lunes, 9 de diciembre de 2019

Los misioneros: El ojo en la paja ajena

El día que el hermano Ángelo llegó al convento de Valle Lindo, lo primero que le llamó la atención fue el hermoso paisaje forestal. Verde por donde viera incluso antes de cruzar el riachuelo. Verde en el cerrito. ¡Qué fascinante era para él manejar su motocicleta bajo las copas de los algarrobos altos y tupidos. Le dijeron que Piura era un desierto, temía broncearse demasiado su piel blanca, pero estos árboles sí que eran un regalo de Dios.

Vio su GPS. El convento debía estar un par de kilómetros camino arriba. Avanzó por el lado de un canal. Era casi mediodía y el calor comenzaba a sentirse fuerte, así que no tenía que extrañarle ver cómo un joven de cuerpo marcado, trigueño oscuro, emergía del agua y lo saludaba. En el campo es costumbre saludar a todo el mundo aunque no lo conozcas. No era un adonis quien salió pero le causó cierta curiosidad, especialmente por la pinga que le colgaba encima de unos huevos grandes y un tupido vello púbico. ¿Serán así todos los patas aquí?

Al llegar al convento, el hermano Félix lo recibió. En contraste con el metro 75 y los 25 años de Ángelo, este era más agarrado aunque algo subidito de peso, metro 63, barba algo crecida, 37 años.

-Bienvenido,, hermano Ángelo - le dijo Félix.

el recién llegado sonrió, apagó la moto y bajó para meterse a la casa de material noble, limpia como un anís, el jardín externo e interno bien cuidados, fresca.

- éste es su dormitorio. - le dijo su compañero.
- ¿Cuántos cuartos hay aquí? -
- Cuatro en total, hermano Ángelo. Escoja el que desee. -

el religioso pensó en tener uno con vista al bosque de algarrobos y los campos decultivo, pues Valle Lindo es una comunidad agrícola.
- Perfecto. - dijo el hermano Félix y le abrió la puerta.
La habitación no era muy grande aunque sí larga. El hermano Ángelo entró, dejó su mochila, abrió la ventana y respiró el aire puro del campo.


Poco después, durante el almuerzo, los dos religiosos se pusieron al día con las tareas a realizar.
- Los niños del campo son mayormente bien educados, así que su experiencia en el curso de Religión será muy llevadera. - comenta Félix.
- ¿Y qué tal son los de secundaria? - inquiere Ángelo.
- Comienzan a perder el interés en estos temas, pero es propio de la edad; más que ponerme a revisar Historia de la Salvación, con ellos prefiero hablar de cómo aplicar las Escrituras en su vida diaria.
- Especialmente con el despertar sexual, hermano Félix.
- ¿Qué trata de decir, hermano Ángelo?
- Ya sabe que el programa de Educación promueve la promiscuidad y estimula a los varoncitos a que experimenten sexualmente entre ellos.
- ¿Tiene algún problema con éso?
- No exactamente; lo que digo es que el programa educativo peruano quiere más gente gay para controlar la población. Como sabe que su programa de Planificación Familiar es un fracaso, entonces ahora apelan a éso.
el hermano Félix no sabía si reírse a carcajadas o si tirarle el plato a su joven compañero ante tal disparate. Decidió que debía llevar la fiesta en paz.

Ya le habían dicho al hermano Ángelo que la hora de la siesta era tan sagrada como la oración de las seis, las doce, las dieciocho o la que se dice antes de dormir. En efecto, comenzó a sentir un inexplicable sopor y se fue a su cuarto. Se quitó el polo: dos hermosos pectorales bien formados, espalda en V, cinturita delgadísima, vientre plano aunque no como tabla de lavar era lo que quien quiera verlo se hubiese podido ganar. Se tiró sobre la cama y trató de dejarse llevar por la modorra. Se dio vueltas. No podía quedarse dormido. Entendió que la verdad era que el resto de su ropa le incomodaba. Se resistió a quitárselo, pero era el sueño o estar de mal humor el resto de la tarde. Se levantó otra vez, se sacó el jean, cerró la puerta. Debajo de su bóxer habían dos pronunciadas y redondas nalgas, como dos suspiros dulces, firmes y blancos, como para meterles lengua; inmediatamente, dos bien trabajadas piernas. Volvió a costarse, y escuchó que alguien caminaba en el corredor de afuera. Se asomó. Vio al hermano Félix acomodar una hamaca en dos parantes del cobertizo en la entrada y, sin roche alguno, quedarse totalmente desnudo: hombros redondos, pectorales levantados, espalda amplia, cintura acon algo de guatita pero sin rollos, culo como globos salvavidas, piernotas. Velludo por todas partes. El hermano Félix se subió a la hamaca, se meció un par de veces y pareció quedar dormido. El hermano Ángelo se sorprendió, pero le restó importancia. Con ese calor de mierda, él haría lo mismo, pero algo lo cohibía. Alejó ciertos pensamientos impropios y se tiró a la cama. Logró conciliar el sueño.


Habría pasado media hora cuando escuchó una especie de jadeo afuera. Se alarmó un poquito. ¿Le estará pasando algo al hermano Félix? Volvió a asomarse... ¡Se quedó helado! Su compañero en el convento sí estaba jadeando, pero se había colocado en la hamaca de tal manera que tenía las piernas abiertas, flexionadas, metiéndose un dedo en el culo y pajeando su pinga con la otra mano. Su miembro era cabezón y sus bolas eran grandes, pero bien velludas. El hermano Félix retiró el dedo de su ano, se lo llevó a su boca, lo chupó bien y volvió a metérselo. La pinga del hermano Ángelo también comenzaba a crecer., a crecer y a lubricar al punto que en solo segundos sintió su bóxer húmedo.

El hermano no sabía qué hacer: o tomar la moto y escapar de ahí, o pensar que era un raro sueño, o seguir viendo, o rezar pidiendo no caer en el pecado solitario. Ángelo no tomó ninguna de esas opciones; se tiró otra vez a su cama, vio el techo con preocupación, sudó frío, revisó toda su vida, se cuestionó su vocación, pidió perdón... y se sacó el bóxer. Su pinga recta de 16 centímetros estaba durísima y mojadita. La miró debajo de su colchón negro de vello púbico. Finalmente decidió pajearse también. ¡Qué sensación la de su mano masajeando su pene! ¿Desde cuándo no lo hacía? Qué mierda. Solo disfrutó. Con la otra mano se acariciaba sus lampiñas y grandes bolas. ¿el dedo al culo? Ni cagando.

Se arrodilló, se asomó a la ventana. el hermano Félix seguía empecinado en seguirse autocomplaciendo hasta que dio un suspiro profundo y ráfagas de semen saltaron de su glande hasta su vientre peludo. el religioso resppiró hondo y se esparció el blanco fluído por sus inexistentes abdominales. Ángelo se volvió a acostar boca arriba sobre su cama, se sobó más fuerte, cerró los ojos, apretó los dientes, sintió cómo su leche caliente se regaba hasta sus pectorales. Respiró hondo de puro alivio y satisfacción. También se esparció su lefa.

Sintió que el hermano Félix entraba a su cuarto y salía otra vez; entnces, buscó su toalla, se cubrió sus partes y fue directo a las duchas. Apenas entró, se chocó con su hermano. Parte del semen aún no estaba seco y sintió cómo amenazaba con pegarse al cuerpo del otro hombre.
- ¿Qué tal su siesta, hermano Ángelo?
- Excelente, hermano Félix - dijo nervioso, - Excelente.
Si se demoró media hora en la ducha fue poco, pidió perdón, ideó alguna penitencia, recordó qué método de mortificación podía funcionar. Decidió que lo mejor era pedir a su superior que lo traslade a otra parte...

Inspirado en un cuento de Giovanni Bocaccio.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Se la metí tan rico que se vació todito

El otro día que estaba haciendo unas gestiones, conocí en la cola a un chico joven, bien parecido. Nos pusimos a hablar de varias cosas, y como nos atendieron casi al mismo tiempo, salimos de la oficina donde estábamos y fuimos caminando juntos. Entonces llegamos a un parque y como habíamos estado de pie desde temprano, decidimos sentarnos para descansar.
"¿Qué vas a hacer el resto de la mañana?", me preguntó y me llamó mucho la atención que me lo preguntara.
"Nada en especial", le respondí de todas maneras. "¿Tú?", le devolví la pregunta.
"Tampoco nada en especial", me dijo con seguridad. "Creo que regresaré a jatear un rato más". Eran como las diez de la mañana. ¿Quién pensaría en jatear a esta hora? Pero bueno.

Debido al trámite que estaba haciendo, yo había pedido el día libre, y se lo conté a este nuevo amigo. Noté que su mirada hacia mí cambiaba, y que de cuando en cuando me miraba el paquete. Esa mañana me había puesto un semipitillo que me lo marcaba bien. Noté que el pata era algo delgado pero formadito. También se había puesto un semipitillo y se le marcaban los muslos.
"Bueno, quién como tú que te dejan dormir hasta tarde; en mi casa no creo que me dejen", solté a ver qué pescaba.
"¿Vives con tu familia?"
"Sí", respondí. "¿Y tú?"
"No, vivo solo", me dijo. "Alquilo un cuarto aquí a cuatro cuadras".
No sé por qué, pero mi pinga comenzó a ponerse dura cuando soltó el dato. Algo sospechaba.
"No quiero llegar a mi jato", punzé ya sin roche.
"¿Por qué no te vienes a mi cuarto un rato?", al fin me invitó, y mi pene duro comenzó a lubricar como cancha.

Aparentemente el pata se dio cuenta de mi erección porque nos quedamos hablando un rato más en ese parque hasta que se me puso blandita y nos pusimos en camino. Efectivamente habían cuatro cuadras. Llegamos a una casa de cuatro pisos, entramos y llegamos a su cuarto. Tenía su cama, una mesita, su ropero de ésos desarmables, una tele y unas tres sillas de madera.
"¿Te jode si me meto a la cama?", me consultó.
"Para nada... si quieres te acompaño", me mandé.
"Ya, pero... yo duermo calato", me advirtió seductoramente.
"Yo igual", le sonreí.
Nos quitamos toda la ropa y nos metimos debajo de la cobija. ¿Para jatear? Nada. Apenas nos tapamos, comenzamos a abrazarnos y besarnos con pasión. Nuestras pingas se pusieron durísimas. Me acosté sobre él y comencé a moverme. Como ambos lubricábamos como locos, pronto humedecimos al máximo nuestras ingles.
"¿Sabes qué me encantaría?, me alcanzó a decir.
"¿Que te la meta por el culo?", le respondí.
"Sí, pero además que me grabes mientras me la metes", me pidió. Primero me quedé sorprendido, pero luego me di cuenta que sería toda una experiencia. Bajé de la cama, saqué mi celular, se puso en posición y comenzamos.

Estaba metiéndole pinga al pata. Rico culo, por cierto, calentito. Encima lo estaba grabando. Yo estaba tan arrecho que, por más que me movía, en vez de quererme vaciar, más duraba. Y estaba contento por éso. Pero él no. Cuando estaba en lo mejor del cache, él no aguantó más y las dio. Si miran el video con cuidado, verán cuando me lo dice.


