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viernes, 11 de noviembre de 2022

ASS (52): ¿Puedes hacerme un favor?

tras cachar un rato, Bartolo cuenta a Sandro que Dago ya despertó.



Con muchas preguntas en la cabeza, Sandro aprovecha esa mañana para coger su bicicleta y emprender una de esas rutas de hora y media que terminan dejándole el culo y las piernas bien hinchados y duros. Llega a la pensión donde vive antes del mediodía. En la puerta se encuentra de pechito con Bartolo, vestido en su bata de personal de salud.

“¿Llegas o te vas?”, le pregunta Sandro.

“Llego”, le responde Bartolo.

“Perfecto: necesito un masaje”, le pide el primero acercándose discretamente.

“OK.. pero yo antes necesito una ducha”.

“Yo tengo una”, sonríe Sandro pícaramente.

Los dos atletas comparten el baño y aprovechan para pasarse el jabón por sus pechos, sus espaldas, sus abdómenes, sus culos y al medio de ellos, sus pingas, sus bolas, sus piernas.

“qué rico me tocas”, susurra Sandro mientras busca la boca de Bartolo. Lo besa profundo.

Ya secos, ambos se olvidan del masaje y se revuelcan en la cama. Bartolo le chupa ambas tetillas, también la pinga y las bolas; le levanta las piernas y le mete lengua en su ano liso y ancho, signo inequívoco que un pene, o varios penes, ya entró ahí más de una lujuriosa vez.

“¿te masajeo primero y te cacho después?”, propone Bartolo.

“Mientras me hagas llegar al clímax, haz lo que quieras, mi vida”.

Bartolo sonríe. Pone a Sandro boca abajo y comienza a sobarle la nuca, luego los hombros, toda la espalda superior de arriba abajo y de los lados al centro. No olvida los brazos, sigue con la espalda media y baja. Da algunos golpecitos con la yema de sus dedos. Continnúa con las musculosas nalgas, de arriba abajo, de la cadera a la raja. Con uno de sus pulgares, le soba sutilmente el ano. Luego deja que su pene semi-erecto se pose encima de esa profunda división del culo.

Sigue con las piernas, y luego lo pone boca arriba. Ahora es el trasero de bartolo el que se posa encima del pene erecto de Sandro mientras le soba el pecho.

“¿Quieres que te la meta, Bartolito?”.

“Si quieres… ¿por qué no?”

Sandro sonríe. Saca un condón y lubricante. Bartolo se encarga de proteger el pene y untarlo del coloide. Luego, comienza a insertarse ese pedazo de carne, engulléndolo con su ano. Gime y jadea. Posteriormente, comienza a rebotar sobre él.

La sensación de placer que experimenta Sandro es indescriptible. El problema, quizás, es que no está tan habituado a ser activo: siete u ocho minutos después, eyacula dentro del condón.

Descansa sobre su cama con Bartolo al lado.

“¿Y cómo va la campaña?”,le pregunta.

“Ahí… más o menos. Ayer estuve con el candidato regional, Pelu”.

“Ah,el que fue futbolista o algo así”.

“Sí,ése. Rico culo y rica verga tiene ese man”.

“¿También cachas con él”.

“Yo quiero cachar con todos los hombres guapos y masculinos que conozca, Bartolito, y tú eres uno de esos privilegiados”.

Sandro se aproxima a dar un beso a su amante de turno.

“¿Y tú qué novedades? ¿algo interesante en el hospital?”

“nada en especial. Los pacientes de siempre, aunque hoy me dijeron que evalúe a un pata que se accidentó ayer temprano acá cerca de san Sebastián”.

“¿Quién es?”

“Dagoberto… algo… no recuerdo el apellido. El caso que venía con un pasajero que había recogido,un camión salió de sorpresa de una parcela, él perdió el control y cayó con todo y pasajero al canal que hay al lado”.

“¿No será Dago, un pata que hace mototaxi?”

