domingo, 26 de septiembre de 2021

The Lust Project 1.3

The streets of Lima  when the midnight is coming on are more fluent than at the peak hour. That has a disadvantage: getting public transportation, like Osmar uses to take for going to the theater to work or anywhere more than a mile distance, is a true odyssey. But the advantage is when you are picked up in a private car, you avoid the strucks.

“Anyway, you gotta consider fucking Escalante if he assigns you the role,” Evandro advises with his two hands driving the steering wheel.

“I get no hard-on neither with Alexis’ ass, that it’s also firm and muscled, the less I’m gonna have a hard-on with Escalante’s ass,” Osmar replies on the co-pilot seat.

“Have you touched it to him, hey, rascal?”

“No, I haven’t. But these pants he wore today did not looked the buttocks well.”

“The reason why I got my roles on the soap-operas, series, the TV-films, is I fucked him good, but, well, the CEO’s are a level above.”

“But you’ve got talent, evan. Why do you have to fuck a casting director?”

“I’m not white like you, I’m more tanned. Even if I were black, they’d choose me, but the shit TV in this country is so racist that you’re white or you’re black. Tanned are not allowed.”

“In my conttry, there are tanned actors and actresses…”

“But Venezuela is Venezuela, indeed, Osmar. Here in Peru, they didn’t take out these kinda-Mexican, kinda-Argentinian criteria. Dude, even in Colombia or Brazil, even in Miami, I could get a job.”

“Why didn’t you migrate?”

“With a wife, two kids, zero solid connections, and, well, that bad reputation they made me up, who would recommend me?”

“You need to remake your public relations.”

The auto arrives to the base of a building in a traditional mid-high-class residential bourh in Jesus Maria, and it comes into the parking lot. The engine turns off at least.

“Take my advice – or you fuck Escalante, or you won’t overcome that commercial.”

“If they call at me.”

Osmar and evandro come out the vehicle, take the elevator. When it reaches the eighth floor, evandro leavetakes.

“See you earlier at the gym.”

“It will take legs tomorrow,” Osmar blinks an eye. “Greetings to Laura.”

“Thanks,” his partner smiles.

Osmar continues up until the twelveth floor, and after the sliding door opens, he takes out his key, opens a fence, goes up to the roof. The view of Lima from that height is ghostly. The fog vanishes or hides many lights. He comes into a kind of service room beside the water tank, and he appreciates for the last time his camping bed, his suitcase that works like a closet, takes off all the clothes, and not forgetting to thank the heaven, he gets into the cold sheet and a double Tigre covertor. While he tries to conciliate the dream, remembers Escalante’s ass, handles the penis and the testicles, but he doesn’t get any erection. He sleeps, better.


  

sábado, 25 de septiembre de 2021

La hermandad de la luna 6.5

Vestido con solo una toalla anudada a la cintura, Tito ingresa a su casa por la puerta trasera cuando oye un par de gemidos tras una puerta abierta, la del dormitorio de Flor. Cierra los ojos y se resiste a husmear sobre lo que parece evidente: adentro, Frank hace el amor entre gentil y vigoroso con la hija del gladiador. Aunque ambos jóvenes intentan cobijar su desnudez en la oscuridad, el edredón y los intentos por no hacer ruido, la puerta semiabierta al descuido no es capaz de guardar el secreto. Sin voltear la mirada, Tito avanza casi de puntillas hasta la puerta del lado, la de su dormitorio. La abre con sumo cuidado de no hacer ruido y también olvida cerrarla para evitar el sonido. Comienza a buscar ropa y cuando la tiene toda tendida sobre su cama, algo cae al suelo: el paquete de preservativos con el pedazo de papel que tiene escrito “G4G” encerrado en una bolsita plástica transparente. Tito la levanta, la examina curioso y, entonces, ¡plaf!, su puerta se cierra de golpe sin que nadie, aparentemente, la haya empujado.

“¿Papá?”, se escucha medrosamente desde el cuarto del lado.

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En La Santitta, el frío invierno tiene a raya a todo el mundo excepto a los tablistas que aprovechan las altas olas para desafiar su centro de gravedad y dibujar estelas de espuma sobre el mar esmeralda. Claro que al anochecer, esa estampa no es visible, haciendo que el pueblo sea casi fantasma. Entonces es la hora de las parejas que no pueden o prefieren no pagar un motel, algunos drogadictos que esperan regresar el verano en medio de sus delirios psicodélicos, o algunas personas que llegan en su motocicleta sin sospechar que alguien va a verles, a menos que sea el vigilante de la calle; pero, ¿para qué existen las puertas falsas? Una motocicleta apaga su luz antes de pararse al costado de una hermosa casa de playa; alguien vestido en zapatos, jeans y una chaqueta con capucha desmonta, se aproxima a una de las puertas y usa su celular. En medio minuto, la puerta se abre y el sujeto se mete.

