domingo, 27 de febrero de 2022

ASS (17): ¡Edú es moderno!

Pedro pide a Alejo que no involucre al Padre en su carrera de actor porno gay.

 


La rutina nocturna de Pedro los días de semana es ir al AS a leso de 9 de la noche para revisar las cuentas del día, y una vez que termina, ponerse a entrenar. De ser un chico flaco durante su adolescencia, ahora luce un envidiable cuerpo atlético, muy simétrico. Fue su mejor terapia contra la depresión. Usualmente se ducha en el gimnasio y luego entra en la habitación de Miguel.

Esta noche de martes no es la excepción, y ahí está echado sobre la cama boca abajo, totalmente calatito (sus nalgas se marcan como dos pequeñas burbujas) leyendo unos papeles impresos. El reloj marca las 11. De pronto ssiente un cuerpo desnudo acostándose sobre el suyo. Lo sabe porque siente una pinga blandita sobre su culo. Se asusta:

“Aguarda, Ale. ¿Ya limpiaste todo?”

“Sí. ¿Tú ya leíste todo?”

“Lo clave: es la típica cuenta de ahorros, la tasa de interés es la de mercado, te deja hacer 4 retiros mensuales sin cobrarte comisión pero solo si usas ventanilla o cajero de donde sacaste la cuenta, por lo que vas a tener que hacerte un presupuesto mensual o quincenal; si no, vas a perder antes que ganar”.

“A mí me dijeron que mi plata iba a crecer mes a mes”.

“En realidad, el truco de estas cuentas es meter más que sacar. Así es como crece. Lo bueno es que vas a tener ese contrato, tus clientes, tus actuaciones…”

Ah”, recapitula Alejo. “entonces, crece si la meto más” –mueve su pelvis sobre las nalgas de Pedro—“y la saco menos”.

“Sí, pendejo. Y ahora salte de encima que ya me quiero vestir”.

“Quédate un poco más, Pedrito…”, Alejo comienza a besar el cuello a su amigo. “No cachamos desde la semana pasada”. Alejo sigue moviendo su pelvis y su pija comienza a ponerse dura, además de engrosar y crecer. Pedro siente la humedad del líquido preseminal entre sus nalgas y comienza a moverlas como queriéndose liberar del portento masculino que sigue acostado encima suyo, pero Alejo sigue besándole la nuca y la espalda superior.

El musculoso no tarda en recorrer toda la espina arrancando gemidos y jadeos al atlético, hasta que llega al trasero y él mismo lame su saladito fluído transparente. De inmediato,  abre los dos glúteos a Pedro y comienza a estimularle el ano mientras que con sus manos masajea y palmea las nalgas. Luego de un par de minutos, Alejo revisa: el agujero ya está dilatado, bien rosadito. Regresa besando la espina hasta alcanzar la nuca otra vez:

“Párame el culo: esta noche quiero hacerte el amor, Pedrito”.

La instrucción es acatada sin reclamos. Poco a poco, el pene del adonis va ingresando por el esfínter, el recto, hasta que los 18 centímetros llegan a las entrañas de Pedro. Mientras el musculoso entrenador masajea su picha dentro del ano, el atlético huésped intenta un baile de cadera que termina por alocar a ambos.

“Ponte en cuatro”, pide Alejo.

Pedro adopta la pose de perrito, y ahora siente cómo el cuerpo de otro hombre no solo lo posee sino que lo azota viril y cariñosamente por detrás.

“¿Te gusta cómo hacemos el amor?”

“Me encanta, Ale. Hazme tuyo”.

Alejo aumenta un poco la velocidad tratando de no ser rudo y se deja de huevadas. Mira su pene entrando en el ano de su amigo, se siente dichoso y satisfecho. ¡Esto sí es cachar!

“Las quiero dar en tu boca”.

“Cuando quieras”, acepta Pedro.

“Ahorita… ahorita”.

Alejo saca su miembro, espera a que Pedro gire en la cama, se lo enchufa en la boca y comienza a pajearse hasta que su leche salta hasta la garganta del chico:

“Proteína purita”, le dice mientras eyacula.

Pedro termina de chupar el semen restante y se incorpora, mira a su cachero y va a besarlo en la boca:

“¿Ya te la tragaste?”, se detiene Alejo.

“Hace rato”.

Ambos se besan profundo.

“¿A qué sabe la leche?”

“Depende del chico. La tuya es un poco simple”.

Alejo sonríe cariñoso:

“¿Sabes que mientras cachábamos alucinaba que nos filmaban?”

“Pensé que estábamos haciendo el amor, no cachando”, sonríe Pedro.

“Bueno… hacer el amor… Pero en serio: alucinaba que nos filmaban”.

“Suena chévere, Ale, pero ni loco me pongo frente a una ccámara… Mi viejo se entera y me saca la mierda a patadas. Más bien, ¿qué fue de esa chamba?”

“Mañana voy a Piura a firmarle la exclusividad: mil verdes al mes… solo tengo que estar en forma y cachar bien en cámara”.

Pedro levanta las cejas.

“¿Y no te paltea que esas fotos o esos videos los vea la gente de acá?”

“El pata me dijo que solo es para venderlo a los países gringos”.

