martes, 23 de abril de 2019

Mi secreto bajo la lluvia

- ¡Manuel!
No podía ser. Me parecía increíble.
- ¿Vicente? ¿Viche?
- ¡Claro!
El pata de unos 35 años, vistiendo polo y jean apretado que dejaba notar su cuerpo de culturista se me acercó y me dio un abrazo en mi cuerpo atlético.
- ¿Cuántos años, promo?
- ¡Desde el colegio, Viche!
La última vez que había visto a Vicente fue durante la fiesta de promoción de mi cole hace largos 18 años. El problema era que pertenecíamos a grupos diferentes. Yo estaba con los tranquis, casi los nerds, y él estaba con los chacoteros, los gileritos, los medios patanes.
- ¿Cierto que te casaste, Manu? Perdón, Manuel.
- Jajaaja. Normal. Dime Manu. así me decían en la promo, ¿no? Sí, me casé hace cinco años.
- ¿Y ya tienes churres?
- No. Ahora ando en otros proyectos, y por ahora hijos no. ¿Y tú?
- Nada. Sigo soltero. ¿Te hiciste contador?
- No, Viche. Soy psicólogo.
- Ah, mira. Qué interesante.
- ¿Y tú, Viche?
- Nada. No estudié. Pero estoy chambeando como guachimán en un almacén en la avenida transversal.
- ¿A qué altura?
- Por el cine.
- Ah, mira. Yo vivo por ahí a tres cuadras.
- ¡Chévere, Manu! A lo mejor quedamos un día y nos tomamos un par de chelas.
- ¡Claro!
Intercambiamoss números, nos despedimos Regresé a casa sorprendido de que aquel muchacho flaco y alto del cole se había convertido en ese guapo hombre fornido, como esas figuritas de acción de G.I. Joe, mi serie favorita cuando era chibolo.



Acababa de hacer mi rutina de isométricos a éso de las siete de la noche y me estaba quitando la ropa para bañarme. Era jueves por la noche y mi esposa había salido de viaje toda esa semana. Estaba supremamente arrecho y el ejercicio era una manera de sentirme cansado para que, en el peor de los casos, me pajeara en la ducha y luego de comer, viera algo en la tele y me quitara a dormir.
Ya estaba calato cuando chequeé mi celu. Habían varios mensajes. Entre ellos, uno de Viche: "¿Y promo, qué haces?". Le respondí: "Aquí en mi jato, aburrido.... la mujer me dejó por una semana". Estaba tomando la toalla cuando la alarma de mensaje sonó. Tomé el celu. "Vente a charlar un rato donde cuido... ¿qué dices?"



Estaba duchándome con el celular cerca,con mi música a todo volumen. qué mierda. Estaba solo. Ese día había sido pesado con consultas y necesitaba distenderme un poco. Comencé a jabonarme mi pija y mis bolas, que estaban tranquilas. Me acordé de mi esposa, de cómo siempre que quiere que la cache, se me sube encima cuando estamos en la cama, calatita, sobre mi cuerpo desnudo, porque duermo calato, y comienza a besarme desde la boca hasta mi miembro, despertándolo con su boca. Sus mamadas son magistrales. Entonces, mi pinga comienza a ponerse dura. Una pajeada en su nombre. ¿Por qué no? Me sobo mi pene hasta ponerlo duro y comienzo el masaje facilitado por la espuma del jabón. Estoy en lo mejor cuando... suena el celu.
Suelto mis 16 centímetros al palo, me seco las manos, salgo de la ducha procurando no mojar el piso, me seco las manos. Es Viche.
- ¿qué pasó, promoción?
- Oye, Manu. Vente al almacén.
- ¿Ahorita? ¿Acaso no hay gente?
- Cierran a las ocho. Ya son siete y media.
- mmmmm. Ya, yo te aviso.