“Buenas noches, capitán Castro”, lo saluda, ya dentro, un tipo con una polera que magnifica su robusta complexión.

“Buenas noches, Chiquito”, le responde el recién llegado.

“El ingeniero lo espera”.

En una sala con mueblesconfeccionados en madera de coco y tapizados con telas de colores vivos, el motociclista se baja la capucha y espera. No mucho. Un cincuentón vestido en chompa y jeans imitando el estilo de un magnate de las computadoras sale de un pasillo y le extiende la mano.

“¡Comisario! Buenas noches. Gracias por venir de inmediato”.

“Qué tal, ingeniero Nava. Usted dirá”.

“¿Qué novedades tenemos de Santa Cruz sobre el asunto que usted ya sabe?”

“Desconozco, ingeniero; usted sabe que eso escapa a mi jurisdicción”.

Nava sonríe:

“No me refería a eso. ¿Qué fue de su topo? Lo último que supimos es que intentaba tramar amistad con el nuevo amante de José Alberto Carrillo; luego, que lo envió a borrar cierta evidencia. Luego, nada”.

“Ehhh. Bueno, ingeniero, no… hay mucho que hacer. Además, es domingo, y como supondrá, mi gente tiene derecho a descansar, ¿no?”.

“Ahora entiendo por qué  el lunes”, comenta Nava en voz alta. “Pero no vine para reprocharle; quiero que me diga qué sabe de ese negro”.

“Pues… llegó el sábado pasado a Santa Cruz, estuvo metido tres días en la biblioteca del pueblo, se hospedó detrás  de la plaza, conversó con los lugareños sobre las costumbres preincas, comió en el mercado y ahora es un empleado de José Alberto Carrillo”.

“¿Tenemos su nombre?”

El comisario saca una libretita del bolsillo de su jean, pasa unas hojas:

“Owen MMgombo. M, G, O, M, B, O”.

Nava abre los ojos, lo que para el comisario solo significa una cosa: sorpresa.

“¿Lo conoce, ingeniero?”

“No”, disimula Nava. “No le niego que la presencia de ese negro nos intriga, pero queremos saber qué tipo de relación tiene con los empleados de Rodríguez y cuán peligroso es, o si puede ser un aliado ya que los que tenemos… parecen fallar”.

El comisario carraspea tratando de no darse por aludido:

“Carrillo lo protege, eso lo tengo seguro: cuando le dije que el tal Mgombo había abusado de su hija, no reaccionó”.

“Ése fue un psicosocial infantil. Por eso retomé el control de esa operación. Si seguíamos confiando en ese invertido, esto ya sería un culebrón mexicano”. Así que, como al inicio, usted y yo coordinamos sin intermediarios, pero quiero mucha diligencia.

“¿Cuándo no he sido diligente, ingeniero?”, reclama el comisario con cierta zalamería.

Nava sonríe:

“Espere aquí; voy por su cheque”, le avisa.

El ingeniero regresa por el pasillo del que había aparecido y abre una puerta. Adentro, el Carnes, quien parece tener el costado izquierdo de la cabeza ya recuperado pues no luce nada, mira la pantalla de la laptop. Nava ingresa y cierra con seguro.

“¿Se vio y se escuchó la conversación?”

“Fuerte y clarito, ingeniero”.

“¿¿Apuntaste el nombre?”

El Carnes toma un papel en verde fosforescente:

“¿Lo busco, inge?”

“Ya debías haberlo buscado”.

El Carnes sonríe y teclea en la computadora.

Un cuarto de hora después, o un poco más, Nava regresa a la sala con un pequeño sobre que tiene una protuberancia cuadrangular.

“Me disculpa, comisario, por la demora”.

“Descuide, ingeniero”.

Nava entrega el sobre a brazo extendido, como para que alguien más lo note. Cuando el receptor lo abre, porque quiere verificar qué le dan, encuentra un cheque a su nombre: “Estamos generosos, ingeniero”. Hay, además, una memoria USB plateada. El policía mira al ingeniero con ojos de pregunta.