“Ni idea, Sandro. Es un pata gruesito, más o menos agraciado. Buenas piernas”.

“¿quién era el pasajero?”

“Un tal Francisco, creo que es profesor de aula. Me parece haberlo visto en el AS alguna vez. Creo que es amigo del instructor o algo así”.

La curiosidad de Sandro se activa.

“¿No será un tal Paco? Es una locaza”.

“Ni idea, Sandro. El mototaxista despertó hoy. Milagrosamente ssolo tiene contusiones, una luxación de hombro y codo, pero ningún hueso roto”.

“¿Y Paco está despierto?”

“No, aún no”.

“¿Y qué cuenta el mototaxista?”

“Muy poco. Lo que te dije. Fue a recoger a ese profe a una parcela como a las cinco de la mañana y pasó todo lo que te dije”.

Sandro se extraña. ¿en qué parcela podría haber estado Paco?

“Se me paró la pinga”, avisa Bartolo. “¿Te cacho al toque?”

Sandro sonríe. Hace que su amante se acueste sobre él.

“Claro… ¿Puedo pedirte un favor?”

“Mientras no sea plata…”

“No, algo más fácil”.

Bartolo sonríe. Se incorpora , levanta las piernas al ciclista, vuelve a hacerle un beso negro, y, al ver que ese ano ya está bien dilatado, pide un condón, se lo pone, unta lubricante y mete su pedazo de masculinidaden ese ccálido y gentil agujero.

Bartolo bombea gentilmente, controlando su respiración, transmitiendo energía erótica en cada movimiento que devuelve la excitación a Sandro, quienluego se pone en cuatro patas y deja que el fisioterapéuta le azote las nalgas con su ingle. Bartolo prueba a tener un orgasmo sin eyacular, y consigue tener dos. Ni una gota de leche fuera. Nno es necesario. Sí es posible llegar al éxtasis sin desperdiciar ese precioso fluido blanco.

Se acuesta sobre Sandro.

“Qué rico es cachar contigo, carajo”, le dice.

“¿Y podrás hacerme el favor?”

“Claro… cuenta con eso, Sandrito”.

Dos horas después, el ciclista llega a la ssala donde Dago se recupera. El mmototaxista se sorprende.

“Yo sé que me conoces de vista, pero me gustaría ayudarte”. Sandro saca varios billetes y se los deja discretamente debajo de un teléfono celular. “¿Puedes contarme detalles del accidente?

Dago mira los billetes, luego mira a Sandro. Está desconcertado.

“¿Por qué quiere saber detalles?”

“Confía en mí… ¿aceptas la oferta?”

Dago se lo piensa. Sandro espera con paciencia. Mientras tanto, en Cuidados Intensivos, Paco sigue inconsciente.

 

Y para terminar, te dejamos con un video porno gay.


domingo, 12 de junio de 2022

ASS (32): ¿Es seguro mamar pinga en un bus?

Bartolo es tan arrecho que puede tener un sexo tan romántico como arriesgado.

    
 

Suena una alarma en la oscuridad de la madrugada y Bartolo se despereza bajo sus cobijas. Al estirarse, siente un calor en su espalda y de inmediato un cuerpo atlético desnudo como el suyo; entre sus nalgas, el gran pene erecto de Marcano.

“Ya son las cuatro: levántate”, le dice en su oreja justo antes de besarle el cuello.

“Cinco minutos más”, ruega Bartolo sintiendo que su pinga también se pone erecta.

“Perderás el bus a Piura, y luego tu bus a Chiclayo… vamos a bañarnos”.

Bartolo gira bajo las cobijas, abraza a Marcano y le da un beso en la boca mientras pega todo su cuerpo desnudo, en especial ambas pijas al palo.

“¿En serio quieres que viaje y perderme un fin de semana cachando contigo?”

“Amo tu boca, tu verga y tu culo, vale; pero el transporte no espera”.