Pedro ahora levanta una ceja y Alejo se da cuenta:

“¿Y eso?”

“Alejo… ¿tú sabes que con internet ahora ya no hay fronteras y que esas imágenes se pueden filtrar en cualquier lugar?”

“¿Pero no hay sitios que los prohíben acá?”

“Mmm… pueden prohibir el acceso a los sitios,pero esos videos o esas fotos se pueden publicar en un culo de sitios, y pueden estar allí hasta que alguien los borre… y vuelvan a aparecer en otros sitios… ¿Te has puesto a pensar qué harás si eso llega a suceder? ¿qué tal si te vinculan al Padre? O sea, una cosa es ser escort, stripper, pero fotos y videos… no sé… al menos yo no… yo ni cagando lo haría, Alejo”.

El aludido piensa por un rato, suspira y palmea las nalgas a Pedro.

“Cuando le llevé esos víveres a mi viejita el domingo, se puso contenta. Ahora ella alucina que estoy en Las Compuertas haciendo plata con un amigo trabajando su chacra; pero ni cagando haría 2 mil soles manejando tractor, Pedro. ¿No te pondría feliz ver a tu vieja sonriendo?”

“Quizás esa es la diferencia de ti o de Miguel conmigo: ustedes ya son independientes. En mi caso, aún dependo de mis viejos”.

“Vente a hacer plata conmigo un domingo… ¿O cuánto sacas con el Padre? Ese pata de los videos y las fotos, Enrique, dijo que está buscando chicos”.

Pedro suspira, palmea el enorme culo de burbuja de Alejo y se baja de la cama buscando su mochila:

“Yo te voy a apoyar siempre, pero no cuentes conmigo. En todo caso dile a Miguel, que tiene físico, cara, pinga, culo…”

“Miguel irá el domingo”.

Pedro se comienza a vestir con ropa limpia sacada de su mochila.

“Igual, vean ese tema de dónde distribuirán el material y procuren que no afecte al Padre: mira todo lo que ha hecho por ustedes”.

“Oye… ¿y ese Edú que está de posada en tu jato?”

Pedro mira extrañado a Alejo:

“¿Qué tiene Edú?

“¿Ya te cachó ese pata?”

Pedro termina de vestirse.

“No quiero hablar de eso”.

“Ayer lo tasé. Dice que es activo. Tiene buena verga. Podría…”

“Alejo”, Pedro se acerca y besa los labios de su cachero. “Te dije que no quiero hablar de eso. Nos vemos mañana” a a la misma hora. Y ya sabes: usa bien esa cuenta de ahorros.

El chico camina a abrir la puerta del dormitorio cuando entra Miguel; se despide también de él con un beso en la boca. El recién llegado espera a que Pedro abra y cierre la puerta de la calle:

“¿Cacharon?”

“Sí. Ya tocaba. Pero parece que no le gustó que hablara de Edú. Solo le pregunté si ya cachó con él”.

Miguel comienza a desvestirse para entrar a la ducha.

“Ay, Alejo. Es que haces unas preguntas tan obvias. Claro que ya deben haber cachado a estas alturas, y fácil que Pedro se lo comió”.

“No creo. Ayer me dijo cuando hicimos la guerra de espadas que es activo”.

Miguel mira a Alejo y ríe compasivamente:

“¿Activo? Si ayer le metí pinga”.

Entonces los dos galanes desnudos se miran y chasquean los dedos: “¡Edú es moderno!”, exclaman a coro.

 

Y para finalizar,te dejamos con un video porno. 

sábado, 26 de febrero de 2022

Proyecto Lujuria 5.3: El peón tiene buenos pene y culo


Muy al norte, por insistencia de Abelardo Sosa, se sirve un almuerzo a los visitantes. Osmar se hidrata sentado más allá viendo el paisaje rural iluminado por la luz solar que cae de manera perpendicular, mientras que mucho más allá César muestra a Escalante las fotos de prueba que tomó a Fernando el día anterior.

“Estos venezolanos siempre se destacan por su culo”, comenta el director de reparto y escena.

“No sabes qué ganas tenía de meterle pinga”, agrega César.

“¿Y Abe no se dio cuenta?”

“Hicimos un trío anoche”.

Escalante se sorprende:

“¡No me jodas! ¿Y su esposa, sus hijos?”

“Los fines de semana van a Piura, así que la casa quedó solita para los tres”.

“¿Y qué tal pinga tiene ese venezolano?”

“Larga y gruesa: como te gustan, Arnold”.

El anfitrión y Fernando salen con unas fuentes de ceviche de caballa. Todos se arremolinan, excepto Osmar.

“Sí puedes comer esto”, le indica Escalante.

El modelo se acerca, toma su tenedor y se sirve. Realmente está delicioso.

“¿A qué hora sale su vuelo?”, consulta Sosa.

“Seis; tenemos que estar cinco en el aeropuerto”, responde Osmar.

“Qué lástima porque ya había separado una habitación para ustedes”.

“Solo haremos una toma extra, recogemos todo y partimos para Piura”, agrega Escalante. “Pero, cuando lancemos la campaña, o ustedes viajan o venimos a darnos una vuelta”.

