lunes, 18 de marzo de 2019

¿Por qué ya no quise chuparte la pinga aunque estaba jugosa?


Julián había llegado apurado a la esquina del Óvalo Bolognesi. Ya eran las 9:20 de la noche y se supone que debía haber estado ahí 50 minutos antes. "¿Rodolfo todavía tendrá ganas?", se preguntaba a cada momento. Lo había contactado por Grind'r y luego había seguido conversando con el por el Whatsapp. No habían pasado ni dos días cuando concretaron la cita. "No hgabrá nadie en mi jato... vente", le escribió Rodolfo y le pasó una foto de su pinga al palo. Julián no podía desaprovechar la oportunidad, pero las cosas se esmeraron para retrasarlo: cosas de última hora en su casa, encima no había agua para ducharse y tuvo que juntar para bañarse a baldazos, los colectivos pasaban llenos, encima tomó el incorrecto. La huevada fue que se retrasó 50 minutos.

Julián texteó a Rodolfo. "Ya llegué", le escribió. Solo se había puesto un polo, una bermuda piscinera y unos lindos slaps. Debajo no tenía más que las ganas de sentir la pinga de Rodolfo dentro de su culo. Siguió texteando. "Ya estoy en la esquina", le respondió. Efectivamente, doblando la avenida Bolognesi, un pata alto, cuerpo normal, treintón, se apareciía en un polo manga cero, bermuda y zapatillas. Se reconocieron. "¿Listo?", le consultó Rodolfo. "Listo", le dijo Julián.

Caminaron hasta la Unidad Vecinal, subieron uno de los blocks, entraron a uno de los departamentos. Algo de música sonaba en la radio, casi no había luz, y las ventanas estaban abiertas de par en par para aprovechar el poco viento fresco que soplaba esa noche que, milagrosamente, no había llovido. "Ven", invitó Rodolfo, y Julián lo siguió hasta una habitación con mucha luz, ventilador prendido, y unos videos porno gay corriendo en el plasma. "Perdona por demorarme", justificó Julián. Rodolfo sonrió y lo abrazó suavemente. Comenzó a besarlo en la boca. Hacía tiempo que Julián no sentía labios tan relajados como los suyos haciendo un contacto natural. el roce de los cuerpos hizo que sus pingas bajo las bermudas se pusieran duras.

Rolando quitó el polo a Julián, dejando al descubierto su torso delgado pero marcado. Bueno, Julián es un fondista aficionado, pues, y ahí estaba el resultado de tanto entrenamiento. Cuando Julián quitó el polo a Rodolfo, no pudo decir lo mismo, pues era evidente que ese abdomen revelaba falta de actividad física, pero qué mierda, la idea era vacilarse, y a éso vinimos. Además, a Julián le había parecido el pata más discreto de Grind'r que hubiera encontrado. Siguieron besándose.

Cuando Rodolfo quitó la bermuda a Julián y la dejó caer al suelo, de inmediato puso sus manos en el culo duro y formadito del atleta. "Sí era cierto lo que me dijiste", le susurró. Rodolfo se arrodilló, tomó la pinga dura, babeante, de Julián, unos 17 cm, gruesa, la masturbó un poco, y se la metió a la boca. A Julián le pareció bravazo que se la chuparan así. qué rico se sentía la boca caliente de Rodolfo. Cuando Julián sentía que la cosa podía estallar, su amante, magistralmente, dejó la mamada, lo volteó, hizo que se inclinara sobre la cama, separó sus nalgas y comenzó a meterle lengua al ano luego de besárselas. Julián sintió el beso negro como un cosquilleo celestial. su esfínter estaba más que dilatado, y solo estaba esperando el momento en que el pene de Rodolfo entrara por ese agujero.