“Cachemos al toque, ¿sí, chamito?”

Marcano sonríe en la oscuridad, besa de nuevo en la boca a Bartolo, se acuesta encima; ambos comienzan a acariciarse. Marcano mueve su cadera estimulando ambos falos al mismo tiempo. La cobija se corre un poco. Le besa el cuello de nuevo, luego le chupa bien ambas tetillas, baja por el lampiño vientre, besa el vello púbico rasurado y comienza a chupar el pene mientras con una mano juega con los testículos y con la otra, aprovechando que Bartolo está abierto de piernas, va hasta la raja entre ambas nalgas duras. Para ayudarlo, bartolo eleva las piernas. Marcano se moja uno de sus índices con saliva y comienza a masajear el ano de su amante, muy suave, muy tierno.

La chupas bien rico, chamito… también te la quiero chupar”.

Marcano sonríe nuevamente, se incorpora por un instante y cuidadosamente se arrodilla en sentido opuesto. Ahora que están haciendo un 69, Bartolo también puede acariciarle testículos, nalgotas y estimular el ano mientras le chupa el pene.

Pero bartolo va un paso más allá. Como sea hace que el ano de Marcano quede a la altura de su boca y le hace un beso negro.

El venezolano comienza a rozar su largo y grueso pene contra el medio de los dos pectorales de Bartolo; adicionalmente, usa una de sus manos para masturbarle el pene como queriendo apurar algo y lo consigue.

“Voy a eyacular, chamito. ¡Se me viene la leche”!

Pero Marcano parece no hacer caso. Siente que el semen le inunda la boca. Se lo traga. Tras la sesión sexual, ambos se bañan juntos.

“Hiciste trampa, chamo. Se supone que los dos debíamos eyacular juntos”.

“Me estoy guardando para esa escena de sexo esta noche: ya sabes que con esa plata, podemos hacer todo lo que habíamos planeado”.

Bartolo sonríe en el estrecho cubículo de mayólica; acaricia la mejilla de Marcano:

“Lo sé, chamito. Solo recuerda que no debes arriesgar tu salud. Ya sabes lo que pasó con…”

“Sí, y el muy estúpido no quiere dar la cara”.

“Pero tú me aseguraste que contigo siempre usó condón, ¿no?”

“Conmigo siempre usó condón porque se lo exigí, pero no sé si con el resto”.

Casi volando y con su mochila de viaje  a la espalda,Bartolo baja las escaleras y se detiene en el pasillo del segundo piso. Toca una puerta. Sale Eliezer ya vestido secundado por Sandro quien se cubre sus genitales con una toalla y se detiene justo debajo del dintel. Saluda coquetamente.

“Pensé que te quedaste dormido”, sonríe Eliezer.

“Perdona”, se sonroja bartolo.

Sandro vuelve a meterse a su cuarto, y así desnudo, a su cama. Toma su celular, marca un número. A los cinco minutos, siente unos toques discretos en su puerta. Salta de su cama y abre. “Más veloz que un rayo”, comenta sonriendo.

Marcano, vistiendo polo y short, ingresa; de inmediato se los quita: queda desnudo otra vez.

Bajo las cobijas, Sandro está acostado boca arriba y con las piernas abiertas mientras Marcano está encima suyo besándole la boca y sobando ambos penes ya erectos. Tras besarle el cuello, Marcano repite la vieja técnica de mamar las tetillas, besar el abdomen (que sí tiene algunos pelitos), llegar al vello púbico algo recortado y mamar el pene, estimular los testículos con la otra mano y la otra meterla por la raja del culo hasta masajear el ano.

“Marcanito… ¿me dejas probar tu anito?”, bromea Sandro.

El venezolano no se hace de rogar. Repite la misma maniobra que con Bartolo y básicamente se sienta en cuclillas sobre la cara de Sandro dándole oportunidad a que goze sus enormes nalgas y su agujero a discreción. Cuidadosamente, Marcano se inclina y vuelve a chupar pija masturbándola al mismo tiempo. Y parece que la técnica combinada vuelve a dar resultado.