Tras cenar, me siento a ver tele. Zapeo y zapeo por los ochenta y tantos canales y no hallo nada bueno. Miro mi reloj: diez para las nueve. Tomo mi celu, ignoro unos mensajes. Escribo: "¿Pásame la dirección ddel almacén, promo". Viche me manda una captura de Google Maps. Son exactamente cuatro cuadras y media. Como estaba calato (recuerden que no había nadie en casa), fui al cuarto, me puse un polo manga cero, una bermuda, mis sandalias y salí. Sí, no suelo usar ropa interior.
Cogí la llave, cerré bien la puerta de mi depa y bajé a la calle. Corría una brisa fresca.
Ya había avanzado dos cuadras, cuando, inesperadamente, la brisa cesó, y sentí unas gotitas en mi rostro. No le tomé importancia. En solo segundos, las gotitas se hicieron aguacero. ¡Mierda! Estaba a mitad de camino. ¿Dar media vuelta o continuar? Me estaba mojando todo.
Analicé rápidamente las cosas: en casa me aburriría, acá por lo menos iba a conversar por un par de horas, esperaba que pasara la lluvia y regresaba. Avancé.
Faltando media cuadra para llegar al almacén, mi promoción estaba en una esquina.
- ¡Vente, huevón!
Avanzamos a paso ligero y llegamos hasta el local. Entramos por una puertecita. Tras caminar un pasillo oscuro, llegamos a un cuartito. Viche prendió la luz. Apenas había una colchoneta, unas revistas y periódicos, unos percheros con ropa de vigilante, y en una esquina estaba lo que parecía ser un arma de fuego en su estuche de cuero.
- Estás mojado, Manu. Tienes que quitarte toda la ropa.
Lo miré extrañado, pero la sugerencia de Viche tenía todo el sentido. Si me quedaba con la ropa húmeda puesta, podía pescar una pulmonía, y a ver quién te salva de ésa. En lo que a él respectaba, ya se había sacado el polo y estaba quitándose el pantalón de lona, típico de los guachimanes. Tampoco tenía ropa interior. Ya se imaginarán la estampa de dios griego que tenía frente a mis ojos, o mejor aún, imaginen un G.I. Joe totalmente calato, peladito. Tomó una toalla.
- Sécate. Tu ropa vamos a colgarla acá en el baño para que se seque un poco.