Como el ano se le estrechó y le dolía, tuve que sacarle mi pinga, y me quedé con las ganas de eyacular. Pero lo que más me sacó de cuadro fue que él se vaciara si no la tenía parada del todo, así que me puse a averiguar. En realidad, todo tiene que ver con la próstata. Cuando sabes estimularla y el nivel de excitación es alto, como que tu punto G, por así decirlo, se ubica ahí. entonces, casi que no necesitas una erección, o quizás no una intensa. El semen sale sin poder evitarlo y listo, llegas al orgasmo. A diferencia de otros huevones, no me molesté con el pata. Al contrario, fue una experiencia distinta y chévere. Y cuando me enteré que esa estimulación prostática solo la consiguen los expertos, olvídense, tenía la pinga parada a cada rato del puro orgullo. Claro que tendría que practicar más seguido para hallar mi técnica, pero de que es lo máximo, lo es, y se los recomiendo.

Si te pasó algo parecido, cuéntalo acá abajo o en el Twitter.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Motivación al desnudo con un toque afrocaribeño

Cuando sientas que las fuerzas te abandonan
no las busques fuera de tu lugar.
Búscalas dentro de ti.
Es el lugar más seguro
donde seguro las vas a hallar.

Siempre desafíate a hacer algo nuevo cada día.
¿Pero qué hacer, por dónde comenzar?
Simplemente explora en aquéllo que te apasiona.
entonces ponte una meta y trabaja hasta conseguirla.

Tu enemigo no es quien crees que es.
Tu enemigo es esa parte de ti que no te deja crecer.
entonces, no te derrotes a ti; derrota a éso que te ata
al pasado, a la derrota, al dolor, al desgano.
en fin, a lo que no te permita hoy ser mejor que ayer.

Hazte mensajero de buenas noticias.
Hazte el autor de los mejores tratos.
Hazte el mejor amigo de la vida.
Hazte el amante más intenso de tu destino.

El poder está dentro de ti.
Si tú te lo propones, puedes llegar muy lejos.
Pero aprende que el poder se consigue cuando sirves al resto de corazón, sin dejar de ser tú mismo.
No digas lo que vales.
Deja que quien realmente tiene sabiduría lo vea, lo aprecie y lo celebre.
Ése es tu real poder.

Prepara tu cuerpo, tu mente y tu espíritu
para cuando llegue el momento de compartirlos al desnudo con las otras personas.
Recuerda que la clave no es poseer.
La clave es brindar y disfrutar.
Pero también la clave es que los demás te brinden y gocen contigo.
Cuando todo es recíproco,
el clímax es una experiencia tan grande
que las palabras se quedan cortas para describirla.

No veas al tiempo
como el momento que acaba.
Mira al tiempo
como la oportunidad que comienza.
Cuando transformas al tiempo
de enemigo en amigo,
entonces descubres que la vida
tiene más horizonte
del que imaginabas.
Por último, tú haces el tiempo.
Hazlo con mucha inteligencia.

Un pasivo me citó para hacer un video

Me hago llamar ActLima19 en las redes sociales y me defino como un "influencer sexual". De hecho tengo mi propio canal de videos porno, cuyo enlace te voy a dejar más adelante. La cosa es que me animé a mostrarte éste en particular y a decirte cómo trabajo. Para comenzar, debes saber que yo no cobro por hacer mis pequeñas producciones, y tampoco pago por ellas. Si tú estás de acuerdo en grabar conmigo y pasar un buen rato gozando mi verga de 17 centímetros, bien. Lo siguiente que hago es verificar por todos los medios que seas mayor de 18 años. Éso para mí es clave. ¡Nada con chibolos menores de edad! Luego nos ponemos de acuerdo sobre el encuentro, vamos, cachamos, grabo mientras cachamos, y el resultado de la sesión lo subo a mi canal, que te lo pondré más adelante.

Así ´´´pasó con este pasivo jovencito que me contactó a mi Twitter. Ah, porque yo solo soy activo, no te confundas. Tras quedar, verificarle con documento su edad, nos juntamos en un hotel, que él accedió pagar gentilmente, lo que yo agradezco, y comencé a meterle mi verga. La pasamos bien rico, y aquí te dejo solo una probadita.


Si quieres ver el resto del video, tienes que seguirme en mi canal de xvideos y también en mi cuenta de Twitter. Gracias por verme. Ah, y déjame comentarios aquí abajo.

jueves, 29 de agosto de 2019

¿Por qué me siento orgulloso de ser stripper?

Soy stripper hace un par de años. Me metí al negocio por curiosidad primero, y cuando vi que éso significaba un ingreso extra, me pareció una interesante idea ir desarrollando. Yo tengo un pequeño negocio, pero lo que gano no es suficiente, así que esas presentaciones me permiten tener algo extra que me deja pagar mis cuentas en general. A veces me he presentado en discos, pero mayormente hago shows privados, y mis performances van desde quedarme en boxer o hacer calzoncillo mojado hasta usar hilo dental. Si me pagas extra, me quedo calato y me pajeo delante tuyo hasta que veas fluir mi leche.

El fin de semana estuve dando un show privado en una casa por el cumpleaños de un pata, quien me pagó lo que le pedí y me trató muy amable. La huevada comenzó cuando cerré mi presentación y me iba a un cuarto que me dieron para ponerme mi ropa normal y regresar a mi casa. Solo vestía un hilo dental rojo cuando justo antes de entrar al cuarto me crucé con uno de los invitados. Lo reconocí porque entrenamos en el mismo gimnasio.
"Así te recurseas, ¿no?", me dijo con una sonrisita medio pendeja. Yo las paré de inmediato.
"Sí, así me recurseo", le dije con toda seguridad.
"¿Y no te jode recursearte así?", me volvió a preguntar pero con cierto tonito de desprecio.
"¿Y qué tiene de malo?", le devolví.
"Que, huevón, mírame a mí que estudié ésto y ahora soy ésto, tengo menos pinta que tú y saco mejor plata", se descosió.
"Bien por ti", le dije sin bajarle la mirada. "Pero yo me siento orgulloso de ser stripper".
El pata se quedó boquiabierto, lo que aproveché para darle la estocada final.
"Y te diré por qué".


  1. Me preparo para enseñar, no para ocultar: Entreno mi cuerpo a conciencia, me alimento sanamente, no bebo alcohol, no fumo, no me meto drogas, descanso lo necesario, procuro estar enfocado. En dos palabras: me cuido. De ese modo, puedo mostrar los resultados a la gente, y me pagan por esos resultados.
  2. Soy artista: Tengo oído musical, tengo ritmo, tengo flexibilidad, no solo me pongo a bailar, sino que uso todo mi cuerpo para transmitir sensualidad o sexualidad, desde cómo me peino y cómo luzco hasta cómo uso todo lo que la naturaleza me dio. Nada es casualidad, todo es parte de una coreografía que se adapta a lo que mi público busca.
  3. Me gano la vida ofreciendo fantasía: A diferencia de otros huevones que solo sacan cuerpo para sangrar a otros patas, yo te ofrezco toda una experiencia de la que tú sales totalmente relajado o totalmente estimulado, y es un aspecto que cuido mucho.
  4. Soy creativo: Siempre estoy viendo la forma de reinventarme, de ofrecerte algo novedoso, investigo, pruebo, perfecciono. Entonces, no soy cualquier huevón.


Cuando le espliqué todo ésto aal otro pata, él no sabía cómo responderme. Entonces, yo me sonreí pendejamente, y delante suyo me quité el hilo dental, mostrándole mi pinga y mis bolas, luego me metí a cambiarme y me fui.

El lunes me encontré al pata en el gimnasio. Cuando acababa de hacer mi rutina, se me acercó.
"Pata, sorry por lo que te dije la otra noche", me dijo aparte.
"Normal, huevón", le respondí. "Ya me a pasado antes".
Entonces se quedó callado un ratito hasta que la soltó.
"¿Tienes shows este fin de semana? Quisiera contratar uno".
Me volví a sonreír. Algún día les contaré cómo me fue en esa presentación.

lunes, 26 de agosto de 2019

El primer amor que debo tener es a mí mismo

Hay una huevada recurrente en nosotros. Siempre creemos que la felicidad se consigue cuando estamos con alguien. Puede que sí, pero si no encuentras otra manera de ser feliz, algo malo está pasando contigo. Muy pocos se dan cuenta que ésta es una regla de oro. Pero, ¿cómo se consigue?

Lo primero que hay que hacer es escucharnos. No tanto escuchar a los demás. Primero escucharnos, dialogar con nosotros mismos, preguntarnos quiénes somos y por qué somos valiosos. Si tú crees que no te sientes valioso por ti mismo, es hora de buscar ayuda con un psicólogo, un consejero serio o un amigo de confianza que te diga las cosas como son aunque no te gusten. Quizás necesites una gramputeada para que reacciones pero podría ser la salida.

Lo siguiente es tomar el control de ti mismo. Una de las cosas que debes convencerte es que no dependes de nadie más que de ti. No de tu papá, no de tu mamá, no de tu pareja, solo de ti. Para mucha gente ésto suena a egoísmo pero cuando uno comienza a tomar control de sí mismo en todos los sentidos es cuando realmente uno va madurando y se va valorando. entonces, cuando alguien viene a calentarte la oreja o cualquier parte, es probable que tú te des cuenta que te mereces algo a tu altura. Y éso es bueno.

Lo siguiente es ejecutar tu plan, y éso significa comenzar a cultivarte por dentro y por fuera. De nada sirve que luzcas bien si tu cerebro está vacío, tu alma está angustiada o tu mente anda mal. En realidad, cuando uno luce bien por dentro, luce bien por fuera. Nunca olvides este tip. Igual con tu físico. Nunca te pierdas la oportunidad de hacerlo crecer, de desarrollarse, de verse realmente óptimo.

Cuando consigas todo lo anterior, te adelantamos que la gente va a verte raro. Bueno, ya te veían raro, pero ahora les parecerás más raro, y te contaremos por qué. La sociedad espera mucho de nosotros, es cierto, pero a veces adoptan un papel de juez que no les corresponde, y cuando ven que alguien es quien decide ser en realidad, suelen criticarlo, suelen desanimarlo y suelen agredirlo. No digas que no te lo advertimos, así que tú no tengas miedo. Si has descubierto que puedes ser una mejor versión de ti mismo, adelante. Si alguien jode, no le hagas caso, no le respondas, tú sigue en tu camino.

¿Y todo ésto te permitirá conseguir una mejor pareja? Probablemente sí, probablemente no. Y la razón es simple: cuando uno se quiere por encima de todo, uno aprende a darse cuenta si realmente necesita a alguien más para sentirse pleno, o si ese alguien más estorba antes que otra cosa. Entonces, aquí nuestro consejo es que te sigas escuchando con sinceridad, y que entiendas que todo el proceso es solo para valientes.

Si aún así, crees que tienes que ser feliz con una pareja, nunca, por nada del mundo, jamás de los jamases, ni por casualidad, permitas que te obligue a ser quien no eres, o que tengas que ceder en todo lo que has ganado solo por complacerlo. Quien decida a quererte, te tiene que querer tal como tú te quieres. Si no está dispuesto a ello, que se vaya a joder por otra parte.