“Ya le dije, Castro, que nuestra prioridad por ahora es ese Owen Mgombo. Así que allí tiene varios documentos que, espero, estudie muy discretamente, y usted sabrá qué hacer con apego a ley”.

El comisario se desconcierta un poco:

“¿Alguna operación en particular?”

“Dije: con apego a ley, señor comisario. No me invente escenarios de telenovela, porque le aseguro que no terminará con final feliz”.

“¿Me está amenazando, ingeniero?”

“No, oficial. Le estoy mostrando el camino alfombrado para llegar al cielo”.

El comisario sonríe y asiente con la cabeza. Da la mano a Nava y se va. Al poco rato, El Carnes entra.

“¿La habrás apagado, no?”

“Claro que sí, inge. Yo siempre soy precavido”.

“Bueno, es discutible”.

“¿No cree que debemos seguir al tombito?”

Nava suspira:

“Sí, pero desde mañana. A ver si éste demuestra que sabe hacer algo más que emborracharse, tener sexo y cobrar coimas”.

Ya fuera de la casa, el comisario Castro se cubre la cabeza con su capucha cuando desde el fondo de la calle, un par de luces se van acercando. Aunque baja el cuello, el policía mira de qué se trata. Más o menos a unos cincuenta metros, lo que, evidentemente, es un vehículo se detiene y apaga sus faros. Alguien baja: reconoce ese rostro, ese corte de cabello y hasta esa figura a pesar de estar bien abrigada.

“Doctor Esteves, ¿qué lo trae a la playa en invierno?”, murmura.

Más allá, Christian saca una llave, abre una puerta y entra. Antes que lo descubran, Castro arranca su motocicleta y pasa al costado de la camioneta solo para verificar si se trata de la misma matrícula, o al menos una de las que él se sabe de memoria. Tras el cerco de ladrillo, pueden verse luces encendidas en un segundo piso. Diez minutos después, Christian sale con una mujer delgada y de cabello largo, sube a la camioneta, le da arranque y se va de La Santita, aparentemente.

“¿Ya te cambiaron los gustos, doctorcito?”, se pregunta Castro, no tan camuflado  desde cierto punto con vista privilegiada a orillas del mar.

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domingo, 19 de septiembre de 2021

The Lust Project 1.2

That night, in a bedroom just enlighted by the blue light entering from a window covered by some dry branches, an evidently Athletic naked man sits down pushing inside over a narrow bed. He thinks. Then, a door opens. Other male wearing shirt and pants comes in and closes that door.

“Why haven’t you dress yet?,” he asks the man on the bed who looks at the one who up to get in.

“Do you understand what we did this afternoon, Luke?”

“Just forget about it,” the other says already sitting down on the bed too, showing him his back.

“How do you ask me to forget about?”

“John, don’t do this more complicated. Matthew asked why you didn’t go down to have the dinner. I didn’t know what to answer him.”

“Didn’t you know or didn’t you want?”

Luke stands up impulsively.

“For God’s sake, John! Do you want I tell him outspeaking we broke the chastity will?”

The naked man doesn’t know what to answer. Luke put his hand on the door’s lock.

“Then, I’ll forget about it. I’m gonna take a shower.”

“Wait!”

Luke goes rounding the bed and reaches John who stood up aside. He stands up in front of him, and he takes him from the arms. After some silent seconds, he approaches his face and kisses on the mouth. John doesn’t only respond but he grants. Luke separates his lips.

“We already made it once – fuck-off!”

Luke takes out the shirt, then the shoes, the pants, the underware. He approaches John,hugs him, and both grant a romantic kiss each other that continues with a slow fall on the bed. John opens his legs and begins to rise while the Luke’s hip begins to move between his partner buttocks. Maybe it’s the few light but the impression given is his penis starts growing. They just have begun when knocks are heard on the door.

“John? Luke?  Open!,” somebody asks outside.

The two lovers scare.

“What do we do now?,” John asks so feared.

“Shut up,”  Luke orders almost whispering. “Don’t do noise.”

Suddenly, it’s heard somebody is inserting a key, that the door opens, and that somebody comes in and closes it back. The two boys over the bed get petrified, overwhelmed trying to look at the just arrived.

“I already knew it,” Matthew whispers. “Do you have me as a brother or as an informer?”

Silent seconds.

“Make like your conscience rules,” Luke answers so humble.