“Las quiero dar en tu cara”, pide Sandro extasiado.

Marcano para de chupar la pinga, la pajea rápido, cierra la boca y deja que los chorros de semen se disparen en sus mejillas. Cuidadosamente, se acuesta boca arriba y deja que Sandro se eche ssobre él para lamer su propia leche. Al terminar, lo besa en la boca.

“¿Te ordeño también?”, consulta.

“No es necesario, chico. Pero… ¿qué te parece si te acompaño en la cama hasta que te levantes?”

“Me parece una excelente idea”, sonríe Sandro.

Mientras tanto, el bus rumbo a Piura ya dejó las últimas calles de San Sebastián y la cabina de pasajeros se queda a oscuras. En la última fila viajan Eliezer y Bartolo pegados a la ventana.

“va casi vacío, ¿no?”, comenta Eliezer.

“Debe ser que es sábado o que es muy temprano”, cree Bartolo.

Pasan unos segundos y siente que Eliezer le toma la muñeca y se la lleva evidentemente hacia la bragueta: la pinga que vio y chupó la noche anterior está otra vez libre de cualquier ropa que la oprima.

“Qué pendejo eres”, sonríe.

“Aprovechemos que está oscurito”.

Bartolo duda, pero siente fluir la adrenalina. Se inclina y comienza a mamar la pinga. Eliezer reclina su asiento y pone sus dos manos sobre el fffrondoso cabello de Bartolo. El pedazo de carne no tarda en ponerse duro. Aunque, pensándolo bien, Eliezer usa la mano que tiene libre para recorrer la espalda del otro chico y meter su mano dentro de  la pantaloneta que se puso esa mañana para viajar. Se interna bajo la ropa interior y gana el par de lampiñas, suaves y bien formadas nalgas y luego masajea el ano.

Afuera ya comienza a despuntar el día aunque aún muy débil. Eliezer trata de concentrarse en el sexo oral y se acomoda un poquito, cuando de pronto, con la poca claridad disponible, ve acercarse a alguien. Desconecta a Bartolo de su pene, como puede se lo mete dentro del pantalón. El muchacho se asusta, más al mirar que alguien se aproxima y se sienta a su lado.

“O se bajan con algo, o llamo al cobrador”, dice aquella persona con una voz aguardientosa.

Para finalizar,mira un video porno gay aquí. 

domingo, 5 de junio de 2022

ASS (31): Sandro, Eliezer y Bartolo

Dos amigos celebran su reencuentro cachando y reciben un invitado inesperado.

 


Un hombre alto, moreno y atlético, que disimula muy bien sus 45 años, sale de la municipalidad de San Sebastián. Camina por la vereda cuando al llegar a la esquina casi lo arrolla un ciclista vestido en mallas negras de muslo a cuello. El hombre moreno salta un paso hacia atrás rápidamente. El ciclista se detiene asustado:

“Perdo…” Esa cara le parece conocida…  “¡¿Eliezer?!”

“¿Sandro?”, lo reconoce el peatón.

Un cuarto de hora  después, ambos hombres comparten una estrecha ducha. Eso les permite abrazarse y besarse desnudos mientras el agua fresca cae encima de sus atléticos cuerpos. Eliezer toma el jabón y lo comienza a untar a Sandro por la espalda, el culo, luego el pecho, el abdomen, la pinga y los huevos. Sandro hace el mismo tramo, pero al llegar al medio del culo…

“Solo jabóname y nada más”, advierte Eliezer sonriendo.

Sandro pasa la pastilla de jabón por la raja entre las enormes y velludas nalgas de arriba abajo y luego se arrodilla para seguir con las gruesas piernas. Un largo y grueso pene baila frente a su cara aún cubierto de jabón. Lo enjuaga bien y comienza a chuparlo.