Finalmente, no te tengas lástima. Es lo peor que puede sucederte. Tampoco dejes que el resto te tenga lástima. Si algo sale mal, levántate otra vez, mira dónde estuvo el error, corrígelo y sigue para adelante. Recuerda que no estás para complacer a nadie si no es primero a ti. Mientras éso no pase, el resto puede esperar. Conversemos más en el Twitter o acá abajo.

lunes, 19 de agosto de 2019

Si te pica el culo, ¿por qué debo pagarte?

Soy un pata de 45 años, y a raíz de unas gestiones tuve que ir a otra ciudad. De pura casualidad me encontré con un pata que no veía desde el colegio. Es un año menor que yo. Nos reconocimos, y como no tenía nada que hacer, nos fuimos a tomar algo por ahí. Trago va, trago viene, y recordé que había un rumor sobre él cuando estudiábamos.
"Decían que te gustaba recibir pinga", le dije sin roche alguno.
"¿La verdad? Sí me gustaba, y sí me gusta", me dijo.
No estábamos ni siquiera picados. Apenas habíamos tomado un par de cervezas, en todo caso sí habíamos generado mucha confianza.
"Bien por ti", le dije con la mayor naturalidad.
"¿Y... es cierto lo que decían de ti en el colegio? ¿Que la tenías bien grande?"
"Jajajajaja. La tenía, y la tengo bien grande"", le volví a responder con toda naturalidad.
"¿Como de cuánto?", curioseó.
"No la he medido, pero sería bueno medirla, ¿no?".
Nos tomamos un par de cervezas más. Media hora después, estaba ingresando a un cuarto que alquilaba cerca del centro de esa ciudad. Allí dentro, no solo me la midió, sino que me la chupó bien rico, y cuando ya estábamos calatos, me lo agarré piernas al hombro y le metí mis casi 20 centímetros de pene al palo. Si bien su culo estaba abiertito, apretaba bien. Disfrutamos como media hora y tuve unos de los mejores orgasmos de los últimos meses.

Como tenía mucho tiempo libre, me quedé un rato allí, calato en su cama,junto a él. Nos besamos en la boca. Usualmente no beso cuando cacho con patas, pero este huevón tenía un toque muy especial, así que no me negué.
"¿Y traes puntos acá, cachas con alguien?", traté de iniciar una conversación.
"A veces, pero últimamente me ha pasado algo, cómo te digo, inusual", se soltó.
Mi pata me dijo que él en realidad es moderno, versátil, y que una vez estaba en Facebook cuando se le agregó un chico de unos 21 años que había conocido de casualidad en la calle, cuando le entregó un volante. Él estaba con una amiga quien se interesó en la oferta que aparecía en el papel. Como la amiga no llevaba su celular, quedaron en que se iba a comunicar al de mi pata. El volanteador así lo hizo, pero en vez de impulsar la oferta, comenzó a sacarle plan a mi pata.
"Me decía que le parecía atractivo, que le gustaba mi cuerpo".
"Y sí tienes buen cuerpo, huevón. ¿Vas al gym?"
"No, pero bailo danzas folklóricas en un conjunto acá, y éso te mantiene en forma".
"Entonces te sacó plan. ¿Qué hiciste tú?"
Mi pata me dijo que el volanteador le propuso encontrarse en un centro comercial, y así lo hicieron. Comenzaron a dar vueltas por ahí.
"De pronto el chiquillo vio una vitrina y se fijó en un par de zapatillas bien caras, y dijo que era una lástima que estaba sin plata para comprárselas".
"Un simple comentario", observé.
"Éso pensé yo, pero luego pasamos por una tienda de ropa y el mismo comentario, vimos un reloj y lo mismo; entonces, le dije para traerlo al cuarto, pero me dijo que diésemos una vueltita más, que quería ver cosas".
"¿Y ese chiquillo era activo o pasivo".
"Pasivo. Me dijo que quería probar mi pinga, aunque éso era lo de menos. Yo quería deslecharme como sea".
"Entonces, ¿dieron la vueltecita?"
"Claro, pero en vez de llevarme a ver mas tiendas, terminamos en el patio de comidas, y ahí, sin asco alguno, me pidió que lo invitara a comer. Entonces allí yo paré las orejas y entendí que ese chiquillo no quería nada. Yo me paré en seco y le dije que se desahuevara. Me dijo que sí tenía ganas, pero que, como yo le había caído en gracia, que quería que yo le diera algo o le regalara algo. Casi me rayo. O sea, si a él le picaba el culo, ¿por qué yo tenía que pagarle? Salvo que sea escort o puto, ¿no?".
"¿Lo dejaste tirando cintura?"
"Lógico pues. En todo caso, se hubiese sincerado desde el inicio: necesito plata, o esta cosa, y cacho contigo si me la das. Pero así, no jodas".

Yo me reí luego de escuchar este relato. Mi pata a mi lado como que se mosqueó. Yo me di cuenta y de inmediato puse el parche.
"No me río de ti, me río de que a mí me pasó algo muy parecido", le aclaré.
"¿En serio?"
"Sí", le dije. "Hace unos meses negociaba unos fertilizantes y los dejé en un pueblo cerca de nuestra ciudad y allí conocí a un chico que había terminado de agrónomo. La misma vaina: que dame tu número, coordinamos por Whatsapp. Un día me hizo el habla y comenzó a decir que se sentía mal, que había discutido con su familia, que quería dejar el pueblo y largarse a la capital para hacer mejor vida. Hasta ahí, nada del otro mundo hasta que me dijo si podía recibirlo en mi casa, porque se me ocurrió decirle que tengo un cuarto libre. Le dije que no podía recibirlo porque apenas lo conocía y no iba a saber cómo explicarle su presencia a mi familia. Entonces me dijo que por mi culpa, iba a dormir en la calle. Yo sí me rayé. Lo mandé a su misma mierda y lo bloqueé. Hace como tres semanas se apareció en mi trabajo diciendo si lo podía recomendar como vendedor, que necesitaba trabajar. Yo, normal, lo llevé al administrador. Luego regresó, me agradeció, pidió disculpas por lo del Whatsapp. Sí, todo confuso. Luego me dijo que si podíamos ir a otra parte porque quería "agradecerme"".
""Agradecerte"? ¿Quería que te lo cacharas?"
"Obvio. Le dije que no podía, que en todo caso, cuando ganara su primera quincena, podíamos ir, o que me la chupara ahí mismo. Total, casi nadie entra a mi oficina. Me salió que no, que como yo ya tenía plata, yo tenía que invitarlo. Le dije que no joda y que no me dé cara a menos que sea para cosas del trabajo".
"¿Y está trabajando allí?"
"No. No se presentó a trabajar. El administrador me lo dijo, y le dije que no sabía nada. Después me contó que ese chico le había pedido plata adelantada, pero él se lo negó".

Mi pata del colegio se quedó con la boca abierta. Sus labios carnosos comenzaron a ponerme dura la verga. Lo besé de nuevo, pero lo sentí seco.
"¿qué te pasó?", le pregunté.
"Nada huevón. ¿Te das cuenta que los veinteañeros pasivos parecen estarnos pidiendo a los cuarentones que los mantengamos o algo así?"
Me puse a pensar, y creo que terminé con la boca abierta también
"No lo sé", alcancé a responderle por fin. "Lo que sí tengo claro es que ni tú ni yo tenemos que ceder ni darles ni mierda. Que si quieren conseguir sus cosas, que trabajen por ellas, como hemos trabajado tú y yo".
Lo besé  de nuevo y lo caché por segunda vez. Definitivamente, mi pata es lo máximo en la cama. Sin ser tan acrobático ni tan arrecho, me permitió tener un segundo rico orgasmo. Pero, cuando salí de su cuarto, tenía la espina clavada.

Cuando regresé a mi ciudad, no me quedé con las ganas y busqué de inmediato a un amigo que es psicólogo. Le conté todo sin roche alguno. Él me escuchó, se sonrió y me dijo que no era el primer ni segundo caso que él conocía, que ya otros patas de mi edad le habían contado lo mismo.
"¿Y a qué se debe?", me intrigué.
"No es la plata, no es lo material. O no, de primera mano", me dijo mi amigo, el psicólogo. "Es que a ciertas personas les encanta vivir dentro de relaciones en las que son dependientes de alguien porque sus figuras de autoridad les enseñaron a depender, entonces ignoran otra forma de vivir la vida que no sea por lucharla de forma independiente. Supongamos que le das lo que pide, no se satisface, y te pedirá más y más y más y más, pero no necesariamente porque sea materialista, sino porque en su mente se siente protegido, siente que alguien lo acoge, siente que puede seguir continuando el modelo de bajar la cabeza y recibir por toda su vida. Ojo que hasta éso de que se peleó en casa puede ser mentira, pero más que pelea, es porque sus figuras de autoridad nunca les dieron cariño, ni los valoraron, solo les dieron a cambio de agachar la cabeza porque había un proveedor. Incluso algunos han visto cómo violentaban a otros miembros de la familia o hasta a ellos mismos. Es perpetuar un círculo vicioso".
"No jodas. ¿Éso se soluciona?"
"Sí. Esos chiquillos tienen que reprogramar su chip, entender que las únicas personas de las que dependen son de ellos mismos, no de nadie más. Y no importa su opción, porque también hay activos jóvenes que buscan pasivos maduros para jugarles de la misma forma. De hecho, ése es el esquema más conocido, pero la solución es exactamente la misma: deben convencerse que no dependen de nadie, pero, si ya los malacostumbraste, ya fuiste y ya fueron".
"¿Entonces mandarlos a la mierda es la mejor respuesta?"
"Bueno, desahuevarlos es una buena respuesta, pero con solo decirles que tú no mantienes a nadie o algo por el estilo y cortar todo tipo de comunicación, asunto resuelto".

Le conté mi conversación con el psicólogo a mi amigo esta mañana que estaba jodiendo en Facebook. Me agradeció y me dijo que se lo contará a otros amigos suyos que también han sido abordados de la misma forma.
"Por último", me dijo mi pata, "contigo cacho mejor y la paso rico".
"Sí huevón", le dije. "Tienes toda la razón".
¿Te ha pasado algo parecido? ¿Qué hiciste? Cuenta acá abajo en los comentarios o al Twitter.

martes, 6 de agosto de 2019

El sexo y los negocios nunca van de la mano

La otra noche estaba bien arrecho cuando me di un vueltón por la Plaza de Armas a ver si levantaba puntos. Como esttaba solo en mi casa, y me estaba aburriendo demasiado, mejor fui buscando un culito que esté dispuesto a comerse mi pinga de 16 centímetros, ni gruesa ni delgada. Sí, pajearme hubiese sido una opción, pero no quería esa noche. La vaina es que llegué, me senté en una banca, paseé mi mirada, y me encontré con Marlon.

