miércoles, 27 de marzo de 2013

SOT-2013-012: Pedro regresa

Escrito por SOT

 

9MAR2013

22:05

Recibimos órdenes de iniciar un operativo preventivo en las calles de Piura. Yo haré pareja con uno de mis colegas, a quien conozco porque solemos jugar pelota los fines de semana. Tiene unos 28 años, pero es de contextura normal, trigueño.

 

23:14

Llegamos a un hostal. Lo que buscamos es prevenir la práctica del meretricio con menores de edad, que es ilegal, así como verificar que las condiciones de salubridad sean las adecuadas.

Entramos de improviso. El dueño nos jura que allí todo está en orden, y me saca sus papeles.

Mi compañero ya ha subido a las habitaciones a verificarlas una por una.

Los papeles del dueño, efectivamente, parecen no tener problema. Cuando creo que la intervención ha finalizado allí, mi compañero me llama al celular. “Indocumentados”, me dice.

 

23:26

Subo al tercer piso. En una habitación, mi compañero tiene a dos varones desnudos. Logro ver al primero. Es un abogado que siempre encuentro en la corte, y con el que tuve una aventura hace unas semanas, cuando regresé a Piura, y que se los conté por aquí.

Entro al dormitorio para ver al otro… ¡es Pedro!

Pedro fue el muchacho que me sacó de la selva, allá en Cusco, quien viajó conmigo, y me llevó hasta Lima.

Cuando le menciono a mi compañero sobre la identidad del abogado, decide dejarlo ir.  El abogado se viste, me mira como agradeciendo y sale a toda prisa. Mas tarde, me enviará un mensaje dándome a entender que guarde el secreto.

Trato de abogar por Pedro, pero mi compañero se resiste: “Puedes conocerlo, huevón; pero si los jefes saben que no atrapamos a nadie, nos cagan”.

El muchacho está ahí, sin ropa, acostado sobre la cama, luciendo toda su musculatura bien trabajada, como si nada le importara.

 

10mar2013

00:06

Trasladamos a Pedro a la comisaría. Juzgo que no es el momento para hablar con él, porque puedo empeorar su situación. Sin embargo, consigo que no lo internen con los otros detenidos, sino en un espacio algo más cómodo, dentro de la incomodidad de la comisaría.

 

00:18

Por fin consigo hablar con Pedro.

“Como te dije, quería ir a Máncora. Pero el negocio está cayendo. Fin del verano”, me cuenta. Además me dice que estuvo buscándome por Piura durante una semana, pero que no dio conmigo, y, como se le estaba acabando la plata, comenzó a buscar clientes en discotecas. Así se pudo mantener.

“Yo tampoco tengo casa acá. Estoy viviendo en la Jefatura”, le digo.

“Incluso estoy tirando con el instructor de mi gimnasio, para que no me lo cobre”, me cuenta.

Salgo y le traigo una botella con agua. Me lo agradece.

Prometo verlo dentro de un rato, y le digo que se sienta seguro en esa habitación.

 

02:10

Luego de hacer el papeleo de la intervención, regreso a ver a Pedro. Miro a ambos costados, y abro la puerta con cuidado de no hacer ruido. Adentro escucho gemidos, y me digo a mí mismo que espero que Pedro no se esté masturbando allí dentro.

Cuando consigo abrir la puerta, me quedo sorprendido.

En el escritorio del fondo, Pedro está completamente desnudo, apoyado sobre este mueble. Detrás, mi compañero lo penetra, también completamente desnudo. Pedro mueve su trasero con destreza. En realidad, quien gime es mi compañero.

Cierro la puerta de inmediato, lo que llama la atención de ambos. Pedro se asusta un poco, pero mi compañero me mira, sonríe, y me hace una seña para que me acerque.

Sólo atino a coger una silla, ponerla a cierta distancia y a ver la escena.

Entonces Pedro se separa un poco de mi compañero, me da la espalda y se acuesta boca arriba sobre el escritorio, de tal modo que mi compañero lo vuelve a penetrar. Mi compañero no será musculoso, pero se maneja un pene grande. Quizás 20 cm.

Mi compañero agarra a Pedro de sus amplias y marcadas piernas y lo bombea con fuerza. El bombeo hace que las dos pieles chasqueen rítmicamente.

Por un momento, mi pene se pone rígido. Sólo me lo acaricio, pero no lo saco, como podría ser costumbre.

De pronto, mi compañero arquea su cuerpo hacia atrás y gruñe con rapidez. Se queda moviéndose un poco más hasta que saca su pene ya flácido, se quita el condón, se pone su ropa y se va sin despedirse.

 

05:10

Acompaño a Pedro a que tome su ómnibus a Máncora. Le doy referencias de unos amigos que tengo allá para que lo ubiquen en un lugar seguro. Verifico que tiene sus documentos a mano.

“¿Por qué no me cachaste?”, me pregunta confidencialmente.

“Porque no tenía ganas”, le respondo. “¿Por qué cachaste con mi compañero?”

“Fue negocio”, me dice. “Mi libertad a cambio de que botara su leche”.

“Yo no te hubiera hecho o pedido eso”, le replico.

Pedro se queda en silencio, viéndome a los ojos.

Se anuncia la salida.

Lo despido con un abrazo.

Me siento raro.

 

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martes, 26 de marzo de 2013

Él y yo (4): La llamada

Escrito por N-Ass

 

Y el milagro sucedió: a él lo llamaron a una entrevista de trabajo. Algo me decía que quedaría con el puesto. su carisma, su competencia profesional y su actitud servirían de mucho.

Vino exclusivamente para acudir a la reunión.

