sábado, 6 de marzo de 2021

La hermandad de la luna 1.4

A la mañana siguiente, Tito llega en su bicicleta montañera y para en la caseta de vigilancia. Saluda a Carlos, aunque nota algo raro en su semblante.

“¿Dormiste mal?”

Mientras Tito pone su índice derecho al costado del reloj digital empotrado en la pared esperando que la luz piloto cambie de rojo a verde, Carlos comienza a narrarle la ceremonia de la noche anterior.

“Sí, vi la luz”, comenta el gladiador despreocupadamente. “Supuse que algo estabas haciendo con Adán, quien… ¿dónde está, por cierto?”

“Con Frank enseñándole cómo funciona el tractor”.

“Así que tu sobrino llegó tempranito”.

“¿Y quién se quedó en el AMW?”

“Flor insistió en que ella podía ayudar con la administración; uno de los chicos más avanzados se encargará de ver los entrenamientos a los otros chicos”.

El celular de Carlos comienza a sonar.

“¿Y cuando le toque venir aquí?”

“Tendrás que ayudarme, Carloncho”.

Carlos entra al puesto a contestar y Tito rodea la construcción para ubicar su bicicleta, se quita la mochila que en su amplia espalda parece un leve bulto, se desnuda hasta quedarse en un delgado bikini que le marca bulto y culazo y busca su ropa de faena cuando…

“¡Tito, Tito!”, llega Carlos, azorado.

“¿qué pasa? ¿Qué tienes?”

“Manolo, ¡Manolo!”, musita el capataz y rompe a llorar.

“¿Qué pasó con Manolo?”

“Lo mataron, Tito; ¡lo mataron!”



 


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