Este chibolo es un amigo de la universidad, pero estudia en otra facultad. Ya me habían dicho que el pata le entraba a la nota, pero como en cualquier lugar de cada diez cosas que te dicen, once son rumores, no le tomé importancia. Por último, que esté en la banca por la oficina de correos puede ser casual. Igual, le busqué la mirada, y cuando lo conseguí, me sonrió pero de una manera bien cojuda.

en lugar de sobarme mi paquete que, debajo de mi jean, no tenía ningún tipo de barrera, así que se me marcaba mucho teniendo en cuenta que tengo bolas grandes, decidí levantar el culo de la banca y acercarme a la suya.
"¿Qué hay Marlon?", lo saludé.
"Nada, Tavo", me respondió.
"¿Cómo que nada? ¿Y esa cara de cojudo que te cargas?"
Marlon se sonrió un poco. Al menos reaccionó.
"Huevadas que uno piensa", me dijo.
"¿Y estás aquí hueveando, como pan que no se vende?", comencé a joder.
"No quiero ir a mi casa, no tengo a dónde ir", me confesó.
"Vamos a la mía, si quieres", me lancé.
"No. Ahí nomás". Ni modo, dije, si va a estar con esa cara de culo, mejor busco puntos en el cine. "No quiero incomodar a tu mami". Ah, puta, entonces me dije que había esperanzas.
"Mi vieja no está", le informé. "Todos se fueron de viaje, así que ando solo y aburrido".
"¿En serio, Tavo?"
Le respondí que sí con mi cabeza, la de arriba, porque la de abajo ya estaba despertándose, y mejor era caminar para no ir con el roche de estar por el centro con la verga al palo bajo la ropa.
"¡Vamos!", se animó y se puso de pie.
Yo, de puro pendejo, me detuve un rato para verle su culo bien redondito y marcado. Marlon es un poquito más bajo que yo, marcadito de cuerpo, buenas piernas, y, bueno, su culito redondito, bien paradito.

llegamos a mi casa en diez minutos. Solo era de tomar taxi y ya.
"¿quieres quedarte aquí en la sala o mejor vamos a mi cuarto?", le ofrecí sin ocultar mi pendejada.
"¿Hay algún problema si vamos a tu cuarto?", me consultó.
"No, para nada". aseguré. "Vamos".
Caminamos.
"Oe, Tavo, ¿aún vas al gym, no?"
"Sí, Marlon. ¿Por qué?"
"Porque se te nota. Te pusiste una ropa tan apretada que parece cuerpo pintado".
Me reí ante la gracia.
"Por mí andaría calato pero no se puede, así que éso lo hago solo cuando estoy en mi cuarto", expliqué.
"Yo igual", me dijo Marlon.
Entramos a mi cuarto que no estaba ordenado como la gente decente, pero a la mierda. Invité a que Marlon se siente en mi cama y yo sí me acosté.
"Chévere tu cuarto", comentó Marlon.
"Gracias. Con invitados como tú, se pone más chévere aún".
"Gracias", se sonrió, y me palmeó mis abdominales. "Los tienes duros", siguió sonriendo".
"No es lo único duro que tengo".
Ah no? ¿Qué otras cosas tienes duras?"
"Ah, no sé. Si quieres, explora".
Marlon sonrió y me tocó el brazo, lo que hizo que se inclinara y se arrellanara más en mi cama, luego mi pecho.
"Sí los tienes duros, Tavo".
"Te falta abajo", le avisé. Y claro que estaba durísimo de allí, durísimo y comenzando a mojarme.
Marlon me tocó los muslos, y quitó la mano.
"Te falta", le dije.
"¿Quieres que te toque la pinga?", me preguntó.
"Depende de ti. Yo no me palteo".
Marlon al fin la cogió, y no solo éso, la manoseó por encima de mi ropa.
"¿Y cuándo te quedas calato aquí en tu cuarto?"
"Ahorita mismo, pero a lo mejor te jode un poco".
"No, Tavo, para nada. Además ésta es tu casa".
Le sonreí, me levanté de la cama y delante de él me quité mi polo, mis zapatos, mis medias y mi jean. Y me quedé como Dios me trajo al mundo porque, recuerden, no tenía ropa interior.
"Si quieres, quédate calato", le invité.
"¿No te jode, Tavo?"
"Para nada".
Marlon se puso de pie y se quitó todo, incluyendo una tanga pegadita que tenía por ropa interior. Me le acerqué, pegué mi cuerpo, lo abracé y le di un beso en la boca. Nuestras pingas duras se chocaron en una guerra de espadas riquísima.

Los rumores eran ciertos. Marlon no solo es gay sino que la chupa como los dioses. Se metió toda mi pinga hasta el fondo y me la succionó al punto que casi las doy en su boca. Tuve que respirar hondo para que no se me salga la leche. Como estaba jadeando, parece que Marlon entendió que no resistiría más. Sentó su culo redondo y duro sobre mi verga e hizo que mi líquido preseminal le lubricara las nalgas y el orto. Saqué un condón de mi mesa de noche y se lo di. Ya forrado, se metió mi pene duro en su caliente culo y comenzó a rebotar.
"Ay, Tavo", gemía. "Qué rica que está".
"es toda tuya", le dije arrechazo.
No duré mucho, lo confieso, porque estaba con la leche en la punta del pájaro, así que las di en cuestión de dos o tres minutos. Luego, agarré su pene de 16 centímetros, lo masturbé e hice que su leche se me disparara sobre mi abdomen y pectorales.
"Qué rico, Tavo", suspiraba Marlon.

Después de limpiarme su leche y lavarme mi pinga, me acosté a su lado. Seguíamos desnudos. Lo abracé.
"¿Y ahora me vas a decir por qué esa cara de culo que tenías en la plaza?", pregunté.
"Es que me metí en un negocio: le vendí ropa a varias personas y un chico me pidió ropa interior. Media docena. La vaina es que se la llevé, le gustó, hizo todo el show de probársela, cachamos, y cuando le dije que me pagara, me dijo que no joda, que con cachar ya debería darme por pagado, y ahora estoy con una deuda jodida que no puedo pedir cierta cantidad de ropa, y éso me jode el negocio".
"Qué pendejo", le dije.
"Entonces estaba viendo quién me prestaba para saldar mi deuda y seguir pidiendo volumen".
"¿Y ese conchasumadre no quiere pagarte?"
"Fui a verlo pero ahora se niega. Yo creí en él".
"Ay, Marlon. Muy cojudo fuiste. Seguro el huevón vio que se te caía la baba por él y se aprovechó".
"Seguro. Ahora sé por qué dicen que el sexo y los negocios no se llevan bien".
"A menos que seas escort", me reí. "Por cierto, ¿cuánto te debe?"
"150 soles".
"¡Ala puta de su vieja! Oe, ¿y quién es ese rechuchasumadre?"
"No, Tavo; tú sabes que mejor es ser caleta".
Entendí. Claro, Marlon tiene razón. Como que no es bueno hacer luz a veces. Entonces se me ocurrió una idea.

Tras vestirnos, salimos de mi casa y nos fuimos a un cajero automático. Saqué plata.
"Te presto para que cubras. Me la vas devolviendo de a pocos porque dudo que ese hijo de puta lo haga", le expliqué. Marlon se deshizo en agradecimientos y.... desapareció. Es más, ni siquiera lo veía en la facultad, aunque un amigo común me aseguraba que sí estaba asistiendo, hasta que hace tres días lo encontré de pechito en un centro comercial. Nos saludamos normal.
"Ah, vamos a tomar algo", me invitó". "Te daré 50 de lo que me prestaste".
Así lo hicimos.
"Ya los otros 50 te los doy la próxima quincena y quedamos a mano".
"¿a mano? No seas pendejo: me debes 100 aún".
Marlon se rió. "¿Y esa tarde que cahchamos?"
"Oe, no seas pendejo. Nunca dijimos que te pagaría por follar".
Marlon se carcajeó.
"Sexo y negocios no van de la mano", me lanzó".
"¡No seas pendejo!", comencé a perder la paciencia.
Marlon se carcajeó más y éso comenzó a sacarme de cuadro.
"Ya, Tavo, no seas zonzo. ¡Claro que te debo 100! Te doy 50 la próxima quincena y los otros 50 la siguiente. Ahora, si quieres, te puedo canjearlo por mercadería".
Me tranquilicé.
"Parece buena idea", le dije.
"Pero... me metes pinga y te doy tu prenda", me ofreció.
"Marlon, me voy a sentir como un escort".
"Son negocios... me ayudaste a cubrir mi deuda".
"Pero sexo y negocios no se mezclan, Marlon".
"¿Y si hacemos una excepción?", me lanzó mientras rozaba mi pierna bajo la mesa, lo que me paró mi pinga bajo mi pantalón, otra vez sin ropa interior.
Ahora me pregunto si debo aceptar o no. ¿Tú qué harías en mi lugar? Aconséjame aquí o en el Twitter.


jueves, 11 de julio de 2019

En vez de seguir discutiendo con ella, me buscó para cachar

Soy un ingeniero informático que hace muchos, muchos años que salí de mi ciudad para hacer una carrera más competitiva en Lima. Sin embargo, no he perdido el contacto con mi ciudad y de vez en cuando regreso a visitar a alguna familia, ciertos amigos y ver algunos negocios de mis papás que ya no viven allá. En realidad, regreso para deshacerme de esos negocios puesto que mis papás han comenzado una nueva vida en otra parte, están lejos, y lo que menos quieren tener ahora son preocupaciones. Por éso fue que hace poco estuve allí para vender la casa donde crecimos. Hubo ofertas de compra, pero ninguna me convenció.

La última tarde que pasé allá me crucé con algunos amigos del colegio quienes me dijeron esa noche para juntarnos y tomar unas chelas. Yo les dije que sí por puro compromiso, porque, la verdad, lo que menos quería era juntarme con ellos. Ya sabía que ellos pondría las cuatro primeras, y el resto de la caja me la iban a terminar chantando, y yo, la verdad, no mantengo a nadie excepto mi familia. Por otro lado, esa noche iba a quedarme solo allí en la casa donde no había nada, solo un colchón con mi bolsa de dormir en lo que alguna vez fue mi cuarto. Encima era viernes. De que iba a aburrirme, iba a aburrirme. Podía ir a una disco pero iba a ser la misma cosa, y al día siguiente quería regresar a primera hora.

Estaba en esa reflexión, cuando al doblar la esquina me topé, casi me choqué, con Fico, el cuñado de uno de mis amigos, que ahora trabaja como profesor de Educación Física y que era un gran futbolista cuando yo vivía en la ciudad. Bueno, no sé si aún continúa siéndolo porque, a juzgar por el polo entallado y el jean pitillo que vestía, no había perdido la forma. Yo, para ser sincero, cuando salí de la universidad no tenía un cuerpo atlético lo que se dice atlético, pero me veía bien. Con los años me he descuidado un poco pero siempre me doy tiempo para salir a correr tempranito en la mañana y, digamos que estoy en condiciones aceptables. Pero volvamos con Fico.
"¡Rubén, a los años!", me dijo y me dio un cálido abrazo. "¿Cuándo llegaste?"
"Hola, Fico", le respondí, no sin extrañarme por el abrazo porque cuando vivíamos hace años apenas si nos levantábamos las cejas. "Vine hace dos días, me voy mañana".
Le expliqué la razón de mi visita y que pensaba regresarme al día siguiente.
"No jodas", me dijo. "¿Y estás solito en esa casota?"
Yo le dije que sí, que no tenía sentido quedarme en casa de nadie, que, hasta que no la venda, ésa era mi casa.
"Bueno, ojalá pueda saludarte más tarde", continuó. "Ahorita se me hace tarde porque tengo que jugar una pichanguita".
Bueno, al menos confirmamos el dato que ese cuerpo se debía a continua actividad física. Nos despedimos. Yo regresé a mi casa.