“A mí me gustaría regresar”. Reflexiona Osmar. “Esto es casi como Venezuela”.

“Cuando quieras”, invita Sosa.

“Cuando llueve fuerte se parece a Venezuela”, sonríe Fernando.

“Quisiera regresar”, repite Osmar.

La toma faltante es un nuevo desnudo de espaldas parecido al que se hizo por la mañana. La intención de los productores es ver qué luz vende mejor todo. De paso que harán imágenes en video y foto de la línea Lust sobre el tronco caído de un faique. El sol de Piura tiene una mágica peculiaridad que para los amantes de la fotografía abre muchas posibilidades creativas, y casi sin usar filtros.

“Ni se te ocurra comentar de las fotos a su patrón”, advierte César.

Escalante mira a Fernando, quien está recogiendo la ropa de Osmar, nuevamente en su marca y totalmente desnudo para repetir la escena de la jarra y el agua sobre su cuerpo.

“Son amantes, ¿no?”

“Lo comparte bajo supervisión, pero no sabe nada de los desnudos que hicimos ayer por la tarde”

“”Lo despediría”.

“Del país”, asevera César.

Las dos escenas que faltaban grabar y fotografiar se concretan sin mayor problema. Ahora sí Osmar puede disfrutar su seco de cabrito con su jarrita de clarito helado.

“Exquisito”, califica.

“¿Y qué pasa si comías antes de la foto?”, sigue curioseando Sosa.

“Se me notaría un poco de panza… es la maldición de los modelos, especialmente si posamos desnudos”, sonríe el muchacho.

“Me disculpas lo que voy a decirte pero… tienes un hermoso culo”, se atreve el dueño de casa.

Osmar lo mira y sonríe sonrojándose:

“Gracias”.

Aprovechando la distracción de Sosa, y con el pretexto de ayudar con el orden de las cosas mientras llega la camioneta que va a regresarlos a la ciudad, Escalante tiene una breve reunión con Fernando.

“sí, César me explicó tu situación migratoria, pero esas fotos están muy buenas así que yo sí quisiera ofrecerte dinero no solo por publicar esas sino hacerte una sesión más producida”.

“¿Y cómo arreglamos lo de mis papeles?”

“Puedo enviarte plata. ¿Cuánto necesitas para reingresar a ecuador, ir a Guayaquil y hacer el trayecto pero por vía formal?”

“No sé… unos ciento cincuenta quizás… la vaina es cómo recibo el dinero si estoy como irregular en este país”.

César se aproxima:

“Osmar ya terminó de comer, chitón”.

Se escucha que Sosa llama a Fernando:

“¡Ya voy!”, responde el peón. “Permiso”, dice a Escalante.

“¿Arreglaron?”, casi susurra el camarógrafo.

“No”, responde Escalante.

“La cagada, no podremos hacer nada por lo de sus papeles”.

“Osmar ha congeniado con él”.

“¿Qué tratas de decir?”, sonríe César.

La camioneta llega puntual. Luego de poner y asegurar las cosas y el equipaje, Escalante, Osmar y César se despiden de Sosa y Fernando; enrumban de regreso a Piura. Patrón y peón regresan a recoger los platos y vasos del almuerzo.

“Arnold ha estado muy interesado en ti”, comenta Abelardo.

“Te parece”.

“¿Qué te ofreció?”

“Nada. Me estaba consultando unas cosas”.

“Mira, Fercho: conozco a Arnold desde el preuniversitario, y con tal de cachar con el primer muchacho que le guste, es capaz de poner su casa en hipoteca; entonces, entre gitanos no nos leemos la mano”.

El peón sonríe:

“Quiere que pose desnudo para él, pero le dije que no tengo papeles”.

“O sea que… tú quieres posarle calato, y seguro con la pingota que te manejas toda parada”.

“Yo soy pecuario, no modelo”.

“Tú eres mi toro cuando la vaca no está”.

Sosa pone su mano sin pudor sobre la bragueta de Fernando y comienza a sobarla:

“Vamos”.

En una cabañita algo cerca de la casa principal, los dos hombres se abrazan y besan apasionadamente mientras poco a poco se van quitando toda la ropa.

Sobre la cama del peón, quien está arrodillado, el patrón en cuatro patas deja que le metan una larga, gruesa y venuda verga en la boca, en tanto le mueven la cadera como queriendo horadar hasta la garganta mientras le acarician la cabeza.

Sosa tiene un par de nalgas como globos, producto de su pasado como futbolista, deporte que aún practica con la gente del pueblo todas las tardes que puede. Al medio de ellas, su ano es una especie de amplio hueco por donde una sola pinga no bastaría, pero Fernando se da maña para pasearle la lengua, chupárselo, comerle el orto por el que luego mete su falo y comienza a bombear .

“así, mi toro. Dale, mi chamo”.

Luego, Fernando se cacha a Abelardo en piernas al hombro mientras lo besa en la boca. El patrón aprovecha para acariciar los grandes glúteos de su  amante.

“Hermoso culo, quiero comérmelo”.

Fernando deja de meter pinga,baja las piernas de Abelardo y comienza a chuparle el pene y las bolas. La erección no demora mucho. El patrón también tiene un largo cipote, no tan grueso como el del otro muchacho, pero cabezón y algo curvo hacia abajo. Fernando se sienta encima de ese pene erecto y se lo mete a su ano. Comienza a rebotar. Sosa toma la pinga de Fernando y la masturba con rapidez.