Nos reunimos apenas para almorzar. Luego regresó a casa. Lo que sí, procuramos que ese breve momento fuera muy significativo. Desde aquella noche que la pasamos juntos en ese hotel de parejas, no nos habíamos visto.

¡Extrañaba darle un beso! Pero, nuestra sociedad aún no está lista para esas muestras de cariño. Los roces de manos, los abrazos, las expresiones cariñosas harían el resto.

Como niño travieso, tras almorzar, fuimos rápido a tomar un helado. Es fanático de los helados, y si son de chocolate, mejor. Recuerdo que se vaciló descaradamente del uniforme de los mozos. Decía que parecían aquéllos que corrían delante de los toros en la fiesta de san Fermín, en España.

Le dije que el día que fuera rico, podía comprar la heladería y modificar el uniforme.

Aunque quien más le vaciló fue el mozo que nos atendió en el restaurante donde almorzamos. Era un chico de un lindo cuerpo, moreno, algo velludo, que vestía un bibidí y bermuda, así que su físico era imposible de ocultar, en especial su culo bien formado, además de fuertes brazos y pecho, y piernas de campeonato.

Su intención de estar más cerca físicamente tuvo sus logros. Unos días después, le dijeron que había sido aceptado en la nueva chamba, pero desde mayo. Claro, la mala noticia era que había que esperar. La buena: ya tenía chamba. Sólo quedaba esperar. Y esperamos.

En medio de una situación endeble, él y yo era lo único seguro que teníamos.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El Vigilante (21): Despedido, de nuevo

Escrito y creado por Hunk01

 

Los dos uniformados  tomaron a un desconcertado Marcos de cada brazo. Leandro se enfureció.

-          ¡Nadie se lleva detenido a nadie! A ver, ¿dónde está la orden del juez?

-          Los dos policías se miraron asustados, y luego miraron a Fabián, quien sintió que el piso se le movió. Mario, por su parte, se quedó inmovil a la izquierda de su superior.

-           Llévenselo. Es mi principal sospechoso.

-           ¡Fabián, tú no eres el comisario ni el juez! ¡Señores, ustedes se lo llevan detenido y ahora mismo los denuncio por detención arbitraria! ¿quieren su baja, acaso?

-          Los dos policías volvieron a mirarse.

-           ¿Se puede saber qué pasa aquí?

-          Súbitamente, el padre de Leandro, Elías, ingresó a la oficina.

 

Marcos estaba recostado en el sofá de la sala de Ricardo, quien lo miraba sonriendo compasivamente desde el sillón del lado.

-          Puta, primo. Parece que nuestro cuerpo es nuestra maldición.

-          Marcos giró la cabeza hacia Ricardo.

-           ¿Por qué lo dices?

-           Nos llaman por el atractivo, pero eso nos causa más problemas que otras cosas… ¿qué harás?

-           Leandro me dijo que espere. Pero mejor busco otra chamba.

-           Regresa con armando.

-           Prefiero trabajar contigo. A la mierda el Mister Bodybuilding.

-          Ricardo se aproximó a Marcos, lo tomó de la mano, volvió a sonreírle. Marcos lo miró y le devolvió la sonrisa. Ricardo le acarició la mejilla con la mano, y se aproximó para besarlo en la boca. Marcos reaccionó.

-           No, Ricardo. Lidia…

-          Ricardo se contuvo.

-          En ese momento, la mujer entraba a la casa. Saludó a los muchachos casi murmurando.

 

Marcos se estaba bañando en la ducha del gimnasio, cuando entró Danilo. Había ido a entrenar tarde, así que ya no habían alumnos en el establecimiento. El instructor se calateó y entró a compartir el baño.

-          ¿Te animaste, agarrado?

-           No se. Pero, ¿no será riesgoso?

-           Para nada, huevón. Yo lo hagho, y me va muy bien.

-          Marcos sonrió mientras se jabonaba su recio y bien formado cuerpo. Danilo se le acercó y le arrimó todo su bien trabajado físico.

-           No dejaremos de participar en el Mister Bodybuilding, Marquitos.

-          Danilo juntó sus labios con los del vigilante, y… saboreó el jabón que se había puesto antes. Danilo escupió. Ambos se rieron.

-          Saliendo de la ducha, Danilo jaló unas colchonetas, hizo que Marcos se acostara y comenzó a chupársela. Pero intentó algo nuevo: giró e hhizo que su pelvis quedara a la altura de la cara de Marcos. Era obvio lo que quería, un 69.

-          Al inicio, Marcos dudó, mas, ¿qué perdía? Ambos se mamaron la pinga, se lamieron y relamieron los huevos, las nachas y los ojos del culo.

-          Danilo se puso en cuatro, de tal manera que Marcos, tras ponerse un condón, se la clavara suavemente para luego bombearlo más y más rápido.

-           Así, Marcos. Qué rico cachas, mi cachaco. Ábreme el culo.

-          Varios minutos después, Marcos le avisó que iba a acabar, y el instructor hizo una maniobra. se volteó a verlo.

-           ¿Quieres que te la meta?

-           ¿estás cojudo? Esa huevadaza debe doler como mierda.

-           O sea, sí quieres.

-           No, huevón. Ahí nomás.

-           Déjamela sobártela, entonces. ¿Puedo?

-          Danilo le hizo un beso negro a Marcos y aprovechando el ensalivamiento le frotó su pichula, hasta que derramó su leche sobre las nalgas del vigilante. Marcos se puso de pie, hizo que Danilo se la chupara y le embarró la cara y cuello con su pegajoso fluído blanquecino.