- Asu, sí que casi diez años duraron de novios, Manu.
Sin saber cómo ni en qué momento, Viche y yo estábamos acostados en la misma colchoneta, de lado, para poder entrar. En esa posición, rozar sus piernas era casi imposible, pero yo no le di importancia al asunto. Me había concentrado en resumirle mi vida de enamorado y ahora de casado.
- ¿Y tú, Viche? Me dijiste que seguías soltero. ¿Acaso ninguna hembra te convenció?
Vicente sonrió y se tomó unos segundos.
- Tú eres psicólogo, ¿cierto? Entonces, tú me vas a entender? ¿Puedo confiar en ti?
- Claro, Viche. Cuenta conmigo.
- Sí, saliendodel colegio, me gustaban las hembras y salía con varias. Me las llevaba a la cama pero no me sentía satisfecho. Una vez Pepe, el fotógrafo de modas, me contrató para hacerme una sesión. Necesitaba el billete y acepté. Posé. Las fotos salieron de la puta madre.
- Sí, creo que las vi. Éso fue hace 15 años más o menos.
- No, diez años atrás. Para entonces ya tenía este cuerpo. La nota es que cuando terminamos la sesión, Pepe me dijo que si quería ganar más plata como modelo. Obvio le dije que sí. Entonces me propuso hacer fotos porno. Ya sabes: calato, mostrando mi verga al palo, esas cosas. Yo al inicio me asusté y le dije que no, pero al regresar a mi jato y ver la necesidad, pensé, huevón. A la semana siguiente le estaba posando como Dios me trajo al mundo. ¿Qué piensas de éso, Manu?
- ¿Yo? Nada. Normal. Yo entiendo que tenías necesidaes económicas. No hiciste nada ilegal, ni inmoral.
- ¿En serio crees éso?
- ¡Claro! son solo unas fotos porno, nada más. No mataste a nadie, no extorsionaste a nadie, ¿no?
- No... Eres la primera persona que me dice éso.
- ¿Y éso qué tiene que ver con las hembras? ¿Las fotos se filtraron? ¿Estabas con alguien y te cortó al verlas?
- No exactamente. Las fotos se filtraron hace ccinco años recién. Acá las tengo.
Vicente se levantó y se alargó hasta los pies de la colchoneta, y se quedó en cuatro, mostrándome su enorme culo y su ano, el que notaba algo más ancho de lo usual. Tal visión me comenzó a poner la pinga dura, así que me puse boca abajo.
Cuando se acostó otra vez.
- Guá, promo. ¿Y por qué te pusiste de culo?
- Nada... es que... de costado... me estaba cansando.
- Ah ya.
Me dio el celular y me mostró las fotos. Si bien Pepe había realizado un excelente trabajo con ese cuerpo desnudo en todos sus ángulos, incluso mostrando el culo, lo que tenía ahí a cinco o seis centímetros de distancia superaba cualquier obra de arte.
- Ah mierda, Viche. Eres aventajado, mierda.
- Jajajajaja. ¿Tú crees?
- Lindas fotos. Excelente trabajo.
Le devolví el celular. Mi pinga bajo mi vientre no solo estaba durísima, estaba recontra lubricado.
- ¿Qué piensas ahora que las viste?
- Ya te dije: excelente trabajo. Pero, ¿éso lo vio alguna jerma?
- No creo. La vaina fue lo que pasó luego de esa sesión.
- ¿Qué pasó, Viche?
- Me estaba bañando en la ducha porque en las últimas fotos tuve que eyacular, y me estaba quitando la leche de mi abdomen. en éso, siento que alguien entra detrás.
- ¿Pepe?
- Sí, Pepe. Comenzó a sobarme la espalda, a decirme que le parecía rico, que podía hacer mucha plata conmigo. Te juro que me paralicé. Cuando me volteé a reclamarle, él me cogió el huevo. Debí empujarlo porque se suponía que no me gustaba la mariconada pero... no lo hice, no solo me gustó.... Dejé que me la chupara. Se me armó otra vez. Al poco rato, le estaba metiendo mi pinga a su culo. Y cuando las di, no me sentí mal. Me asusté, huevón.
- ¿Se repitió?
- Tres veces más, Manu. Tres veces. Me presentó gente de su entorno y terminé cachando con todos ellos. Pepe se había alucinado que quería hacerme su macho, así que cuando supo de que me cachaba a sus amigos, me dejó de hablar, de dar plata. Lo bueno es que había hecho contactos y desde entonces trabajo como seguridad. Y desde entonces, comencé a cachar más con patas que con jermas hasta el punto que ahora solo cacho con patas.
- Ni me mires el culo, Viche, porque yo soy bien varoncito, jajajajajajaja.
- Jajajaja. Nada, Manu. Además, eres mi promoción. No me malearía así contigo. Pero éso no es lo único.
- ¿Hay más?