Matthew begins to undress completely, gets on the bed, and Luke decides that the best will be sharing John in a kind of threesome that happens amid kisses, hugs, rolls over, caresses, moans, some whisper, until forming a rare little line that ends in a progressive orgasm beginning with Matthew, then Luke, and finally John who reaches the climax warmed by his two brothers. The light through the window turns off. The curtains close.

After a little silence moment, the applause in the public doesn’t only outbreak like a wave but it ends in a cheer. The little room is rocking. The curtains open again and the three stars are stood up already wearing bathrobes thanking the audience.

“Superb!,” a woman screams from the public.

A carnation flower fells to the foot of one of them who takes it, kisses it, and bring it back.

The curtains close again and the three actors run to the backstage.

“Other almost-full,” evandro celebrates looking himself at the mirror rounded by blurry yellow light bombs.

“And other play you don’t control your erection, damn it!,” Alexis smiles at him looking himself at the mirror too.

Osmar prefers to laugh while takes out the bathrobe and looks for his clothes on the closet.

“I’m sorry, Alex. I try to concentrate but I can’t. You’ve got a tasty ass.”

“Look, dude, if it got hard even I could say it’s part of the role but it gets you hard and you pre-cum a lot.”

John passes a tissue amid the buttocks.

“I’m OK I was not casted for John’s role,” Osmar laughs.

“No, dude,” evandro kids. “I don’t hold on so and I drill that asshole.”

Everybody laughs. Zaira Banquells comes into the wardrobe carrying the costumes the aactors left thrown on the stage.

“82 percent of attendance… despite the boycott of God’s Army, we enjoy a pretty health, 12 plays later.”

“Don’t remind me I deserve you my life, Zaira,” Evandro notes while he looks for his clothes.

“If you’d reconciliate with you know who, believe me you’d be better, speaking in professional terms.”

Evandro doesn’t say anything, just smiles while dressing his underware.

“And by the way, what about your casting?,” Zaira asks Osmar.

“I tried to make it Ok although I think getting naked before that Escalante was unnecessary but… a job is a job.”

“That commercial was mine,” Evandro complains friendly fixing the shirt now while Alexis is naked showing his athletic and hairy body everywhere as he looks for his clothes.

“Did he also ban you from advertising agencies?,” Osmar asks without intention.

“Some.”

“Evan’s problem,” Zaira intervenes, “is sometimes he mostly acts like a union leader than an actor, but like a leftist union leader. Did you know he took kicking a stage director literally who seemed to stalk a revelation actress?”

“Don’t fuck,” Alexis gets his word in. “It was justified.”

“Yes,” Zaira continues, “but not inside the sound stage and in fron of the full cast, crew, press, and even without a proof. You first catch the wolf, then you open his stomach, but evandro did it reverse.”

“Frantically, it made me sick,” the alleged justifies.

“Well, I’m ready,” Alexis opens his way, gets close to Zaira whom he stamps a kiss on her lips.

“Just coming in home, rinse that mouth very well because remember you shared saliva with little Evan,” the woman laughs.

“The caustic soda is over, darling, so you’ll have to hold on.”

Everybody laughs. Alexis and Zaira come out, although she stops for a while and addresses Evandro:

“Work on that erection – my Alex’s still virgin.”

Everybody laughs again, and the two lovers come away the wardrobe. Osmar approaches Evandro, gives him a couple of palms on the shoulder.

“You gotta breathe deeply, unfocus your mind outta the erotic but focus on…”

“Stop, Osmar. Don’t remember me the Actor’s Studio lessons. Are you ready?”

“What Zaira said seemed me a woman’s friendly complain rather than a scene director’s.”

Evandro laughs and looks straight at Osmar’s eyes.

“And you still believe that crap of his still-virgin ass? Let’s go.” 

sábado, 18 de septiembre de 2021

La hermandad de la luna 6.4

En casa de Tito, Frank ya no tiene que ocultar su atracción por Flor. Están muy abrazados en el sofá de la sala, besándose y acariciándose.

“No puedo creer que papá te haya dado permiso para quedarte aquí”, se rregocija la chica.

“Yo menos”, sonríe él.

“Siempre te irás de Santa Cruz en octubre?”

“Por ahora, sí. ¿Por qué? ¿Quieres venir conmigo?”

“Estás loco”, sonríe Flor. “Me falta un año para terminar la carrera, y no estoy dispuesta a cortarla por nada”.

“entonces no hay mucho que discutir: gozaremos todo lo que podamos hasta que me vaya”.