-          Cuando Marcos se vistió y prendió su celular, halló varias llamadas de Leandro, y un mensaje de voz…

 

A la mañana siguiente, Marcos fue a la oficina de Leandro. Estaban él, Fabián y elías, quien tomó la palabra.

- Marcos, te hemos llamado porque Fabián tiene algo que decirte.

Fabián bajó la cabeza. Musitó:

-          Di-di-disculpas, Marcos. Debí investigar antes de acusarte.

-           Gracias, Fabián. Marcos, descubrimos que la frutera estaba coludida con uno de los vigilantes. Si te hubiéramos hecho caso, nos habríamos ahorrado miles de soles.

-           Gracias, don elías. No era necesario esto…

-           No he terminado, Marcos. Quiero informarte que la decisión de Fabián, de que dejes tu cargo como asistente de Leandro ha sido aceptada.

-          Marcos sudó frío. Si ya estaba fuera, ¿para qué lo hicieron venir de nuevo?

-          Elías siguió:

-           A partir de mañana, te pondrás a mis órdenes. Te estamos nombrando… supervisor de seguridad.

 

(CONTINUARÁ…)

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia. Contacta al autor: hunks.piura@gmail.com

martes, 19 de marzo de 2013

Él y yo (3): Por tí

Escrito por N-Ass

 

No sólo de llamadas cariñosas vive el hombre, sino de la presencia del ser quien amas. Mi enamorado y yo teníamos la necesidad de vernos, de concretar un nuevo encuentro físico. Él aún no conseguía trabajo, pero, una noche, conversando, se nos ocurrió que una estrategia podría ser que consiga un empleo que le permita vivir por acá, que nos permita estar cerca y que le permitiera presentar papeles para potenciales chambas.

Gracias a un amigo, conseguimos que trabaje en un restaurante de comida marina, uno grande. Su trabajo sería ver los pedidos y verificar que la gente se sintiera bien atendida.

Lo hablamos bien. Él quería aceptar el reto, y se vino para acá. La verdad que se ganó todo mi respeto, pues iba a ahacer algho que jamás había estudiado, pero que, en las circunstancias, sin casa, sin trabajo… ¿habría otra opción?

Llegó de noche, y con mi amigo le consguimos un cuarto en un hotel cerca de su chamba. De ese modo, caminaría lo menos posible. Por las noches, cuando acababa su turno, nos veríamos en casa.

Se esforzó por trabajar lo más posible. Teníamos planes para pasarla juntos en su día libre… apenas aguantó un par de días, debido a la patanería y la malcriadez de la gente, que cree que los mozos son parte de su servidumbre.

Las dos noches, tras su trabajo, vino a casa y lloró amargamente. Se estaba humillando demasiado. Encima, apenas si podíamos vernos, y mucho menos estar juntos como quisiéramos.

Al tercer día regresó a casa de su amiga. Apenas bajaba del bus cuando su papá lo llamó por teléfono. Quería conversar con él.

Fue a verlo, y terminaron discutiendo. Su viejo se había cerrado en la misma huevada de que la homosexualidad era una enfermedad, pero que no permitiría que siga viviendo fuera de casa.

Me llamó para preguntarme si creía que era buena idea volver a casa. Lo pensé bien, pues me arriesgaba a perderlo, pero iba a tener tres comidas diarias, una cama, un techo, su familia.

Le sugerí volver y mantener el contacto por teléfono o Internet.

A los dos días volvió a casa. Todo salió bien. Tenía dónde vivir, y manteníamos la comunicación. El problema era que debíamos seguir esperando hasta que nuestros cuerpos volvieran a juntarse.

lunes, 18 de marzo de 2013

Paolo: Mi pata

Escrito por Paolo

 

Estaba un día entrenando con mi pata. Él es alto, atlético,de buen porte,del tipo que no tiene que matarse en el gym para tener buen cuerpo,esos que su espalda es como una V y con unos cocos recontra marcados, ésos que parecen pared de ladrillos. Cuando se levanta el polo, da ganas de pasarle la lengua por el pliegue de sus músculos .  

Esos músculos marcados en la parte baja de la espalda a mí me parecen muy sexys. No sé si sea el caso de ustedes.

De cara, más o menos(pero, seamos honestos, ¿ a la hora del cache realmente interesa mucho la cara?) , super buena gente,un buen pata,un wevón del cual te podrías enamorar...

 

Comenzamos a entrenar . Recuerdo que ese día no tenía muchas ganas, ya que me tocaba hacer piernas y esos son los músculos más grandes y pesados; pero con Pedro se me quitó la pereza, y con su sexy voz empujandome a esforzarme más cada vez, se me pasó la wevada ¡VAMOS¡...¡DALE¡...¡NO WEVEES ¡,decía él.

 

poco a poco se me quitó toda la fatiga, y tanto calor,sudor y roce de nuestros cuerpos me comenzó a excitar.

Primero hicimos sentadillas, y cuando él me ayudaba y se me pegaba al cuerpo podía sentir un bulto "extraño". No estaba seguro q chucha era,si su pinga o la correa de protección pero fuera lo que fuera, se sentía MUY BIEN...

LUEGO llegó mi turno de ayudarlo, y como yo soy más chato, tenía que cogerlo del pecho,de su formado,duro y sudado pecho. Puse mis manos exactamente sobre sus tetillas y le pasé suavemente con la punta de mis dedos. Mi pata no dijo nada. No sé si lo habrá notado.

Me pegué junto a su cuerpo. Todo él estaba empapado de sudor, igual que yo, y olía muy bien, a macho sudado y desodorante REXONA V8, que me pone.