- Cuando comencé a cachar con patas, yo era quien los clavaba. Una vez conocí a un tombo, y luego de chupar como cancha, fuimos a su jato a seguirla. Allí mas bien comenzamos a manosearnos y terminamos en la cama. La vaina que esa madrugada, no solo me caché al tombo... el tombo me cachó a mí también. Y desde entonces fui metiéndola y dejándomela meter hasta que ahora me gusta más que me la metan. Claro que sí la meto, pero bien de vez en cuando. ¿qué crees que me haya pasado?
Yo seguía allí boca abajo ocultando mi erección húmeda.
- ¿qué te pasó, Viche? Pues, simple: digamos que en estos años, has ido explorándote hasta hallar tu sexualidad real. No eres el único. Le pasa a mucha gente.
- ¿Es normal, Manu?
- Ni normal ni anormal, Viche. Es un proceso personal, como todo en la vida. La pregunta sería: ¿cómo te sientes al respecto?
- ¿Yo? Normal, Manu. No me jode que me gusten los patas o que me la metan.
- Entonces, ya te aceptaste. Punto. Si no sientes culpa, todo está bien.
- La verdad que no siento culpa. ¿Dices que no soy el único?
- Correcto. No lo eres. Lo que pasa es que muchos hombres por el machismo, jamás lo admitirían, y en una sociedad que te señala por cualquier huevada, mejor actúan o se mantienen al margen.
- Y.... ¿a ti te ha pasado, Manu?
- ¿a mí? Pues.... ejem... No sé. Para serte honesto, hace unos mesesconocí a un chiquito de 25 años. Nos hicimos conocidos porque cuida cerca de donde yo trabajo. Una noche que me quedé hasta tarde, tomamos la mototaxi juntos porque él se regresaba a su casa, y como era mototaxi cerrada, así de la nada, se me acercó más de lo debido, me tocó el paquete y me dio un piquito en la boca.
- ¿Tú qué sentistte?
- ¿La verdad, nada.
- ¿No se te paró cuando te tocó el paquete, Manu?
- No. No se me paró.
- ¿Quién es?
- Qué chismoso. No creo que lo conozcas. Es un chibolo... un tal Jesús.
- ¿Jesús? ¡No jodas! Sí lo conozco. Me lo he clavado tres veces.
- ¿En serio? Es un medio gordito. Rico culo. Chatito, trigueñito.
- Entonces sí es el mismo. No vayas a contarle nada si lo ves, Viche.
- Hace meses que no lo veo, pero te paso el dato: cacha con gente treintona. Le gustan los treintones y cuarentones.
- Sí, me di cuenta que tiene carencias afectivas, pero ése ya es otro tema.
- ¿Fue la única vez, Manu?
- Sí... ¿Por qué me miras con esa cara?
- A mí me contaron algo. Dos notas tuyas. Una, que tieness varios amigos gay.
- ¿Y éso qué tiene que ver?
- ¿No ha pasado nada con ninguno? Hay rumores que dicen que sí.
- Jaajjajaja... Sí, los he oído, pero nada. ¿Cuál es la otra cosa que te han dicho de mí, Viche?
- No me la dijeron, Yo la vi: tú posaste desnudo para Pepe también.
Me dejó helado.
¿Cómo que la viste?
- Cuando Pepe quería que me hiciera su pareja, me mostró varias sesiones con patas y en una de ellas te reconocí. tenías el cabello más largo, pero ese cuerpo y esa expresión... imposible de olvidar. Especialmente por ese lunar aquí.
Vicente, entonces, puso su mano sobre mi nalga izqueirda. Yo reaccioné y me volteé.
- ¡Guarda, Viche, no seas pendejo!
Al voltearme, no me había dado cuenta que había expuesto mi pene erecto. Vicente sonrió.
 Entonces, me tocó mi falo duro.
- ¿Y ésto?
- ¿ésto? es queeee... como estaba boca abajo, entonces la presión....
- ¿Cachaste o no cachaste con Pepe?
- Oe, ya me suena a interrogatorio.
- Normal, promo. Yo te confesé mis secretos. ¿Qué problema hay que me confieses los tuyos?
- ¿Qué dijo Pepe? ¿que me lo caché?
- Dijo que no quisiste, que por éso no te volvió a llamar, pero que notaba qe se te chorreaba la nota.
- Y así fue, Viche.
Me sentí incómodo. Me senté sobre la colchoneta.
- ¿Dónde está el baño? quiero mi ropa, Viche.
Vicente me agarró fuerte de la cintura y su antebrazo aprisionó mi erección.
- Tranquilo, promo. Todo está bien. Yo no dije nada antes, no diré nada ahora.
- ¿qué le dijiste a Pepe sobre mí cuando viste mis fotos?
- Nada. solo le pregnté qué había pasado con ese huevón y me contó lo que te dije.
Me tranquilicé un poco. Vicente se sentó a mi lado. Juntó su cadera con la mía. Me abrazó.
- Es normal, Manu. Le pasa a mucha gente.
Volteé a verlo.
- No dije que fuera normal o anormal. solo que no eres el único que ha descubierto su real sexualidad.
- Pero tú te resistes a reconocerla.
Lo miré fijamente a los ojos. Vicente me miraba no con cara de revancha, no con cara de burla; me miraba con cara de paz, de cierta ternura, con cara de quien tiene la autoridad para decirte tus cosas no por ciencia sino por sentido común. Lo abrazé también. Acerqué mi cara y lo besé en la boca. Me correspondió.