“Y con precaución, amorcito”, lo besa ella.

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Pegado a la casa, en el baño del AMW, Tito, Adán y Owen aprovechan una ducha compartida para intercambiar información más que para intercambiar fluídos, aunque la posibilidad tampoco está ausente.

Fue muy arriesgado lo que hicieron”, dice Tito. “Había una especie de pacto entre Manolo y Saúl: ni lo invadíamos, ni nos invadía”.

“Digamos que fue una medida desesperada luego de la incursión detecttivesca de tu yerno”, explica Adán.

“Mira, no quiero decir nada, pero el hecho de que Christian y Manolo hayan estado en el GGG o como se llame solo horas antes de que lo asesinaran, no prueba que Christian asesinó a Manolo”.

“¿Y piensas hallar pruebas así de fácil, primo?”

“Yo sigo sospechando de Cruz Dorada, quizás esos dos matones que vinieron a asustar a Flor”.

“Cruz Dorada ser una compañía transnacional”, interviene Owen. “Su matriz estar en Londres, y llamarse Golden Cross Limited. ¿Ustedes saber qué ser latifundio?”

“Mi papá repetía esa palabra todo el tiempo pero nunca llegué a entender qué significaba”, recuerda Tito.

“Mucha tierra en pocas manos”, aclara Owen. “El negocio de Cruz Dorada no solo ser agricultura o ganadería; actualmente, el negocio de Cruz Dorada es el control de todo: la política, la economía, la cultura, la educación, la información, la vida de los lugares donde ella operar”.

“¿Para qué?”, se intriga Adán.

“Si controlas todo, el poder es tuyo”, sentencia Tito.

“Correcto. Especialmente, las condiciones de trabajo. La estrategia de Cruz Dorada ha sido comprar la mayor tierra como posible para tener poder sobre autoridades, precios locales, grupos sociales, pero particularmente sobre condiciones de trabajo. Acá tienen un lobby que estar bloqueando en el Congreso un proyecto de ley para que beneficios de trabajadores en agricultura ser como en otras industrias”.

“¿Y por eso mataron a Manolo?”, trata de entender Tito.

“No saber, pero en póliza corporativa, asesinato ser siempre el último recurso cuando ellos detectar alguien quien bloquear intereses”.

“¡Listo! Ahí lo tienen: Cruz Dorada lo mandó a matar”.

“Pero como tú decir, Tito, no tener pruebas”.

“Como tampoco tenemos pruebas de que Christian lo haya hecho. Hasta ahora lo del club puede ser una coincidencia”.

“Claro”, ironiza Adán. “Salieron del club, ¿y luego Manolo se reunió con su asesino? ¡Fue Christian, Tito! ¡No te cierres!”.

“Usualmente, las corporaciones no cometer crímenes directamente”, explica Owen. “Ellos siempre usar terceras personas con quienes ellos no tener aparentemente relación”.

“¿Cruz Dorada ya lo hizo en otras partes?”, averigua el gladiador.

“Hay casos no claros en otros países de Latinoamérica y el sur de África, lugares donde ley ser muy débil o hay gobiernos acusados de corrupción o dictaduras. Cuando Cruz Dorada fundó en los mil novecientos sesentas, su estrategia fue ligar con Iglesia Católica, trabajando como una caridad para agricultores; pero, desde investigaciones contra Iglesia Católica, ellos preferir usar sus conexiones en gobiernos para ejercer poder, y ellos conseguir poder comprando la mayor tierra que ellos ser posible: latifundio”.

Adán, entonces, recuerda la visión que tuvo cuando Owen lo penetró la noche que hicieron trío con Tito.

“La Santita”, murmura.

“¿Qué?”, reacciona Tito.

“A Manolo lo asesinaron y quemaron en la ruta entre Collique y La Santita, ¿recuerdas?”

“¿Y?”, trata de entender el gladiador.

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viernes, 10 de septiembre de 2021

La hermandad de la luna 6.3

Cuando Carlos termina de asegurar el portón, Tito le da alcance a paso ligero.

“¿Por qué no me avisaste que ese hijo de puta vino?”

“¿Cómo sabía que todos estábamos aquí, porque preguntó por todos?”, le contesta el capataz.

El gladiador entiende que es hora de cambiar planes.

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No es ni media tarde cuando Tito baja la mochila de Flor, y Flor tras él.

“No, hija, no es tu culpa, pero ese imbécil puede regresar y puede indisponer a tu tío Carlos con la viuda, así que más vale prevenir”.