Me pegué aun más a su cuerpo y comenzó a descender para hacer las sentadillas. Mientras lo hacía, podía sentir cómo rápidamente la pinga se me ponía DURA, MUY DURA. Tenía miedo que mi pata me dijera algo, pero como estaba muy concentrado en el ejercicio, no dijo nada..

 

Terminamos de entrenar y nos dirijimos a las duchas. Éstas estaban vacías. Estábamos los 2 solos.

Él trató de quitarse el polo, pero como éste estaba tan mojado, no salía de su cuerpo. Estaba pegado. ¿ME PUEDES SACAR EL POLO?-me preguntó mi pata.

_Por SUPUESTO_respondí yo, y ni corto ni perezoso me acerqué hasta él. Puse mis manos sobre su torso mojado y lentamente le saqué el polo, recorriendo con mis manos su torso mojado.

_ES PARA HOY_dijo mi amigo, entre bromas, al ver que me demoraba más de la cuenta. Muy a mi pesar lo hice.

Se sacó el short y quedó en ropa interior frente a mi . Debido al sudor, su calzoncillo también estaba húmedo, así que podía notar su pinga crecida...

_¿QUIERES QUE TE AYUDE CON TU POLO'?_preguntó mi amigo

_POR FAVOR-RESPONDÍ

Éste pasó sus manos por mi torso y también se demoró al hacerlo. Sentía cómo recorría mi torso con sus manos.

Quedamos ambos con el torso desnudo,nos miramos fijamente por un segundo sin decir nada...

Me costaba respirar. Nunca había visto tan sexy a mi pata, y al parecer éste tampoco, ya que lentamente se acercó hasta mí. Chocamos abdomen con abdomen. Sentía sus cocos contra los míos. Puta ya tenía la pinga dura como un mazo.

Sin poder controlarme más, comencé a sobar la pinga de mi amigo sobre su calzoncillo, la cual no estaba parada del todo, pero podía sentir cómo rapidamente se estaba parando, Y RÁPIDO.

¿QUÉ HACES?_Dijo mi pata pero sin retirar mi mano de su pinga.

Nada_respondí

Éste no dijo nada más, y me comenzó a besar con fuerza. Besaba bien ,muy bien. Yo comencé a recorrer su cuerpo con mis manos, sin recordar q alguien podía entrar...

Súbitamente sentimos pasos, por lo que tuvimos que separarnos . Alguien acababa de entrar ...

Mi amigo me miró,sonrió y me dijo al oido¿LO SEGUIMOS EN OTRO LADO?...

 

Llegamos hasta untelo que él conocía por el centro, ,al cual yo nunca había ido.

Durante el camino no dijimos nada. No podía creer que me encontraba afuera de un telo con mi amigo. Jamás lo hubiera creído.

Sin esperar más, entramos, con un poco de roche debo decir. Él pagó la habitación. Yo tenía la gorrita puesta, para que nadie me reconociera.

Le dieron la llave 202, y subimos hasta la cual sería nuestra habitación por un par de horas.

Entramos. Cerró la puerta, y sin más me tomó con fuerza por la cintura y me abrazó, diciéndome
_Yo siempre te quise..

Éso me tomó algo por sorpresa, pero inmediatamente yo le respondí
_También yo.
Giré ,aun tenía sus brazos alrededor de mi cintura,me saqué el polo y nos comenzamos  a besar. Mientras nos besábamos bajé mi mano por su torso duro hasta llegar a la bragueta de su bermuda, la toqué suavemente y la tenía DURA,RECONTRA DURA..
-SÍ ,LA TENGO DURA_dijo riendo
-Ya me dí cuenta _respondí riendo.
Inmediatamente le saqué el polo y seguimos besándonos. Éste me levantó como si no  pesara nada. Yo puse mis manos alrededor de su cuello y nos besamos con mas fuerza. Yo ya la tenía recontra dura,igual o más dura que él.

Sin más, caímos a la cama besándonos.

 Yo ya no me podía contener más, sentía que en cualquier momento me iba a venir. Nunca había estado tan excitado.

Le saqué la bermuda. Él hizo lo mismo conmigo mientras me acariciaba las piernas...
_Me encantan tus piernas_dijo mientras me las mordía suavemente.
_Y a mí tus cocos_dije pasando  lentamente mi lengua por todo su abdomen hasta llegar a su bien formado pecho. Pasé mi lengua por sus tetillas, las cuales estaban duras y recontra rojas; entonces, mi pata comenzó a gemir de placer...
_AHHHH MIERDA SÍ... Eso le habia encantado así que yo seguí..._NO PARES _decía mientras me empujaba con fuerza contra su músculoso y sudado pecho....PUTA MADRE QUÉ BIEN SE SENTÍA..
Mientras le besaba el pecho comencé a pajearlo con fuerza. Mi pata moría de placer y yo también.

El mundo podía destruirse y nosotros ni cuenta nos hubiéramos dado....

Jalaba con fuerza y rápido su pinga recontra dura y venosa . La tenía recontra roja,

Mi pata trataba de no hacer ruido pero no podía,moría de placer...Y YO TAMBIÉN...
_ESO NO PARES,SIGUE_decía
Yo se la corría aun con más fuerza. En  el ambiente reinaba un olor a macho sudado y pinga. Con una mano lo pajeaba y con otra comencé a acariciar sus bolas. Éso fué suficiente.

Mi pata explotó en éxtasis...
_YA ME VENGO _DIJO:....segundos después salía toda su leche,en cantidades asombrosas sobre su bien formado pecho, formando pequeñas manchas de placer por doquier.
_Ahora es mi turno_dije sacando mi pinga y pajeándome sobre su pecho.