“Oh”, ruge.

Toda su leche se dispara al interior del venezolano.

“Qué rica preñada”, gime el peón. “Voy a acabar”.

Fernando gruñe largo y su semen se dispara sobre el aún vientre plano y los dos formados aunque no tan masivos pectorales de su jefe. Vuelven a besarse.

“Bañémonos al toque antes que llegue mi espesa”, pide Abelardo. “Estuvo rico como anoche, como siempre”.

“Me vuelves loco”, seduce el peón. “Quiero coger otra vez”.

“Bañémonos. Quizá más tarde”.

  

viernes, 25 de febrero de 2022

La hermandad de la luna 9.3

 

Aparentemente, la noticia sobre Owen no ha afectado la concurrencia en el AMW. Si bien durante el invierno, peor aún durante la mañana de un día de semana no van más que cuatro o cinco alumnos, todavía no se ve un resentimiento que pueda afectar al negocio. Flor lo verifica y aprovecha para enseñarle un video en su celular a Owen.

“This was yesterday,” le dice en voz baja.

“D’ya suspect he’s behind that post?”

“Isn’t it too much coincidence, Owen?”

“So ya trust in me, Flor, don’t ya?”

“I’m not sure yet. What I say is this is too much coincidence.”

Entonces el celular de la chica suena.

“There’s somebody else who thinks like ya”., sonríe Owen.

Flor contesta.

“Dime, Chechi”.

“¿Viste lo que sacó Santa Cruz Directo?”

“Sí, justo aquí estoy con Owen”. (El aludido hace hola con la mano.) “Te manda saludos por cierto”.

“Tú qué piensas, Flor”.

“No sé qué pensar, Chechi. Más temprano lo hablamos y Owen dice que hay algo en la historia que no está completo”.

“¿Sigue contigo? ¿Puedes pasármelo, porfa?”

La chica entrega el celular al instructor.

“Es César”, le avisa.

Owen agradece y contesta.

“Hey, César, bro”.

Hello Owen. ¿Cómo es eso que la historia no está completa?”

“Haber otro wwebsite pero no estar activo ya”.

“Mmmm. A ver, dame el nombre. Veré qué puedo hacer”.

Mira un video aquí. 

Juan llega a su oficina en el Ministerio Público disculpándose con medio mundo por el retraso. Llega a su escritorio y se pone a organizar papeles cuando entra su secretaria.

“Por favor, dile a la gente que haré mi hora completa de atención al público y retrasa mis diligencias treint… ¡No! Mejor cuarenta y cinco minutos. ¿Recados?”

“Hace veinte minutos lo llamó un señor… Edú; como no estaba, solo dejó un mensaje, que usted lo entendería”.

“¿Cuál?”

“La Santita”.

El fiscal García entrecierra sus ojos. Se levanta.

“Por favor, contáctame con la doctora Dolores Salvavera y… pide a Sistemas que nos envíe un escáner, y que me lo instalen aquí mismo”.

“De inmediato, doctor García”.

Juan toma su celular otra vez y busca en su directorio.

“Hola, doctor. ¿Ya lo vio?”

“Sí, ya tengo el dato, Joey”.

“Yo también tengo otro: Cruz Dorada está detrás de todo”.

“¿Cómo lo sabes?”

Mira otro video aquí.

A media mañana, elga sigue revisando papeles cuando oye el timbre del portón. No le da importancia hasta que oye el ruido de un motor ingresando. Sale a la puerta.

“¿Y éste?”, se pregunta.

Christian estaciona la camioneta en el centro del patio principal y baja, camina al despacho.

“¿Qué haces aquí?”, se extraña Elga.

“¿Qué pasa? ¿No puedo visitarte?”

Christian cierra la puerta y en la caseta de vigilancia, Adán y Carlos solo pueden especular sobre lo que allí se está conversando, aunque parece transcurrir en buenos términos, a juzgar por la imagen de la cámara.

“¿Tiene derecho a visitarla, no?”, trata de suavizar las sospechas el capataz.

“A mí no me parece una visita de cortesía”, afirma el cuerpo de luchador.

Dentro del despacho, Christian muestra su celular a Elga, quien lo lee.

“¿Y esto cómo nos toca?”

“Nos beneficia porque perjudica a Tito. Ese negro es su gran aliado ahora, pero con esta publicación, ya no más”.

“Insisto, Chris: ¿y eso cómo nos beneficia? Nosotros estamos aquí arreglando papeles para una venta”.

“Y esa noticia nos cae como anillo al dedo porque Tito podría responder ante las autoridades, y Tito es el mayor opositor a la venta”.

“A mí me pareció que fue Carlos”.

“Nunca subestimes a La Estirpe, Elga”.

“Claro, lo dices con conocimiento de causa, y eso me lleva a preguntarte: ¿tú le diste estos papeles a este medio?”

