martes, 6 de agosto de 2019

El sexo y los negocios nunca van de la mano

La otra noche estaba bien arrecho cuando me di un vueltón por la Plaza de Armas a ver si levantaba puntos. Como esttaba solo en mi casa, y me estaba aburriendo demasiado, mejor fui buscando un culito que esté dispuesto a comerse mi pinga de 16 centímetros, ni gruesa ni delgada. Sí, pajearme hubiese sido una opción, pero no quería esa noche. La vaina es que llegué, me senté en una banca, paseé mi mirada, y me encontré con Marlon.

Este chibolo es un amigo de la universidad, pero estudia en otra facultad. Ya me habían dicho que el pata le entraba a la nota, pero como en cualquier lugar de cada diez cosas que te dicen, once son rumores, no le tomé importancia. Por último, que esté en la banca por la oficina de correos puede ser casual. Igual, le busqué la mirada, y cuando lo conseguí, me sonrió pero de una manera bien cojuda.

en lugar de sobarme mi paquete que, debajo de mi jean, no tenía ningún tipo de barrera, así que se me marcaba mucho teniendo en cuenta que tengo bolas grandes, decidí levantar el culo de la banca y acercarme a la suya.
"¿Qué hay Marlon?", lo saludé.
"Nada, Tavo", me respondió.
"¿Cómo que nada? ¿Y esa cara de cojudo que te cargas?"
Marlon se sonrió un poco. Al menos reaccionó.
"Huevadas que uno piensa", me dijo.
"¿Y estás aquí hueveando, como pan que no se vende?", comencé a joder.
"No quiero ir a mi casa, no tengo a dónde ir", me confesó.
"Vamos a la mía, si quieres", me lancé.
"No. Ahí nomás". Ni modo, dije, si va a estar con esa cara de culo, mejor busco puntos en el cine. "No quiero incomodar a tu mami". Ah, puta, entonces me dije que había esperanzas.
"Mi vieja no está", le informé. "Todos se fueron de viaje, así que ando solo y aburrido".
"¿En serio, Tavo?"
Le respondí que sí con mi cabeza, la de arriba, porque la de abajo ya estaba despertándose, y mejor era caminar para no ir con el roche de estar por el centro con la verga al palo bajo la ropa.
"¡Vamos!", se animó y se puso de pie.
Yo, de puro pendejo, me detuve un rato para verle su culo bien redondito y marcado. Marlon es un poquito más bajo que yo, marcadito de cuerpo, buenas piernas, y, bueno, su culito redondito, bien paradito.

llegamos a mi casa en diez minutos. Solo era de tomar taxi y ya.
"¿quieres quedarte aquí en la sala o mejor vamos a mi cuarto?", le ofrecí sin ocultar mi pendejada.
"¿Hay algún problema si vamos a tu cuarto?", me consultó.
"No, para nada". aseguré. "Vamos".
Caminamos.
"Oe, Tavo, ¿aún vas al gym, no?"
"Sí, Marlon. ¿Por qué?"
"Porque se te nota. Te pusiste una ropa tan apretada que parece cuerpo pintado".
Me reí ante la gracia.
"Por mí andaría calato pero no se puede, así que éso lo hago solo cuando estoy en mi cuarto", expliqué.
"Yo igual", me dijo Marlon.
Entramos a mi cuarto que no estaba ordenado como la gente decente, pero a la mierda. Invité a que Marlon se siente en mi cama y yo sí me acosté.
"Chévere tu cuarto", comentó Marlon.
"Gracias. Con invitados como tú, se pone más chévere aún".
"Gracias", se sonrió, y me palmeó mis abdominales. "Los tienes duros", siguió sonriendo".
"No es lo único duro que tengo".
Ah no? ¿Qué otras cosas tienes duras?"
"Ah, no sé. Si quieres, explora".
Marlon sonrió y me tocó el brazo, lo que hizo que se inclinara y se arrellanara más en mi cama, luego mi pecho.
"Sí los tienes duros, Tavo".
"Te falta abajo", le avisé. Y claro que estaba durísimo de allí, durísimo y comenzando a mojarme.
Marlon me tocó los muslos, y quitó la mano.
"Te falta", le dije.
"¿Quieres que te toque la pinga?", me preguntó.
"Depende de ti. Yo no me palteo".
Marlon al fin la cogió, y no solo éso, la manoseó por encima de mi ropa.
"¿Y cuándo te quedas calato aquí en tu cuarto?"
"Ahorita mismo, pero a lo mejor te jode un poco".
"No, Tavo, para nada. Además ésta es tu casa".
Le sonreí, me levanté de la cama y delante de él me quité mi polo, mis zapatos, mis medias y mi jean. Y me quedé como Dios me trajo al mundo porque, recuerden, no tenía ropa interior.
"Si quieres, quédate calato", le invité.
"¿No te jode, Tavo?"
"Para nada".
Marlon se puso de pie y se quitó todo, incluyendo una tanga pegadita que tenía por ropa interior. Me le acerqué, pegué mi cuerpo, lo abracé y le di un beso en la boca. Nuestras pingas duras se chocaron en una guerra de espadas riquísima.