“así, Sandrito. Trágate ttoda mi verga.

Ya seco, Sandro se acuesta en la cama que hay en el cuarto. Se abre de piernas. Eliezer llega a su encuentro, se acuesta sobre él y vuelve a besarlo mientras el otro se le aferra abrazándolo. Entonces, Eliezer se incorpora, le levanta las bien formadas piernas y comienza a sobarle su vergota aún blanda en la raja del culo. La erección no tarda en producirse. Sandro alcanza un condón y un chisguete de lubricante.

“Gástalo todo si quieres”, le pide sonriendo.

Eliezer se coloca el forro en su grueso y largo trozo, 23 centímetros, se unta el gel transparente, lo aplica al ano de Sandro tratando de estimularlo con un leve masaje y comienza la penetración.

“Despacio, negro”, gime Sandro. “No me hagas doler”.

Eliezer tiene todo el tiempo del mundo para ir clavando lentamente ese culo hasta que solo puede ver su crecido vello púbico aplastándose contra el culo de su amante. Y lentamente comienza a bombearlo mientras vuelve a inclinarse para besarlo en la boca, lo que es correspondido.

“¿Te gusta la pinga, mi campeón?”, le pregunta excitado.

“Me encanta, negrito lindo”, jadea el otro pata. “me aloca”.

Los dos siguen cachando en esa posición por buen tiempo hasta que Sandro se pone en perrito y el otro hombre lo sodomiza siempre lento. El exceso de lubricante entre el pene y el ano de ambos produce un sonido bien cachondo. Eliezer prueba a aumentar la velocidad del bombeo aprovechando que ese esfínter parece haber ganado mayor flexibilidad. Sandro gime un poco más aguantando el dolor, enfocándose en cómo podría verse el sexo si alguien más los estuviese mirando. Y a esa velocidad, Eliezer ya va durando casi tres cuartos de hora.

Posteriormente, el activo se acuesta al filo de la cama mientras el pasivo, bien abierto de piernas y afirmando sus pies en el suelo, rebota haciendo gala de sus muslos bien ejercitados. Finalmente, Sandro se apoya en el filo de la ventana mientras Eliezer lo acomete de pie y desde atrás a todo lo rápido y cuidadoso que puede hasta que por fin eyacula dentro del condón. Se relaja todo al fin.

Tras el sexo, ambos descansan sobre la cama con el televisor prendido en ese programa donde los chicos reality dejan ver sus bien trabajados culos en esas mallas sin ropa interior.

“Eres la misma máquina cachera de hace 15 años, eli”.

“¿Aún te acuerdas?”, sonríe el moreno. “Fue cuando ganaste ese festival de tondero, si mal no recuerdo… Y creo que Julio todavía jugaba en el Piura”.

“Claro, Eli. Yo recién cumplía 20 añitos. Y no te olvides de Pelu. Cachamos los cuatro. No puedo olvidarme cómo ese huevón sufría con tu verga dentro del culo. ¿Sigues trabajando con él?”

“Sí, ahora le estoy preparando la candidatura al gobierno regional”.

“¿Y sigues cachando con él?”

“No tanto como antes pero a veces nos damos nuestras escapadas so pretexto de coordinar”.

Se escuchan unos pasos fuera, luego unos toques en la puerta de metal.

“¿Esperas a alguien?”, se intriga Eliezer en voz baja.

“Los únicos que me vienen a ver son el chiclayano o el venezolano del tercer piso”.

Así calato, Sandro se levanta de la cama y abre un poquito la puerta.

“Hola”, le dicen desde el corredor.

“Entra”, invita Sandro.

Un chico joven, unos 25 años, alto, cabello largo y lacio, bien peinado, vistiendo una bata blanca con el logotipo del Seguro Social en el pectoral izquierdo, el que resalta (de hecho todo su físico parece ser atlético) ingresa.