“Quién sabe… Mas bien, con este dato, no tiene sentido que alarguemos lo de la venta. Nava me ha preguntado si es fijo que cerremos trato esta semana y le dije que sí, el viernes; pero si podemos sorprenderlo antes…”

“Christian, fui clara cuando te dije que no me presiones, que quiero tomarme mi tiempo”.

El abogado se acerca hasta la silla donde la mujer está sentada y se agacha a darle un beso en la boca.

“¿Sabes que estuve viendo opciones en Internet? ¿Qué piensas de Europa? El pata que me hizo las fotos hace años me invita a recorrer el Mediterráneo”.

“El pata que te hizo las fotos hace años estaba enamorado de ti”.

“¿Y no crees que eso nos conviene? Cerramos la venta, recibimos nuestra plata, vamos para allá y paseamos”.

“Yo quiero ahorrar mi plata, Christian”.

“Bueno, viajo solo”.

Súbitamente, el abogado se baja la cremallera de su apretado jean y se saca el miembro aún flácido.

“Hazle cariñito”.

“Ahora no, Chris”, ruega elga.

“No seas mala: te ha echado de menos”.

En la caseta de vigilancia, corren apuestas. Finalmente, Christian se baja el pantalón y deja ver sus perfectas nalgas.

“Me debes veinte”, dice Adán. “¿Llamo a los chicos?”

“No, igual lo verán mas tarde”.

Christian se quita la camisa y la deja sobre la silla de Elga, a quien pone de pie, quita el vestido de tiritas, quita la braga, la sienta en el escritorio y le mete el pene, mientras ella cierra los ojos no tanto por la excitación. Está pensando en alguien más, y el abogado parece advertirlo.

“¿qué pasa?”

“Nada, no tengo ganas, Chris”.

“¿No estarás cachando con estos hijos de puta, no?”

“¡No! No es eso; solo que no tengo ganas”.

Christian suspira incómodo, le saca el pene, se sube el bóxer y el pantalón y busca su camisa para ponérsela.

“Me voy”, le anuncia.

Elga vuelve a vestirse también. Cuando Christian reabre la puerta del despacho, gira.

“Espero que sea pena o cansancio, porque si es traición, te juro que no te la voy a perdonar en absoluto”, le dice algo ofuscado.

“No me presiones, Chris. Tú sabes muy bien por qué no debes hacerlo”, ella le guiña un ojo.

El abogado camina a abrir la puerta de la camioneta cuando Adán sale de la caseta de vigilancia como quien no está enterado de nada.

“¡ey, tú!”

Adán no le responde.

“¡Adán!”, insiste Christian.

El cuerpo de luchador se detiene y gira; camina con demasiada autosuficiencia hacia el abogado.

“¿Me llamabas?”

“No te preguntaré si ya regaste lo del sábado porque de hecho que ya lo hiciste; solo te diré que si eso me trae consecuencias, tú me las vas a pagar”.

Adán lo mira desafiante:

“¿Acaso me vas a matar como le pasó a Manolo?”

Christian se enfurece:

“¡So reconchatumadre!”

Alza el puño para golpear al cuerpo de luchador, pero éste reacciona con suma rapidez, toma el brazo y le aplica una llave que pone el trasero del agresor pegado a la ingle del peón.

“¿Así te gusta, ¿no?”, le susurra Adán. “Mi huevo bien pegado a tu culo, ¿cierto?”

“¡So reconchatumadre, ssuéltame!”.

Carlos corre desde la caseta y Tito y Frank vienen desde el fondo a toda velocidad; los separan: el capataz y el más nuevo contienen al cuerpo de luchador, y el gladiador al abogado.

“Vete, Christian”, le sugiere Tito. “No la cagues más”.

“¡ no la cagues más, Tito! ¡Tú no la cagues más!”, espeta enfurecido el abogado.

El aludido le tira un rodillazo en medio de las dos nalgas.

“¡Auuuu!”, grita de dolor Christian.

“Hazme caso: ya no la cagues”, le repite Tito.

Elga sale desde la casa grande y corre hasta ponerse en medio de todos los hombres.

“¿Qué pasa aquí?”, grita enérgica.

“El insolente de su empleado, señora de Rodríg…”, se queja el abogado.

“¡Ya, Christian! ¡Basta! Vete de una vez y regresa cuando acordamos”.

Christian mira molesto a Elga, mira a todos muy furioso. Se suelta de Tito y regresa a la camioneta.

 

domingo, 20 de febrero de 2022

ASS (16): A esa parcela se va a cachar

Rodo, el mototaxista, no pensó que la carrera incluyera participar en un trío.

 


Paco está en una esquina más o menos concurrida pasando las 8:45 de la noche del martes. Mira su celular y sonríe. Está vestido en una buzola que disimula pésimo su cuerpo delgado formado porque de la cintura para abajo, sus dos nalgas resaltan a pesar de la casaca y el viento revela la corva de sus bien formados muslos.

“Hola”.

Paco gira y se encuentra con un sonriente edú, quien viste chompa, jean, zapatillas y una mochila.

“Perdona la demora. ¿vamos?”

“¿Sabes cómo llegar?”

“Aunque hubiera apagón. ¿Vamos?”

“No, Edú. Estás loco si vamos a pie”.

“Tomemos moto”.

Paco busca en su celular y llama:

“No cualquier moto”.