Me despertó un claxon afuera. Yo estaba desnudo en mi colchón con mi verga de 16 centímetros al palo. No tenía idea de por qué estaba con esa erección. El hecho es que vi mi celular y era como las siete de la noche o por ahí. Mis alertas de Facebook indicaban que tenía varios mensajes, entre ellos los de mis patas que querían chupar conmigo. Bueno, teniendo la casa sola y sin planes, y siendo viernes, estaba tentado a tomar la oferta, aunque terminara pagando los dos tercios de la caja. Tomé mi toalla y me levanté para ir a ducharme cuando oí que sonaba el timbre de mi casa y luego que tocaban la puerta. Pensé lo peor: o que alguien sabía que estaba solo y quería hacerme daño, o que mis patas habían decidido buscarme en casa para chupar sí o sí. Me anudé la toalla a mi cintura, bajé a atender. Sí, estaba corriendo riesgo porque simplemente podía ignorar, pero volvieron a tocar.
"¿Quién?", grité con mi voz más viril posible.
"¿Rubén?", me preguntaron desde afuera.
"¿De parte?", volví a rugir.
"Soy yo, Fico", me replicaron.
¡Aguanta! ¿Fico? Abrí. Ahí estaba el cuñado de mi amigo, vestido como qien te vas a jugar un partido de fútbol, mejor dicho, como quien llega de jugar un partido de fútbol.

"Tuve problemas en casa", me dijo Fico mientras lo hacía subir a mi cuarto. "Discutí con la mujer, y en lugar de meterle más gasolina al fuego, mejor salí".
"Hiciste bien", le respondí. "No es bueno dejar que las discusiones escalen hasta ponerse fuera de control".
"Por éso lo hice y, bueno, me acordé de ti y... espero no incomodarte", trató de justificarse.
"Para nada molestas", le sonreí. Y la verdad era ésa. Aunque no me parecía creíble el cuento de la mujer, tampoco me incomodaba de verdad la presencia de Fico en mi casa, especialmente con ese uniforme que, dicho sea de paso, se le pegaba al cuerpo revelando una anatomía digna de escuela de arte, en especial esas piernas musculosas y ese culo redondo y firme.
"¿Ibas a bañarte?", me preguntó.
"Sí, me desperté y justo tocaste la puerta".
"Ah, chucha, disculpa".
"No, normal".
"Oe Rubén, ¿me creerás que tampoco me he bañado todavía?"
Como supondrán, yo paré las antenas. Respiré profundo tratando de que mi erección, que ya se había bajado, no se vuelva a manifestar. De hecho, hice como que no escuché lo que dijo.
"¿Y quién ganó el partido?", le desvié el tema.
"Nosotros... 5 a 3", respondió mientras se cogía su paquete con la mano. ¡Y vaya que se notaba un considerable paquete!
"¿Me prestas tu baño un toque?", dijo. "¿O ya te vas a bañar?"
"no, entra, normal".
Le indiqué y regresé a mi cuarto. Me pareció que no había cerrado la puerta porque escuché un sonoro chorro que caía al inodoro. Recordé lo que me había dicho otro amigo, de que los pingones tienen chorros más potentes cuando orinaban. Entonces, pensé, la razón por la que Fico había llegado a mi casa era una especie de respuesta a mi negativa para salir. ¿Por qué seguir siendo frío? Me gustaba, mejor dicho, me gusta. Fico regresó.
"Así que no te has bañado aún", cambié mi tono. "¿quieres bañarte acá? Puedes usar la ducha si deseas".
Noté que Fico tragó saliva.
"No, Rubén, cómo se te ocurre, no quiero causar molestias".
¡Carajo!, pensé. ¿Y entonces por qué me lo dijo? Yo seguía allí con la toalla anudada a la cintura.
"Bueno, yo sí", le dije algo frustrado. "espérame un toque". Así que fui a la ducha.

estaba cubierto de jabón escuchando música de mi celular.
"¿Y están vendiendo la casa?", me preguntaron.
"¡Mierda! No asustes así, Fico", reaccioné.
"Perdona", me dijo casi riendo. "Es que tú dejaste la puerta abierta".
Bueno, sí, confieso que lo hice a propósito.
"Sí, la estamos vendiendo, pero la gente que la quiere comprar me está ofreciendo miserias; esta casa vale más", le dije, al fin, recuperándome.
"¿Qué jabón usas, Rubén?"
La pregunta me dio una pista: no había entrado para preguntar el valor de la casa, evidentemente.
"No sé, lo encontré acá todo duro", le respondí, acentuando lo de duro.
"Huele rico", me comentó.
"¿Sacas la marca por el olor?"
"No, quizás por el color, pero tendría que verlo".
A la mierda, dije. Abrí la cortina y... ¡Dios mío! Fico estaba calatito, desnudito, sin su uniforme. Quedé boquiabierto viendo su cuerpo marcado. Él se dio cuenta.
"Perdona, es que... como dijiste que podía bañarme acá". Ahora yo fui quien tragó saliva.
"entra a la ducha", me animé a decirle.

Fico tomó el jabón, lo olió con los ojos cerrados, abrió la llave de la ducha, dejó que el agua recorriera su cuerpo desnudo, y me dejó ver su espalda no tan ancha, sus glúteos como burbujas, algo de vello en sus nalgas, muy fino, y esas piernas de campeonato. Giró. Pectorales no tan inflados, abdominales marcados, cintura pequeñita, y debajo de su vello púbico evidentemente afeitado hace unos días, un largo pene descansando encima de un buen par de bolas. Se untó el jabón lentamente. Mi pinga, casi sin darme cuenta, se puso al palo.
"¿Ya sabes qué marca de jabón es?", le pregunté para liberar tensiones.
"No importa", me replicó. "Huele de la puta madre".
Dejó el jabón en la jabonera de la ducha y comenzó a masajearse el cuerpo tratando de hacer espuma.
"Sóbate el jabón", me pidió. "Se te va a resecar la piel", aconsejó a continuación sonriendo.
Yo no reaccioné. Ya tenía mi verga bien parada. él sonrió, me tomó de los brazos, me puso frente a frente con él y comenzó a sobármelos, haciendo espuma.
"Sóbame", me pidió.
Yo solo atiné a acariciarle la cintura.
"Todo el cuerpo, Rubén", me sonrió, y tomó mis manos y me las pasó por sus pectorales, su cadera y la parte exterior de sus dos nalgas.
"Sin miedo, Rubén, hazlo sin miedo".
Poco a poco fui paseando mi mano por todas esas partes. Me animé a sobarle el centro de sus nalgas, lo que hizo que le acercara mi verga a la suya. La sentí semierecta. También le sobé los muslos. Él sí no se amilanó y me acarició la espalda, mis nalgas, incluso mi pene y mis huevos.
"¿Puedo jabonarte en la raja de tu culo?", me consultó.
"Sí", le permití.
""OK, también sóbame la mía".
Juntamos nuestras pingas ahora duras y usamos la yema de nuestros dedos para pasarnos el jabón por en medio de nuestras nalgas y, cuando menos nos dimos cuenta, o quizás sí, estábamos masajeando el agujero de nuestros anos. Comencé a jadear y a disfrutar.

Tras enjuagarnos y secarnos, volvimos al cuarto y caímos sobre el colchón. Fico me besó profundamente en la boca. Nuestras lenguas más que combatir, se acariciaron. Sus manos y las mías no hicieron más que acariciarnos nuestros cuerpos a todo lo que se podía mientras nos revolcábamos no solo sobre el colchón, sino que nos desbordábamos al piso frío. Me besó el cuello, dejándome gemir Me puse encima suyo y ahora a mí me tocó hacerlo gemir mientras le succionaba las tetillas.
"Rico, Rubencito, sigue", me animó. Y así lo hice.
Pasé mi lengua sobre sus abdominales y llegué a su vello púbico que me raspó la cara. Tomé su pinga de unos 18 o 19 centímetros (parece que mis amigos tenían razón con lo del tamaño y el chorro), y comencé a chuparla a lo que podía porque es gruesa.
"Así, Rubencito, oh, qué rico", me suspiraba. Bueno, mas bien gemía.
Como toda su pinga no me cabía en la boca, , usé mi lengua para lamerle el resto de su falo hasta llegar a sus huevos y succionarlos mientras le pajeaba el pájaro. Fico convulsionaba. entonces, me puso sus poderosas piernas en mi espalda.
"Lámeme el culo, Rubencito, lámemelo", me pidió.
Le levanté las piernas, él me ayudó abriendo sus nalgas con sus manos y fui a la conquista de su ano. Lo lamí, lo punteé con mi lengua. Mi nariz aspiraba el aroma del jabón que habíamos usado poco antes. Sentí cómo su agujero se comenzaba a dilatar.
"Métemela, Rubén", me rogó. Y yo no esperé mucho, me arrodillé, me puse saliva en mi cabecita y puse mi huevo a la entrada de su culo. Empujé suavemente. Qué rica sensación, carajo, sentir cómo me abría paso por ese hoyo caliente. Me tomé mi tiempo porque tiempo era lo que me sobraba. En esa pose, metía y sacaba, metía y sacaba. Fico gemía extasiado, tomando su enorme pene y pajeándose sin violencia. Cuando creí que iba a explotar, me pidió lo insospechado.
"Sácamela, Rubén".
"¿Te duele?", pregunté.
"No, solo sácamela, no seas malito".
Lo hice.

Apenas le saqué mi pinga a Fico, cerró sus piernas y se arrodilló frente a mí para besarme en la boca otra vez.
"Acuéstate boca abajo, Rubencito", me pidió.
Le obedecí. Lo siguiente fue sentir su lengua en mi nuca, luego a lo largo de toda mi espina y finalmente haciendo circulitos en mis nalgas.
"Tienes rico culo", me dijo Fico.
"¿Te gusta?"
"¡Me encanta!"
Entonces me hizo el beso negro. Tampoco me contuve y gemí. Qué mierda. La casa eestaba vacía. Quién podía joder. Nadie. Así que gemía y jadeaba. Estuvo largo rato ahí. Hizo que levantara mis nalgas, casi poniéndome en perrito, y me colocó su cabeza en mi ano. Me la fue metiendo de a pocos. Aunque yo estaba recontraexcitado, me dolió un poco cuando me la metió, pero me acordé de respirar hondo, de relajarme, y el pene de Fico me penetró con facilidad. Se movió con gentileza, como entendiendo que cualquier movimiento brusco podría generarme mucho dolor, me acariciaba con mucha seguridad.
"Hace tiempo que quería cacharte", repetía. "Por fin eres mío".
"Cáchame, Fico".
De pronto me la sacó.
"¿Pasó algo?", quise saber.
"Está a punto de pasar", me dijo.
Me puso boca arriba y se acostó sobre mi. Comenzó a mover su cadera mientras yo le habría las piernas. Nos besamos y aproveché para agarrarle las nalgas con fuerza. Entonces sentí una humedad caliente en mi vientre.
"Las di", me confirmó Fico.
Se arrodilló, tomó mi pene con su mano y comenzó a masturbarme. En cuestión de minutos, disparé todo mi semen sobre mi abdomen y mi pecho.
"Vamos a lavarnos", me dijo.