Instantes después me vine sobre su pecho mientras él me observaba extasiado y acariciandose la pinga.
_ESO ESO VENTE..._gritó mi pata al ver mi leche sobre su pecho...Una vez que me vine sobre él, acaricié su pecho, mezclando nuestras leches y me acerqué hasta besarlo.

 

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jueves, 14 de marzo de 2013

SOT-2013-011: Control de rutina

Recopilado por SOT

 

3MAR2013

8:47

Soy un profesional de 35 años. Trabajo en mi propio negocio todos los días, pero trato de darme tiempo para todo, en especial mi familia y el gimnasio. Entreno todos los días, incluso el sábado, por lo que tengo una forma que varios amigos y compañeros de mi edad envidian.

Como tengo una parcelita en san Lorenzo, los domingos, como hoy, los aprovecho para darle vuelta, y, si puedo, traer algo, no mucho, pues suelo ir en mi propia moto, así que no puedo cargar mucho peso.

Ir en la moto me relaja. Siempre tomo todas las precauciones: casco, documentos, y para que se me haga más sencillo, una ropa algo pegada al cuerpo.

A media hora de llegar a mi destino, junto a lo que parece ser una construcción avandonada al lado de la carretera, me detiene una sirena.

Paro la moto, y viene hacia mí, un policía de unos 30 años, alto, de cuerpo bien formado. No voy a tanta velocidad quedigamos. “Buenos días, ¿documentos?”, me aborda. Se los muestro.

“Disculpe. Me tiene que acompañar”, me dice.

“¿Hay algo mal?”, le pregunto.

“Control de rutina. Acompáñeme, por favor”, insiste.

Avanzo con la moto hasta la patrulla. Allí está otro policía.

El primero de ellos, me pide que me apoye en la pared de la construcción, opuesta a la carretera, y comienza a registrarme. Pero, en vez de darme las palmaditas a lo largo del cuerpo, siento que me lo acaricia.

No puedo evitar sentir cosquillas cuando sus manos pasan por mi costado, mis piernas y el interior de ellas.

“¿Le pasa algo?”, me dice.

“Nada, jefe”.

Repite el procedimiento. No puedo evitar que un suspiro se me escape.

“Tienes el cuerpo duro”, me comenta el policía.

“Voy al gym, jefe”, le replico.

Entonces, siento sus manos por mi espalda y mi trasero.

“Yo también voy al gym”, me dice. “Mire, todo está en orden; pero, me gustaría que me colabore”, prosigue.

“Colaborarle, ¿cómo?”. Sospecho que comenzará a pedirme plata. Sigo apoyado sobre la pared.

“No se preocupe. Sólo confíe en mí”, me dice.

Siento que su cuerpo se aproxima y pega por detrás de mí, en especial su paquete, que lo pone justo sobre mis nalgas. Sus dos manos comienzan a rodear mi cintura, hasta que encuentran mi correa, la que desabrocha. Cuando lo consigue, me desabrocha el pantalón, me baja el cierre, y poco a poco –ya que está apretado- lo tira hacia abajo hasta medio muslo, o algo más abajo.

“Te queda bien ese boxer pegado”, me dice el policía, mientras yo no atino a nada. Escucho el desabrochar de una correa, luego un cierre. Siento algo duro entre mis nalgas, mientras sus manos cogen y acarician mis caderas. Sin decir nada más, el policía comienza a frotar su paquete contra mi trasero. Conforme me sigue frotando, él comienza a suspirar y a jadear. Yo me quedo en silencio.

Entonces, él me baja mi boxer: “¡Mierda! ¡qué rico culo tienes… blanquito… lampiñito”.

De inmediato, siento una humedad en mi ano: el policía me mete lengua y me excita sobremanera. “¿Te gusta, no?”

Se detiene unos segundos. “Te va a doler un poco, pero tranquilo. Si te duele mucho, me avisas”, me recomienda.

Efectivamente, siento que algo grueso comienza a penetrarme por el ano. Trato de relajarme. No sentía eso hace semanas. Poco a poco me introduce su pene –asumo- hasta encajarlo todo. Sospecho que es grande.

Sin soltarme las caderas, comienza a bombearme. Me excito más, y comienzo a mover mi trasero.

“Así, qué rico culo. Eso… así… mueve ese rico culo… Ahhh”.

Sus caderas chocan contra mis nalgas haciendo que la pared de ladrillo genere eco a cada choque.

El policía aumenta la velocidad del bombeo, hasta que siento que jadea fuertemente, a la vez que un latido hace palpitar mi ano. “Las di… qué rico, huevón”, suspira el uniformado.

Cuando volteo un poco, puedo observar, que el policía se saca el condón de su pene semi-erecto. Sí que era largo y grueso.

“Espérate aquí. No te subas el pantalón todavía”, me ordena. Obedezco. Se va.

Un minuto después aparece su colega. Veo que saca un condón de su bolsillo. Vuelvo a escuchar el sonido de la correa, el cierre, la fundita que se rompe. Y de nuevo, el rico dolor del pene entrando en mi ano. Nuevamente el bombeo. Este policía es un poco más brusco que el anterior, pero igual sabe cómo hacerlo… incluso parece que dura más. Dicho sea de paso, gime con más fuerza, y sus chasquidos en mi trasero son más sonoros.

Cuando eyacula, ruge con fuerza. Luego, jadea.

Al fin, me ordena levantarme mi boxer y mi pantalón. No me explico cómo ellos saben que me gusta esto… de hecho, soy bisexual.