Flor se resigna.

En el patio delantero, Frank carbura su motocicleta,  y Tito embarca a su hija.

“Luego vienes por César”, le indica.

El chico y la chica regresan al pueblo, mientras que Adán alista su bicicleta para seguirles.

“¿Llegó a contarte algo”, le pregunta al gladiador.

“¿Desde cuándo sospechas de Christian?”

“Lo hablamos cuando regreses, ¿te parece?”

Tito asiente con la cabeza.

Mientras tanto, en la caseta de vigilancia, César tiene tiempo para prender su laptop.

“¿Eres tú, no?”, le cuestiona a Owen, y éste solo atina a sonreírle.

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Esa misma tarde, Juan García intenta pasar un momento familiar en un mal de Collique. Mientras sus hijos se sumergen en la piscina de pelotas, bajo su atenta mirada, su esposa, una hermosa y delgada chica de treinta y dos años intenta mejorar ciertos aspectos ásperos de la relación. A pesar de su brillante carrera primero como abogado y ahora como fiscal, Juan siempre tuvo un serio conflicto con su vida personal, al punto que decidió casarse a los veintisiete, hace diez años, más por acallar los crecientes rumores en torno a su vida homosexual que por un sentimiento de verdadero cariño a la chica que había conocido cuando el ya estaba en su penúltimo año de Derecho y ella apenas comenzaba la carrera. Elegir no le fue difícil: ella siempre le fue devota, lo admiraba, pero la vida conyugal fue de traspiés en traspiés por el simple hecho de que Juan nunca tuvo fuerza de voluntad para cumplir esa parte del “prometes serle fiel”. Una semana sin alguna pelea, tan solo una pelea, era una rareza.

“¿Qué posibilidades hay de que pidas un destaque fuera de Collique si apruebas el examen?”, le plantea ella.

“No sé, mi amor; primero tendría que aprobar el examen”.

“Tú estás preparado, eres uno de los mejores y casi no has perdido ningún caso. Has mandado mucha gente a la cárcel”.

Juan suspira:

“Pero tú sabes que el Ministerio Público no mide el rendimiento por la cantidad de personas que logré meter a la cárcel”.

“Yo sé, Juani; lo que digo es que…”

El celular del fiscal comienza a sonar. Aunque se resiste, no puede.

“Disculpa”.

Lo saca y mira la pantalla: no es uno de sus clásicos contactos para llevarlo a la cama y hacerlo gozar “más que mi mujer”, como les dice a quienes admite que sí está casado.

“¿Por qué no apagas el teléfono, Juan?”

“Amor, por favor”, se incomoda él. “No empecemos”.

Responde, de todos modos:

“¿Magali? ¿Qué novedades me tienes?”

“Analicé lo del algodón”, le responde una voz masculina en el teléfono (hasta para asuntos de trabajo suele mentir ante su esposa), “y te tengo dos noticias. ¿Cuál quieres?”

“Las dos sin anestesia”, responde el fiscal con seguridad.

“La primera, no es sangre humana; la segunda, es un líquido de origen vegetal”.

“¿Qué?”, se extraña Juan al extremo. “Debe existir un error”.

“Pensé lo mismo, pero no, y adivina qué fue lo que encontré”, le anuncian por el teléfono.

“Dime”.

Croton lechleri. ¿Te suena familiar?”

“Para nada”.

“Sangre de grado, doctor García”.

Juan se queda mudo.

  

domingo, 5 de septiembre de 2021

The Lust Project 1.1

In the bathroom, Cesar resists a Little more bit the sensation to use the wáter closed to pee. Ahead him, there is a small tripod with a tiny TV-camera screwed onto.

“I’m right ready,” he says on the intercom set on his head.

“Gimme a second,” Escalante says in his ear. “I’m taking notes.”

Cesar knows that fulfilling the form Will lastsome minutes more, so he takes advantage, moves forward caring not to throw the tripod, unzips his fly, takes his tanned dick out, targets, and shots. What a relief! Then, the door opens and Cesar scares.

A tall young man, Athletic not being much muscled, handsome, plain black hair with a rare kind of curl pompadour, ligh Brown eyes, pecs, armpits, and abs without a hair, all in a pale White tone, looks at his eyes first, then his peeing thick.

“excuse me, I thought…” he says with a Caribbean accent.

Cesar can’t articulate a Word.

“The model is already with you,” somebody warns him on the headset.