Los rumores eran ciertos. Marlon no solo es gay sino que la chupa como los dioses. Se metió toda mi pinga hasta el fondo y me la succionó al punto que casi las doy en su boca. Tuve que respirar hondo para que no se me salga la leche. Como estaba jadeando, parece que Marlon entendió que no resistiría más. Sentó su culo redondo y duro sobre mi verga e hizo que mi líquido preseminal le lubricara las nalgas y el orto. Saqué un condón de mi mesa de noche y se lo di. Ya forrado, se metió mi pene duro en su caliente culo y comenzó a rebotar.
"Ay, Tavo", gemía. "Qué rica que está".
"es toda tuya", le dije arrechazo.
No duré mucho, lo confieso, porque estaba con la leche en la punta del pájaro, así que las di en cuestión de dos o tres minutos. Luego, agarré su pene de 16 centímetros, lo masturbé e hice que su leche se me disparara sobre mi abdomen y pectorales.
"Qué rico, Tavo", suspiraba Marlon.

Después de limpiarme su leche y lavarme mi pinga, me acosté a su lado. Seguíamos desnudos. Lo abracé.
"¿Y ahora me vas a decir por qué esa cara de culo que tenías en la plaza?", pregunté.
"Es que me metí en un negocio: le vendí ropa a varias personas y un chico me pidió ropa interior. Media docena. La vaina es que se la llevé, le gustó, hizo todo el show de probársela, cachamos, y cuando le dije que me pagara, me dijo que no joda, que con cachar ya debería darme por pagado, y ahora estoy con una deuda jodida que no puedo pedir cierta cantidad de ropa, y éso me jode el negocio".
"Qué pendejo", le dije.
"Entonces estaba viendo quién me prestaba para saldar mi deuda y seguir pidiendo volumen".
"¿Y ese conchasumadre no quiere pagarte?"
"Fui a verlo pero ahora se niega. Yo creí en él".
"Ay, Marlon. Muy cojudo fuiste. Seguro el huevón vio que se te caía la baba por él y se aprovechó".
"Seguro. Ahora sé por qué dicen que el sexo y los negocios no se llevan bien".
"A menos que seas escort", me reí. "Por cierto, ¿cuánto te debe?"
"150 soles".
"¡Ala puta de su vieja! Oe, ¿y quién es ese rechuchasumadre?"
"No, Tavo; tú sabes que mejor es ser caleta".
Entendí. Claro, Marlon tiene razón. Como que no es bueno hacer luz a veces. Entonces se me ocurrió una idea.

Tras vestirnos, salimos de mi casa y nos fuimos a un cajero automático. Saqué plata.
"Te presto para que cubras. Me la vas devolviendo de a pocos porque dudo que ese hijo de puta lo haga", le expliqué. Marlon se deshizo en agradecimientos y.... desapareció. Es más, ni siquiera lo veía en la facultad, aunque un amigo común me aseguraba que sí estaba asistiendo, hasta que hace tres días lo encontré de pechito en un centro comercial. Nos saludamos normal.
"Ah, vamos a tomar algo", me invitó". "Te daré 50 de lo que me prestaste".
Así lo hicimos.
"Ya los otros 50 te los doy la próxima quincena y quedamos a mano".
"¿a mano? No seas pendejo: me debes 100 aún".
Marlon se rió. "¿Y esa tarde que cahchamos?"
"Oe, no seas pendejo. Nunca dijimos que te pagaría por follar".
Marlon se carcajeó.
"Sexo y negocios no van de la mano", me lanzó".
"¡No seas pendejo!", comencé a perder la paciencia.
Marlon se carcajeó más y éso comenzó a sacarme de cuadro.
"Ya, Tavo, no seas zonzo. ¡Claro que te debo 100! Te doy 50 la próxima quincena y los otros 50 la siguiente. Ahora, si quieres, te puedo canjearlo por mercadería".
Me tranquilicé.
"Parece buena idea", le dije.
"Pero... me metes pinga y te doy tu prenda", me ofreció.
"Marlon, me voy a sentir como un escort".
"Son negocios... me ayudaste a cubrir mi deuda".
"Pero sexo y negocios no se mezclan, Marlon".
"¿Y si hacemos una excepción?", me lanzó mientras rozaba mi pierna bajo la mesa, lo que me paró mi pinga bajo mi pantalón, otra vez sin ropa interior.
Ahora me pregunto si debo aceptar o no. ¿Tú qué harías en mi lugar? Aconséjame aquí o en el Twitter.


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