Como les dije, tengo familia, y estoy con mi mujer, y algunos compañeros ocasionales.

 

9:39

El primer policía me devuelve mis documentos.

“Gracias por tu colaboración… si vas a la disco de ambiente este sábado, podremos ir a mi cuarto”, me dice el policía.

Lo miro con asombro.

Sonríe: “El sábado pasado fuiste. Podrías ir el que viene”.

Sigo mi camino.

 

9MAR2013

23:05

Estoy en la discoteca, y trato por todos los medios de ubicar a alguno de los dos policías. Nada.

Pregunto a uno de los meseros. A veces suelen tener información. Se los describo.

“Ah… ese cojudo… Lo cambiaron esta semana por coimero”, me informa…

 

©2013 Hunks of Piura Entertainment. Contacta a SOT: hunks.piura@gmail.com

miércoles, 13 de marzo de 2013

El Vigilante (20): Sospechoso

Escrito y creado por Hunk01

 

La noticia del embarazo de Lidia enrareció el aire en casa de Ricardo, mejor dicho, lo enfrió. Ambos se trataban con cierta distancia. Marcos estaba incómodo, por lo que esa primera semana de trabajo procuró estar más tiempo entre la oficina, la casa de Leandro y el gimnasio.

De hecho, el fin de semana entre esos días lo pasó entero con su nuevo jefe. Por momentos, seguía teniendo la reminiscencia de sus romances anteriores. El de un mes con Lichi, y el de 12 horas con el finado Javier.

Leandro notó algo raro en Marcos, mientras lo besava, aún vestido, en su cama. Su nuevo amante se lo contó todo.

-          Así que Javicho. Ya vino mal de Lima.

-           ¿Lo conociste?

-           Claro. Cuando comencé con la empresa, fue uno de nuestros primeros practicantes. A veces salíamos a cazar chicos por las discotecas de Miraflores.

-           ¿Pero la empresa tiene dos dueños?

-           ¿Fabián? Él es el gerente comercial; yo me encargo de todos los proyectos creativos. Los dueños son mis viejos y otros socios.

-           ¿Tu… viejo?

-           Jajajaja… tranquilo. Mi viejo no aparecerá con un revólver. Él vive en Miami, en estados Unidos. Aunque sí te adelanto que vendrá en unas semanas, para una reunión de directorio.

-          ¿él sabe?

-           Sí. Además, te quiere conocer. Ya le conté de ti. Ay, no pongas esa cara. ¡Ya tengo 30 años! ¡No soy un bebé!

-           Parece que don Fabián no me pasa.

-           Es un infeliz. Mira su propia conveniencia. Es bueno para su puesto, pero como pareja, ¡ufff!

-           ¿Por qué lo dices?

-           Fuimos pareja hasta hace un año. Un día entré a su oficina, y lo descubrí cachando a Mario, su asistente. Se las ingenió para que despidieran o se aburrieran mis otros asistentes.

-           ¿Por qué?

-           Porque no tolera que otro hombre sea mejor que él. Así que te aviso desde ahora. No te dejes humillar por ese huevón.

-          Leandro besó a Marcos de nuevo. Poco a poco se fueron quitando la ropa, hasta masajear sus cuerpos desnudos, revolcándose sobre la amplia cama. Cacharon toda la noche, en todas las poses que conocían. Se durmieron del puro cansancio. Despertaron casi al mediodía.

 

Habían pasado dos semanas desde que Marcos ingresó a su nuevo trabajo, y por más que Fabián pasó y repasó los discos de los sistemas de vigilancia, no vio una nueva porno como la de aquel día, cuando Leandro y Marcos tiraron en plena oficina.

-          Fabián, tienes que firmar estos papeles. Tengo que llevarlos a SUNAT.

-           ¿Vas a ver a tu antiguo amor?

-           Ya, Fabián. No empieces. Además, él ya no trabaja allí.

-          Fabián le extendió los brazos a Mario, e hizo que se sentara sobre sus piernas.

-           ¿Verdad que sólo me amas a mí, Marito?

-           Claro, mi amor. ¿A quién más?

-          Tras besarse, comenzaron a despojarse de sus uniformes. Fabián tenía un gran cuerpo trigueño oscuro trabajado en el gimnasio: enormes homros, pectorales, unas piernas de campeonato, cintura algo crecidita pero armónica para el conjunto, brazos amplios.

-          Cuando Mario le bajó el apretado slip, saltó un cipote negro y grande, al que rápidamente masajeó usando su lengua, labios y paladar. Fabián sobaba la cabeza en su pelvis, sentía que también le succionaban los huevos y le besaban el interior de las piernas.

-           Siéntate.

-          Mario se levantó, se sacó su boxer y se puso saliva en el culo. Se colocó la cabeza de la pinga de su jefe, y poco a poco se fue sentando sobre ella. Fabián lo cogió de las caderas y sintió cómo su polla era usada como un pistón.

-          Tras quince minutos así, Mario se apoyó sobre el escritorio, y recibió la verga de su jefe. Fue bombeado con potencia.

-          Diez minutos después, Fabián sacaba su pija y botaba su leche sobre las nalgas de Mario.

-           Tengo papel en mi baño. Límpiate y sal.

 

A la mañana siguiente, cuando Marcos llegaba a la oficina, vio algo inusual en la calle: una vendedora de frutas en una carretilla.

- ¿quieres fruta, Marcos?

- No, gra…, mejor dicho, sí. Te dejo y salgo a ver.

A los veinte minutos, Marcos pidió unos plátanos. Notó que la vendedora era una chica algo joven, y nadie la ayudaba. Le pagó con un billete grande. Como lo esperaba, no tenía vuelto.