En diez minutos aparece un trimóvil conducido por un chico que, bajo la luz blanca del alumbrado público, aparenta ser guapo, cosa que a Edú le jala la vista.

“Profe”, saluda el conductor.

“Rodo”, responde Paco.

Sube y le indica a edú que lo siga. Arrancan. En cinco minutos, las luces de San Sebastián quedan a sus espaldas, pero ocasionalmente las luces de los autos en la carretera los encandilan. Rodo toma un desvío y se mete en un camino de tierra afirmada, por lo quebaja la velocidad para no levantar tanto polvo.

Edú aprovecha que hay mucha más penumbra para cariciar la espalda de Paco hasta llegar más debajo de su cintura y meter su mano en la pantaloneta.

“No te has puesto calzoncillo”, dice a Paco al oído mientras mete su mano hasta ponerla en la raja del culo. Paco pone su mano en el bulto sobre el jean, protegido con la mochila; lo acaricia. Se aproxima al cuello de edú y comienza a besarlo.

“Aguarda”, le susurra el atleta. “Tu pata puede darse cuenta”.

“Le entra”, aclara Paco.

“¿Qué tanto le entra?”

Al llegar a la puerta de la parcela de Julio, edú se baja y la abre.

“Adelante”, indica Paco a Rodo.

“¿No hay roche?”, se paltea un poco el chico.

“Entra normal”.

El vehículo se detiene en el estrecho espacio entre el cerco y la fachada de la casa rústica.

“¿A qué hora te vengo a ver?”, consulta Rodo a Paco.

“¿Y si entras un rato, o tienes que hacer?”

“Chambear, profe. Tú sabes cómo está la situación”.

“Te pago carrera con espera”, replica Paco. “Va a ser bien difícil conseguir moto de regreso”.

“Ya, pues… te espero”.

“No”, tercia Edú. “Mejor baja y entra con nosotros”.

Los tres ingresan a la casa. Edú prende la luz de la sala. Los invita a seguirlo al cuarto. Para animarlo, Paco se acerca a Rodo, lo abraza y acaricia hasta poner su mano en su paquete. El conductor se da cuenta que edú ya desapareció.

“¿El pata le entra?”

Paco afirma sonriente con la cabeza.  Cuando los dos invitados ingresan al dormitorio, una linterna está prendida iluminando la pared enlucida cuyo color blanco refleja cierta claridad. Edú ya está sentado en la cama quitándose las zapatillas. Su mochila está en una pequeña mesita.

“Pónganse cómodos, chicos”.

Paco comienza a desnudarse. Rodo aún está perplejo: ¿qué es todo esto? Edú ya se quitó la chompa y ahora se saca el polo, se pone de pie y se afloja la correa para bajarse el pantalón. Paco también se ha deshecho de la casaca y el polo, se sienta en la cama y se quita las zapatillas, y en una maniobra típica de ballet ruso, se saca la pantaloneta y se queda calatito. Rodo mira cómo edú se aproxima hasta Paco, quien ya está acostado boca arriba, y lo besa en la boca. Ambos se acarician.

“No te has quitado el bóxer”, observa Paco a edú.

“Hazlo tú”.

El ‘profe’ se lo baja y siente cómo su pinga ya dura se junta con la verga semidura del otro varón. Mientras tanto bajo su ropa, Rodo siente que la suya también está bien parada y mojándole el calzoncillo. Paco y edú se siguen besando y acariciando sin censura, hasta que el primero se percata que el otro invitado sigue allí, de pie, inmóvil:

“Calatéate, Rodo”.

El mototaxista sigue sin atinar a nada excepto apoyarse en la pared y cruzar los brazos. Edú gira y pone a Paco encima suyo quien, rápidamente, se pone en cuatro y se agacha a chuparle los 18 centímetros de pene ya al palo.

“Así, Paquito. Trágatela”.

En la oscuridad, Rodo libera sus brazos, se baja el cierre y por fin se anima a sacar su pene erecto. Lo pajea. En ese mismo instante, edú gira hacia su mochila y abre uno de los bolsillos, saca un paquetito de condones y un sachet de lubricante. Abre uno y aprovechando que paco se la deja de chupar, se lo pone.

“Siéntate encima”.

“No me has estimulado mi ano”, le aclara Paco.

“Gira”.

Ambos hacen un 69: Edú sopea a fondo el hueco de Paco. Rodo, quien decide que masturbarse no será suficiente, por fin se quita la chompa, el polo, el jean… todo… Ya desnudo se pone a los pies de la cama entre las piernas de Edú. Paco aprovecha la pose para mamársela. Aunque la pinga de Rodo mide 14 centímetros, es cabezona y algo curva hacia abajo.

“La mamas rico”, le felicita el chofer.

Vistas las circunstancias, edú decide sacar sus piernas y abrirlas. Aprovechando que Paco está en cuatro chupándosela a Rodo, toma un poco de lubricante, se lo unta en su miembro y luego en el hueco del pasivo. Se lo va metiendo poco a poco. Paco gime de dolor mientras lo penetran sin dejar de chupar la pija de Rodo, quien de solo imaginar lo que está pasando en sus narices pero a contraluz, llega al orgasmo y suelta su semen en la boca del ‘profe’. Y deja su pene allí dentro.

