sábado, 26 de marzo de 2016

La Agencia (15)

Por Hunk01

 

Cuando la novela acabó, la producción organizó una gran fiesta de despedida. Rodrigo no estaba muy animado a asistir. De hecho, tras la muerte de santiago, sus fines de semana consistían en ir a Cangrejos, una playa solitaria, y caminar solitario, vestido apenas con un diminuto bañador, lo que le dejaba una sexy marca que se apreciaba cada vez que realizaba sus escenas de desnudos. Meditaba, oía las olas del mar, armaba castillos en la arena, se divertía viendo como los cangrejitos huían de él cuando caminaba entre ellos.

Así que estaba planeando regresar a la playa cuando Raúl le palmeó el hombro.

-          ¿Listo para el reventón?

-           No. Tengo otros planes. ¿Tú?

-           Me iré a un lugar mágico y místico.

-           ¿Cusco?

-           Jajaja. No. Algo más cercano. ¿Quieres venir conmigo?

A la mañana siguiente, Raúl y Rodrigo llegaron a un edificio que parecía el estudio de televisión donde trabajaban. Adentro habían varios omnibuses estacionados. Ambos abordaron uno de ellos. Ocho horas después, llegaron a Huancabamba. Al salir del terminal, Raúl contactó a un joven, lo siguió. Al anochecer, él y Rodrigo llegaban a una choza. El ocaso dibujaba raros picachos que el joven contempló fascinado. Un hombre de unos 35 años y vestido con un poncho bermejo les dio la bienvenida y los invitó a pasar, los acomodó en una habitación, y luego los llevó a cenar sopa de gallina.

-           Descansen un poco. A medianoche comenzamos. Disculpen que solo hay una cama, pero no esperaba al joven.

-           Tranquilo, Mateo. Rodrigo y yo nos acomodaremos.

El anfitrión se retiró.

-           El viaje me cansó tanto que hasta me dormiría en el suelo.

-           Puede ser, Rodrigo, pero amanecerías tieso.

Rodrigo y Raúl se acomodaron en la cama y durmieron hasta que les pasaron la voz a medianoche. Raúl se levantó y se desnudó por completo.

-           ¿estás loco, borícua? Afuera debe hacer un frío de mierda.

-           Desnúdate si quieres, pero es parte del rito.

Raúl salió. Rodrigo, entonces, tocó las paredes y las sintió frescas. Comenzó a desnudarse poco a poco. Cuando se quedó como vino al mundo, descubrió  que su cuerpo no se tiritaba ni sentía frío. Salió del cuarto.

Al llegar a la sala, encontró a Mateo y Raúl arrodillados sobre una jerga, ambos desnudos. El chico que los había llevado hasta la choza tomó a Rodrigo del codo y lo arrodilló al costado de Mateo, quien, pocos segundos después, comenzó a hacer una oración y bebió algo en una concha grisácea. Sirvió otro poco y se lo dio a Raúl; luego hizo lo mismo con Rodrigo. Era un licor amargo aunque con cierto sabor a anís. Rodrigo sintió sus ojos pesados pero sin la sensación de sueño. Fue respirando más despacio hasta que no oyó nada y no se percató de nada. Mateo seguía rezando en un idioma que desconocía. Poco a poco, Rodrigo vio como una especie de túnel y una luz al final. A medida que avanzaba, vio como en una película, todos los hechos de su vida: una infancia llena de regalos, una adolescencia llena de fiestas y ropa, una juventud que prometía una carrera, una familia que tenía una casa aunque no se viera frecuentemente, las pasarelas, las sesiones de fotos, la novela, las sesiones de sexo con Lugo, Santiago, el productor. De pronto, Rodrigo sintió su pene erecto. Exhaló un poco, y comenzó a eyacular profusamente. Jadeaba. Miró a su izquierda: Mateo y Raúl también estaban erectos, con los ojos cerrados pero con un gesto de excitación. Raúl eyaculó; luego Mateo. Los tres se miraron sin morbo, como liberados. Mateo los tomó de la mano.

-           Vamos a purificarnos.

Solo se pusieron poncho y sus zapatillas, más un sombrero. Caminaron por dos horas a través de la oscuridad. Arriba, era posible ver todas las constelaciones.

Llegaron a un paraje donde corría mucho viento y hacía frío. Mateo siguió orando y rociándoles un raro licor que los chicos bebieron también. A las cinco de la mañana, el paraje comenzó a aclarar. Mateo quitó los ponchos a Raúl y Rodrigo; él hizo lo mismo. Los tomó de la mano y les pidió que lo acompañaran.

-           Piensen en su felicidad. Solo en su felicidad.

Avanzaron un paso más. Rodrigo sintió que sus pies se congelaban, pero sintió la adrenalina también. Segundos después, se sumergió en el agua helada tres veces. Salió desnudo a la orilla. La aurora ahora permitiía ver una pared de roca frente a sí, y en la base, una laguna del tamaño de una cancha de fútbol. Raúl tomó su mano y le sonrió con cariño. Rodrigo hizo lo mismo. Mateo salió desnudo de la laguna e hizo que todos se pusieran sus ponchos otra vez, y les pidió regresar a su choza, para desayunar y descansar.

Cuando Rodrigo despertó, notó que la claridad se colaba por las rendijas del techo. Alguien lo abrazaba: era Raúl. Ambos estaban desnudos, pero no sentían frío. ¿Acaso todo había sido un sueño? Rodrigo fue sacando el recio brazo de Raúl.

-           ¿Te incomodo?

-           Pensé que estabas dormido. ¿Tuvimos sexo?

-           Mejor que eso. Mejor que eso.

Rodrigo se volteó. Detrás de Raúl estaba Mateo también abrazándolo desnudo.

-           ¿Durmieron bien, jóvenes?

-           Creo que sí. ¿Tú, Raúl?

Raúl abrió los ojos, sonrió, se acercó a la cara de Rodrigo y lo besó tiernamente. Rodrigo comenzó a acariciarle el musculoso cuerpo. Entonces Raúl se volteó como pudo y besó a Mateo.

Los penes de los tres no tardaron en erectarse, mientras se confundían en un nudo de caricias, besos, roces, gemidos, cimbrados y poses. Cuando Rodrigo quiso eyacular, Mateo tomó el pene del muchacho, lo envolvió en un pañuelo rojo y dejó que el blanco fluído se depositara ahí. Hizo lo mismo cuando Raúl eyaculó e hizo lo mismo cuando él eyaculó. Metió los pañuelos en bolsitas plásticas y se los dio a cada  uno.

-           Guárdenlo, y cuando regresen, me buscan y completaremos la ceremonia.

 

(CONTINUARÁ)

 

© 2016 Hunks of Piura Entertainment. Esta es una obra de ficción: cualquier parecido con nombres, lugares o situaciones es pura coincidencia.

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