- ¿Ninguna venta, amiga?

- Es que recién llego a la calle. Mas bien, pasa la voz. ¿Tú trabajas en esa empresa?

- sí. ¿Por qué?

- ah… pa’ que pases la voz, pe.

 

Todas las mañanas, iba a comprar fruta, y notó que siempre estaba repleta, y todos los días, la fruta estaba fresca.

De regreso a la oficina, le confió a Leandro sus sospechas.

-          Marcos, eso es paranouia. Es una pobre chica que se gana la vida limpiamente.

-           Pero nadie le compra, y siempre tiene ffruta fresca.

-          Ambos fueron a la oficina de Fabián. Marcos aprovechó el polarizado de las lunas para exponer sus sospechas al otro gerente.

-           Marcos, estás viendo muchas películas. Tenemos la reja, y nuestro vigilante es de confianza.

-           La reja no es segura. Mire. Justo allí hay una brecha.

-          Efectivamente, dos de los barrotes estaban algo separados. Una persona muy flaca podía entrar por allí.

-           Te dije que nuestro vigilante es de confianza.

-           ¿Y está allí las 24 horas?

-           No, cambia turno a las seis de la tarde.

-           ¿Tiene refuerzos?

-           Claro. Los fines de semana.

-           Rótelos todos los días, y de última hora.

 

Tres días después, Marcos y Leandro llegaron apurados a la oficina, casi a las siete de la mañana. Al ingresar, estaba Fabián, Mario… y dos policías.

-          ¿qué pasa Fabián?

-           Que tu asistente, Leandro, está despedido por sospecha de robo esta madrugada.

 

(CONTINUARÁ…)

 

© 2013 Hunks of Piura Entertaiment. Ésta es una obra de ficción: cualquier precido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia.

domingo, 10 de marzo de 2013

Él y yo (2): La prueba de la distancia

Hunks of Piura

Escrito por N-Ass

 

Luego de esa primera noche juntos, pasamos una de las primeras pruebas.

Como él había dejado currículums en Piura, tuvo que regresarse a su casa, lejos.

Otra vez el teléfono sería nuestro método de contacto.

Todas las noches, inevitablemente, hablábamos. Eran horas de horas pegados al auricular hablando de todo, diciéndonos cuánto nos queríamos, hasta escuchando música por la línea.

Seguía de posada en casa de su amiga. Los intentos por regresar a su casa fueron vanos, en parte, por la estrechez de mente de su padre, quien considera que la homosexualidad es una enfermedad. Incluso quería buscarle un especialista “para que lo cure”.

De hecho que hubo tentaciones.

Su ex de entonces le lloró para regresar y no perdió oportunidad para invitarlo a salir o para descalificarme. Incluso le lloró en plena calle pidiéndole regresar.

Por acá, como entrenaba en un gym, el cuerpo del instructor cuando te ayudaba a hacer algunos ejercicios fácil que te la ponía parada; pero lo evitaba. Lo que sí tengo que confesar es que una vez, mientras me ayudaba en un ejercicio de espalda, se sentó detrás de mí en la banca, y se la sentí dura.

Pero, por alguna razón, ambos reaccionábamos, y hacíamos de lado esas tentaciones.

Lo nuestro era superior.

Añorábamos el momento en reencontrarnos.

No sé si él, pero de mi parte claro que hubo dudas: ¿valía la pena todo este sacrificio?

Una voz interior me decía que sí, que si pasábamos esta primera prueba, era probable que nuestro amor fuera a prueba de balas.

Ya habíamos sido amigos por teléfono, sólo que a tu amigo nunca le dices “mi amor”.

Entonces, me nació decírcelo, pero del corazón, y él se emocionó. Yo también, ¿para qué negarlo?

“Todas las noches rezo por ti”, me decía. Aunque no era mi fuerte, la fe era nuestra mayor fortaleza.

Esa primera semana aprendí que, entonces, el amor es un acto de fe.

jueves, 7 de marzo de 2013

Paolo: Gym Alone

Hunks of Piura

Escrito por Paolo

 

Ese día me había levantado más  arrecho que nunca. La tenía dura como roca y no sabía por qué, tanto que tenía que caminar medio agachado para que no se notara el bulto en mi boxer, ya que siempre duermo en boxer.

Tenía que salir al baño. No quería que mi vieja se diera cuenta que su hijo la tenía dura.

Me metí al baño, y me la comencé a jalar. ¡Puta madre, qué rico se sentía! La tenía más roja y cabezona que nunca.

Me la comencé a jalar más rápido y con más fuerza. Sentía cómo ya se estaba llenando de leche. ¡Puta! Me iba a venir con fuerza. Estaba seguro de eso. Y me iba a venir bastante. Todos los deportistas nos venimos bastante, por el tipo de alimentación que tenemos. Así que si quieres harta leche, cacha con un deportista.

Bueno, ya estaba por venirme, sentía ese cosquilleo tan placentero, tenía la pinga recoontrarroja y venosa, ya estaba sudando… en unos segundos me iba a venir con fuerza en el lavatorio. Iba a dejar toda mi leche allí.

Comencé a respirar más intensamente, procurando no hacer ruido, para no llamar la atención … cuando de pronto mi vieja toca la puerta del baño, diciéndome que me apure, que lo necesitaba urgentemente, “¿o qué estás haciendo?”, me preguntó en un tono suspicaz, por lo que tuve que salir al toque nomás.

Me quedé arrecho, tomé mi desayuno y me fui al gym, aún con la pinga dura, y con las ganas de cachar con cualquiera.