Las acometidas de edú aumentan, se hacen más vigorosas y cuidadosas. Tras cinco minutos de cachar, se percata que Rodo lo mira a ppesar de la poca luz. No puede distinguir más detalles sobre su físico, aunque parecía gruesito cuando tomaron la moto.

“Tengo otro condón y más lubricante”, invita.

“Ya las di”.

Edú sonríe y sigue bombeando el culo de Paco haciendo sonar su pelvis contra las nalgas del pasivo. Media hora después, finge haber llegado al orgasmo.

Paco yRodo están de regreso en San Sebastián sanos y salvos a un cuarto para las 11 de la noche.

“Gracias”, sonríe el pasajero.

“Me hubieses avisado”, le responde el conductor.

Paco le sonríe:

“Tú sabes que a la parcela de Julio no se va a rezar de noche”.

Rodo le sonríe y se va en su moto. Cuando Paco llega a su cuarto, revisa su bolsillo: en una bolsita plástica está el condón usado que olvidó tirar por el camino. Está manchado.

 

Y para finalizar,te dejamos con una porno. 

sábado, 19 de febrero de 2022

proyecto Lujuria 5.2: Sexo gay real sobre el escenario


Más de ochocientos kilómetros al sur, en Miraflores, Lima, Evandro y Alexis están en el teatro revisando el escenario para ver si se requieren ajustes en el decorado, las luces, la tramoya.

“¿Cómo te diste cuenta, huevón?”

“No jodas, Evan. El chamo está solo aquí, siente nostalgia, de pronto le das la mano, te vuelves su amigo, le das trabajo, le consigues el papel en el montaje, le consigues hogar, compartes sus ratos de melancolía. ¿Te das cuenta que ha pasado a depender emotivamente de ti?”

“No sé si halagarme o preocuparme, Alex. Me parece que le crucé los chicotes esa noche”.

“Lo que sí, eres un arrecho de mierda. ¿Qué habrías hecho si alguien los descubría? Y no me vengas con que ya era muy tarde, que nadie iba a entrar, que ya lo habías calculado. ¿Te has puesto a pensar en la reacción de Laura?”

“Me botaría del edificio con todas mis cosas y sería una masa sanguinolienta en la zona residencial de Jesús María… Actor controvertido y odiado muere por crimen pasional. Ya lo veo”.

Alexis ríe:

“Claro que desde el infierno porque al cielo no creo que te vayas”.

“Bueno, tampoco tú eres un angelito. A ver, ¿qué necesidad de cachar con ese Gibrán?”

“Solo aseguraba nuestros intereses, querido Cruzado”.

“Aunque entre su culo y el del Os, obvio que el del Os, querido Rodríguez”.

“Eso me alivia; pensé que te habías obsesionado con mi culo porque hasta ahora no consigues controlar tu erección cuando hacemos las escenas”.

Evandro se para en seco y mira a Alexis sonriendo pendejamente:

“No me digas que te jode”.

“Me paltea el público, y peor aún me paltea Zaira”.

“Huevón, ¿no recuerdas cuando bailábamos y hacíamos esos sows en Santa Anita, Comas, Los Olivos, Lince, San Borja?”

“Pero no vas a comparar, pues, Evan: esa gente iba a ver sexo en vivo; esta gente viene a ver arte”.

Evandro mira a Alexis y de pronto no puede contener la carcajada.

“¿De qué te ríes?

“Que este teatro esté en Miraflores, no significa que no quieran ver sexo. ¿Acaso no sabías que en 1992 hubo un show de strippers a media cuadra del óvalo en plena avenida Ricardo Palma? ‘Striptamente femenino’ decía el aviso. ¿O qué me dices del show de strippers más famoso del país? ¿No se daba aquí en Miraflores, en lo alto de un edificio?”

“¿1992, Evan? Tú no tenías ni dos años de edad. ¿Cómo sabías?”

“¿En 1992, Arnold Escalante tenía veinte años y un físico envidiable para la época, y conserva todas las fotos del evento”.

“Y te las mostró”.

“Toditas”.

Evandro baja la palanca de las luces y el escenario queda en penumbra.

“Arnold no tiene un gran culo pero se mueve bien”, comenta Alexis.

“Tú no tienes nada que envidiarle a Escalante, Alex. Lo tienes mejor en todo el sentido de la palabra”.

“Muy velludo para ciertos estándares”.

“No para los míos”.

Evandro se acerca a Alexis, lo abraza y le planta un beso francés en la boca que es correspondido mientras le acaricia las nalgas encima de su pantaloneta deportiva que eligió como atuendo esa mañana .

“Me encanta cuando Zaira me hace el beso negro”, susurra el velludo actor.

“¿Mejor que los míos?”

Evandro busca el nudo de la pantaloneta de Alexis y lo desata; baja la prenda. Hace que su compañero gire, le baja el bóxer, y mientras éste se apoya sobre la cama y separa sus piernas, Evandro le besa las nalgas peludas y luego mete su lengua en el ano caliente dejándolo mojado con su saliva. Alexis gime y no tarda en dilatar su esfínter:

“No has perdido el toque. Sigue. Sigue””.