Cesar ends to pee, clears his throat.

The guy takes out the towel, hangs i ton, and gets into the shower that has a transparent glass door instead a curtain.

Before his eye, it leaves a rounded ass, like a couple of baloons up to pop out would be inflated under the skin, legs better formed than a soccer player, unhaired, and turning a Little, the relaxed penis over a pair of big testicles.

Cesar, ashamed, shakes his dick and gets into immediately, almost collides with the sink.

“Are you ready yet?,” he is insiste don the intercom.

“Yes, I am,” the cameraman says while washes and dries his hands, and he puts them on the camera. “Gimme a second.”

“What’s your name?,” he asks to the naked boy under the still not-opened shower at least.

“Osmar. Osmar Rivero.”

“I’m… Cesar. Did Escalante say you yet what the scene consists of?”

“Yes,” Osmar smiles.

“Wait for my mark.”

Cesar focus the camera, closes up the ripped abs amind a very thin waist, then he moves the zoom ring until having a general shot of the model.

“Ready,” he says on the intercom.

“Give him action,” Escalante confirms.

Cesar rises his hand and counts down with his fingers. When he forms a punch, fells it down, and put his eye on the camera viewfinder.

Osmar opens the shower, lets the wáter gets all his body wet but the fase and the hair, takes the piece of soap that was already there, just opened, begins to pass it softly over, his pecs, his abs, looking at the camera so sensual, his armpits rising his arms, and along them, one of his chiks, and along his huge thigh. And his fase with that expression of who enjoys like any day moment else that time of who dedicates to personal higyene.

After, Osmar turns his back to Cesar, rubs his two big gluteus, amid them, turns to the other side and repeats the initial procedure. Coming next, he puts frontal and cleans his bulge so briefly, ever smiling at the camera. He opens the Faucett of the shower again, rinses completely with the same sensuality as he put the soap on his whole body, then he dries and gets out.

“How well did I do it?,” he asks.

“Ahh… Good, I think.”

The cameraman smiles while his dick is like a rock and his slip is pretty wet by his pre-cum inside his croach

When Osmar gets back to the room beside, that is actually a wedding bedroom, and looks for his clothes to wear them on, Escalante is checking out some notes on his tablet. He turns to look at the model.

“How did you feel?”

“Good. I already told you that the nude is natural for me.”

Escalante smiles.

“Wait for my call, only my call, anyway, and if you’re chosen, then we’ll negotiate. You told me you have your temporary visa on rule, didn’t you?”

“It expires in two months, but I do.”

“Alright,” Escalante smiles again, a Good-looking fase man already in his 40s.

Osmar finishes to wear his clothes on, arranges his scarf, thanks, leavetakes.

Escalante goes with him until the door and closes it, then he walks back to the bathroom.

Now, Cesar is who refreshes under the shower – more or les worked-out body, unhaired, tasty ass, almost hard cock under an almost bushy pubic hair.

“I won’t do casting to you,” Escalante smiles.

“That Venezuelan who entered last put me pretty horny, dude,” the cameraman confesses.

“So do I, don’t you believe?”

Escalante gets completely naked, throws his clothes over the bedroom’s rug, gets into the shower with his partner

“I tend to the Venezuelan,” Cesar says taking the other man’s waist, thin, fit, White, unhaired, pubic hair in manscape, who approaches to and kisses on the mouth.

“So do I,” Escalante says, “but let’s see what the client says.”

“I wanna fuck you.”

“Let’s gho to the bed.”

Escalante kneels, takes the Cesar’s dick and sucks it comprehensively until getting it hard while his hands holds on his partner’s two rounded chicks. Next, he rubs some soap on the straight asshole, caughts the cameraman’s thick, and puts it inside so easily. Cesar groans.

“What a tasty pretty hot annus!”

“Gimme cock,” the casting director claims.

Cesar reaches to insert his 6’6 inches inside and pumps up like a desperate man. At the same time, Escalante rubs his 7’1 inches that are already hard. Cesar doesn’t hold on more and shots all his cum inside his boss’ arse while he shots his on the White tiles of the shower. Cesar feels how the anal esphinter stretches his still hard dick.

“Pretty… better than my wife,” he whispers.