Tras secarnos, vi mi celular. Eran casi las ocho y cuarenta y estaba cargado de mensajes de mis patas. Fico se echó sobre el colchón, aún desnudo.
"Ojalá que mi mujer ya no esté asada", comentó.
"No creo", le observé. "Aunque quizás es muy pronto".
"Sí, pero a lo mejor tú quieres salir: es viernes por la noche".
"No, prefiero quedarme aquí".
"¿En serio?"
"Sí, Fico; prefiero quedarme aquí".
Se mantuvo en silencio buen rato.
"¿Puedo quedarme aquí contigo?", me pidió.
"Claro", le sonreí.
"Ven", me tomó del brazo e hizo que me acostara encima suyo. Nos besamos en la boca de nuevo.
"¿Cómo es éso que hace tiempo querías cacharme?", le pregunté cuando nos separamos.
"Es una larga historia, desde que mi cuñado nos presentó".
"¿Una larga historia como tu pinga?"
"¿Te gusta mi pinga?"
"Me gustas, Fico".
"Tú también, Rubén".
Nos volvimos a besar.
El cuñado de mi amigo y yo nos quedamos a pasar esa noche y cachamos dos veces más. ¿Mis patas? Bueno, se cansaron de mandarme mensajes para chelear. Que sigan mandando. Que no nos jodan.

domingo, 7 de julio de 2019

La celebración que jamás esperé

Juego fútbol en un equipo de segundo división. Mi posición no importa por razones obvias. Hace poco recibimos un refuerzo. Se trata de un chico que vino de un equipo de fuera. Desde la primera práctica nos dimos cuenta que realmente había sido un buen fichaje. Y aunque le dimos una bienvenida acogedora, el chico era mas bien algo retraído. Yo no me hacía tanto problema. Total, cuando estás en un equipo, no todos se tienen que portar de la misma manera. Por último, nos interesa el rendimiento.

Durante el primer partido que nos tocó jugar, quedamos satisfechos. El chico realmente sabía jugarla, sabía insertarse en el equipo, tiene técnica y lo más importante: tiene hambre de gol. Su rendimiento fue el mismo en los partidos siguientes. Los comentarios de la hinchada y la prensa eran buenísimos. Recuerdo que hace un mes, al término de uno de los encuentros, comencé a sentir mucha admiración por él, me le acerqué y lo felicité con mucho entusiasmo. Él se alegró y me respondió con una sonrisa. La cosa no pasó más allá.



Hace quince días nos tocó jugar de visitantes y tuvimos que viajar. Cuando nos distribuyeron las habitaciones en el hotel, me tocó compartir cuarto con él. Ya había escuchado de otros compañeros que el pata era de lo más pacífico. Casi no conversaba y cuando ponía su cabeza en la almohada, se quedaba jato y listo. Mi plan al respecto era simple: que la convivencia sea de lo más agradable, ni yo meterme con él, ni él que se meta conmigo. Si hablábamos bien; si no, no. Y así pasó. Apenas si cruzamos palabra, algo que se reducía a un "¿todo bien?" o un "ya está listo el baño" o un "buenas noches". Dicho ésto, el pata se calateó y así se durmió hasta el día siguiente. Físicamente, nada del otro mundo: el típico cuerpo de futbolista: marcado, buenos abdominales, espalda no muy ancha, piernas musculosas, culo bien redondo y parado, huevos grandes, pinga normal, lampiño, y me di cuenta que se rapaba los pendejos.

La mañana del partido me di cuenta que se despertó distinto. Estaba contento. Me miró y me dijo "¿listo para hoy?". Le respondí con un "de todas maneras". Al levantarse me di cuenta que tenía su pinga al palo. No pude ver bien, pero de que era enorme, era enorme. Jugamos el partido y ganamos. Cuando regresamos a recoger nuestras cosas al hotel, nos dieron la noticia que el bus se había malogrado y que nos iban a cambiar por otro, pero el cambio recién vendría temprano al día siguiente. Tuvimos que quedarnos esa noche. Todos los chicos salieron a conocer. La verdad, yo no tenía ganas. El otro pata tampoco, así que nos quedamos en el cuarto. Como ya había metido todas mis cosas en la maleta, también me quedé calato y me metí en mi cama. Lo mismo el otro pata. Estábamos conversando del partido con la luz apagada (para que no nos jodan los otros patas) cuando me dijo: "Yo sabía que íbamos a golear". Yo me quedé pasmado.
"¿Cómo sabías?", le pregunté.
"Es que anoche tuve un sueño bien raro", me respondió.
"¿qué sueño?", quise saber.
Se rió. "No sé si deba contártelo... mejor no", me dijo.
"Ya, cuenta", insistí.
"Es que es bien maricón".
Por alguna razón,mi verga comenzó a llenarse de sangre y crecer. "No importa", le dije. "A la mierda si es bien maricón; cuenta igual".
El pata se tomó su tiempo y la soltó: "¿Conoces al chico moreno del otro equipo, el de los rayitos? Ya. Anoche soñé que le metía pinga por el culo".
"No jodas", le dije. "¿Por éso amaneciste bien armado hoy?"
Hizo silencio. Las cagué, pensé. Después de un tiempo me preguntó: "¿Te diste cuenta?"
"De casualidad", le respondí.
"Ah, menos mal... porque otra vez estoy al palo, huevón", me confesó.
"Hablas".
"Sí, la firme".
"Pues... yo igual", le confesé.



En solo segundos, me destapé. en solo segundos, el pata se vino a mi cama. en solo segundos me la tocó y comenzó a pajearme. Ahí mismo lo abrazé, y comencé a besarlo. Cuando menos nos dimos cuenta, él estaba encima mío, calato, y yo calato. Nos besamos, luego me recorrió el pecho, mi abdomen, llegó a mi pinga, me la chupó. Me succionó los huevos también. Y yo estaba tan arrecho que comencé a levanatr las piernas y en solo segundos sentí su lengua en mi ano. No sé cómo, él me la terminó metiendo toda. Pensaba que me iba a doler, pero el huevón la tenía tan lubricacada que resbaló. Ya ni recuerdo cuánto duró. Solo sé que se vino dentro de mi agujero. Luego me la chupó fuerte y le di todo mi semen en su boca. Se lo tragó.

Al día siguiente, despertamos en la misma cama, con la verga al palo. Queríamos más. Ya estábamos besuqueándonos cuando nos pasaron la voz. Mientras nos bañábamos al toque, aprovechamos para pajearnos mutuamente. Las dimos. Viajamos juntos. Comenzamos a awazapearnos. Esta semana nos toca de locales, pero me dijo que la próxima que jugamos de visita, pedirá cuarto juntos.



Como en mi jato hay un cuarto libre, estoy hablando para ver si se lo alquilamos... aunque no sé. Mi única palta es que la cosa crezca, especialmente porque yo tengo jerma. Si la cosa va en serio, ¿cómo haríamos? ¿qué me sugieres tú?

martes, 11 de junio de 2019

La gente que pide ser violada habla huevadas

Soy un pata de 26 años y hace un par que me asumí como gay. Me costó trabajo, ya saben, por la huevada de cómo va a reaccionar tu familia, la sociedad, esas cosas. Al final entendí que la decisión es solo mía y que el resto no debe importarme. Con mi aceptación también dejé de incursionar en el mundo gay con recelo, y poco a poco he ido socializando con otros patas, e incluso haciendo citas con algunos de ellos. En general la he pasado bien. No podría decir si soy activo o pasivo o no sé. Finalmente más que el rol, lo que yo siempre cuido es que ambos disfrutemos. Por ahí me han dicho para hacer tríos pero aún no me animo.

Como decía, en estos últimos dos años he socializado con mayor naturalidad. Obvio que éso significa que navego en las redes sociales y contacto a ciertos chicos que dejan mensajes, y leo de todo. Y en ese proceso en que leo de todo, me encuentro con ciertos avisos a los que miro con cierto temor. "Quiero que me violen", "Busco un macho que me viole", "Busco un pingón que me dé duro hasta sangrar".

Les juro que cuando leo esos avisos primero siento escalofríos, luego comienzo a sentir asco, y luego se me viene un mismo episodio a la cabeza, algo que, a pesar que he ido a terapia, todavía no puedo superar del todo.

Cuando estudiaba en el colegio, llegó en el cuarto de secundaria un chico de otra parte a estudiar con nosotros y en el corto tiempo, se me hizo pataza. Nos reuníamos para hacer las tareas, los trabajos, las expos. Era hijo de unos comerciantes y el menor de tres hermanos. Como a veces tenía que ir a su casa para hacer los trabajos porque solían dejarlo solo, ya que sus viejos solían estar de viaje y sus hermanos estudiaban en otra parte, y hacían pensión, llegó un momento en que jodiéndonos y jugándonos, terminábamos morboseándonos.

La primera vez fue en el sofá de su casa. Según nosotros, jugábamos a la lucha libre, y llaves van, llaves vienen, él terminó acostándose sobre mí. A pesar que estábamos con polo y bermuda, era evidente sentir nuestras pingas al palo. La segunda vez fue la misma rutina, jugar a la lucha libre, y cuando menos me di cuenta, terminamos en el suelo, él encima mío, pegando bien su paquete duro a mis nalgas. Como practicaba atletismo en el cole, tenía todo mi cuerpo bien trabajado y mi culo bien formado.

La tercera vez ya no guardamos tanto disimulo. Estábamos terminando de tipear un trabajo cuando se estiró en la silla y se tocó el bulto. "Estoy arrecho, huevón", me dijo.
Yo le sonreí.
"¿Y te arrechas de la nada?", le pregunté.
"Tu culo me pone arrecho", me dijo.
Le volví a sonreír.
"Ven", me dijo.
Nos pusimos de pie y nos fuimos a su cuarto. Comenzamos a acariciarnos, besarnos apasionadamente, nos calateamos mutuamente, y nos tiramos a la cama. Nos revolcamos hasta que yo quedé encima suyo y le fui besando el cuello suavemente, para no dejarle marca.
"Chúpamela", me pidió.
Yo me palteé porque jamás la había chupado, aparte que su pinga siempre estaba lubricada, entonces me daba cierto asquito probar ese líquido.
"Ahí nomás", le susurré.
"Ya, pe, no seas malito. Chúpamela", me repitió.
Hice el intento. Bajé hasta su miembro, lo tomé en mis manos, lo pajeé un poco y más líquido salía. Mi pinga se bajó.
"Ahí nomás, loco", le dije, y me bajé de la cama.
él me tomó de una de las muñecas.
"No me dejes así pues", me pidió.
"No quiero chuparla", le expliqué.
"entonces, cabálgala", dijo.
Hizo que me sentara sobre su pinga y comencé a rebotar. Hablamos de un falo de unos 16 centímetros, considerando que para entonces ya tenía 16 años. Cabezona, por cierto. Mientras lo cabalgaba, él agarraba su pene, y yo sentía que su intención era metérmela en mi ano, que para entonces, jamás había sido penetrado. Y ésa era una nota que yo evadía. Una cosa es la arrechura, estar calatos, pero nunca me gustó que me metieran la pinga y hasta ahora no me gusta que me metan la pinga ni yo meter la pinga. el caso es que él terminó pajeándose y llenándome la raja del culo con su semen.