“Te venía a avisar que la campaña…” el muchacho enmudece al ver al esbelto moreno desnudo sobre la cama. “Perdona, pensé que estabass…”

Sandro sonríe y, cerrando la puerta, se le aproxima y le pone su mano en el paquete.

“Descuida, Bartolo. ¿Por qué no tomas un baño y… disfrutas con nosotros?”

El recién llegado duda un poco. Vuelve a mirar a Eliezer. Sandro toma la cremallera de su bata y, sin que oponga resistencia, se la baja y quita; luego hace lo mismo con el pantalón blanco de tela. A pesar del bibidí y del bóxer blancos, es evidente que ese chico entrena a diario.

Quién sabe qué le dijo Sandro a Bartolo en la ducha. El asunto es que el muchacho, ya desnudo, se integra a la cama. No solo es atlético y lampiño sino que tiene todo su vello púbico rasurado. Eliezer le sonríe. Los tres se funden en un abrazo y tratan de besarse al mismo tiempo.

“Chúpasela al negro”, le dice Sandro. “Te vas a volver loco”.

Bartolo toma en su mano el pene ssemierecto de Eliezer y se inclina a chuparlo; Sandro aprovecha para succionarle las nalgas y el propio ojo del culo. Bartolo intuye que ya hubo acción en ese cuarto porque ese falo sabe a látex, pero no le importa. Continúa. Además, disfruta cómo le agasajan el ano, por lo que en compensación gira y se la chupa a Sandro. Eliezer no resiste la tentación de usar su enorme pie para acariciar el rico culo de Bartolo y usar el pulgar derecho para estimularle el esfínter.

Poco después, Sandro penetra a Bartolo por el culo mientras éste sigue tratando de tragarse la gran pinga de Eliezer. Como activo, Sandro es apasionado y cariñoso sin que eso deje de probar algo tan arrecho como hacerle sonar las nalgas mientras lo bombea. Minutos después, los roles se invierten. Eliezer nota que Bartolo tiene una pinga de unos 17 centímetros, algo curva hacia abajo, medio gruesita. También se fija en los 16 centímetros gruesos de Sandro, que son pajeados mientras le llenan el culo por segunda vez esa noche. Eliezer se pajea.

“Campeón, todavía me queda leche”, le sonríe a Sandro, quien, sin dejar de masturbarse, vuelve a succionar el pene de su visitante. El dormitorio se vuelve a llenar de gemidos y jadeos hasta que los de Bartolo se hacen más fuertes.

“Voy a eyacular, mierda”. Y dando un rugido sordo, casi como un quejido, dispara todo su semen dentro del culo de Sandro, quien al sentir la palpitación, deja de chupársela a eliezer, deja que le saquen la pinga, se acuesta boca arriba y se pajea con toda su fuerza. No avisa nada. Su leche se dispara sobre su abdomen y pecho. Entre asco y fascinación, Eliezer observa cómo Sandro se soba el esperma hasta convertirlo en una capa blanca que se seca sobre la piel.

“¿Qué venías a decirme?”, al final reacciona cuando se relaja.

“Que el traumatólogo dijo que la campaña en tu pueblo sí va”, contesta Bartolo terminándose de sacar el condón.

“¿Campaña de…?”, averigua Eliezer aún con la pinga dura.

“Acción social”, sonríe Sandro. “Quiero postular a la provincial”.

Bartolo los mira en silencio.

“¿Por qué no postulas con Pelu?”, consulta Eliezer a Sandro, quien le sigue sonriendo. Eliezer sabe que eso es un sí. Bartolo y su cuerpo atlético al desnudo continúa ahí, arrodillado al pie de la cama, sintiendo que ése ya no es su asunto. Lo único que llama su atención es ver cómo Eliezer pajea su enorme falo hasta que espesas ráfagas de leche blanca se dibujan sobre su piel marrón. 

Y para finalizar, mira un video porno gay aquí.