cosas es cuestión de minutos. Además, muchos cuarteleros de hostal (especialmente los que sufren de amnesia selectiva) terminan siendo cómplices. Tampoco aceptes drogarte, especialmente si jamás lo has hecho: o te roban, o te matan, o ambas.

Dejarse filmar o fotografiar: Nunca accedas a esto. Tampoco tengas sexo en cabinas públicas con Webcams sin antes haber tapado la Webcam. La próxima vez que entres a la red es probable que seas popular en sitios de video gay amateur… y hasta estés dando de comer a otra gente, sea directa o indirectamente (y sin opción a regalías). Además, lo que se fotografíe o grabe suele usarse para cometer grooming, extorsión y chantaje.

Aceptar a menores de edad como contactos: éste es el error más fatal, pues resulta que los chicos menores de 18 no te contactan porque sean inocentes, sino porque han encontrado aquí una nueva forma de ganar dinero gracias a los jugosos acuerdos extrajudiciales a los que te obligarán a llegar, casi siempre en complicidad con una persona mayor. Recuerda que quien con niños se acuesta, amanece cagado… o preso.

 

© 2014 Hunks of Piura Entertainment.

miércoles, 12 de marzo de 2014

The Bar's Boys (7)

Por: Nug Huyur

 

Capítulo VII: El selvático.

 

Todo empezó cuando llegó el nuevo grupo de reclutas al cuartel. La mayoría provenientes de la selva, alguno que otro de la sierra, y por lo menos cinco o cuatro del mismo Piura.  Los hubiesen visto a esos muchachitos todos, con sus ojitos vívidos, mirando a todos lados, algunos no sabían ni lo que hacían ahí, alguno que otro se le veía resudado, otros pelucones, otros  desaliñados, algunos de mis promociones decían que tenían piojos, y otros que apestaban a queso rancio. Recuerdo que en aquella oportunidad, Arturo y yo estábamos de servicio diurno y nos tocó recibir a toda esa gente. Era todo un placer verlo, todo serio y firme, el muy desgraciado se lucía con su don de mando. Tras las palabras de bienvenida, se les condujo a los baños para su aseo respectivo, se les hizo calatearse, ingresamos a los baños, les fui entregando a cada uno una toalla y un jabón. Arturo andaba emocionadísimo, al igual que yo. Aunque trataba de ser discreto para no levantar sospechas. Al terminar los pusimos en columnas. Fue ahí que empezaron las risas, por lo que sin querer todos se veían, mostraban sus vergas: algunos eran realmente dotados y otros aunque sin gran pito, gran culo. Al notar el desorden que comenzaba a reinar, Arturo hizo gala de sus dones.

  • Firmes – gritó él
  • ¡SI SEÑOR! – contestaron todos al unísono, y se quedaron quietitos
  • Media vuelta derecha, derecha – ordenó y todo el grupo quedó mirándolo a él.
  • Acaso no son hombres,- regañó - todos tenemos verga y huevos en el cuartel,  o hay alguna señorita, entre nosotros.
  • ¡NO, SEÑOR!
  • Solo ellas tienen concha, y se avergüenzan, los machos, los hombres como nosotros tenemos huevos, así que  no quiero volver a escuchar más risas, nadie tiene que ocultar nada, tienen dos minutos para bañarse señores.
  • ¡SI, SEÑOR!
  • Apúrense, vamos, vamos, señoritas, que mi abuela lo hace más rápido que ustedes.

Todos ellos se distribuyeron cada uno a una regadera, aunque Arturo se la daba de muy macho ante ellos, por dentro se derretía, y más de alguna vez, tuve que cubrirlo para  acomodarse el paquete y no se le viera que andaba erecto. Al terminar con el protocolo de bienvenida, nos fuimos a comer algo cafetín del cuartel.

  • Bueno Hipo, ¿Qué te parecieron los nuevos prospectos? – interrogó Arturo tras terminar su cerveza
  • Están en algodón promo.
  • Puta, promo, ¿Cómo que están en algodón? Alguno de ellos debe haberte excitado, carajo.
  • Jajaja, tú no más piensas en eso ¿verdad?
  • ¡Ay! Hipólito, a estas alturas no te vas a poner cucufato, llevamos casi dos años en este puto cuartel como para venir con esas.
  • Si, y tú no te quedas atrás bien que te vi como disimulaste, para que no se notara que la tenías paradaza.
  • A ti no te puedo mentir promo, esos culos y esas vergas estaban bien ricas y verlos, ahí, serio que excita como mierda. Pero, y tú, no me digas que tampoco te gustan los hombres. Porque si es así, ya estamos mal.
  • No huevón, sabes que ando con La Carmen.
  • Acaso ella se irá a enterar, además a mí no me vas a venir con huevadas, La Carmen es pura fachada, a ti te mueven el piso los hombres, sino te abré visto como se te iban los ojos en el baño también. Y la vez…
  • Ya, ya, Arturo, crees que podrías arreglar una guardia con el selvático, el chatito potoncito, que hay en la cuadra.
  • Ya lo decía yo, si no hay problema, yo te arreglo eso, promo.
  • ¿Estás seguro, no te quisiera meter en problemas?
  • No seas huevón, además cumpa, sabes bien que nosotros somos brothes, y por ti hasta la vida, hermano.
  • Ya, ya aguanta, que con los amigos no me meto.
  • No seas imbécil, tú no eres mi tipo. Y ahora un salud por eso.

Me acuerdo que nos reímos de eso, chocamos los vasos y pedimos otra cerveza. Así llegó el día jueves, a mí me tocaba el último turno, de tres a seis de la mañana. Hasta ese momento se me comunicó que uno de los nuevos reclutas iba a hacer la guardia conmigo.  Ya estando en la torre de guardia llegó, era un chatito, de facciones no tan pronunciadas, con un cuerpo marcado a pesar que el uniforme no le ayudaba mucho, sin embargo, se notaba su pronunciado potito, bien despachadito el niño, pensé.

  • Buenas noches soldado, su nombre – dije enérgico
  • ¡Jhon Arnold Silvester Stalin Orbe Huampaní, reportándose para la guardia, Señor! –

 

Continuará….

 

© 2014 Hunks of Piura Entertainment. Ésta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Escribe al autor a hunks.piura@gmail.com o comenta aquí.