Después de limpiarnos, me dijo que me vaya porque tenía que hacer otras cosas y no quería que su vieja se enoje con él. Luego de éso, cuando teníamos que hacer trabajos en equipo, él evitaba que nos toque juntos. Yo asumí que era porque no se la quise chupar, así que no le di importancia y seguí haciendo mi vida normal. Después de éso, ya no tuve nada con otro pata, hasta me confesé con mucho miedo y preferí estar tranquilo por el resto del año.

Llegó diciembre y con ello la fiesta de promoción. Cuando ésta acabó y una vez que dejamos a las parejas, nos reunimos en casa de uno de los chicos para seguirla. Eran como las seis de la mañana y ya estábamos bien borrachos. Como la gente se fue yendo de donde nos habíamos reunido, me pasaron la voz unos compañeros para seguirla en otra casa. Mi sorpresa fue grande cuando me dijeron que se trataba de la casa de mi amigo con quien hacía los trabajos. Ojo que estaba borracho, así que ya se imaginarán. Yo le busqué la mirada como esperando su aprobación. Se me acercó.
"Vamos, huevón. No seas monse", alcanzó a decirme, y lo primero que me llamó la atención es que parecía estar bien sobrio.
"¿Y tus viejos?", alcancé a articular.
"No están", me guiñó un ojo.
Yo seguí al grupo. eran como cinco compañeros, incluyéndolo.
Llegamos a su casa y seguimos chupando. Para las siete y media de la mañana tres de los seis ya estaban jatos en el mueble de la sala. A mí me dieron náuseas y fui al baño a vomitar. Como que se me pasó algo la borrachera. Me lavé la cara, me enjuagué bien la boca y me dije que ya estaba bueno, que era hora de regresar a casa y dormir todo el día. Ni siquiera aparecería al corte. Apenas salí del baño, mi amigo estaba en la puerta.
"Ven al cuarto", me dijo.
"Ya me voy", le informé.
"No jodas. Ven al cuarto".
"Es que ya me voy, ya no doy".
Mi amigo llamó a otro compañero, más alto y fornido, quien salió del cuarto completamente calato y con su gran verga aún dormida.
"¿Qué pasa?", le preguntó ese compañero.
"Que ya se quiere ir", le dijo mi amigo.
"¿Sin celebrar con nosotros?"
No entendí. Cuando menos me di cuenta, mi amigo y mi compañero casi me arrastraron al cuarto a pesar de mi negativa. Adentro estaba prendido el telebisor de mi amigo con lo que parecía ser una porno. Prácticamente me empujaron sobre la cama y caí tendido.
"No vas a terminar el cole sin haber sido nuestro", me dijo mi amigo.
Yo traté de levantarme, pero ambos no me dejaron. el otro compañero se me acostó encima y me anuló.
"así que te mueves rico, ¿no perrita?"
La poca borrachera que me quedaba se desvaneció, pero también estaba rendido por toda esa noche tomando. El compañero trató de besarme y traté de esquivarlo. Al mismo tiempo movía su cadera contra la mía y usaba sus poderosas piernas para abrir las mías, lo que consiguió. Mientras tanto, mi amigo se estaba quitando toda la ropa y se acostó a mi lado. Se besó en la boca con mi compañero. Se miraron y se sonrieron pendéjamente. Pude sentir que mi compañero ya estaba al palo y lo comprobé apenas se arrodilló, atenazando mis canillas con las suyas: ¡era un pene enorme, como de 19 centímetros! Al mismo tiempo, mi amigo me abría la camisa, a lo que traté de oponerme. Me dio un puñetazo en la mejilla que casi me soñó. Me sentí impotente y poca cosa, comencé a rogar al cielo que éso se acabara, pero parecía que nadie me oía allá arriba. Sentí que me bajaban el pantalón a la fuerza y luego mi bóxer. Sentí que el cuerpo de mi compañero fornido se acostaba sobre mi cuerpo ya desnudo y que me sobaba su pinga dura contra la mía, que no se paraba por nada del mundo. Sentí el cuerpo de mi amigo pugnando por  por acostarse encima. sentí mis lágrimas rodar. Sení que me levantaban las piernas y que un pene húmedo se colocaba en todo mi ano. Sentí dolor, un gran dolor cuando comenzaban a metérmelo. Sentí una gran mano tapándome la boca para evitar que gritara. Sentí dolor, mucho dolor en mi culo. Sentí que no podía hacer nada.

Cuando creí que la tortura se acababa, sentí un pene más grande taladrándome y otra mano en mi boca evitando que gritara. Sentí que mi amigo decía: "Con cuidado, huevón, vas a hacerlo sangrar". Sentí que era la mierda más mierda del mundo.

No recuerdo bien cómo acabó todo porque me desvanecí. Cuando desperté, mi amigo y mi compañero estaban bien dormidos flanqueándome, los tres sin ropa. Tuve miedo. Cuando me levanté, desperté a mi compañero, me miró, se dio la vuelta y se volvió a dormir. Ni siquiera me llamó la atención su enorme culo. Busqué mi ropa, salí del cuarto, de la casa. Ya era casi mediodía, y mi celular tenía varias llamadas perdidas de mi viejo que no oí porque lo había dejado en vibrador. Cuando llegué a mi casa, ni quise almorzar. Al llegar a mi cuarto, me asusté cuando vi mi bóxer manchado de mierda y sangre, mucha sangre. Me asusté mucho. Fui a bañarme como casi por una hora sobándome bien entre mis nalgas, puse mi ropa en la canasta de ropa ssucia, puse el bóxer en una bolsa plástica y lo escondí, esperando el momento de botarlo o quemarlo sin que mis viejos se dieran cuenta. Me eché a llorar y a dormir por casi dos días. Casi ni comía. "Es la pena", le decía a mi mamá.

No quise hablar con nadie del colegio y traté toda esa semana de olvidar el tema, de concentrarme en que tenía que ingresar a la universidad ese mismo verano. Cuando creía que las cosas estaban algo tranquilas, algo horroroso pasó... Mi mamá había descubierto la bolsa con el bóxer. Se sentó conmigo a conversar y a preguntarme. Me bloqueé. Cuando al fin pude hablar, le conté todo a mi mamá, quien lloró mucho. Mi papá reaccionó distinto. Denunció a mi amigo y a mi compañero y me llevó a la comisaría a que lo cuente todo. Me moría de la vergüenza, especialmente porque el policía me miraba más con cara de arrecho que de efectivo del orden. Hubo un lío bien feo. en su defensa, mi amigo dijo que no fue violación, que yo era gay y que ya lo habíamos hecho antes. Yo lo negué. Todo quedó en nada. Por último, la Policía terminó llevándose el bóxer y nunca supe qué destino le dieron.

Ingresé a la universidad y me alejé por completo de mi entorno escolar. Traté de comenzar de nuevo. Sin embargo, el nuevo entorno me fui abriendo más los ojos sobre mí mismo, sobre mi sexualidad. Me dio mucho miedo. Hablé con un psicólogo y me comenzó a tratar. Yo ya tendría como 19 años. A pesar que en las terapias me convencí que esa violación no fue mi culpa, porque no fue mi culpa, y que mi aparente homosexualidad no fue causada por esa violación, entré en modo negación. No quise saber nada con nadie. Cuando quise tener enamorada, la relación no duraba ni dos meses y siempre la cortaba. El psicólogo me dijo que no forzara las cosas, que hiciera mi proceso.

Cuando tuve 24 años, recién pude ir conciliando las cosas, acepté que soy gay, se lo conté a mi familia, me apoyan a medias porque me dijeron que no esperan verme con pareja, cosa que tampoco me interesa por ahora, aunque sí he tenido varios choques y fugas pero muy light. Llegué a aprender karate, y cuando sentía que, a pesar de que había convenido no tener penetración en algunas de mis citas, y la otra persona quería pasarse de lista, recordaba lo que pasó después de mi fiesta de promoción, y reaccionaba con un golpe o una patada.

Dos años después, me estoy tomando las cosas con más calma, aunque con el mismo cuidado. Trato de ser más firme y amable, aunque advierto que si alguien quiere propasarse, no va a irle bien. Sigo practicando karate como afición, como reencuentro conmigo mismo, aunque el sensei (instructor) me insiste que concurse. Lo que hasta ahora no he podido conciliar es cuando alguien pide que lo violen. Incluso cuando les digo que la tengo de 18 y gruesa, me lo piden y los mando a la recondchasumadre. Quizás sepas quién soy si me lo pedistealguna vez por chat y luego terminaste bloqueado. Sí, soy yo, y te digo ahora en público lo que te dije en privado: no sabes lo que estás pidiendo, no sabes lo que ser violado significa, no eres más que un pobre y triste huevón que no se quiere en absoluto y que es capaz de morir en manos de otro pobre y triste huevón por el puro hecho de sentirse sometido. Huevadas, nada más que huevadas que yo no comparto y que no creo que llegue a compartir.

martes, 14 de mayo de 2019

¿empezar una versión peruana de Dioses del Estadio?

Soy un pata universitario de 20 años y practico rugby. A raíz de que algunos amigos comenzaron a traer el deporte, me interesé. La gente piensa que es un deporte violento, pero no, yo creo que mas bien es un deporte intenso. Claro que necesita mucha preparación física, mucho entrenamiento. Cualquiera no puede soportar la presión física y mental porque el rugby, como el fútbol o el básket son deportes de estrategia en equipo. La huevada es que, a diferencia del fútbol, y a pesar de que el rugby es primo del fútbol, no tiene apoyo y todo cuesta.


Estaba conversando con mis patas de equipo a ver qué podíamos hacer para reunir plata, pero más allá de rifas y fiestas, no habían otras ideas. Si bien se recoge plata con esas actividades, como entra se va, y tienes que estar organizando una cada mes o cada quince días para no quedarte misio.

Después de un entrenamiento, me estaba bañando con uno de mis compañeros de equipo, y estábamos hablando de este tema. Analizando algunas ideas, me dijo algo que me dejó palteado al inicio pero pensando después. "¿Has oído hablar de los Dioses del Estadio?", me dijo pero bajando la voz. "No", le dije, "¿qué es éso?". Me explicó que se trata de un proyecto de la federación francesa de rugby para recaudar fondos, y consiste en producir calendarios donde sus jugadores estrellas posan desnudos. "Hablas huevadas", le dije. No me respondió nada. Solo se sonrió.


Cuando regresé a mi jato, entré en mi laptop y me puse a buscar. ¡A la mierda!, dije cuando vi las fotos en blanco y negro de los jugadores. Y la huevada es que no son desnudos porno o algo así. Incluso tienen un sitio web y todo un sistema de comercialización con tarjeta de crédito. Dos preguntas me vinieron a la mitra: una, ¿sería factible en un mercado como el peruano?, y dos, ¿cómo mierda mi pata sabía de ésto?