 

Estuve haciendo abdominales, pero el movimiento hacía que me diera ganas de venirme. Dejé de hacerlo y me puse de frente a entrenar.

Me fui a hacer press con barra, y, felizmente ese día, sólo estaba el instructor, ya que, al echarme, se notaba un bulto duro que a veces se levantaba. No le presté más atención, y seguí mi rutina.

Minutos después, el instructor me dijo que se iba a almorzar un toque, que me quedara  encargado.

A mí me daba lo mismo, así que sin decir nada y sólo afirmando con la cabeza, acepté.

El instructor se fue y me quedé completamente solo en el gym.

No habían pasado ni diez minutos, cuando un muchacho nuevo llegó. Nunca lo había visto antes, y tampoco le presté importancia porque en ese momento no estaba de buen humor.

El muchacho sabía su rutina, así que no me dijo nada.

Al comienzo, no lo había observado bien, pero tenía buen cuerpo y olía bien. Poco a poco fue llamando mi atencióncómo templaba sus músculos.

Estaba con un polo amarillo manga cero. No era musculoso ni guapo, pero se le veía bien, además, para la arrechura.

Me acerqué hasta él para hacerle la conversación. Puse mi mano sobre su bíceps. Estaba duro y sudado. Tenía ganas de lamerlo. Olía muy bien: esa mezcla de macho, sudor fresco y desodorante que me pone.

Quería romperle el polo y comenzar a follar ahí mismo. La pinga, que ya me había bajado un poco, se me volvió a poner dura, y más al primer roce. No sabía qué hacer.

Puse mi mano sobre su brazo sudado, haciéndome el huevón. El pata no me rechazó. Yo le dije que estaba haciendo mal el ejercicio, que si lo hacía de otra manera, el músculo trabajaba mejor.

“¿Ves?”

“Sí”, respondió.

Me comenzó a contar que venía al gym después de tiempo, que hace un par de meses estaba más agarrado, que tenía los cocos recontramarcados.

“Como para revista”, me dijo riendo.

“¿En serio?”, pregunté haciéndome el huevón.”Pero supongo que todavía te debe quedar algo, ¿no?”

“Sí, algo”, respondió levantándose un poco el polo, y dejándome ver sus cocos que estaban medio marcados, como decía.

“Yo te veo bien”, le dije poniendo mi mano en su abdomen, el que se encontraba sudado.

“Antes estaba mejor”, respondió . no quitó mi mano de su abdomen. ¡Puta madre!yo la tenía recontradura, ya se la quería clavar. Me estaba costando respirar y contenerme quería arrancarle el polo y ponerlo en cuatro.

“¿Y tienes los oblícuos?”, pregunté llevando mis manos hacia los lados de su abdomen.

“Algo”, respondió, mirándome a los ojos y sonriéndome. “Pero tenía los bajos bien marcados”.

Inmediatamente, yo bajé mi mano hasta la parte más baja de su abdomen

“¿Éstos?”, pregunté.

“Sí”, respondió mientras yo acariciaba su abdomen bajo, y lentamente metía uno de mis dedos entre su ropa interior. Toqué sus pendejos . éste me miraba y no me decía nada. Seguí bajando lentamente y toqué la punta de su pene. Lo tenía algo duro, se le estaba comenzando a parar.

Acaricié la punta de su pinga con mi dedo. Sentí cómo se estaba poniendo dura rápidamente.

Ya no me aguantaba más, así que le dije: “¿Por  qué no te quitas el polo?”

éste no dijo nada, e inmediatamente lo hizo. Pude ver su cuerpo delgado pero definido, y con algo de pelos en el pecho. Estaba bien formado. La pinga la tenía más dura que un palo de escoba.

Entonces el me dijo: “Tú también quítate el polo”.

No esperó a que dijera nada, e inmediatamente  puso sus manos alrededor de mi cintura, y me sacó el polo.

Nos quedamos ambos sin polo, nos miramos un segundo, y de inmediato lo empujé a la pared, y lo comencé a besar. Metía mi lengua en su boca mientras me sobaba contra su muslo.

Él gemía de placer.

Le mordí el cuello mientras acariciaba su pinga. Ahora la tenía tan dura como la mía.

Ya no me aguanté las ganas y me saqué mi pinga dura, roja y venosa.  Le dije: “Chupa”.

Éste no esperó a que se lo repitiera y la comenzó a mamar desesperadamente. ¡Dios! ¡qué bien la chupaba! La metía toda en su boca. Luego la sacaba y me chhupaba sólo la punta. Yo empujaba su cabeza con más fuerza contra mi vientre.

Le decía: “No pares”. No paraba .

Luego lo separaba de mi pinga : “¿Te gusta mi pinga, no?”

“Sí, sí, sí”, me decía.

Se la pasé por la frente, se la bajé por la nariz, y cuando estaba a punto de meterla en su boca , lo empecé a cachetear. Podía ver cómo se desesperaba por chuparla y me encantaba.

Dejé que me la chupara, y comenzó a hacerlo con más fuerza y más rápido.

Ya sentía que me venía: “Ya me vengo”, le dije.

“Yo también”, me dijo, sacando su pinga.”Hay que venirnos juntos”.

Se puso de pie, comenzó a pajearse con fuerza. Yo también lo hice.

Segundos después, él se vino, gimiendo de placer.

Él estaba a mitad de su orgasmo, cuando me vine también. Mi leche cayó sobre la suya, en el suelo.

Un olor a lejía , sudor y pinga reinaba en el ambiente.

¡Puta madre! ¡Qué rica mamada!

 

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