Entonces, Rodolfo paró y se puso de pie. Julián lo vio y notó que su cachero estaba completamente calato. "Chúpamela tú", dijo Rodolfo. Julián no se hizo de rogar. Se sentó en la cama, y vio la pinga dura sin circuncidar. La masturbó un poquito. Un olorcillo a pescado en descomposición llegó a su nariz. No le dio importancia. Ya se había comido varias pingas y tanto el aroma como el sabor de la leche le eran muy familiares.


entonces, la peló. El olor se hizo más fuerte, pero lo que Julián trató de ver con más detalle, eran unas cosas blancas que tapizaban la cabeza del miembro, que a su vez babeaba. Julián tragó saliva. Dudó. Dejó de masturbar.

"No te la lavas, ¿cierto?", preguntó a quemarropa.
"Sí, cuando me baño", le respondió Rodolfo. "¿Por qué?"
"Por nada", replicó Julián, a quien toda la arrechura se le había quitado de inmediato. Sentía que Rodolfo no le era honesto.
"Perdona... es tarde y ya no hallaré colectivo de aquí", se justificó Julián mientras buscaba su polo y su bermuda.
"¿Qué pasó?", preguntaba Rodolfo, extrañado.
"Nada, en serio, se me hace tarde y luego no hallaré movilidad".

Rodolfo se vistió al toque y siguió a Julián que ya había abierto la puerta del dormitorio.
"¿Pasó algo? ¿Hice algo que no te gustó?", preguntaba Rodolfo.
Julián repitió que se hacía tarde y estaba resuelto a dirigirse a la puerta del departamento, cuando
Rodolfo se interpuso.
"Oye, dime, qué pasó".
"Tienes esmegma", al fin se sinceró Julián.
"Es... ¿qué?", frunció el ceño Rodolfo.
Julián se refería a eesa especie de sarro blanco que se forma entre el glande (la cabeza) y el prepucio (la piel que recubre al glande) del pene, producto de las ssecreciones de la prósttata, la grasa de la piel y los cúmulos de células muertas, y que algunos hombres padecen, especialmente quienes su higiene íntima no es escrupulosa.

Sí, el esmegma es un indicador de que, simplemente, no te sabes cuidar ni lavar la pinga.

Cuando uno se baña o se lava, así como nos limpiamos bien todo el cuerpo, lo mismo con el pene. Tienes que pelártelo y lavarlo con abundante agua y jabón, y enjuagarlo con abundante agua. A la hora de secarte el cuerpo, igual, te pelas el pene y con un papel higiénico, te lo secas bien. en algunos casos tendrás que ir al médico para que te recete alguna medicina que controle el exceso de secreción.

"Yo no sabía éso del esmegma", dijo Rodolfo, luego que Julián se lo explicara. "¿Y qué tal si ahorita me lo lavo bien y seguimos?"
Julián se lo pensó bien.
"¿Sabes cómo lavártelo bien?"
"No del todo#, confesó Rodolfo.
Julián sonrió. "Yo te enseño".

Ambos se desnudaron otra vez, se metieron a la ducha. Julián enseñó a Rodolfo todo el proceso de aseo y fue una experiencia recontra arrechante.

Al poco rato, ya sin el esmegma, Julián chupaba hasta la gargante la pinga de Rodolfo, perfumada con el aroma del jabón... y se dio el gusto de sentirla dentro de su culo, no una ni dos veces... ¡hasta tres!

A medianoche, ambos seguían calatos en la cama abrazados.
"Gracias por enseñarme", le dijo Rodolfo, bien humilde. "Prometo que me lo lavaré bien de ahora en adelante".
"Claro, así es más rico", sonrió Julián y le dio un beso.
"¿Y tu... movilidad?", preguntó Rodolfo.
"¿Ya no me quieres meter pinga?", coqueteó Julián.
"Toda la noche, si aguantaras".
"Sí aguanto".

Julián tuvo una noche de sexo como nunca antes y Rodolfo tuvo una lección de higiene sexual que jamás se le olvidaría. ¿qué opinas? Aquí hay más info: https://cuidateplus.marca.com/sexualidad/diccionario/esmegma.html

Y comentamos en Twitter como @hunkspiura

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