Las manos de Evandro bajan más la pantaloneta y el bóxer y comienzan a manosear el largo grueso y lubricado pene ya erecto y las grandes y peludas bolas de su amigo.

“¿quieres chupármela?”

Evandro deja de hacer el beso negro:

“Voltéate”.

Alexis se incorpora, gira, y deja que Evandro le mame la pinga con mucha fruición mientras su dedo índice masajea el ojo del culo y su otra mano, el resto de las velludas nalgas. Poco a poco, ese dedo va metiéndose en ese hueco aprovechando la lubricación que dejó la saliva. Alexis jadea y gime.

“Quiero chupártela, Evan”.

El actor que está arrodillado se pone en pie, se desabotona su jean y se lo baja con todo y bóxer hasta los muslos. Alexis toma el pene semierecto de Evandro, se lo mete a la boca y comienza a succionarlo. ¿Hace cuánto que no prueba ese extraño salado del líquido preseminal de su amigo? Sus manos acarician las nalgas lampiñas y suaves.

“Voltéate”, pide a Evandro.

Alexis devuelve el beso negro combinado con un rico masaje de pinga y bolas, tanto que Evandro tampoco evita gemir,jadear y desear algo más, aunque no sabe si pedirlo.

Ambos hombres están en lo mejor de ese toma y dame cuando una voz los deja helados:

“¿Amorcito?” 

viernes, 18 de febrero de 2022

La hermandad de la luna 9.2

Cuando Frank regresa a la caseta de vigilancia, Carlos y Tito lo esperan.

“Pasó de nuevo, no?”, pregunta el gladiador.

El más joven no sabe cómo reaccionar.

“¿ella te gusta, Frank?”, reitera Tito.

“Tengo que hablar con Flor”, responde el chico con la voz algo temblorosa.

“Ahora eso no es lo importante”, sorpresivamente replica el gladiador.

Frank lo mira absolutamente confundido.

“Hay información seria que debes manejar, sobrino”, le añade Carlos. “Y esto va a cambiar muchas cosas”.

“¿Sabes la diferencia entre persona y personaje?”, inquiere Tito.

Frank no se siente en capacidad de hacer filosofía a esa hora.

 Mira un video aquí.

Elga, por su parte, se prepara el desayuno con el celular en la oreja.

“Sí, estaba en la ducha, Christian. ¿Cuál es el problema?”

“¿Y te demoraste hora y media?”

“Salí a correr”.

“¿Cómo está la cosa por allá?”

“Pues, Manolo y estos chicos lo tienen todo tan bien organizado que no se me hace problema encontrar la información, pero me falta revisar más”.

“¿Quieres mi ayuda?”

“No, por ahora no; todo está bajo control”.

“Bueno, tienes que enterarte de algo que acaba de pasar en Santa Cruz y que afecta directamente a uno de tus empleados”.

Elga se pone en modo alerta. Su cabeza velozmente comienza a atar cabos.

Mira otro video aquí. 

En Collique, Juan está tarde para ir a su trabajo. Ha llegado cerca de la una de la mañana (con el consabido reclamo de su esposa), y recién está saliendo de la ducha. Al entrar a su cuarto para cambiarse, escucha que su celular tiene activa una alarma de mensaje. En realidad, cinco mensajes seguidos de Alvin, alarmantes. El último tiene un enlace que abre. El fiscal lo lee y recuerda algo:

“Puta madre”, masculla.

Hace una llamada de urgencia.

“Acabo de leerlo: no son buenas noticias, ¿sabes?”

Ya vestido, sale disparado hacia su despacho personal.

“¿Vas a desayunar?”, le consulta su esposa al pasar por el comedor.

“Ahorita”, le dice a la volada.

Abre uno de los cajones, saca la carpeta lila y trata de leer cada folio en un segundo.

“Mierda”, susurra.

Toma su teléfono otra vez y hace otra llamada.

“Hola. Necesito tu ayuda y te prometo algo realmente bueno”.

Mira otro video más. 

Flor barre la vereda de su casa cuando su vecina sale.

“Ya era hora m’ijita porque tenían esa vedera todita cochina”.

Flor sonríe.

“Se nos pasó, señito”.

“¿Y qué fue del chico que se desmayó la semana pasada?”

Flor remece su cabeza.

“¿Chico? ¿Cuál chico?”

“el chico que tenía ese trapo como máscara en la cabeza, m’ijita”.

Flor muestra muchísimo interés.

“A ver, cuénteme”.

Tenemos un video más aquí. 

En la comisaría de Santa Cruz, el suboficial Chira comienza su turno como guardia de puerta. Todo lo que tendrá que hacer durante ese tiempo será verificar quién entra y quién sale del local. Se sienta a leer el cuaderno de ocurrencias en el escritorio a la entrada, y cuando acaba se para en la puerta a ver la plaza. Desde la ventana del hotel del pueblo, alguien con el cuerpo de catchascanista aún en pelotas lo observa y le toma una foto.

“No me digas que se te acabó la plata, cadete”, comenta.

Envía la foto y en cuestión de un minuto alguien lo llama.

inge”.

“¿De cuándo es esa foto, Carnes?”

“De ahoritita mismo, inge”.

Mira otro video más aquí.