Al finalizar el siguiente entrenamiento hablé con él. A la primera pregunta me dijo: "no sé, huevón... habría que tantear mercado". ¿Y cuál sería el mercado?, pregunté. Se volvió a sonreír. "¿Sabes quiénes comprarían cosas así? Los cabros, huevón". Me palteé más aún. Yo soy bien hetero, tengo mi jerma... bueno, una jerma a la que agarro de vez en cuando, pero de que soy hetero, por donde me miren. Pero falta una pregunta por responder, ¿cómo mi pata se había enterado de esa huevada de los rugbiers calatos? "Un amigo me dijo", me respondió. ¿Qué amigo habrá sido? No me respondió más.


Esa noche, luego de bañarme, me vi al espejo. Gracias al rugby y al gym tengo un físico marcado, en especial los brazos, los pectorales, el culo y las piernas. Prendí mi laptop y ubiqué algunas fotos de los Dioses. No sé por qué, pero me puse a remedar las poses ahí frente a mi espejo. Entonces, me pasó una huevada bien rara: se me armó la verga. ¡No jodas!, me dije. ¿Se me estará manifestando la mariconada?

al siguiente entrenamiento volví a bañarme con mi pata. Le dije lo que había visto en la compu. Volvió a sonreírse. "¿Sabes quién me pasó la voz?", me habló en voz baja. "¿Te acuerdas ese pata que te dije que iba a hacerme un casting para el desfile de modas del centro comercial? Ya... él tiene un amigo acá... es cabro... él me dijo". Me quedé como piedra.


Esa noche, mi pata me llevó donde el otro pata, el que le había contado sobre los Dioses del Estadio. Lo conocía. es un chico que hace diseño gráfico y tiene un negocio de tipeos, encuadernado, esas huevadas. Me presentó, aunque ya lo conocía de vista. "Le conté a mi pata éso del calendario que me contaste", le dijo mi amigo. El pata se palteó un poco. "Tranquilo, huevón, mi pata es de confianza", le dijo mi amigo. "¿Y qué piensa?", le preguntó el pata con cierta duda. Ambos me miraron. Les respondí que si sería negocio considerando cómo es la gente peruana de cucufata. Les dije que una cosa es Francia o europa, otra es acá. "además, allá tienen estadios, gimnasios, vestuarios para el rugby, pero acá no", les observé. O sea, dónde y cómo haríamos las fotos. "No solo son fotos", dijo el pata de mi amigo.


el pata encendió su LED, puso un disco en su reproductor y nos sentamos en el sofá de su casa. ¡Mierda!, dije yo. Efectivamente no eran fotos, sino un video de hora y media donde se ve cómo producían las fotos y toda la huevada. Por un momento me vi en esa pantalla, y otra vez se me paró la pinga. Pero luego me acordé de mi viejo, que simplemente me agarraría a palazos si me veía posar calato en lo que sea, y mi vieja fácil que llorando porque a su hijo lo estaban volviendo cabro, peor cuando mi vieja está en éso de la parroquia y apoya esa huevada que está en contra de la ideología de género, que ni ella misma sabe cómo explicar. Me tratarían peor que leproso.


Estaba en esas cuando noté que mi pata se levantaba del sofá. Lo vi. "quédate acá", me dijo. Cuando me di cuenta, tampoco estaba el dueño de casa. Nunca me di cuenta en qué momento se había levantado. Me quedé allí viendo el video, pensando en si sería factible o no el negocio, y de ser ffactible, cómo podría ser la vaina. ¿el resto del equipo se animaría a posar calato? Se me volvió a parar la pinga.

Me levanté para ir al baño, pero ninguno de los dos estaba cerca, ni mi pata, ni su pata, así que me puse a buscar dónde quedaba. Abriendo puertas di con el cuarto de esa casa, y lo que vi me sacó de todo cuadro: mi pata encima del otro pata en un piernas al hombro y moviendo su culo. Por cierto, mi pata es más cuerpón que yo. Cerré despacio la puerta. Obvio que lo estava cachando. Abrí otra puerta. Por fin era el baño. entré. Seguía impresionado por lo que vi. Mi pinga se paró de nuevo. ¡A la mierda! ahí nomás me la jalé. No duré mucho, tampoco paré de gemir. Cuando las di, mi chorro de semen parecía metralleta. Regresé al sofá. el video ya había terminado. Me quedé ahí esperando. Oí que se abría una puerta, luego que venía el pata de mi pata. "¿Quieres agua?", me preguntó. Me negué amablemente.


Al siguiente entrenamiento, traté de evitar a mi pata. No sé. No sabía qué sentía. Me bañé con otro pata de mi equipo y mientras conversábamos de cosas de la universidad, me fijé en su cuerpo. Parecía uno de los jugadores que había visto en el video. Me enjuagué al toque y me salí. Cuando fui a vestirme, tenía mi pinga bien al palo. Al llegar a mi casa, mi compañero de equipo, con el que siempre me bañaba, me llamó al celu. "¿qué tienes, huevón?" Le dije que nada, que todo bien. "Estuve averiguando sobre el tema de las fotos", me dijo. Le corté amablemente. Le dije que no quería saber del tema, que tenía que estudiar. Me entendió. Cortó. En realidad no tenía que estudiar nada. Lo único que hice fue seguir pensando sobre el tema.

Pasaron dos semanas. Una de esas noches, un primo, que es también mi mejor amigo, me había visto con cara de imbécil y me dijo qué me pasaba. Huevadas, le dije. "Confía en mí", me dijo. Lo hice. Le conté todo... hasta que mi pene se erecta cuando pienso o veo el tema. Se lo tomó normal. "Mira, al margen de la reacción de tus viejos y la gente, no lo veo como negocio en sí mismo porque ahora tú pones una foto o un video en Internet y al toque la gente se lo baja o piratea porque la gente es misia, todo lo quiere gratis.... en todo caso, las fotos y el video puede servirte como pa' hacerte promoción, como los cantantes, y donde ganarías es en eventos en vivo como presentaciones, esas vainas... no sé, bailar como stripper, por ejemplo, y tú bailas de la puta madre". Me quedé mirándolo todo cojudo. Mi primo se rió. "Oe, huevón, ¿qué esperabas?, ¿que reaccione como tus viejos? éstas son otras épocas". Le dije que no soy cabro. "Nadie dijoque seas cabro, imbécil... solo es una chamba como cualquier otra", me dijo.



Al siguiente entrenamiento, traté de buscar a mi pata. Era obvio que nos habíamos distanciado, pero también lo estaba juzgando. No me dio cara. Fui a bañarme solo. Estaba bajo el agua cuando alguien me tocó la espalda. Me asusté. "¿Hay sitio para mí?". era mi pata. Le sonreí. Fuímos a su pensión y le dije todo lo que había pensado, sentido y conversado. "Al inicio me sentía como tú", me confesó. "Pero... bueno, creo que ya te diste cuenta qué hago con el otro pata, ¿no?". Le admití, pero también le dije que no entendía ccómo es que ese pata sabía que él era de la nota. "No soy de la nota", me dijo mi pata. "¿Tú crees que me lo cacho gratis?". Entonces entendí que le cobraba por montárselo. Pero aún así, no sabía cómo él sabía que él era... ustedes ya saben, ¿no? "El pata del desfile de modas me hizo fotos desnudo... como los Dioses del Estadio... el resto es historia".

Definitivamente no quiero cachar con otro pata así me pague, no sé si me anime a ser stripper, pero lo de ser modelo como que me estoy animando. Pero aún así, la vaina son las reacciones y si será negocio. Por éso cuento mi historia aquí, porque quiero saber qué piensan ustedes. ¿qué dicen? ¿Resultaría? Ya se bajaron a un fisicoculturista por posar calato. ¿Y si por conseguir fondos me sacan del equipo? ¿qué harían en mi lugar?

martes, 7 de mayo de 2019

¡Tienes que ver a Pepe Mendoza!

A raíz de los posts con videos de fisicoculturistas que publicamos, uno de ustedes nos contactó y nos habló maravillas de Pepe Mendoza. Se trata de un fisicoculturista argentino, quien continúa con la rutina de desnudarse, tomar su pene, ponerlo duro y masturbarse hasta eyacular en medio de gemidos. Pero, lo que le encantó a este seguidor fueron el rostro, las piernas y el culo de Pepe. ¿A ti también te gustan? Mira el video.

Si quieres ver más fisicoculturistas al desnudo, presiona aquí. Y no te olvides de comentar aquí abajo o en el Twitter.

lunes, 6 de mayo de 2019

Si estás aburrido, invita a tus patas de verdad

Cuando uno está solo en casa y llega a aburrirse, poner la música que más te gusta y te hace bailar es una buena opción. Si éso no te relaja, quítate toda la ropa y disfruta el sonido. Pero si éso no termina de relajarte, pajéate un rato. Así lo hizo el fisicoculturista Angel Córdoba, quien puso su música, se quitó la ropa y comenzó a masturbarse hasta eyacular. Mira el video.

Pero si todo éso no es suficiente, ¿para qué están los amigos de verdad? Claro, ésos que nos quieren tal como somos, que son nuestros cómplices cuando tenemos nuestros arranques de diversión, que están allí cuando tenemos esos momentos de bajón. Por éso Angel no dudó y llamó a su pata Manuel. Se pusieron a entrenar un rato, y como se tienen mucha confianza, decidieron pajearse juntos. Mira el video aquí.

¿Y tú qué haces cuando estás aburrido? Cuéntanos aquí abajo o en el Twitter.

Haciendo un video con Ben Dawson

Mucha gente cree que hacer un video sexy u hot solo consiste en poner la webcam, pararse o sentarse bonito, pajearse y listo. Esa es la forma fácil. La forma profesional de hacer un video, incluso orientado a público adulto, comienza por estar físicamente bien preparado. Eso es básico. Mientras tanto, tienes que ir planificando todo comenzando por cómo quieres verte en pantalla, dónde quieres verte, haciendo qué cosa, cómo comienza, cómo continúa, cómo acaba (no solo botando tu semen).

Una vez que tengas todo éso organizado y escrito, viene toda la parte de coordinar el lugar, el día y la gente que necesitarás para la producción. Sí. Así solo trabajes con un pata que te filme o te haga las fotos o el video, tienes que ver todos esos detalles, si todo estará donde lo necesitas. en fin. Tienes que ver cada detalle. Si no eres bueno con el manejo de los detalles, puedes encargarlo a una persona que se encargue de la producción.

Video: Ben Dawson - Muscle Worship.

En el momento que te pongas a posar para las fotos o el video, debes recordar toda la secuencia que se había planificado, o si habrán cambios, dialogarlos con la persona o el equipo. Y cuando se presione el botón de grabar, concentrarte en la acción, disfrutar la experiencia. Y claro, gozar con el resultado.

Luego hay que editar, agregar o limpiar sonido, corregir imagen. en fin, todo lo que sea necesario para que el trabajo no solo excite sino que sea agradable a la vista y al oído. Luego pensar en dónde se va a ver. ¿Necesitas un espacio virtual de confianza para difundirlo? Aquí en nuestro blog es un buen lugar. Si quieres saber cómo hacerlo, escríbenos con confianza a hunks.piura@gmail.com

Y recuerda dejarnos tus comentarios aquí abajo o en el Twitter.