Vicente mamaba la pinga mejor que mi esposa. Se la tragó toda. Se la sacaba, se la metía, jugaba con mi prepucio. embocó cuidadosamente mis bolas con su lengua y siguió bajando hasta levantarme las piernas y hacerme un rico beso negro.
- Lo tienes cerradito, promo.
- Y así se quedará.
Vicente sonrió cuando le dije ésto. Se levantó, sacó un preservativo y me lo dio. Me lo puse. Luego me dio un sachet de lubricante y lo desparramé sobre mi pene forrado. el resto de lucricante se lo puse en su culo, se arrodilló sobre mí, y puso mi pene en su ano. Se lo fue tragando poco a poco. ¡qué rica sensación sentir cómo mi falo penetraba en esa caliente hondura, carajo! Cuando mis 16 centímetros estaban dentro, comenzó a cabalgarme. Su pene golpeaba en mi vientre y comencé a masturbarlo. Se puso duro. Tranquilamente eran 19 o 20 centímetros, grueso..
entonces se hizo para atrás y se puso boca arriba, levantó sus piernas y yo me le abalancé y lo clavé piernas al hombro. No quise agredir su culo. Fui gentil con mi bombeo, sintiendo el placer de cada minuto de sexo.
Luego se puso en cuatro, lo volví a clavar, así gentilmente. No pensé en nada más. Solo disfruté. Me vine a los pocos minutos.
Cuando volví en mí, abrí los ojos, estaba sudando como mierda. Bajé la mirada. Ese hombre musculoso estaba allí a cuatro patas, mi pene semiflácido dentro de su ano, el condón en su sitio, como debe ser. Me desesperé. Le saqué mi miembro de golpe, me puse de pie como un rayo.
- ¿Dónde está el baño, Vicente? Quiero mi ropa.
- Ya, Manu. Tranquilo.
- ¿Dónde está el baño, Vicente? quiero mi ropa, por favor.
Vicente se asustó, salió de la habitación. Vi el arma en la esquina, me acerqué a ella pensando en que podría ser mi mejor salida si pasaba algo.
Vicente regresó con mi ropa algo seca. Me la puse de inmediato.
- Quiero irme, Vicente.
- Tranquilo, Manu. Relájate.
Me agaché a la esquina y tomé el arma. No sé cómo la saqué y le apunté a Vicente.
- ¡¡Quiero irme, conchatumadre!!
Vicente se asustó.
- Tranquilo. Sígueme.
Salió del cuarto, avanzó por el pasillo a oscuras, sentí que abrió la puerta de par en par.
- Vete, Manuel.
Tiré el arma hacia el pasillo y salí corriendo de regreso a casa.



La ducha fría me tranquilizó. Puse la ropa de esa noche en el canastón de ropa sucia. Mi celular sonó. era mi esposa.
- ¿Dónde estabas? te he estado llamando.
- Sorry, amor. me quedé dormido.
- ¿Te pasa algo?
- Nada. Me asusté. Pensé que te había pasado algo grave.
- No, amor. Estoy bien. Mañana estoy temprano en casa.
Terminé de hablar con ella y sonó la alarma de mensaje. Vi. era Jesús. "Estoy solo en mi jato, ¿vienes?". Lo maldije. "Vente a la rconcha de tu madre, hijo de puta", le puse y lo bloqueé. También bloqueé a Vicente. Traté de dormir. Menos mal, al día siguiente sí llegó mi esposa.

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