  

sábado, 4 de septiembre de 2021

La hermandad de la luna 6.2

En La Luna, el almuerzo entre seis caballeros y una dama es una de las veladas más animadas que se hayan celebrado dentro de su comedor: cebiche de caballa como entrada, cabrito de plato fuerte con camote o arroz como guarniciones, clarito de jora y chicha morada. Anécdotas, risas, bromas, planes, un homenaje a quien en vida fuera el patrón de la finca, Manolo Rodríguez… ¡y salud! Cuando puede, César mira detenidamente a Owen, y luego a Flor. El muchacho bajo análisis parece no advertirlo.

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Sin que los comensales se den cuenta, la camioneta que pertenecía a Manolo pasa rauda por la carretera junto al canal. No se detiene porque sigue de largo hasta Santa Cruz; llega hasta la casa de Tito. Christian baja y toca primero la puerta del gimnasio. Nadie responde. Camina toda la pared, da vuelta hacia la fachada. Lo mismo: ninguna respuesta. La vecina de Tito sale.

“No están, joven”.

“¿Todos?”

“Sí, se fueron pa’ la finca”.

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Al finalizar el almuerzo, Carlos y Adán se ofrecen para lavar toda la vajilla mientras Flor, Franky César deciden aprovechar el poco sol existente para nadar un poco en la piscina.

“La vaina es que no traje ropa de baño”, aclara César.

“¿Qué mierda? Nosotros tampoco”, sonríe Frank.

Al mismo tiempo, Tito aprovecha para dar una vuelta al interior de la finca con Owen bajo el pretexto de mostrársela.

“Explícame ese asunto de Collique”.

“¿De quién tu sospechar sobre el asesinato de Monolo?

“La verdad no sé qué pensar. Lo lógico es pensar que fue Cruz Dorada, pero hay algo que me intriga más”.

“¿Intrigarte?”

“Sí, Owen. ¿Quién eres tú realmente?”

El muchacho sonríe, pone su recio antebrazo en el redondo hombro derecho de su amigo:

Tú desconfiar de mí?”

“No sé en quién creer, Owen”, responde Tito con mucha afabilidad.

Ambos continúan caminando.

En ese momento, un claxon suena en el portón de la finca; luego el timbre. En la cocina, Carlos mira sorprendido a un Adán que, como nunca, luce muy nervioso.

“Iré a la piscina para prevenir a los chicos”, reacciona el cuerpo de luchador.

Carlos avanza hasta el portón, abre una rejilla.

“Soy yo”, dice Christian aún afuera.

El capataz abre. El vehículo se estaciona en la entrada principal, y el abogado baja y da la mano a Carlos:

“¿Y cómo están tus invitados?”, saluda viendo la motocicleta de Frank, aparcada justo al lado.

El capataz no sabe qué responder.

Christian camina y casi irrumpe en la sala, pero no encuentra a nadie; abre la mampara de vidrio y pasa al jardín posterior donde está la piscina. No hay nadie. Carlos va tras el abogado.

“Solo fue un almuerzo en memoria de Manolo”, trata de informar.

“¿Y no me invitaron?”, pregunta Christian con cierta ironía.

“Perdona, pero…”

“Soy parte de La Luna, Carlos, y de las dos La Luna. Tú lo sabes mejor que yo. ¿Por qué me excluyeron?”

Carlos suspira fuerte:

“Siempre te hemos invitado a las celebraciones y las reuniones de la finca, Christian; y siempre te has excusado”.

El joven carraspea ante la fuerza del argumento:

“Pero… eran… cosas irrelevantes. Ésta no lo es: es la muerte de Manolo, quien también fue mi patrón”.

“Discúlpanos, entonces, por excluirte; habrán otros homenaj…”

“Sí, todos los que quieran, pero ya no aquí, Carlos. Ahora yo soy el responsable legal de esta propiedad, y estas decisiones deben consultarlas conmigo por un mínimo de respeto”.

“¿Perdona?”

Christian vuelve a carraspear:

“Imagina que hubiese sido la señora Elga en vez de yo. ¿Qué le hubieses dicho? Recuerda que yo renuncié a La Estirpe, no a La Luna. ¿OK?”.

Christian regresa a la sala y luego a al patio delantero, y de ahí a la camioneta; Carlos siempre tras él. Entre los tupidos arbustos y los árboles de tamarindo, Flor, Frank y César tiemblan totalmente desnudos más de miedo que de frío; Adán comparte el escondite junto a ellos.

“Eso estuvo realmente cerca”, suelta los labios el cuerpo de luchador.

“¿Qué pasa ahí?”, les grita alguien desde atrás.

Los cuatro ahora no solo sienten miedo sino vergüenza.

“Papi”, musita Flor.